Capítulo 23
Capítulo 23
Jordan
Solo queda respirar y emprender el viaje. Aumento la velocidad a medida que me alejo de casa, no estoy muy seguro de qué fue lo que hice, no sé ni siquiera de dónde salió esa propuesta, y si acaso estoy perdiendo la cabeza. Primero, no sé porqué lo propuse, ya que eso implica un peligro para ella, White tiene las relaciones suficientes como para penetrar en una casa sin ser visto y sin siquiera pagar por ello y definitivamente eso es someterla a un posible daño sin necesidad. Por otro lado, me estoy dejando llevar de las sensaciones, del placer, de la carne, de la pasión y eso me ha impulsado a proponerlo. Soy un mar de pensamientos y la furia todavía corre por cada célula de mi cuerpo, penetrando incluso mi alma, por pensar en la maldita nota y la caja llena de mierda, pero solo alguien como él sería capaz de hacer algo así.
Ahora lo único que necesito es sacar toda esta rabia a golpes, pero para eso tendré que convencer primero a Mich de darme la llave del gimnasio y eso me tomará un buen tiempo.
Subo corriendo las escaleras y toco la puerta, el sonido es fuerte y acelerado, estoy seguro de que se asustará y pensará que se trata de una urgencia, aunque lo es, y estoy salvándole la vida a algún inocente allá fuera.
—¡Mich! —grito. Él enciende una bombilla dentro. No puedo creer que esté dormido a esta ahora.
—¡¿Te estás volviendo loco muchacho?! —él sale con cara de tragedia, vestido con una bata de baño a cuadros, rojos y verdes. Voy sin rodeos y directo al grano.
—Mich, necesito entrar al gimnasio ahora. Es urgente.
—Espera, J, son las 8 de la noche y es domingo ¿Qué demonios te pasa? —ña rabia sube desde lo más profundo de mi interior, no quiero dar explicaciones en este momento. Sólo quiero que me deje abrir la maldita puerta del gimnasio y soltar un par de puños contra el costal.
—Si quieres salvarle la vida a un inocente y yo no ir a la cárcel, solo dame la llave, por favor. Necesito entrenar —su cara muestra su confusión.
—No puedo darte la llave. Es tarde y es peligroso. Está desolada la calle —quiero romper la puerta, entrar y sacar la maldita llave de la gaveta, pero solo respiro y me contengo.
—¿No eres tú quien dice que me aleje de las peleas callejeras y utilice la fuerza en algo más productivo, como entrenar? Eso es lo que estoy haciendo y tú no ayudas. Ese es el mismo problema de siempre, haces las cosas mal, te regañan y te dicen como deben hacerlo. Cuando lo quieres hacer, simplemente no te dan la oportunidad. ¡Demonios! ¿Quién los entiende?
—Lo primero es que no me hables así. Si tienes toda tu mierda encima, vete a otro lado pero no conmigo —excelente momento para mencionar la palabra mierda. Respiro.
—Disculpa. En serio, necesito la llave, Mich. Debo dar un par de golpes.
—¿Quieres que te acompañe? —su tono es conciliador.
—Ahora no, es momento solo para JJ.
—Bien —se da la vuelta y entra. Él sale y cierra la puerta, bajamos la escalera y vamos a la parte trasera del gimnasio. Mich abre y me entrega la llave.
—No tenías que escoltarme hasta aquí. Estoy bastante grandecito.
—Solo te digo que cualquier cosa que rompas, roben o que maltrates la pagarás con tú dinero. Tendrás que pegar muchas tejas para pagar lo que sea. Súbeme las llaves en cuanto termines —se aleja sin más nada que decir.
Cierro el portón y enciendo la luz que inmediatamente ilumina la mitad del espacio. Subo el otro interruptor y el gimnasio se alumbra. Todo está tan solitario, frío y vacío. Falta el alma de los boxeadores ansiosos con ganas de romperle la mandíbula a otro, quizás con las ganas que traigo es suficiente para llenar ese vacío, mis pensamientos resuenan en mi cabeza igual al eco que producen mis movimientos aquí dentro.
Me acerco al costal que está justo en el centro de todo el gimnasio, y sin tomar una medida de precaución lo empiezo a golpear, al principio con lago de timidez, pero mientras voy tomando el ritmo, los movimientos se aceleran, cada puño es más fuerte que el que precedió y no me importa que mis nudillos estén resentidos, sólo imagino que lo que estoy rompiendo, es la nariz de White y en mi mente sangra y sufre de dolor.
Su entrenador está gritando y le avisa que va a tirar la toalla y dar por terminado este encuentro, pero él no se quiere dar por vencido y sigue de pie, pero eso solo aumente mi rabia y continuo golpeando. Cuando abro los ojos, el sudor corre y siento el estado salobre dentro de ellos. Paso mi antebrazo y limpio las gotas que están por caer y continuo. Recuerdo a mis padres y mi hermano, como murieron poco a poco, agonizando lentamente uno por uno y se fueron de mí, muy lejos, por culpa del maldito caprichoso, adicto y rey de si mismo. Ya lo que siento en mis ojos no es sudor, son lágrimas de rabia, furia y la misma impotencia que sentí en ese momento, el dolor atraviesa mi pecho y es como un talismán, un hechizo que me acompaña y que prometo no abandonarme, y me derrumba, literalmente como un niño que no sabe qué hacer, y que más que eso está jugando un juego, incierto, aleatorio, quizás sin futuro, pero con mucho sentido. Pero tengo que seguir la lucha, porque juré que lo haría, por ellos y por mí. Me levanto y vuelvo con más fuerza.
(...)
Perdí la noción del tiempo. Sólo el dolor que tengo en mi espalda me indica que es hora de parar. Después de pesas, cuerda y miles de ganchos en la pera, es hora de irme. El reloj junto a la puerta de la oficina de Michael, me indica la hora. Exactamente las 23:07. Termino de apagar todas las luces y cierro la puerta. Corro por las escaleras para ir a entregarle las llaves a Mich. Toco la puerta un par de veces y Mich sale.
—¿Tuviste suficiente? —pregunta con cara de amargado, parece que ya estaba dormido.
—Todavía, pero ya era hora de terminar además tengo cosas que hacer.
—¿Cómo qué? Que yo sepa eres un tipo sin ninguna responsabilidad —su curiosidad pica y suelta la pregunta.
—Algún día crecemos —me voy alejando—. Gracias Mich. Mañana en la tarde seguimos con todo. Quiero romperle un par de dientes a los chicos.
—Me encargaré que seas tú quien quede con un par de molares menos —grita.
Voy corriendo de vuelta a casa, algo más rápido que de costumbre. Una patrulla de la policía está en una de las esquinas rodeando un grupo de chicos. Uno de los policías que me alcanza a ver corriendo, me llama con el alto parlante y me pide que ponga las manos arriba. Sigo sus ordenes y lo hago.
—¿Por qué huyes? —me pregunta en tono intimidante—. Chuck, se nos iba a escapar uno —le avisa a uno de los policías.
—No, oficial. No estoy huyendo. Estoy haciendo algo de ejercicio y ahorrando el boleto hasta mi casa.
—¿Ejercicio? ¿Casi a media noche? —él ríe. El otro oficial se acerca y me mira de arriba a abajo.
—Creo que este muchacho no es de éstos. Vamos a dejarlo pasar, pero ten cuidado porque si te encontramos en algo te vamos a atrapar. ¿escuchaste? —dice el oficial.
—Sí, entendido —¿porque andes corriendo por la calle casi a media noche, eres un presunto delincuente? Yo también lo pondría en duda, pero estaba lejos y ellos ya habían atrapado a todos, sucede que cuando simplemente no es tu día, no trates porque solo no lo es.
Ya que correr me puede traer problemas, voy andando por la acera. Así es más lento y llego casi a las 12 a casa. Entro en silencio, tratando de no despertar a April, que debe estar dormida. Abro despacio la puerta y me sorprende verla sentada sobre la cama, apoyando su espalda contra la madera del espaldar y manipulando su iPad.
—Llegaste. Gracias al cielo —me ofrece una amplia sonrisa.
—Estás despierta.
—Pues no, soy un zombie, comí a tu amiga que estaba aquí —ríe y mantiene una sonrisa tímida.
—Bueno, en seguida regreso, voy a darme un baño.
—Por favor y gracias.
Después de un baño, tu mente puede ver las cosas con más claridad.
La imagen más hermosa, llena de sensualidad está frente a mí. April está recostada de lado, con sus muslos descubiertos y su pijama termina justo donde empieza la vista a su trasero. Los instintos son incontrolables y ahora mismo estoy dispuesto a empujar mi suerte para satisfacerlos. Subo a la cama junto a ella y deja el celular sobre la mesa a su lado. Debo ir con calma, aunque ahora mismo solo quisiera terminar y listl, pero por ella tengo que esperar un rato. Nos estamos mirando y ella solo tiene cara de confusión.
—¿Quieres decir algo? ¿Qué piensas? —hay un rastro de humor en sus palabras. Dirijo mi mirada hacia donde termina la tela que está cubriendo su cuerpo.
—No podemos dejar que cualquier cosa arruine la fiesta —eso sonó como algo que ella misma diría—. Te necesito ahora, esa es la verdad.
—Wow, ¿qué tal si yo no quiero? —arquea una ceja y su sonrisa tiene algo de malevolencia, quizás está coqueteando, no estoy muy seguro de ello.
—Te prometería algo a cambio.
—¿Estás suplicándome entonces?
—Si quieres verlo tú de esa manera, perfecto. Yo no lo veo así —niega con la cabeza y despacio se acerca y me besa en la mejilla y pasa su mano por la otra.
—Está bien —sella su afirmación con un beso en los labios. Muerde mi labio inferior y eso fue suficiente para que todo se sienta a reventar dentro de mí. Se recuesta boca arriba y despacio me acerco a ella y beso sus labios. Recorro con mi lengua el camino de su lóbulo hasta su cuello, dejando sutiles succiones en el camino. De sus labios salen algunas expresiones que no logro descifrar y en mi estado actual, estoy a punto del colapso y con dolor, pero es agradable, cuando llegue al inminente fin, tendré mi recompensa. Me siento a horcajadas sobre ella y levanto la bata, dejando sus pechos libres, solo con bragas las cuales aprovecho para quitar y lanzarlas lejos.
—¿Ansioso?
—Solo he esperado por ti.
—Hazlo —esas fueron las palabras clave. Vuelvo a abrirme espacio entre sus piernas y sigo un camino de besos, en forma de cascada desde el centro de sus senos, pasando por su abdomen y deteniéndome en su ombligo. Todo en dirección sur, llegando al punto justo. Despacio, regreso hacia arriba siguiendo el mismo camino de besos que seguí antes y me detengo en sus labios.
En un momento siento sus piernas alrededor de mis caderas, obligando a seguir y entrar en contacto con ella. El inicio es lento, casi una danza sincronizada que a medida que pasa el tiempo, incrementa su velocidad.
Su nariz está en mi cuello y siento su respiración agitada al punto del colapso, es como música para mis oídos. La tensión concentrada en todo su cuerpo la abandona y siento como su alma visita otro lugar, muy lejos de este lugar, no pasan muchos segundos para acompañarla en tal viaje en donde incluso se van la tensión y la rabia y me dejan solo con la satisfacción en un lugar muy lejano de donde no quisiera escapar.
(...)
El sonido de la alarma me despierta a las 05:15. Trato de apargarla lo mas pronto posible para no despertar a April que está sobre mí, profundamente dormida. Cuando la alejo, se remueve un poco, pero continúa durmiendo.
Entro al baño y me visto rápido para ir a correr. No puedo tardar mucho tiempo, ya que después de las 80:00,Jaden y yo tenemos algo de trabajo por hacer. La oscuridad fuera es todavía tenebrosa, algunas luces se han apagado y necesitan ser reemplazadas. Cuando llego al bulevar, solo dos personas más están corriendo.
Mientras corres, tus pensamientos van a la deriva y tu vida resulta envuelta en un vórtice, y todos tus problemas se reúnen, sin embargo la carga, sorprendentemente luce mucho menos pesada de lo que es al final. Por un lado está la pelea de las próximas semanas, la presión psico-social que estoy viviendo, White por un lado tratando de hostigarme, y al final mi "grandiosa" idea de invitar a April a casa. Parecen pocos, pero cada uno de ellos abarcan espacios importantes dentro de mí. No estoy pensando claramente y tengo temor de que al final pueda sufrir esas consecuencias.
(...)
Cuando llego, el olor a harina de pancakes y miel de arce, inunda mis fosas. April está en la cocina haciendo huevos revueltos, también.
—¡Hola! —exclama. Hay una gran sonrisa en su rostro—. Que bueno que llegaste. Me tengo que ir, todo aquí está listo, solo tienes que sentarte.
—¿No vas a desayunar?
—Me tengo que ir, es urgente. Luego te explico que sucede. ¿Bien? —No, no está bien. Tienes que darme explicaciones.
—Ni modo —me encojo de hombros aún extrañado.
—Gracias —toma sus cosas y abre la puerta.
—A ti por quedarte.
—Siempre será un placer —zu sonrisa es tímida, pero esta es inmediatamente reemplazada por el agitamiento de salir cuando suena la bocina del taxi—. Adiós.
La confusión sigue, pero me hace sonreír saber que está algo tarde para ir a algún lugar que no tengo ni la más remota idea de dónde es.
El desayuno ha estado delicioso y de seguro eso ayudará a hacer un trabajo mucho mejor. Jaden pasa a recogerme justo a las 08:10.
—¡Hey! Dichosos los ojos que te ven. La verdad es que la vida de pareja te ocupa mucho tiempo. ¿Cómo lo llevas?
—Oh sí, ya vas a empezar. Primero se saluda y luego se molesta.
—No te pongas así, háblalo conmigo, trata de desinhibirte —dice sílaba a sílaba la última palabra—. A ver, ¿qué tal todo?
—Para ser sincero, todo va, pues ¿cómo decirlo? —dudo—. Todo va así como muy de porquería, no sé si comprendas.
—Espera, espera, espera —repite reiteradas veces—,deja tu pesimismo y mala vibra lejos de mi camioneta, las cosas no puedes verlas así, está bien todo eso de que no debemos ser conformistas, pero por Dios, hay que ver el lado positivo de las cosas, J.
—Jaden, literalmente, todo va de mierda, así que no vengas con teoría barata.
—¿A qué te refieres con literalmente?
—Patrick mandó un barril de mierda a mi casa —mi voz suena tan seria como quise que saliera. Él ríe al principio, pero a medida que nota la seriedad en mi rostro su sonrisa empieza a cesar.
—¿Por qué tienes esa cara? ¿No estás hablando en serio? ¿Cierto? —creo que mi mirada es mucho más cortante de lo que quisiera, pero me molesta un poco su actitud, ¿por qué demonios querría estar inventando algo como esto? Por cosas así prefiero evitar comentar las cosas—. Mierda dice cuando al final no le doy respuesta—. Pero, ¿cómo fue? Cuéntame.
—No hay mucho que decir, solo que cuando llegamos de Los Ángeles encontré eso en casa. Con una nota para mí. Estaba, de hecho, creo que estoy como el infierno aún, prendido en candela, corrí hasta donde Rod, pero April me persiguió y bueno ya sabes, no pude hacerlo, y créeme, todavía no me sobran las ganas de correr allí y romperle la mandíbula a alguien de por allá.
—Tranquilo, hay tras formas de manejar eso, no es la primera vez que estás así.
—Pero si es la primera vez que me contengo.
—Podrías encontrar otros métodos. Que sé yo, haz lo que yo —¿Alguna vez en la vida Jaden ha estado furioso como el infierno? Lo dudo. ¿Qué haría él?
—¿Cuál es tu solución? ¿Qué propones?
—Un baile erótico con final feliz —la propuesta me hace sonreír. Quiero reír fuerte, pero solo me quedo mirando.
—No me mires así, es en serio. Cuando estoy molesto, es que salen los mejores pasos.
—Jaden, tú sabes bailar, yo no. Ahí está el detalle, además no soy una niñita —el auto frena de golpe y uno delante de nosotros está a escasos centímetros del nuestro, la bocina se presiona y suena.
—Espera, espera, ¿niñita? ¿Dijiste niñita? ¿Me dijiste niñita? —su voz suena indignada y no asimila lo que acabo de decir.
—O sea, no me imagino en una tarima, eso es cosa de ustedes, no sé de eso, lo mío es otra cosa —el tránsito está detenido detrás de nosotros y los demás autos nos presionan con el sonido de las bocinas —mira, nos están esperando los autos detrás.
—Ya lo dijiste, no quieras arreglarlo. —dice. Está furioso, lo sé por las finas líneas que bordean sus ojos.
—¡Avanza! —grito.
—James Jordan Kingya —asevera en tono amenazante—. Te reto —su voz es baja y es difícil escucharlo, las personas molestas detrás de nosotros nos gritan groserías.
—¡Conduce y deja de hablar! —él no hace caso y no se mueve siquiera un ápice. El semáforo volvió a rojo.
—Una semana, en entrenamiento, para una noche, que será solo para ti. Luego me dirás que tan "niñita" somos —él hace las comillas con sus dedos.
—Por Dios, no te pongas así. No es para tanto.
—Te espero el lunes, a las 09:00, en el salón de práctica. Si no, sabré que eres tan gallina como imaginé.
—El lunes no puedo, ese fin de semana tengo una pelea.
—Después de la pelea, no tengo problema con eso, pero te espero allí.
—Trato.
—Trato —repite y me da la mano para cerrar el acuerdo, el semáforo vuelve a verde y toma el rumbo nueva vez. Mientras conduce, Jaden tiene una sonrisa de satisfacción. Sube la radio y supongo está pensando como torturarme, aunque creo que todavía me puedo zafar de esta.
—No sabes en lo que te has metido, J. No lo imaginas —sigue con su sonrisa maléfica. No creo que sea tan difícil, después de todo, la peor parte de todo esto tendrá que ser llevar una tanga color rojo en la tarima, definitivamente esa será lo peor y lo único que no haré. Ahora no sé qué me tiene más nervioso, si la pelea por el título nacional, o un baile erótico con unas desconocidas. Creo que lo segundo, será más difícil que lo primero para mí.
Aunque no he salido muy bien de esta reunión, siempre será una de las cosas más agradables, compartir el rato con mi amigo, son más fáciles de olvidar las cosas cuando estás cerca de personas que te hacen ver el lado optimista de tu propia historia, no es necesario tener muchos amigos, cuando los pocos que tienes te ayudan a mofarte de tus propios problemas y estos disminuyen ante tus propios ojos y se convierten en cosas tan diminutas que tú mismo puedes encargarte de pisotearlos y deshacerte de ellos, y todo tan solo con una sonrisa.
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