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I.





—Deberíamos detenernos aquí un rato... Estoy demasiado cansado de conducir —se quejó Marco, suspirando profundamente.

Drake miró alrededor. Era lo mejor; llevaban por carretera demasiadas horas y también se sentía cansado, así que le dijo a su amigo que lo mejor era ir hasta el pueblo siguiente, buscar un hostal y pasar allí la noche. Marco estuvo de acuerdo, y luego de conducir cuarenta minutos más, habían llegado a un lugar que parecía muy tranquilo. Luego de explorar un poco, se estacionaron frente a un gran edificio que ponía

"HOTEL DE NITUS, BIENVENIDO".

Ambos bajaron del auto y entraron al lugar, el cual parecía bastante grande y moderno, a comparación de otros hostales de pueblo que habían visto antes. Drake se acercó a la recepción, observando todo a su alrededor.

—Buenas noches —saludó un chico joven algo pálido y enfermizo—: ¿En qué puedo ayudarle?

Drake sonrió un poco.

—Estamos buscando donde pasar la noche y este lugar nos ha llamado la atención. ¿Tiene espacio?

El joven asintió y ojeó una lista. Luego de unos segundos buscando una llave, se la pasó a Drake y le indicó algunas cosas.

—No les será difícil encontrar el cuarto.

—Claro. Gracias —respondió él, caminando hacia Marco, quién estaba distraído mirando algunos posters en un corcho que había en la pared—. Ya tengo las llaves.

Su amigo lo miró.

—Hay barra libre hoy. Al parecer se va a celebrar algo importante, en unas horas.

—Deberíamos descansar, mañana debemos seguir el viaje...

—¡Claro que iremos! Dicen que es aquí donde se da la mejor fiesta anual de todas, es imperdible —chilló una joven al fondo, llamando la atención de los chicos.

Ambos estaban de acuerdo en que era preciosa, y de que estaba acompañada de otras chicas que no tenían nada que envidiarle.

—Hola —le saludó una de ellas, de cabello rojizo y largo hasta la cintura, haciéndole una señal con la mano. Drake le devolvió el saludo haciendo lo mismo.

—Tenemos que ir —insistió Marco, con voz suplicante—: quieres ir. Nada más mira esas bellezas... Además, hace rato no vamos a ninguna fiesta y se supone que estamos de vacaciones...

El grupo de chicas seguían mirándolos sin ninguna vergüenza, sonriendo y saludando. Drake sintió como el calor se le subió a la cara.

—Está bien —fue la corta respuesta por su parte—. Primero vamos a organizar nuestras cosas.

Marco no dijo nada y le palmeó la espalda en señal de felicitación, y tomó sus maletas. Drake hizo lo mismo. No les costó encontrar la habitación, pero aun así les había tocado caminar bastante, aunque por el precio que les habían dado, no era razón para quejarse.

—Las camas no están nada mal, eh —dijo Marco, tirándose sobre el colchón de su cama —; iré a darme una ducha.

—Yo iré a dar una vuelta mientras tanto.

—No tardes —dijo Marco entrando al cuarto de baño.

—No lo haré —respondió, saliendo de la habitación.

Observó el pasillo, el cual ahora estaba lleno de gente.

—Oye... —alguien lo sujetó del brazo suavemente—, te vi allá abajo.

Drake se giró, encontrándose con una mujer de hermoso rostro y cabello rojizo. Era la chica que lo había saludado antes, en la recepción. Y ahora que podía observar su cara más de cerca, no le quedaba duda de que era la persona más hermosa que había  visto en su vida. Ella lo miró también, sonriendo amigablemente.

—¿Estás bien? —preguntó la ella, achicando los preciosos ojos cristal.

—Si... Disculpa, debo parecer un idiota —, se excusó, llevándose la mano a la cabeza.

Ella rio dulcemente. Drake sonrió también, pero de repente el gesto tranquilo y sosegado de su compañera cambió, y sus cuerpos estuvieron más cerca, como si buscara protección en él. Sus ojos seguían a un hombre alto y fornido que había entrado por el pasillo, con un cigarro en la mano. El ambiente se puso algo tenso mientras el hombre pasaba por su lado.

—Tranquila, nena —susurró, mirando a la chica. El tipo traía el cabello hacia un lado, algo alborotado y un septum (1)—, recuerda que esta noche todos solo amigos —continuó, rozando la barbilla de ella con sus dedos enormes, mientras seguía su camino hasta un grupo de chicos similares a él.

—¿Estás bien? —preguntó Drake, al verla tan afectada. Ambos rieron.

—Si, no te preocupes. Debo ir con mis amigas... Así que nos vemos en la fiesta más tarde, ¿No?

—Claro.

La chica se alejó de él hasta su grupo de amigas. Drake la siguió con la mirada, cruzándose en el recorrido con el grupo de hombres donde estaba el del septum. Estos lo miraron burlonamente, mostrando unos dientes increíblemente rectos y afilados. El hombre del septum le miró también, echando el humo de su cigarro por la nariz.

Drake se metió al cuarto, sintiéndose amenazado.

—¿Estás bien? —preguntó Marco saliendo de la ducha, observando la palidez de su amigo —. ¿Que viste?

—Acá hay gente muy rara —respondió, soltando una risa.

—Entonces, la fiesta va a ser interesante. Que haya tanta gente en este lugar significa algo. 

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