CAPÍTULO 2
Sin despegar la mirada de sus hermanas menores ni cambiar su entrecejo fruncido en señal de claro disgusto por lo que se ha encontrado al regresar a casa, Takashi se une al grupo de chicas que se ha quedado en silencio tan pronto como él ha hecho acto de presencia.
— ¿Y bien? ¿Qué hacen fuera de casa? — vuelve a cuestionar tras no haber recibido ninguna respuesta por parte de las dos adorables jovencitas que se han quedado sin palabras para excusarse.
Como Hoshi ha sido aislada de la conversación y parece ser lo más cercano a un fantasma para el joven, sin disimular en lo absoluto, se dedica a detallar con la mirada el uniforme que Mitsuya porta con orgullo. No le parece feo a comparación de otras cosas con las que se ha topado con anterioridad. La combinación de colores es llamativa y admite que las oraciones que han decidido bordar en este son hasta, cierto punto, geniales. Pero todo eso lo mantiene para sí misma sin mostrar el más mínimo ápice de apreciación en su expresión por lo que ve, porque no está dispuesta a halagar a un vándalo y, mucho menos, uno que descuida a sus hermanas de la manera en que él lo hizo.
Despreciándolo de manera inconsciente con la mirada sin que Takashi lo note por estar ocupado en otra cosa, vuelve a posar sus ojos en las pequeñas, quienes parecen estar teniendo un pequeño colapso mental en la búsqueda de qué decirle a su hermano como excusa. Mana, dándose por vencida y sabiendo que sea cuál sea la respuesta que le den no será del agrado del mayor, decide pasarle la batuta a Luna, ocultándose detrás de esta y usándola como escudo para correr de la mirada reprobatoria de Mitsuya que parece atravesarle el alma.
— Tú vas — dice, proporcionándole un ligero empujón, como si fuera necesario.
— ¡¿Ah?! — chilla la mayor sin poder creerlo, sintiéndose traicionada. — ¡Mana!
— ¡¿Qué?! — exclama la menor de vuelta, fingiendo inocencia. — ¡Tú eres la mayor!
— ¡Pero los dulces eran para ti!
— ¡¿Salieron a comprar dulces?! — cuestiona Takashi con asombro, no por el hecho de que hayan comprado dulces, si que más bien de que esa sea la razón del por que ambas rompieron una de las reglas más importantes que tienen impuestas.
— Nosotras... — dice Mana, trabándose con sus propias palabras para después avanzar hasta él con un ligero puchero en sus labios que hizo que el corazón de los mayores se derritiera de la ternura. — Te trajimos algunos, Onii-chan...
Mitsuya la mira fijamente por unos segundos, intentado no caer en la trampa que esta le ha tendido, pero simplemente no puede contra ella y termina dejando escapar un pesado suspiro de rendición que hace sonreír a las menores, porque saben lo que aquello significa: se han salvado.
— De acuerdo... — murmura y gira para ver a la desconocida. — Hola, soy Mitsuya Takashi. Perdón por haberte ignorado — se disculpa con una sonrisa curiosa bailando en sus labios por la presencia de la chica.
Hoshi asiente, restándole importancia.
— Me llamo Hoshi — se presenta, sin darle mucha información del por qué está ahí con sus hermanas.
El de cabellos lila abre la boca, dispuesto a conseguir esas respuestas que quiere cuando sus hermanas se le adelantan, corriendo para posicionarse junto a Hoshi y tomarla de las manos mientras sus ojos brillan con emoción. Lucen tan extasiadas, como si la azabache fuera el mejor descubrimiento que hubieran hecho en su vida.
— ¡Onii-cha! ¡Ella nos salvó!
— ¿Ah? ¿Cómo que las salvó? — interroga, con un signo de pregunta dibujado sobre su cabeza. ¿De qué diablos estaban hablando las pequeñas?
— ¡Unos tipos malos nos estaban fastidiando y Onee-chan les dio una paliza!
— ¡Sí! Les hizo... ¡POOM! Y ¡POOM! — Mana intentó enriquecer la información de su hermana, imitando los movimientos que recordaba haberle visto hacer a la deportista, sacándole una sonrisa tanto a ella como a Mitsuya; solo que la de este último era una mezcla de ternura con terror por la información que estaba recibiendo.
¿Cómo era eso de unos tipos malos?
— ¡Ella es muy fuerte!
— ¡Apareció como una heroína!
Las mejillas de la adolescente de quince años comienzan a calentarse por los cumplidos que le parecen desmedidos, cosa de la que nadie más que Mitsuya se percata, debido a que las menores se encuentran muy ocupadas tirándole datos al azar acerca de los acontecimientos de hace minutos atrás. El horror de verlas fuera de casa vuelve al cuerpo del mayor por todo lo que ha oído, y lo que Mana había logrado antes con su ternura, se desvanece de forma fortuita. Ha cambiado de opinión. Lo que hicieron fue riesgoso y no puede pasarlo por alto, así como así, porque el haber tenido suerte una vez no les garantiza que siempre la tendrán y Takashi no quiere ni pensar en lo que les pudo o no haber sucedido si Hoshi no aparecía en la escena.
— Ya, ya... — Las detiene en pleno vuelo. — Vayan adentro. Están castigadas por salir sin permiso.
— ¡Pero...!
— ¡Onii-chan! — se quejan al unísono, desilusionadas por las palabras que acaban de oír y de las que creían que se habían salvado.
— Me oyeron. Despídanse y adentro.
Las dos forman un puchero y se giran para ver a Hoshi, quien se agacha a la altura de ambas y les regala la sonrisa más sincera que tiene, porque conocerlas ha sido un agrado para ella. Ambas le parecen adorables y le hubiera gustado tener hermanas o hermanos menores como ellas, ya que ser hija única siempre le ha parecido aburrido. No tiene con quién jugar, compartir, discutir, proteger o enseñarle. Nada.
— Adiós, Onee-chan.
— ¿Vendrás a visitarnos?
Los labios de Kobayashi se curvan en una ligera mueca de incomodidad. No está segura de sí podría o lo hará en el futuro y no quiere prometerles nada que no sea capaz cumplir debido a que ese no es su estilo, así que solo se limita a decir: — Puede que en algún momento me pase a saludarlas. Tengan más cuidado y espero que cuando nos volvamos a encontrar no sean en las mismas circunstancias, ¿sí?
— ¡Sí!
— ¡Sean buenas!
— ¡Siempre lo somos! — Ríen traviesas mientras se alejan.
Entran al hogar bajo la mirada atenta de su hermano, quien tras perderlas de vista se gira para posar su atención nuevamente en Hoshi. En su rostro rompe una sonrisa amigable, que contrasta completamente con el semblante serio que ahora posee la muchacha. No solo está cansada por un largo día, si no que también se siente nerviosa por lo que se le viene encima mañana y molesta, aunque lo último no sabe completamente del por qué o con quién.
— Gracias por salvar a mis hermanas — Mitsuya se reverencia, siendo sincero y agradecido de que la joven haya aparecido en el momento y en el lugar adecuado.
— Para la próxima, podrías cuidarlas mejor — suelta con tono mordaz, sin siquiera detenerse a pensar en ello. Simplemente, es esclava de sus turbios sentimientos y ese enojo que la abruma.
No saben muy bien de dónde ha nacido aquel comentario que va directo a atacar. Si de su aberración justificada por los pandilleros o por la rabia que le causa el hecho de que aquellos dos dulces seres, estaban bajo su cuidado y aun así corrieron peligro con esos idiotas minutos atrás mientras que él, estaba quién sabe dónde y haciendo quién sabe qué. Hoshi ni siquiera se toma el tiempo de racionalizar más allá de lo que puede y quiere ver. No se ha parado en ningún segundo a pensar si es que tirarle toda la culpa encima a un crío que parece rondar su edad está bien; solo sabe que muchas cosas pudieron haberles ocurrido a esos dos seres de luz mientras tanto, el supuesto adulto a cargo se encontraba paseando por la ciudad creando desastres.
La expresión de Takashi cambia de manera abrupta. El escuchar eso ha sido equivalente a recibir un puñetazo y un mal sabor le queda en la boca, porque culparse sí mismo es una cosa, pero que lo haga alguien externo a quien acaba de conocer es otra.
— ¿Ah? — cuestiona molesto, como si no hubiera sido capaz de oír con claridad lo que salió de esos delgados labios.
— Ya me has oído — dice la azabache, preparada para cualquier tipo de reacción típica de un pandillero con humos de superioridad.
No le molesta volver a meterse en una pelea a pesar de que su cuerpo solo le pide un descanso. Sí, lamentaría tener que darle una paliza al hermano mayor de Luna y Mana, pero si con eso consigue hacer que reaccione de alguna manera y que ellas no vuelvan a pasar por lo mismo, está más que dispuesta a ensuciarse las manos otra vez.
Sin embargo, contrario a lo que Kobayashi se esperaba, solo recibe como respuesta una sonrisa desdeñosa por parte del dueño de unos hermosos ojos lavanda.
— No hables de lo que no sabes, ¿sí? — Su cuerpo no manifiesta ganas de pelear, no ha tomado una posición ofensiva ni mucho menos, pero su tono y expresión reflejan nada más que hostilidad hacia Hoshi. — Buenas noches.
No dice nada más ni espera por una respuesta por parte de la chica. Solo se gira sobre su propio eje y la abandona ahí; dejándola sola y confundida respecto no solo a su actitud, sino que también la propia. De camino a su casa Hoshi no puede quitarse de la cabeza el poco intercambio de palabras que tuvieron y de analizar lo que dijo, lo que no y lo que pudo haber dicho, todo eso acompañado de una cuestionante que se mantiene como una constante durante su viaje y que la agota mentalmente: "¿acaso estuvo bien?".
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— ¿Ya decidiste a que club vas a unirte?
Kobayashi salta del susto por la repentina pregunta que la ha toma con la guardia baja mientras termina de anotar sus apuntes de la última clase del día. Maldice entre dientes por la línea que ha tirado de forma inconsciente, manchando su cuaderno, y gira la cabeza para observar a la chica de trenzas y flequillo que la observa con una sonrisa a la espera de una respuesta. No puede molestarse. No tras ver esa expresión de dulce ilusión y, mucho menos, con una de las pocas compañeras que ha decidido mostrarse amable y servicial con ella, en un intento por facilitarle este nuevo proceso por el que atraviesa en su vida.
— ¿Debo hacerlo? —cuestiona, bajando la cabeza para concentrarse en enmendar su error.
La verdad es que no está interesa en las actividades extracurriculares. Ni siquiera ha pensado en ellas hasta ahora y tampoco es como que lo esté meditando; no cuando ya tiene qué hacer después de clases.
— No realmente. Pero sería bueno que te unieras a uno — dice la chica, sentándose frente a ella y viendo como su nueva amiga se dedica a ordenar sus cosas para marcharse, al igual como hicieron todos los demás. — Podrías unirte a mi club.
Hoshi la observa curiosa mientras toma su bolso.
— ¿Y cuál sería ese club?
— El club de economía — contesta con orgullo, siguiéndola de cerca. — El líder del club es muy guapo — agrega, subiendo y bajando las cejas en busca de llamar la atención de Hoshi.
— Oh, ¿en serio? — dice al no saber cómo más responder a eso. — Genial, supongo... De igual forma, no puedo, Yasuda. Ya tengo cosas qué hacer después de clases.
— Oh, ya veo... — Suspira con notoria decepción. — Bueno, al menos lo intenté. El club queda de camino a la salida, ¿me acompañas?
Hoshi le dedica una mirada con los ojos entrecerrados.
— ¿Es algún tipo de trampa para convencerme?
— ¿Ah? ¡No, no! ¡Claro que no! — Niega con las manos y la cabeza de forma enérgica. —Si no quieres o no puedes entrar al club, lo entiendo. Pero es en serio el que nos queda de camino.
— Oh, si es así, te acompaño.
— Maravilloso, gracias.
Caminan por los corredores mientras intercambian algunas palabras, conociéndose mejor la una a la otra. Cuando se hayan cerca del salón en dónde el club de economía se reúne, Yasuda desvía la mirada al frente y exclama con emoción en el instante que sus ojos divisan al dueño de esa figura que se acerca por el otro lado.
— ¡Líder! ¿Cómo está hoy?
La mirada de Kobayashi se posa al frente con interés y curiosidad, encontrándose de lleno con Mitsuya. La cara de la chica se desfigura en una mueca de notoria sorpresa que no es capaz de disimular en lo absoluto y que, a pesar de que no lo exteriorice, le causa gracia a Takashi, quien solo se limita a dedicarle una rápida mirada sin emociones para después enfocarse en la pelinegra a su lado y regalarle una sonrisa.
— Hola, Yasuda.
— ¡Oh! Ella es nueva en la escuela, se llama Hoshi — La dueña del par de trenzas se apresura a presentar a Kobayashi, la cual no hace más que juguetear de manera nerviosa con los dedos de sus manos al interior de los bolsillos de su chaleco.
Encontrarse nuevamente con él, en esas circunstancias, era algo que, DEFINITIVAMENTE, no se esperaba que sucediera jamás. Dios, ¿quién diría que un pandillero sería el líder del club de economía de su escuela? ¿A quién diablos se le ocurrió ese plot twist como para darle un aplauso? Porque de verdad consiguió sorprenderla.
— Sí, ya nos conocemos — le informa a su compañera de club, atravesando con la mirada a Hoshi.
Me sorprende haber actualizado tan pronto. Esto es muy raro en mí, pero bueno, espero que lo hayan disfrutado.
Gracias por leer 💙🤧
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