Capítulo 11
Capítulo 11
Jordan
Corro hasta el gimnasio para entrenar con los chicos, además, Daniel tiene algunas cosas que hablar conmigo, relativo a la pelea siguiente. Las 17:00 es un horario muy concurrido en el lugar. Camino entre las máquinas y personas, tratando de no tropezar con nadie que esté ejercitándose. Entro a la oficina y allí está Mitch hablando por el teléfono, vestido con ropa de gimnasia y una toalla rodeando su cabeza. Él solo emite sonidos en la conversación, nada de palabras. Segundos después, termina la llamada.
—Tenía mucho que no te veía por aquí —me regaña—. ¿Dónde has estado? Imagino que te has de haber divertido un mundo —su rostro es impasible y sé que está molesto de verdad.
—No mucho, la verdad. ¿Qué tenemos para hoy? —pregunto despreocupado.
—Mucho, bastante. Un campeonato regional viene en camino. Tenemos que prepararnos para eso y vencer un par de rivales importantes, La Garra fue pan comido para ti.
—No inventes, gané por puntos, no un K.O.
—Sí, pero los rivales que debes vencer, podría dejarte casi muerto en la lona. La Garra ni siquiera te derribó.
—¿Significa que pelearé con White?
—No. Escucha esto, imagínate que estás conduciendo un auto, vas por el carril correcto, conduciendo despacio y en la misma dirección que todos los demás, estás allí, atascado por el tránsito. Allí las posibilidades de un accidente son mínimas, existen, pero son menores, sin embargo, ves el carril de al lado totalmente despejado, y estás molesto, fastidiado porque tienes afán de llegar a tu destino, así que decides irte al otro carril. Aceleras, aprovechando la vía despejada y te dejas llevar por el placer de apretar el pedal, pero no te percatas de un tremendo hormigón que viene frente a ti y chocas contra él. No queda nada de ti, ni siquiera del auto en el que andabas, todo explota, todo desaparece, no llegaste a tu destino, no hiciste lo que querías y todo por no esperar. La paciencia debe ser tu mejor amiga, J.
Estás han sido las palabras más sabias que he escuchado en muchos años. No debo precipitarme, ya estoy en el carril, solo que está algo atascado y tardaré un poco en llegar a donde quiero. Aunque confieso que debo ser bastante pesimista para pensar que no está corriendo como debe, ya que todo ha ido a un ritmo sorprendente desde que conocí a Daniel.
—Pues, nada más que decir. Vamos a esto, Mitch.
—Esa es la actitud. Andando.
***
Después de la rutina de calentamiento y escuchar a Mitch gritarme al oído que soy un perdedor mientras golpeo la pera, es hora de hacer algo de sparring con alguno de los chicos. Mitch está buscando mi contrincante, entre el montón de hombres que hay aquí. Él se acerca con Rod y solo pienso en el maldito instinto asesino que tiene ese hombre, su estatura, su físico, hombros anchos y musculosos, piel bronceada y una sed de ganar inmejorable.
—Trata de matar al chico —le pide Mitch. Rod se golpea despacio a sí mismo y sube alring. Mitch suena la campana y esto inicia. Rod no se hace esperar y lanza un derechazo completamente inesperado a mi rostro, que ha sido detenido por mi protector, pongo mi mente en la pelea y ya sé que se lo está tomando en serio, así que me pongo en sintonía e inicio el ritmo para evitar sus ataques, como un auténtico esgrimista, no se deja fácilmente meter un buen golpe. Mi mano izquierda lanza un jab justo en su rostro que lo disloca y por fin logro alejarlo un poco de mí en este momento, lo que me da oportunidad de pensar mis futuros movimientos. El sudor está corriendo por mi rostro y cayendo en mis ojos quitándome visibilidad. Mitch suena la campana y nos alejamos, pasa la toalla por mi cara y otro chico lanza un chorro de agua desde una botella a mi boca, ahora mismo no sé de quién se trata.
—Sigue, vas bien —me dice. Volvemos al centro y ahora he tomado la decisión de derribarlo. Tomo su táctica, no pierdo el tiempo y empiezo con el ataque, golpes directos van hacia su mandíbula y creo que he tomado por fin el ritmo, él está enfurecido y sino fuera porque estamos simulando algunos dientes seguro estarían rotos. La expresión de su cara me recuerda la del malnacido de esta mañana que osó en tocar a April, el recuerdo me llena de ira y rompo a golpear su estómago y luego termino en su rostro, pero él no se deja vencer, viene contra mí con tanta fuerza que me derrumba y me toma unos segundos ponerme de pie, vuelvo con la misma rabia, aún latente y un golpe cae justo cerca de su nariz, que lo derriba. Él se detiene a absorber el dolor y Mitch suena la campana.
—Todo por hoy. Gracias, Rod. —Mitch le palmea el hombro sudado.
—Me vas a pagar ese golpe —Rod me mira con ira y corta la mirada para luego irse hasta las duchas.
—¿Todo bien? —le pregunto a Mitch, mientras tomo un poco de agua.
—Todo bien, J. Todo bien —sonríe.
***
Mi propia mandíbula se siente algo resentida y solo quisiera irme hasta casa y dormir hasta mañana, pero tenemos que esperar que llegue Daniel y Mitch me va a hablar un poco sobre mi siguiente contrincante. Un tipo de New Jersey, 17 peleas, 16 ganadas, 1 perdida, 13 nocauts.
—¿Sabes qué? —apunta Mitch.
—¿Qué?
—Tú puedes vencerlo y añadir una perdida a su corta lista.
—Claro que puedo hacerlo.
—Pero, para eso debes estar aquí y no allí afuera buscando problemas. ¿Viste como llegaste esta tarde? Claramente tienes la nariz desviada y que yo recuerde no estabas así la última vez que te vi. No viniste a practicar, así que no te lo hiciste en el gimnasio, eso indica que has estado metiéndote en problemas, muchacho. ¿No quedamos en que no habrían más peleas callejeras?
—Sí, pero está era necesaria. Te aseguro que no fue una pelea por paga ni nada parecido.
—Tampoco quiero que vayas a la cárcel. Quiero tu récord limpio, es bueno de ver cuando presentas credenciales, suma a un buen prospecto el hecho de que también sea un buen ciudadano, J.
—Mi historial está limpio, así que no tienes porque temer sobre eso —la puerta se abre dándole la bienvenida a Daniel. Como casi el 99 % de las veces que lo veo, está hablando por su celular y caminando frenéticamente en la oficina. Él termina la llamada y nos saluda.
—J.J. —saluda—. Hace tiempo no nos vemos.
—Así es. ¿Qué tal todo?
—Todo está muy bien, mejor de lo que esperé, hay cosas muy importantes que están por venir, tú solo tienes que ganar las dos siguientes peleas y podremos ir al campeonato regional. Tenemos que poner todo de nuestra parte para ello.
—Claro. ¿Dónde será la pelea? —pregunto.
—Aquí, en Nueva York, en esta ocasión no salimos de vacaciones. Lo siento —ríe y se encoge de hombros—. Por cierto, quería avisarte que mañana habrá algo así como una rueda de prensa con nosotros, es una especie de presentación al mercado y hablar sobre la pelea que tuvo lugar en Dublín.
—¿Y qué se supone que voy a decir?
—Hablarás de la pelea y de lo que esperas que sea tu carrera de ahora en adelante. No será difícil, además le pediré a Abigail que te oriente un poco para que sepas cómo expresarte delante de ellos, no es que lo hagas mal, sino que eso quitará un poco tus nervios.
—Claro, todo será mucho mejor de esa manera. Gracias —digo. Mitch me está mirando inquisitivamente. No entiendo por qué.
—Comunícate con Abigail —asevera Daniel y saca el teléfono de su bolsillo para contestar otra llamada—. Permiso —se disculpa.
—J., estás muy compenetrado con esa chica —me mira y no me está preguntado, es más bien como una advertencia.
—¿Por qué lo dices? —me hago el desentendido.
—Estuviste una semana con ella en Dublín, eso solo significa algo —yiene los ojos casi entrecerrados.
—¿Qué significa, Mitch? —estoy tratando de usar la ironía.
—¿Ustedes están saliendo?
—Mitch, estuve con ella en la ciudad esa semana, porque ella no conoce Dublin, yo la conozco y sabiendo como es, no la iba a dejar sola paseando por allí. La pasamos bien, fuimos y conocimos muchos lugares. Solo eso, somos amigos y no entiendo porqué quieres verlo de otra manera.
—No te pedí explicaciones, solo te hice una sencilla pregunta y tú solo soltaste un discurso. Solo te quiero recordar algo: no necesitas distracciones. Estás bien como estás, enfocado y sin nada más a donde mirar, solo tú objetivo final, nuestro objetivo, el campeón del mundo, eso es lo que queremos y necesitas concentración, fuerza. Nada más. ¿Entendido?
—Siempre lo he entendido, Mitch. No tienes que repetirlo —sueno frío y es cierto, lo sé no necesito distracciones y estoy seguro de que no las tengo.
***
Llamo por celular a April para decirle sobre el asunto de prensa que tenemos para mañana.
—Hola —siento como sonríe al otro lado.
—¿Cómo estás?
—Bien, gracias. Adivina —su voz suena juguetona.
—No sé. Dime tú.
—Le pedí a Katherine que no vuelva a casa.
—¿Sí? Wow, no lo puedo creer. La echaste —qué drástica.
—Bueno, en fin no se fue y me pidió perdón y ya estamos tratando de llevarnos. Hizo un pacto de silencio en todo lo referente a mí.
—Espero que lo lleve —agrego. Realmente lo de la rueda de prensa me tiene preocupado, así que voy directo al tema—. Mira, te estoy llamando porque mañana hay algo con la prensa y Daniel quiere que me ayudes con eso. Debo hablar sobre la pelea y esas cosas.
—Claro, yo te ayudo —su voz cambia de alegre a algo más pasiva—. ¿Mañana nos vemos temprano?
—Sí. ¿No quieres ir a correr conmigo? Así aprovechamos para hablar y correr, claro.
—Mmm. No me gusta mucho la idea, pero no te voy a alejar de tus planes, así que sí.
—¿05:30?
—05:30 en el bulevar —ratifica y ha vuelto su tono de voz anterior.
—Pues, hasta entonces —escucho un ruido al otro lado y no quiero pensar de qué se trata, pero son gritos de dolor—. ¿Qué sucede?
—Estoy viendo The Walking Dead, ya empezó. Te cierro y lleva tu trasero a dormir, Jordan, es tarde.
—Lo haremos, no te preocupes.
—Que tu trasero y tú descansen.
—Tú también, April —cierro el teléfono. Mañana será un largo día y hoy he descubierto que le tengo pánico a las ruedas de prensa, Dios me ayude a sobrevivir a los periodistas, no sé cómo podrá llegar a terminar esto.
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