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Capítulo 21

Capítulo 21
Jordan

Su respiración agitada contra mi cuello, es como música para mis oídos. La temperatura fuera no es la más cálida, pero su cuerpo me ofrece calor, su piel contra la mía crean la fricción perfecta y ahora mismo no quiero estar lejos y ella tampoco, porque lleva minutos rodeando sus brazos alrededor de mí en un abrazo casi eterno.

—Jordan, ya creo que podemos irnos de aquí. Creo que cumplimos el cometido.

—¿Es decir que éste ha sido tú plan de abuso contra mí? —Sé que tengo una tonta sonrisa tatuada en mi rostro, pero ¿qué demonios importa? , me siento bien, no tengo porque ocultarlo.

—Mmm —balbuceo—, siempre había querido estar aquí. Ya sabes, experimentar lo que en las películas —Ella sonríe.

—¿Y qué tal? ¿Crees que se vio como en las películas?

—La verdad creo que no se vio como en la tele, pero si sé que se sintió tal como se ve lo que ellos hacen.

—Eso es bueno. Debimos grabarlo —Ella abre los ojos como dos platos.

—Nunca. Jamás. ¿Solo te imaginas que algún día ese vídeo lo vean nuestros hijos? Por Dios no puedo permitir que un material así exista.

—¿Nuestros hijos? —estoy un poco confundido con el término.

—O sea, sabes a lo que le refiero. Es decir... —ella titubea. Está nerviosa—. Quiero decir, los hijos que tengas y que yo tenga en un futuro —siento su cuerpo tensarse—, ¿Sabes a lo que me refiero?

—Claro, por supuesto que entendí —entendí más de lo que ella querría. Yo solo sé que escuchar eso engrandece el alma y me hace preguntarme si algún día los tendré. Varios minutos después, salimos del lago y nos ponemos parte de la ropa aún mojados. Prácticamente corremos a la casa, para estar lo más pronto posible calientes gracias a la calefacción. Entramos por la puerta de la cocina. April luce como una modelo en un lavadero de autos y el concurso de camisetas mojadas. Su camiseta se ha transparentado y debajo se ve su sostén negro. ¿Por qué se lo puso? Eso habría sido un maravilloso espectáculo. Su cabello mojado totalmente hacia atrás, me permite apreciar lo largo que es su cuello y ahora mismo me encantaría besarla allí, un par de veces más.

—Bueno ya estamos a salvo, sin frío y sin alimañas que nos puedan devorar allí fuera —ella está algo sofocada por la carrera que echamos para llegar aquí.

—No diría que estás a salvo —-estoy caminando despacio hasta ella, la forma en la que me está mirando me hace sonreír, como sino entendiese lo que quiero decir, pero no se mueve. Estando ya muy cerca de ella, inclino mi cabeza y guío mís labios hasta su cuello, la beso, besos cortos y sencillos que me permiten disfrutar la tersedad de su piel.

—Jordan, estamos mojados —no está muy convencida de negarse.

—Ya lo sé. Se supone que es lo que quiero que arreglemos —separo mis labios ligeramente de su cuello para decir esas palabras.

—Jordan, quiero darme un baño primero, por favor. ¿Te parece? —eso activa ideas en mi mente y de inmediato me separo y levanto la cabeza.

—Perfecto. Vamos a tomar un baño —April me conduce por la puerta que da a la sala. Seguimos un largo pasillo y al entramos por la del fondo. Es una habitación mucho más grande que la  de la casa de April, una amplia ventana da al lateral derecho con una hermosa vista a la colina, pareciera una pintura o una fotografía. La cama está fabricada en un estilo rústico con madera de apariencia silvestre. Ella camina hasta otra puerta y la sigo.

—Este es el baño.

—¿En serio? Creí que estaba en presencia de un santuario —podría sonar como sarcasmo, pero no lo es.

—Ok, no me molestes —tiene el ceño fruncido y paso mis dedos por allí.

—No te molestes tú. Te van a salir arrugas pronto —-se da la vuelta y comienza a desvertirse. Se quita los pantalones y luego la camiseta. Yo le sigo los pasos.

—¿Qué haces? —regunta arqueando una ceja—, que yo sepa no te he invitado a mi ducha.

—Te espero fuera entonces —hago el intento de salir.

—Espera, mejor quédate. Los Ángeles es un lugar "ecológico" así que ahorrar agua no está mal —camino hasta estar frente a ella, luego toma con ambas manos el borde de mi camiseta y empieza a levantarla despacio, sus ojos no se separan de los míos ni siquiera un instante mientras lo hace. La ayudo cuando nos damos cuenta que no puede terminar su trabajo.

—Gracias, eres muy colaborador —susurra despacio mientras desliza sus manos por mis abdominales en dirección sur. Acto seguido, desabrocha mis pantalones y los desliza. Mis manos recorren la piel de sus brazos y deslizo los tiros del sostén. Recorro con mis dedos su espalda y deshago el cierre. Su piel es como tocar el mismo cielo con nubes de terciopelo. Siento su respiración caliente contra mi pecho, ansiosa y agitada.

Entramos en la ducha y giro el grifo. El agua cae en cascada sobre nosotros, me alejo para lanzar lejos mis calzoncillos, ella repite la acción dejando al descubierto su intimidad. Siento una ardiente necesidad de devorar sus labios, como si solo ellos tuvieran lo que necesito para continuar bien, sin preocuparme de lo que sucede lejos de aquí y así mismo se torna el beso, carnal y necesitado, su piel está erizada lo siento en sus brazos, en sus muslos. Sus manos viajan por mi oreja y van bajando desde el cuello hasta mi espalda y luego en mi trasero. Ella lo agarra fuerte y lo aprieta reiteradas veces. Muerdo su labio despacio y solo sonríe.

—Por este haría lo que sea —esboza refiriéndose a mi trasero. Es mi turno de poder apreciar el verdadero espectáculo que es el suyo y la invito a dar la vuelta y queda de espalda a mí. La función es tan perfecta como prometía serlo. Ella quita el cabello que rodea su cuello para darme acceso a él. Mis manos viajan desde su cuello, bajando hasta su pecho sosteniendo ambos con mis manos, llenándome, sintiendo la firmeza de ellos y apareciendo la dureza de sus pezones contra mis pulgares, a medida que giran sobre ellos. Su boca no para de emitir sonidos que no sé cómo describir, a medida que hago los movimientos necesarios en y me divierto un poco haciéndola esperar, es una dulce agonía, pero siento que no me puedo contener mucho tiempo más, pero no vale la pena precipitarse. Algunas palabras salen de su boca.

—No despiertes, Abby, no despiertes —a pesar de estar retorciéndose de placer, parecería que está delirando—. Ahora no te despiertes. Ahora no —estoy algo confundido con esas expresiones, pensé que quizás es mejor gritar un par de groserías.

—¿Estás perdiendo la cabeza?—pregunto con voz divertida. Quiero saber lo que está pensando.

—Ahora no, no te detengas, maldita sea. Sigue —me quedo algo sorprendido por el tono ahogado de su voz. Quizás he perdido un poco el ritmo y ahora creo que no debí preguntar hasta salir. Retomo la tarea y mis manos van en dirección sur, y de inmediato el sentimiento de necesidad crece intensamente cuando sé cuanto lo necesita también. Es doloroso y necesito tenerla más cerca, mucho más cerca. Despacio voy tras ella desde atrás y su cuerpo se tensa cuando finalmente estamos unidos. Un gemido sale de sus labios. Apoya ambas manos contra los azulejos y crea el soporte necesario para llevar el ritmo perfecto de nuestros cuerpos, en sintonía, chocando junto al sonido del agua al caer al piso y de nuestras bocas saliendo jadeos, que aunque trato de contenerlos, es inevitable dada la sintonía de nuestra piel. Ella se desvanece delante de mí y un sonido de alivio sale de sus labios, sigo mi ritmo y solo pasan unos segundos cuando la alcanzo también a la gloria. Pierdo la noción del espacio por unos segundos y finalmente, ella se da vuelta y estamos de frente, rodea ambos brazos sobre mi cuello y dada su estatura sus senos se elevan y siento algo dentro de mí encenderse, pero temo no poder, quizás lo dejemos para más tarde, acerca sus labios a los míos y me da un breve beso.

—Ahora sí, estaba pensado en algo que me pasó hace unos meses —no sé a qué se refiere en este momento. Ella nota mi confusión y me responde—. Ya sabes lo que decía de no despertarme.

—Ah, claro. Creo que estás algo loca, debes tener un tornillo suelto —toco sus sienes y rio.

—Lo que pasó fue que hace mucho tuve un sueño y era algo parecido a esto que acabamos de hacer, solo que en el momento esencial me despertaron.

—Vaya te despertaron de un sueño húmedo, eso de llama mala suerte. Pero, ¿quién estaba en ese sueño? —coloca su dedo índice sobre mi pecho refiriéndose a mí.

—¿Hace mucho tiempo? —asiente—. ¿Así que siempre me deseaste?

—Bueno, no sé qué decirte, pero creo que aunque diga que sí, sí tenía miedo de ti.

—¿Miedo? ¿Miedo de qué o por qué?

—Pensé que en harías daño si algo llegara a pasar entre nosotros —desliza su mirada hasta mi miembro. Me rio—. En serio, es que solo de verte e imaginar que todo sea proporcional, me asusté. Aunque también tenía miedo de que sea todo lo contrario.

—¿Y qué tal? —le ofrezco una sonrisa torcida, podría decir que estoy seguro de mí mismo, así que sé su respuesta.

—No me decepcionaste y pude ver que soy muy eficiente, porque al final de cuentas no me lastimaste. Jordan, ¿no tienes hambre? —eso se llama un cambio brusco de tema.

—Me comería un caballo si lo encontrara —respondo confundido.

—Salgamos, cocinaré algo para ti. Si hay comida aquí, sino vamos por ese caballo.

(...)

Lo único que hay en la despensa es latas de spaguetti y albóndigas, fideos, mezcla para waffles y miel de arce. La mejor opción ahora son los waffles.

April se mueve en la cocina, mientras yo estoy en la isla, tratando de encontrar señal para mi celular. No es que tenga a nadie a quien llamar, pero seguro Jaden ha llamado más de una vez.

—¿No hay señal nunca aquí? —pregunto.

—Nunca, mi padre encargó instalar bloqueadores de señal, para así, desconectarnos del mundo.

—Sí que funciona muy bien. Tendré que esperar a mañana —suspiro. Realmente me hace sentir como si estuviese en una burbuja, donde nada de lo que dejamos atrás existe, solo nosotros dos.

—¿Tienes una novia celosa que te extrañará y si no la llamas te arrancará las bolas?

—Dímelo tú.

—La verdad, creo que no. Así que no te preocupes —se acerca y se sienta en el taburete frente a mí—. ¿No tienes a más nadie a quien llamar?

—Nadie.

—¿Un tío, primo, abuelo? ¿Alguien? —siento que no me puedo molestar por estas preguntas, pero no evito sentirme que algo sube desde mi estómago hasta mi corazón cuando menciona esto,  me recuerda cuán solo he estado los últimos seis años, antes sólo éramos mi familia, no teníamos a nadie a quien visitar desde que murieron los abuelos, pero ellos eran mucho más que suficiente para mí y para todos entre sí.

—Nadie, no hay nadie, April, solo tengo a Mich, Jaden... Y tú, ahora —ahora ella es parte de ese círculo que parecía impenetrable, nadie más cabía pero logró entrar.

_¿Es suficiente para ti?

-Es justo lo necesario. Nada más lo es. —se levanta rápido cuando sentimos el olor de los waffles a punto de quemarse.
De inmediato los coloca en un plato y trae consigo la miel y un bowl con frutas. Luego vuelve con una jarra de leche y dos vasos.

—Creo que tenemos eso en común. No necesito a nadie más en mi vida. Mi papá, mi madre y ahora tú.

—¿Qué hay de Katherine?

—Ella es mi amiga, pero es tan... —hace una pausa—. Ya sabes, no sé cuándo se le ocurrirá desviarse e irse hacia otro lado. No es de fiar, su boca es demasiado suelta.

—¿Y tú familia? ¿Qué hay sobre ellos?

—Son todos unos pesados, peores que mamá. A ella la amo porque me dio la vida y tengo que aguantar su carácter, bueno, no lo aguanto pero siempre regreso y la perdono o trató de seguir mi vida algo normal con ella, al menos un par de horas, pero los demás, no son necesarios.

—April, la familia siempre es necesaria. Sabes, tú tienes una familia y la desperdicias, yo no tengo a nadie y creéme, no le deseo esto a ninguno de los que me rodean, incluso ni siquiera a mis enemigos. No te digo que corras donde ellos, pero sí trata de llevar la fiesta en paz —toma su vaso y bebe, no dice nada, su mirada está perdida en el vacío y algo de duda y dolor se refleja en ella.

Cambio el tema justo como lo hizo cuando estábamos en el baño, solo que para hablar un poco de cosas cotidianas, lo que nos gusta y ahora me entero por su afición a la música electrónica, y que en cambio yo prefiero algo de jazz y de vez en cuando el hip hop, pero sólo verlo en los bailes. Le prometí que tocaría para ella una balada pop cuando regresemos a Nueva York, con la guitarra. Esta es mi burbuja ahora, y quisiera que se convierta en concreto y que nunca explote. Nunca antes me había sentido tan aliviado y tengo miedo, no quiero hacerle daño, porque si lo hago me lo estaría haciendo a mí mismo.

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