Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Capítulo 10
Abigail.

¿Es el dolor quien decide consumirnos? ¿Nosotros decidimos ser conturbados por él? En este preciso instante, no estoy segura de quién está gobernando a quién, sin embargo, solo sé que no puedo reprimir las lágrimas y evitar que broten desde lo más profundo de mí. Pensé que todo estaba olvidado, que no sentía el dolor en mi pecho porque su recuerdo no ha estado presente todo este tiempo, pero alguien llega y derrumba la muralla que has construido alrededor de tu tórax y vuelves a sentir lo que algún día padecistee. De todos modos, no sé ni siquiera porqué estoy llorando, aunque quizás solo necesito sacar esto de mi corazón, sacarlo de mi interior y enterrarlo por siempre. Jordan quizás no sea la persona adecuada para destaparme, sin embargo, él no es como lo demás, como mi familia, como mis amigos, que solo me juzgarían por los sentimientos

Él está abrazándome y acariciando mi pelo de arriba hacia abajo, no saco los sollozos de adentro, pero sí mis ojos se han convertido en un torrente que moja su pecho.

—Era tan especial, por Dios, jamás va a existir alguien como él —mis palabras salen entrecortadas y roncas desde mi garganta—. Y solo se fue, se fue rápido, no nos dio tiempo de hacer todo lo que queríamos. La boda, los hijos, una casa en Malibú... Todo por una maldita enfermedad que lo consumió en un mes —no levanto los ojos mientras digo todo esto y mantengo mi mirada hacia su pecho, mientras su barbilla está sobre mi cabeza.

Levanto los ojos para mirarlo. —Lo amé, Jordan, lo amé con todo mi ser. Mark y yo estuvimos juntos desde jardín de niños y hasta después de la universidad, y luego iba a ser la boda, justo tres meses después de que todo pasó. Y me culpo tanto tanto, porque el quiso casarse conmigo desde que supo su estado, pero yo de imbécil, le dije que esperáramos, que todo iba a estar bien —su mirada es firme sobre mí, pero no logro descifrar qué piensa de lo que estoy diciendo. No quiero decir nada más porque no es necesario, o solo porque no hay nada más, después de todo, el amor de indescriptible, y yo no sabría explicarle más allá de lo que dije. Jordan nota que no abundaré, así que vuelve a acariciar mi cabello y me da un beso sobre él.

—No quiero que pienses que te estoy utilizando. Cuando estoy contigo, solo estoy contigo, con nadie más. No pienso que eres Mark ni nadie más, solo tú y es increíble, porque antes jamás había estado con alguien que no sea él. Tú eres el primero después de él —es verdad, jamás me había pasado por la cabeza estar con alguien hasta que llegó Jordan a mi vida. Es el primer hombre que me ha atraído desde ese momento.

—Si fuera lo contrario, tampoco estaría molesto. Recuerda que cualquier cosa que necesites sacar de allí, solo tienes que venir y te ayudo. Soy bastante bueno en eso —él pone su mano sobre el lado izquierdo de mi pecho para referirse a mi corazón y está sonriendo, creo que quiere contagiarme. Sonrío también a pesar de que todavía mi nariz siente las lágrimas.

—Gracias —le respondo y no sé porqué, pero le doy un beso en la mejilla, que me raspa por la barba, bastante crecida ya. Él debe pensar que no es correcto besarme después de lo que acaba de pasar, sin embargo, creo que Jordan merece un buen trato después de tanto lloriqueo, y pasarla realmente bien. Me acerco y planto un beso en sus labios. Lo que sigue después, la verdad no vale la pena comentarlo, solo queda decir que será muy divertido.

***

No estoy segura de qué hora es, solo sé que tengo mucho calor y no siento a Jordan al lado de mí. Solo hay sábanas revueltas y almohadas. Él viene entrando, tiene una bandeja con él y está desnudo, de repente me sorprendo, creo que debe vestirse para andar caminando en la casa, sin embargo, trato de evitar desviar la mirada hacia allí.

—Buenos días —lo saludo. Él se acerca y deja la bandeja sobre la cama. Se sienta a mi lado.

—Hola. ¿Cómo dormiste? ¿Bien? Pues claro —se contesta a sí mismo. Eso me hace sonreír.

—¿Qué traes allí? —pregunto echando un ojo a la bandeja.

—Pues, solo jugo. Tengo que ir a comprar algo para el desayuno —me pasa un vaso con jugo de naranja.

—Entonces vamos. Tengo un hambre que no ve la hora de largarse de este estómago. Jamás lo pensaría, después de la hamburguesa de anoche.

—Solo te comiste la mitad, April —dice como si solo fueron dos pequeños mordiscos.

—¡Era enorme, por Dios! —ríe.

—Pues, vístete.

—Vale, me tengo que bañar.

—No te preocupes por eso ahora, lo hacemos después del desayuno.

—Por lo menos déjame entrar al baño —salto de la cama con la sábana y hasta ahora me doy cuenta que no sé dónde está el baño—. Espera, ¿cuál es la puerta? —él muestra su mano hacia la puerta de la derecha. Supongo que la otra debe ser un armario. Entro al baño, resuelvo mis asuntos y salgo vestida con el jean y el abrigo de Jordan, que todavía huele a él. Debo preguntarle cual es su perfume. Salgo y está poniéndose unos tenis.

—¿Ya? —pregunta.

—Sí, todo listo. Vamos —abro la puerta y lo invito a salir. Caminamos juntos por el medio de la calle, que está aún algo desolada.

—Esto es muy callado por aquí, lo hacia algo más, no sé, como más inquieto, por así decirlo.

—Sí, es algo “tranquilo” no es tan difícil vivir aquí, solo que hay que aprender a hacerlo, para terminar bien, los cobardes no deben hacerlo, muy fácilmente se puede terminar en drogas y que te inyecten con heroína en un callejón para hacerte adicto.

—No jodas la vida. No me digas eso —me vuelvo hacia atrás y corro de vuelta a casa. Jordan me alcanza y me atrapa, volviendo a ponernos en camino.

—Es solo un decir, hay que tener cuidado, solo eso —sonríe.

—¿Cuánto falta para llegar?

—Un par de cuadras. ¿No me digas que estás cansada?

—No, para nada. Por lo menos no todavía —rio.

—Bien —pasamos el camino conversando y él contando un poco y mostrando el camino que toma para llegar hasta el bulevar. Al llegar a la siguiente esquina, siento unos pasos acercarse, pero los ignoro, Jordan está sosteniéndome con su mano. Sin embargo, los pasos están más cerca y una mano está sobre mi trasero. Maldita sea, alguien me está agarrando el culo.

—¡Qué precioso! —un tipo, alto y lleno de tatuajes, de tez bronceada, susurra a mi lado. Jordan ya está a su lado, ni quiera me he dado cuenta de cuándo me soltó.

—Suéltala —le dice, su voz es baja y siento que está enfadado, nunca antes lo había visto así.

—Esto es producto del mercado, no es de tú propiedad —dice el tipo con tono amenazante.

—Suéltala —Jordan repite y ahora estoy sintiendo miedo. Juraría que el otro tipo no está en sus cabales.

—Ven, suéltame tú de ella, si que es que puedes —no sé de dónde sale, pero un primer puño salta al aire de parte del tipo tatuado. La nariz de Jordan está sangrando de inmediato. Yo me alejo, quiero detenerlo, le ha hecho daño. El puñetazo solo incrementa la ira en Jordan y no sé como lo ha manejado, pero el hombre está en el suelo y Jordan sobre él, le está golpeando el rostro con ambos puños sin reserva y ya tiene un ojo morado y su nariz, la comisura de su boca, están sangrando. El crujido de sus nudillos contra su cabeza hace eco en el lugar silencioso y doy gracias al cielo que algún policía no está mirando esta escena, ellos no lo entenderían. El tipo no pone resistencia y Jordan solo se levanta, con el chorro de sangre en su nariz. Estoy impresionada y tengo mucho miedo, no creí que esto terminaría de esta manera. Jordan se acerca a mí y deja al chico tirado y retorcido de dolor y algo inconsciente, supongo. Jamás había presenciado algo parecido y es totalmente distinto al boxeo, aquí golpeas para matar, no para ganar. La rabia todavía sale por sus poros.

—¿Estás bien? —me pregunta y su voz está algo sofocada.

—Yo estoy bien. ¿Cómo estás tú? —le pregunto—. Tu nariz está sangrando. Debemos regresar a casa.

—No te preocupes, falta poco para llegar —me tranquiliza y limpia algo de la sangre que está brotando de sus nariz con el dorso de su mano—. Ves lo que te digo, ese es un malnacido de los del vecindario, tranquilo como tú lo llamas.

—Menos mal que estabas conmigo.

—Sí, le doy muchas gracias al cielo de que estuve aquí, sino, no sabría como habrías terminado.

—No pienses en ello. Estoy bien. Gracias por defenderme.

Seguimos el camino hasta la tienda. Al llegar al establecimiento, tomamos los ingredientes para hacer unoswaffles. El trayecto de vuelta a casa es más rápido y hay menos conversación. Jordan me pasa un paquete de algodón.

—¿Y el alcohol? —pregunto.

—No hay alcohol, pero tengo una botella de whiskey en la despensa. ¿No sirve? —rio a carcajadas antes de contestar a esa pregunta.

—Deberías tener alcohol, Jordan por Dios. Es necesario —sigo riendo—. Vale, trae el whiskey. Él busca en el armario de la cocina y saca la botella que está a medias, extraigo un poco del algodón y echo un chorro sobre él.

—Después de todo, el alcohol solo sirve para joder las heridas, sentir que sí, que duelen.

—No digas eso —limpio su nariz y sé que está sufriendo y quiere sacar lágrimas, pero él prefiere hacerse el fuerte. Cierra los ojos y absorbe el dolor.

—Bueno, listo. Ahora si creo que podemos bañarnos —propongo.

—Está bien, pero no tienes ropa con que cambiarte.

—Tengo que ir a mi casa, ¿cierto? —pregunto algo cabizbaja. Él asiente—. Tienes razón, después de todo, tengo que hablar con Katherine y ya terminar con esto.

—Así es.

—Sí —corroboro casi en un susurro—. Entonces, ¿significa que ya es hora de irme?

—Si quieres, April, no puedo pedirte que te quedes.

—¿Quieres que me quede?

—Quiero que vayas y hables con Katherine y que eso sea un capítulo cerrado en nuestras vidas.

—Tienes razón. ¿Pides el taxi?

—Claro —él toma su teléfono y marca al servicio.

—Jordan, también quiero visitar a mamá, pero no quiero ir sola. No quiero ir con Katherine, y no tengo a nadie más con quien ir. Ella vive en Los Ángeles.

—¿Los Ángeles? —asiento—. ¿Quieres que te acompañe?

—No creo que eso sea correcto, April. Es tu mamá, ¿qué le vas a decir cuándo llegues con un hombre a casa?

—No sé, solo diré que estamos trabajando en algo, o no sé. Ella no debe importarle lo que haga con mi vida, de hecho, no le importa mucho la verdad.

—¿Cuándo te quieres ir? —pregunta.

—Quisiera ir este fin de semana.

—Tengo una pelea en dos semanas. Debo entrenar —dice.

—¿Después de la pelea está bien?

—Cuenta conmigo —la bocina del taxi llega en el momento justo y no me llevo nada, ni siquiera mi ropa del día anterior.

—Gracias, Jordan, por todo. Nadie me había escuchado como tú lo has hecho.

—No tienes que agradecerme. No soy quién para juzgarte, April. Te entiendo más de lo que imaginas —me alejo un poco de la puerta y camino hasta a él, me levanto un poco para alcanzar su boca y estampo un ligero beso sobre sus labios, apenas un roce que retumba en mí, pongo ambas manos sobre su pecho y me voy sin decir adiós.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro