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Vince vio las facciones del bailarín cambiar en cuestiones de segundos con varias emociones, primero el terror, Vince aceptaba que acecharlo no fue una buena idea, pero no tenía de otra. Luego de decirle que quería que bailara para él se relajó y rápidamente volvió a tensarse, sus ojos miraron con ansiedad hacia todas partes, no había forma alguna de escapar.
Vince se sentía un poco mal por estar presionándolo, pero necesitaba esto.
— Mira, yo... no sé qué pasa contigo, pero no soy gay — Vince arqueó las cejas.
— ¿Qué? ¿Cuándo te di esa idea?
El chico miró hacia un lado y luego frunció los labios, parecía confundido.
— ¿Cuándo me dijiste que bailara para ti? Digamos que lo que bailo no es nada... uh... inocente.
— Voy a soltarte, pero promete que no saldrás corriendo.
— Está bien, lo prometo — Vince lo soltó y dio un paso atrás, el muchacho siguió mirándolo con recelo.
— Primero, no soy gay — él negó.
— No pasa nada, no le diré a nadie sobre ello, solo déjame ir y...
— No me estás entendiendo, no soy gay, acabo de verte bailar, no tuve una erección, no me gustas en ese sentido.
El muchacho parpadeó, Vince también mostraría ese rostro si estuviese en su situación. De hecho, él también estaba anonadado, pero cien por ciento seguro de que el chico no le gustaba de esa forma.
— No lo entiendo.
— Yo tampoco, pero quiero que bailes para mi — Vince debería estar entrando en pánico.
¿Había algo de sentido en pedirle a un stripper masculino que bailara para él cuando no era gay?
Vaya, quizás tenía una beta gay en algún lado.
— ¿Por qué?
— Porque es lo único que ha logrado llamar mi atención hasta ahora.
— Estamos hablando de un baile erótico — murmuró fulminándolo con la mirada.
— Te pagaré, el dinero no es problema.
— No, escoge a otro — dijo empezando a caminar, Vince agarró su brazo y lo detuvo.
— Tienes que ser tú.
— Mira — gruñó girándose — Tienes un capricho, lo entiendo, pero no tengo tiempo.
— Renuncia y ven conmigo.
— ¿Estás loco? — probablemente había rebasado ese límite hacía mucho tiempo.
— Te pagaré tres mil dólares por cada baile — el muchacho se soltó y dio un paso atrás, pero estaba claramente interesado.
— Yo...
— Sólo bailar, no me gustan los hombres.
— La verdad es que no lo sé.
— Necesitas tiempo para pensar, lo comprendo, esta es mi dirección, si te decides estaré aquí — Vince le tendió su tarjeta y el chico la tomó, luego de verla por un momento frunció el ceño.
— ¿Por qué pagarías tanto dinero por un baile?
— No lo sé.
— No creo que sea una buena idea — dijo revolcándose el pelo, Vince miró hacia el local del que acababan de salir.
— ¿Cuántos días trabajas aquí?
— Dos.
— Piénsalo, esos dos días puedes ir a mi casa y te pagaré más de lo que te pagan aquí.
— Lo pensaré.
— Gracias — murmuró, el chico se perdió en la oscuridad de la noche.
Vince condujo a casa, pero no pudo dormir.
Bajó de su cama luego de una hora sin poder cerrar los ojos, se cambió a ropa de entrenamiento y fue a su gimnasio, vendó las muñecas, puños y calentó con algunos estiramientos.
Asumió posición de guardia, golpeó al aire, bloqueó, se cubrió, desplazó o esquivó justo como si estuviese en una pelea real.
Necesitaba a ese chico, luego de verlo quiso entrenar, imagina lo que podría querer hacer luego de verlo otra vez.
Su entrenador daría el grito en el cielo.
......
Vince casi no podía mantener la emoción fuera de su cuerpo, estaba seguro de que el chico aceptaría, pero no supo que demoraría tanto pensándolo.
Una semana completa y nada de rastro, en algún momento quiso ir al club nuevamente y verlo bailar, pero se echó atrás. Hizo una promesa, por lo tanto, lo dejaría elegir libremente, aunque Vince estaba seguro de que su oferta era mejor, incluso le pagaría más si así lo quisiera.
Exactamente una semana y tres días después alguien tocó a su puerta, Vince no se equivocó pensando que debía ser el bailarín.
— Le dije a un amigo que estaría aquí, así que no se te ocurra nada extraño — Vince se apoyó a la puerta y lo miró con diversión.
— Nada extraño ¿Cómo qué?
El muchacho se encogió hombros.
— Venderme en el mercado negro, vender mis órganos, atacarme sexualmente, cualquier cosa extraña.
— Que imaginación tan hiperactiva, pero te dije que no soy gay. Entra de una vez.
— Bonita casa — silbó.
— Gracias.
— ¿Cuál es tu nombre?
— Cole.
— Entonces Cole, tengo tu contrato aquí, junto a una copia, lee el tiempo que quieras — Vince le tendió el contrato que había confeccionado al día siguiente de verlo bailar.
— Está bien — murmuró leyendo la hoja — No tengo vestuario ni nada parecido, todo era propiedad del club.
— No hay problema, hay una habitación arriba donde puedes escoger el traje que quieras, hay bastante variedad.
— Estabas muy seguro de que vendría — murmuró por lo bajo, a Vince no le dio tiempo responder cuando volvió a hablar — Está bien, firmaré.
— Aquí tienes — dijo tendiéndole una pluma, el chico firmó ambas hojas colocando su nombre encima y la firma debajo, guardó su copia en el bolsillo trasero de su pantalón y luego lo miró.
— Iré arriba y volveré en un momento — Vince se preparó un trago y esperó en el sofá a que Cole regresara, lo hizo con un traje de piloto completamente blanco, los guantes de seda escondían sus manos y la gorra destacaba sobre el pelo azabache. Sus pies estaban desnudos.
Cole tomó una silla y la colocó frente a él, luego fue al equipo de música sin pedir permiso alguno, antes de poner la pista volvió a mirarlo con atención.
— ¿Seguro que esto no será incómodo? Estaré desnudándome frente a ti.
— No, solo tómalo como si fueras mi musa — Cole rió por lo bajo y colocó la pista, al momento estuvo completamente metido en su papel.
Apoyó sus manos enguantadas al respaldo del asiento y movió sus caderas al ritmo sensual de la música, Vince tomó un sorbo de su bebida y siguió mirando, lo relajó no tener una erección por lo que estaba viendo. Sólo contemplaba arte, arte erótica, pero arte, al fin y al cabo.
Cole salió de su rutina y se acercó a él, Vince quiso protestar cuando agarró su vaso y lo colocó en el aparador, eso no fue agradable. Cole, importándole poco su molestia desabrochó los botones de su chaqueta lentamente, con un sólo movimiento la colgó sobre la silla. Vince debía sentirse mal por acapararlo, el chico podía hacerse uno con la música mientras balanceaba sus caderas.
Cole cerró los ojos y deslizó una mano desde su cuello hasta el ombligo cubierto por la fina camiseta. Vince miró atentamente, no se perdió nada y Cole rajó la camiseta dejando ver sus músculos abultados y brillosos por el aceite.
Definitivamente no le gustaba el chico en el ámbito sexual pero su energía estaba renovada, se sentía como si pudiese derrotar al más invicto de los luchadores.
Era hora de llamar a su entrenador.
......
Cole movió el cuello de un lado a otro mientras miraba los billetes en su mano, ese dinero completaba los diez mil que tenía que pagarle al hospital. Escoger este trabajo estaba bien, sólo un baile por tres mil dólares era un muy buen negocio, se sentía un estafador.
Llegó a casa y se bañó con el agua fría, necesitaba quitarse todo ese resbaloso aceite del cuerpo, ahora que lo pensaba debió pedir prestada la ducha.
Una vez terminó de bailar recogió la ropa y subió las escaleras, la habitación de los trajes tenía un baño propio y estuvo tentado a utilizarlo, no lo hizo pensando que sería descortés. Después de bajar las escaleras no se encontró con Vince, sólo con los tres mil sobre la mesa y una nota indicándole que estaba entrenando, Cole decidió irse.
Se secó lo más rápido que pudo y envolvió en un cobertor, la noche era fría y no podía permitirse el lujo de contraer un resfriado.
......
Las clases fueron bastante aburridas ese día, tampoco es que estudiar para ser profesor de letras fuese entretenido. Caminó hacia el hospital y como siempre fue a ver a su madre.
Chiara le sonrió en cuanto atravesó la puerta.
— ¿Estás bien?
— Perfectamente — suspiró sentándose en la silla a su lado, su madre le acarició el pelo.
— ¿Debes trabajar hoy?
— No, a no ser que llamen, hoy soy todo tuyo.
— Si no puedes pagar las cuentas nos iremos a casa de inmediato — Cole cerró los ojos y negó.
— Estamos bien, traigo el dinero, más tarde lo llevaré.
Chiara detuvo su mano y lo miró.
— Cole, eso es mucho dinero, llevo aquí más de medio año.
— Conseguido un nuevo trabajo, como dije, hasta ahora estamos bien.
— ¿Un trabajo?
— Sí, me pagaran tres mil la noche, tendré seis mil dólares a la semana más lo que hago de camarero.
— Cole, dime la verdad, no te prostituyes para pagar mis cuentas ¿verdad? — Cole se carcajeó.
— Mamá ¿Qué pregunta es esa para tu hijo? — su madre se encogió de hombros.
— No quiero que te metas en problemas por mi culpa.
— No es tu culpa, ya te lo dije, traje algo para ti.
— Cole — regañó su madre, Cole resopló.
— No costó nada, esto lo envía la vecina, sabe que te gustan un montón las manzanas — sacó dos manzanas de su mochila, los ojos de Chiara brillaron.
— Oh, ¿le agradeciste?
— Sí ¿Quieres que la pele?
— Por favor.
— Está bien, iré a conseguir un cuchillo — Cole consiguió el cuchillo unos minutos después y regresó a la habitación para pelar las manzanas, Chiara lo miró con intensidad.
— Estás distraído, te cortarás un dedo.
— Estaba pensando — murmuró cortando en pequeños trozos.
— ¿Qué pasa?
— Mamá, ¿Me querrías de igual forma si hiciera cosas desagradables?
— ¿Me dirás que si has estado prostituyéndote?
— No es eso — Chiara suspiró y tomó un trozo de fruta.
— Sé que no quieres decirme para no preocuparme, pero verte así me hace preocupar más.
— No me acuesto con nadie por dinero, no robo y tampoco asesino — enumeró con media sonrisa, Chiara suspiró dramáticamente.
— Eso está bien, creo que sería lo único que podría considerar desagradable y aun así te seguiría queriendo, eres mi hijo, mi único hijo.
— Vaya, hice que esta conversación fuese un poco sensiblera.
— Cuéntame sobre tu nuevo trabajo, no tienes que decirme todos los detalles.
— Adivina para quien trabajo.
— No lo sé ¿Debería saber?
— Firmé un contrato de confidencialidad, pero confío en que esto no salga de aquí.
— ¿Quién es? — murmuró con curiosidad.
— Vince McCarthy
— ¿El famoso boxeador?
— El mismo.
— Vaya, es muy bueno, vi muchas de sus peleas.
— Ahora es un boxeador lamentable.
— ¿Y lo estás ayudando a ser como antes?
— Fui contratado para ayudarle.
— ¿En qué lo ayudarías tú? — preguntó con una sonrisa, Cole subió una ceja como regaño.
— Mamá.
— Bien, bien, demasiada información, ya sé — Chiara suspiró con cansancio y Cole no pudo evitar mirarla con preocupación — ¿Sabes lo mucho que extraño estar en casa y cocinarte? También extraño preguntarte como te fue en la universidad mientras comemos.
— Puedes preguntarme ahora.
— No es lo mismo, estamos en un hospital.
— Venga, estamos sentados luego de mi universidad, además, estamos comiendo — murmuró apuntando a la fruta, su madre se dejó convencer.
— Está bien ¿Cómo te fue hoy?
— Fue tan aburrido que me dormí en la clase del Sr. Filman.
— ¿No fuiste regañado?
— Nop
— No quiero a ese cascarrabias quejándose de que no aprendes nada.
— No te preocupes, no he reprobado ni una materia.
— Felicidades, justo como esperaba de mi hijo, tienes los mejores genes.
— Gracias, iré a llevar este cuchillo, también necesito hablar con tu doctor.
— Está bien, vuelve pronto.
Cole dejó el cuchillo con una enfermera y fue a buscar al doctor, el Dr. Phil le sonrió, pero eso no hizo que se sintiera mejor. Sabía que el estado de salud de su madre empeoraba cada vez más.
— Dígame la verdad y no intente suavizarlo, por favor — el doctor asintió.
— Solo tenemos una solución, una que no puede pagar.
Pensar que por algo tan simple como el dinero Chiara podía morir lo llevó al borde del abismo. No importa cuántos trabajos tuviese para tener toda esa suma. Podía hacerlo como mismo pagaba la factura que ni siquiera había soñado nunca que podría pagar.
Haría lo que fuese necesario.
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