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Capítulo 24

Capítulo 24
Abigail

Mi respiración está un tanto agitada y creo que logré salir de casa de Jordan sin parecer realmente que estaba  huyendo. No tengo ganas de hablar acerca de lo que dijo anoche, aunque es posible que lo haya olvidado y que hubiera sido una propuesta en el vacío.

Ricky, el portero, está igual de sonriente, como siempre en la recepción.

—Mucho tiempo sin verte. Espero que lo hayas pasado bien —su amplia sonrisa muestra su perfecta dentadura, blanca y brillante como perlas.

—No ha sido mucho tiempo. Solo fueron tres días. ¿Cómo está todo por aquí?

—Igual de aburrido que siempre. Sólo que tenemos un guapo vecino nuevo.

—¿Alguien dejó el edificio?

—No, pero un nieto de la señora Adams ha venido a vivir con ella.

—Ohhh —vaya, ¡qué sorpresa!—. Bien por ella, necesita compañía. Por cierto, ¿sabes si la bruja de Katherine está en casa?

Él rueda los ojos. —Sí, está arriba, creo que más loca que nunca.

—Ni te lo imaginas. Bueno, voy a enfrentarme a esto, nos vemos luego—le guiño un ojo y él sonríe de vuelta.

Subo por el ascensor y al llegar tardo varios minutos rebuscando las llaves en mi bolso. Cuando abro la puerta, encuentro a Katherine en pijama, viendo algún programa matutino de los canales hispanos.

—Oh, me sorprende. Has llegado en una pieza. ¿Cómo estás?

—Mejor de lo que quisieras —ahora sí estoy molesta y es hora de poner las cartas sobre la mesa, estoy segura que gracias a ella, Patrick encontró la casa de Jordan, estoy hastiada de tanta indiscreción y la verdad no puedo vivir, ni relacionarme con alguien así, todo había sido normal, antes de Jordan, y las cosas solamente giraban alrededor de ella y las demás chicas, pero ahora está él y eso ha resultado dañar muchas cosas.

—¿A qué te refieres? —toma el control remoto y pone en mudo el televisor.

—Sé que tuviste que ver con el asunto de la caja en la casa de Jordan —no sabía que estaba tan molesta, estoy segura que me estoy sintiendo justo como se sintió Jordan ayer cuando leyó la nota. La cara de Katherine es de confusión.

—No sé de que mierda estás hablando —dice.

—De eso mismo, de mierda es que hablo, demonios. Ya lo sabes —grito—. Le dijiste al mal nacido de Patrick donde vive Jordan.

—Pero, ¿qué rayos? Yo... No sé, creo que sí, no estoy segura, Abby.

—Le dijiste —digo despacio.

—Él preguntó. Yo solo le dije el sector porque una vez escuché donde era cuando pediste un taxi. Yo... —ella cubre su rostro con ambas manos y luego golpea su cabeza con el cojín—¿Qué hice ahora? —Su rostro es sereno y veo como su ojos azules se van poniendo rojos y humedeciéndose. No lo puedo evitar, pero ella siempre logra ablandar mi corazón, nunca es su intención dañar a los demás.

—Le envió una caja llena de estiércol a Jordan con una nota. Él logró que entren en su casa sin aviso, no tengo idea de cómo lo hizo —me siento junto a ella y ahora acerca su rostro a mi hombro. Está sollozando despacio, luego levanta la cabeza y se sorbe la nariz.

—Lo siento. Lo siento. No sé que hacer, tengo que curarme Abby, las cosas no pueden seguir así.

—Yo sé, y creo que tenemos buscar ayuda. Esto nos está haciendo daño.

—Sí, incluso Patrick se dio cuenta. Me dejó —me dice.

—¿Te cortó? —asiente.

—Sí, me dijo que ya no estaría disponible, que estaría muy ocupado y que debe entrenar duro para los campeonatos intercontinentales. Pero por Dios, eso es una excusa —sus palabras siguen saliendo forzadas por el llanto que las acompañan.

—No te pongas así. Solo fue sexo, cosa que no debió pasar nunca, pero sólo fue eso.

—Sí, pero muy bueno —vuelve a abrazarme y yo la alejo.

—Recuerda que estoy molesta contigo —reitero—. Muy molesta.

—Perdón, sabes que no es mi intención —solo respiro profundo y la abrazo.

—Tenemos que dejar de llorar —dice.

—Eres tú la llorona, no yo.

—Sí, un poquito no más —sonríe y limpia las lágrimas de sus ojos aún rojos—. Cuéntamelo todo. ¿Cómo te fue?

—Bien, mejor que muchas veces —me limito a decir.

—¿Y qué tal Jordan?

—A mi papá le cayó bien. Cree que somos novios.

—¿Sí? Algo debió ver para pensar eso. —me sonrojo al recordar el beso que presenció.

—Quizás.

—Abigail déjalo entrar no hagas eso, te gusta, le gustas, ¿Cuál es el problema? Disfrútalo.

—Mi papá nos vio besándonos.

—Wow, un beso así con paquete todo incluido —no voy a responder a eso—.¿Cómo definirías tu relación con él?

—Creo que somos un par de personas que disfrutan su compañía y la pasamos bien juntos. Me gusta estar con él y se supone que a él le gusta estar conmigo —dudo, aunque no debería ya que incluso me pidió ir a vivir con él.

—¿Qué hay del sexo?

—Fenomenal, de ensueño.

—Lo amas. ¿Lo sabes?

—Claro que no, Katherine, no digas tonterías. Él me gusta, me gusta mucho, pero no es para tanto.

—Se nota en tus ojos, cuando hablas de él. Se ilumina tu mirada y te conviertes en arpía para defenderlo, llegaste dispuesta a sacarme los ojos porque pude haberle hecho daño. Eso es amor.

—Solo trato de pagar lo que ha hecho por mí, ha sido bueno conmigo y si hiciste algo que le hizo daño, es mi culpa, porque si no fuese por mí, ustedes no se conocieran.

—Negar el amor es como negarse a sí mismo, el amor somos nosotros mismos, traspolados en otro corazón, en otra alma. Sé que tuviste un novio al que amaste mucho, pero uno no solo se enamora una sola vez —sus palabras me hacen tragar en seco, pero reacciono rápido y desvío la conversación.

—Aplícate tú tu filosofía. Quizás tú puedas ayudarte ti misma a sanar tu locura —me levanto. Necesito escapar.

—Huye de mí, pero de lo que no puedes huir, es de tus sentimientos, Abigail.

—No huyo, solo voy a mi cuarto —estoy parada en la puerta de mi habitación.

—Está bien —dice y vuelve a subir el volumen y ver la televisión.

Odio quedarme pensando acerca de las tonterías de los demás, quizás voy a tardar días en olvidar la loca teoría de Katherine de que estoy enamorada de Jordan, no me puedo negar el hecho de que me gusta estar con él y pasar tiempo juntos, incluso que lloré cuando me enteré que no podría verlo todos los días, porque me acostumbré a su presencia en mi vida, y que al final, cuando él dijo que podríamos estar juntos todavía, me sentí muy feliz de haberle dicho que sí, pero eso no necesariamente es amor, el amor es distinto, esto es algo más parecido a una gran amistad que crece todos los días, en la confianza y el apoyo.

Mi celular interrumpe mi soliloquio y ver la llamada entrante de Jaden me hace sonreír.

—Hola  hermosura —su sonrisa es capaz de atravesar la línea telefónica y es inevitable sonreír de paso.

—Hola, precioso. ¿A qué debo el honor de esta llamada? —rio. Al otro lado del teléfono logro identificar la voz de Jordan, pero no entiendo que está diciendo.

—Solo quería escuchar tu linda voz, belleza, ya que Jordan no permite que se le acerquen a lo suyo.

—Yo soy más tuya que de él. Tenlo por seguro —rio.

—¡Qué alivio! —suspira—, entonces ¿nos vemos en Alaska?

—¿Vas a Alaska?

—Sí, sacrificaré mis vacaciones por mi amigo, aún no le digo nada.

—Vaya. Ojalá pueda ir también, te prometo que haré lo posible.

—Te espero, nena —se despide con un sonoro beso a través del auricular.

Katherine da suaves toquidos a la puerta y abre.

—Ya me voy. En la noche te prometo una cena espectacular.

—Es lo mínimo que podrías hacer.

—Te adoro —me lanza una serie de besos a medida que se aleja.

—Solo vete, adiós, no quiero verte —grito.

En la tarde iré a la oficina de Daniel y quizás invente un par de mentirillas para convencerlo de que me deje ir a Alaska con ellos. La mejor idea por ahora, es dormir un rato y tratar de poner la mente en blanco, si es que eso realmente es posible. Ahora mismo no me importa la ropa que llevo, solo me quito los tenis y los lanzo lejos de la cama, me arropo de pies a cabeza y cierro los ojos dejando lejos las cosas pequeñas, pero molestosas que me atormentan.

(...)

Al parecer Katherine ha olvidado su llave otra vez. Parece que he dormido bastante tiempo, o llegó muy temprano hoy, los toques son insistentes y mínimo debe tener alguna urgencia. Mi cabello está hecho un desastre y hasta ahora me doy cuenta que me deshice de mi camiseta a mitad de descanso, sin importar como luzco salgo hasta la sala para abrir la puerta.

—¡Ya voy! —grito antes de llegar hasta la entrada y abrir.Giro el pomo y la empujo. La imagen se despliega delante de mí en cámara lenta. El mismo Patrick White está aquí y luce molesto como el infierno, yo estoy igual de molesta que él, seguro mucho más. ¿Qué demonios hace este tipo en mi casa? Frunzo el ceño y lo detengo cuando hace el intento de entrar.

—¿Qué hace en mi casa? ¿Quién lo dejó subir? —son varias preguntas a la vez, pero estoy nerviosa y  demasiado molesta, me hierve la sangre de tan solo verlo. Desde este ángulo es mucho más alto, su piel oscura luce brillante, y perfectamente hidratada, el olor de su perfume inunda mis fosas y aunque quiero admitir que huele muy bien, siento algo de rechazo al sentirlo.

—Vengo por Katherine. ¿Dónde está ella? —su actitud de macho alfa se pone de manifiesto, él trata de entrar y hago el intento de detenerlo, pero es como una muralla, fuerte y dura de romper.

—¡Espera! No puedes entrar —digo indignada por su actitud.

—¿Quién eres para prohibirme que entre? —él tiene una sonrisa socarrona. Agarra mi muñeca y aprieta duro con sus dedos, trato de zafarme, pero es difícil luchar contra su fuerza.

—¡Suéltame! —digo despacio con dientes apretados, en voz baja y mirándolo directo a sus ojos, oscuros, rasgados y con ira.

—¿Sabes que no he pasado es porque no he querido faltarte verdad? Simplemente podría echarte a un lado y entrar —su sonrisa está allí y sigue con sus aires de superioridad  —tengo que ver a Katherine —mi muñeca sigue doliendo y está empezando a molestar.

—Ella no está. Además, ¿no tienes que buscar nada aquí? Después de todo le cortaste.

—No, ella me escribió un mensaje esta mañana y vine en cuanto lo leí. ¡Con Patrick White nadie corta! , yo decido cuando termino de disfrutar con una mujer, no he acabado con ella. Le voy a demostrar quien es que tiene los pantalones, pero de todas formas dile que nos volveremos a ver, más temprano que tarde. Y me las va a pagar y le va a doler —retira su mano de mi muñeca y desliza la otra por el escote entre mis senos presionando su pulgar, juro que había olvidado como estoy vestida. Acto seguido, golpeo su entrepierna con mi rodilla, lo más fuerte que esta posición me permite hacerlo, él se aleja, no se retuerce de dolor, solamente pasa su mano por el área, nos miramos a los ojos con resentimiento y furia, un par de veces intenta decir algo, pero simplemente se da vuelta y se aleja, yendo por las escaleras donde lo estaban esperando sus guardaespaldas. Cierro la puerta de un portazo, y hasta ahora me he dado cuenta que he estado aguantando la respiración. No sé que es lo que más me ha afectado, la visita, Katherine mintiendo me o sentir sus manos en una parte tan privada de mí. Ella está jugando conmigo y no veo la hora de poder poner las cartas sobre la mesa, no sé cuáles han sido sus intenciones, porqué mintió, porqué no dijo que fue ella quien le cortó a Patrick, porqué lo dejó. Cubro mis rostro con ambas manos y grito, estoy confundida, estoy harta todo esto me está afectando a mí también y por mucho, siempre supe como es mi amiga, pero su forma de ser me está haciendo daño junto con Jordan. Me siento impotente y no sé que hacer, las lágrimas corren por mis mejillas, y mojan no solo mi piel y mi cabello, sino también mis sueños y mi confianza, incluso el cariño que siento por ellos, me hace dudar, no sé qué está bien y qué no. Retiro mis manos del rostro y noto con horror la profunda marca que han dejado las manos de Patrick alrededor de la piel en mi muñeca. No puedo ver a Jordan esta noche, no quiero amargarle más la existencia con esto, siquiera puedo inventarle una excusa, no sabría que decirle y temo la forma en la que podría reaccionar. A veces pienso que es mejor decir adiós, dejar las cosas ir, y preferir no seguir haciendo daño a los demás a cambio de un poco de mi alegría, es momento de tomar decisiones importantes, aunque duelan.

En nuestro ser, tenemos una especie de formato instalado que antepone nuestras necesidades a las necesidades de los demás, es parte de nuestro instinto de supervivencia, pero nuestra razón no puede ser tan egoísta como para ser tú el único que disfrutes de esa felicidad, al principio podrás gozar de algo, pero llegará un momento en el que te cansarás de ser el único que tengas un motivo para sonreír, hay que hacer de este mundo, un mejor lugar para todos, no solo para ti.

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