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II

Sus muslos dolían ante el constante movimiento del galope del caballo, y su cabeza retumbaba ante el constante ruido que parecía martirizarlo.

Su pequeño cuerpo no pudo ante tanta presión. Con el aliento del alfa por su cuello y la mano de este sobre su cintura, atrayendo sus curvas hacia atrás.

No supo en qué momento, pero cayó dormido sobre el pecho de aquel extraño alfa, que por lo que sabía, sería ¿su alfa? No, él sería el omega de ese alfa.

Pasaron interminables horas ante los frecuentes ruidos y palabras que se oían ante tanto alboroto.

- Comparte la puta. -escuchó aún manteniendo sus ojos cerrados, intentando ignorar las palabras de los hombres.

- ¡Sí! Lo que es de rey es del pueblo. -gritó otro. Parecían bromear, pero también parecían hablar con verdad.

 - ¡Cállense! ¡No dudaré en cortar sus manos si es que alguno se atreve a tocar lo que no es suyo! -escucho el fuerte grito del alfa. Sintiendo la vibración del pecho del contrario regirse.

Se resignó a llorar en silencio, pero su aroma delator no pudo esconderse de las fosas nasales del alfa que ignorando de ello aún seguía con la frente en alto dirigiendo su vista a su camino.

Aunque se limitó a acariciar el muslo del omega que sollozaba en un silencio aplacador, haciendo estresar a su alfa. Librero algunas cuantas feromonas para el omega. MinHo sabía que el omega era mudo, el rey se lo había dicho. ¿Cómo había aceptado una tregua por un omega mudo?

Pero... Ese día, antes de primavera cuando se dirigió por primera vez al palacio de Verme para hablar con el rey, lo vio en el jardín, era el pequeño omega de ojos azules como el cielo y cabello de cobre. Lo vio sonreír mientras que con movimientos delicados acariciaba una flor.

Su alfa rugió, lo reclamó y obviamente lo tendría.

No pasó mucho tiempo para que el omega cayera en un sueño profundo.

El campamento se divisó a lo lejos, dando por hecho que el largo viaje había acabado. Diez horas a caballo. El amanecer se sentía llegar, ya con el cielo azulado y amarillento por su espera.

Habían seguido su camino toda la tarde y noche, sin parar.

JiSung abrió sus cansados párpados al dejar de sentir el calor que lo rodeaba.

- Hemos llegado. -escuchó la gruesa y profunda voz que había memorizado ante la oscuridad del viaje.

Frotó sus ojos con sus delicadas manos, mostrándose tierno ante al imponente alfa que parecía verlo como una presa.

Las mismas manos que había estado en sus caderas por largas horas, volvieron a su posición, bajándolo del caballo, pero sus pies no tocaron el suelo porque el alfa aún lo cargaba.

Sus temerosos ojos se dirigieron hacia el rostro del alfa, definiendo por primera vez la belleza del hombre ojiverde que con grandes hebras de cabellos de castaño intenso, trenzados de a par por ciertos lugares, se mostraba indiferente ante él.

Por instinto se sostuvo del cuello del alfa, pasando sus delgados brazos por este. Al rizado ni siquiera pareció importarle aquel gesto. Simplemente dirigió su camino al interior de uno de los muchos campamentos del lugar; al más grande para ser específicos.

Cerró sus azulados ojos, dejándose llevar, mientras sentía el viento matutino sobre su rostro.

- La ceremonia se hará más tarde, es temprano para ahora. -escucho que el alfa decía, sentía más personas a su alrededor que aunque la curiosidad quiso traicionarlo, no se permitió abrir sus afables zafiros.

Se adentraron al interior de aquella gran carpa roja, donde una gran variedad de almohadas y pieles lo esperaban.

El alfa en un silencio penumbre que atormentaba al omega; lo dejó sobre estas.

- Este será tu hogar desde hoy. -dijo el alfa.

JiSung no pudo seguir con los ojos cerrados.

Asintió tímidamente con su cabeza.

- ¿Es cierto que no puedes hablar? -preguntó el alfa ojiverde con ojos igual de cansados que los suyos.

JiSung miró su cabello, aquel que en ondas se ceñía sobre su nuca del alfa.

Asintió una vez más con su cabeza, pues no había otra manera para responder a las preguntas del ojiverde.

El alfa se arrodilló sobre pieles de colores en el suelo, quedando a su altura.

- Lástima. -le dijo.

El rojo se adueñó de las mejillas de omega al instante, mostrando vergüenza, desviando sus ojos zafiro de las esmeraldas del alfa.

Su corazón parecía querer salir de su pecho. El aroma del alfa se encontraba impregnado en aquellas suaves pieles debajo él que nimiamente lo calmaron.

No hubo más palabras cuando el alfa levantó su brazo, mostrando su musculatura, dirigiendo sus gruesos dedos hacia la cabeza castaña del omega. Quitando las joyas en esta. JiSung le dejó.

Tomó de forma delicada el brazo del omega una vez quitó las joyas doradas de la cabeza de este. Quitando esta vez las joyas en forma de serpientes de sus brazos.

"No.", pensó al instante JiSung, tapando con su brazo su pecho, para que la túnica blanca transparente no cayera, pues los tirantes de la túnica eran sostenidas por las joyas.

- Déjame verte. -dijo el alfa.

JiSung negó con la cabeza.

"Nana dijo que esto pasaría.", se dijo a sí mismo, pero aún así no movió sus brazos de su pecho.

El alfa frente suyo quiso moverlos, pero solo tironeó un poco; sin éxito.

- Omega. -gruñó el alfa.

JiSung no hizo caso. 

Volvió a tironear de él.

- Como tu quieras. -dijo el alfa ya molesto.

JiSung quiso llorar. Todo parecía tranquilidad, pero se volvió en tormento ante aquello

El alfa se paró bruscamente y se fue, ignorándolo por completo.

JiSung se molestó consigo mismo por eso.

"Nana..."

Lloro el omega. Dulces lágrimas salieron de sus ojos.

"Eres hermoso, JiSung. No debes dejar que el alfa te controle, tú debes controlarlo.", se dijo a sí mismo. Recordando lo que su nana le había enseñado.

Se recostó sobre las pieles de colores. Aspirando el aroma del alfa en estas. Sentía tanta tranquilidad al hacerlo que enredó sus dedos en estas, llevando los pelajes a su rostro, mientras unas cuantas lágrimas salían de él.

"- Te mataré si es que te devuelven."

Su padre no lo quería y simplemente lo había usado.

Él tampoco quería volver.

"Controla al alfa..."

Definitivamente eso haría.

No era un alma pura después de todo.

- ¿Los rumores de la ramera, son ciertos? -preguntó su amigo, sentándose en el gran tronco a su lado.

- ¿Qué dicen los bastardos? -preguntó MinHo, bebiendo de su gran vaso de cerveza.

- Que es lindo, que supera la belleza de cualquier omega. -dijo el alfa pelinegro. Delineando sus gruesas cejas.

- Es una ramera y ya, ChangBin. -dijo el rizado hombre, intentando quitarle importancia al tema. 

El otro alfa carcajeó.

- ¿Vale la pena perder territorio por esa ramera?

- Si que lo vale. -dijo su líder, sonriendo. -valdrá la pena para tener al menos un cachorro.

Ambos alfas rieron.

- ¿La ceremonia comenzará, ya?

- Sí.

Las trompetas sonaron fuertemente. La melodía ensordecedora golpeó de seco a JiSung.

Era momento...

Se había quedado dormido sobre las grandes pieles, no tomó atención a su alrededor y no se percató cuando un par de omegas se adentraron en la carpa.

- Yhar, despierte. -escuchó la voz de una mujer. - Yhar. -volvió a llamar.

JiSung abrió sus orbes oceánicos con desdén.

Yhar... JiSung sabía que le hablaban a él. Pues su padre le había obligado a leer sobre la que sería ahora su gente y cultura. "Yhar" era el nombre que se le daba a la esposa o esposo del líder.

JiSung miró a las mujeres paradas frente a él con un poco de impresión, pues la vestimenta que estas vestían era muy exótica, al menos para él. En su reino las prendas eran muy distintas, prácticamente se dedicaban a cubrir todo el cuerpo, con túnicas largas, de cuellos y mangas largas y altas, pero al parecer aquí era muy distinto. Su vestimenta era más salvaje, más descubierta, solo cubriendo pecho y caderas, con telas bruscas y gruesas o con pieles y cuero.

Mientras él vestía una túnica de tela fina y transparente. No era muy distinto, pero era completamente diferente.

-Yhar. -bajaron la cabeza las mujeres. Sus cabellos castaños estaban adornados por gruesas y pequeñas trenzas que JiSung observó a detalle. - Nuestro Yher a ordenado que lo preparemos para la ceremonia. -dijo una de ellas.

JiSung asintió.

Las mujeres sin aroma alguno, probablemente betas, de seguro sabían de su condición.JiSung prestó mucha atención a los comentarios de las betas, mientras lo vestían y peinaban.

- El Yher suele ser impaciente y brusco. Es un buen alfa para la tribu, pero eso no significa que sea un buen alfa para todo.

Su vestimenta no había cambiado mucho, aunque prácticamente se exhibía demasiada piel.

La ceremonia comenzó como si nada, simplemente fue el alfa ojiverde mostrando a su hembra a todos. Diciendo cosas amenazantes a todo alfa y beta de su tribu.

Tomándolo de la cintura con una mano, mientras que con la otra sostenía un gran vaso de madera, que tenía un brebaje anaranjado que JiSung tuvo mucha curiosidad de saber a qué sabía.

La ceremonia parecía ser más una fiesta para el pueblo que para el líder, pues la música no tardó en ser oída y los bailes tampoco tardaron el llegar. Mientras algunas y algunos omegas se encargaban de prender llamas de fuego en un círculo de piedras negras. La temperatura estaba a favor de cualquiera ese día, no hacía demasiado calor ni demasiado frío.

El alfa rizado lo tomó de las caderas, hundiendo sus dedos en su piel. Llevándolo a una de las grandes mesas para sentarse en los largos troncos.

- ¿Tienes hambre? -preguntó el alfa.

JiSung negó.

El alfa rió, mientras atraía más al omega.

JiSung no se sintió incómodo. Por más estúpido que sonara, su omega se negaba a repudiar a ese alfa que ni siquiera conocía.

- Siéntate en mi regazo. -ordenó el rizado. JiSung volteó a verlo, obedeciendo lentamente, temiendo ser descortés. - Mi nombre es MinHo. -dijo el alfa una vez que el omega estuvo sobre su regazo.

JiSung asintió, jadeando al instante al sentir la cabeza del alfa posicionarse en su cuello.

El alfa aspiró su aroma sin vergüenza.

- No. -dijo JiSung. Sorprendiéndose él mismo ante su palabra.
Diez años, desde hace diez años que no había dicho ninguna palabra, desde que su melodía se había cerrado.

- ¿Hablas? -cuestionó el alfa sin alejarse de su cuello.

JiSung no dijo nada.

- Ah. -jadeo una vez más el omega al sentir las manos del salvaje sobre su muslo. - Sí. -dijo luego, queriendo más, pues no se negaba en lo absoluto en ser poseído por el alfa. Desde muy pequeño se le había enseñado a siempre estar reprimido, incluso en su primer celo y demás. Por ser omega se le negaba tener deseo sexual, el cual nació en él desde la vez que vió por los jardines de su palacio a ciertos sirvientes, en el acto profanoso. - ¿Va a tomarme? -se vió a sí mismo preguntando.

- El rey me dijo que no hablabas. -el alfa no le respondió.

- No hablo con él. -jadeo al sentir los dedos del alfa acariciar su piel. - Ni con nadie.

- ¿Y conmigo? -el alfa sonrió con superioridad.

- Usted es mi esposo. -dijo JiSung apartando su cuello del rostro del alfa para verlo fijamente. - ¿No quiere oírme? -le preguntó mientras sus orbes azules miraban las esmeraldas del contrario con intensidad.

- ¿Quién te enseño a coquetear? -el alfa marcó más sus hoyuelos.

- Mi nana. -respondió JiSung , odiando no tener respuestas del alfa.

Se sonreían, ambos, algo distraídos de cierto animal siendo degollado frente de ellos.

Hasta que cierto omega de cabello rojo como el fuego se acercó a ellos.

Era hermoso, de cuerpo delgado y sensual.

- Yhar. -le dijo al alfa rizado, acercándose más. JiSung mataba con la mirada al omega que parecía verlo con desprecio, hasta que este mismo, besó al alfa.
¡En su cara!

JiSung simplemente vio como el ojiverde aceptaba el beso como si ya de costumbre fuera, mientras ese omega lo veía con ¿superioridad?

¿Quién se creía que era?

JiSung estaba molesto.

- YongBok. -dijo el alfa, para luego hablar sobre el oído de este, como si JiSung no pudiera oírlo. - Te busco en tu campamento.

El omega asintió y se fue, torneado sus caderas al caminar.

JiSung ... o Dioses. JiSung no era alguien con quien tratar así.

- ¿Te has molestado? -preguntó el alfa.

JiSung no respondió.

- Responde. -ordenó el líder.

Tampoco hubo respuesta.

El omega ignoró las palabras de este, viendo a su alrededor.

- Omega.

JiSung no volvió a decir palabra alguna.

JiSung se negó a levantarse del regazo del alfa, incluso comió ahí mismo, disfrutando de las carnes del banquete. Recibiendo halagos de la tribu del que ahora era segundo.

"El omega da equilibrio y da paz a una tribu".

Su mirada recorrió todo el gran mesón. Había muchos sentados, claro que no todos los de la tribu. Su vista curiosa se dirigió hasta cierto alfa de cabellos azabache que compartía intensas miradas con cierto omega rubio, sentado no muy lejos de él.

- ¿Qué ves? -Escuchó la gruesa voz del alfa ojiverde.

- A un alfa. -respondió. Inmediatamente dijo eso, unos gruesos dedos lo tomaron del mentón para voltear su vista hasta donde el rizado alfa lo veía con molestia.

- No seas una ramera. -le advirtió. - Recuerda quién tiene poder aquí.

-No he dicho nada malo. -dijo fingiendo inocencia.

La noche cayó ante el banquete y los bailes, dejando mostrar las numerosas estrellas que adornaban el cielo. Antorchas fueron prendidas a lo largo del campamento, iluminando la tribu.La noche parecía tranquila, más de lo que en realidad se encontraba.JiSung estaba en una batalla interna. No sabía con exactitud qué debía hacer, sabiendo lo básico. Su nana se lo había enseñado, desde como menear sus caderas hasta cómo hablar para complacer a un alfa. JiSung era un omega exigente, celoso, posesivo, altanero, con todos los aires de un príncipe omega. Amando tener autoridad.

- Omega, levántate... -le dijo el alfa ojiverde sobre el oído de JiSung . El Yhar se encontraba con ansias de pasar la noche con cierto omega de cabello rojo. Descarado como siempre, sin importarle tener un esposo.

- No. -respondió JiSung , terco.

- Omega...

- No. No tienes porqué pasar la noche con una remera si tienes a tu omega frente a ti. -dijo, volteando su cuerpo con lentitud. Siendo sus muslos ahora quienes se encontraban en posición contraria. Cara a cara con el alfa, siendo sus ojos los protagonistas de una batalla.

- Tu-

- Yo. -lo cortó el omega. - Soy tu esposo. -masculló, pasando sus delgados brazos sobre los hombros del alfa.

Los orbes verdes del rizado, se iluminaron. Ladeando una sonrisa.

- No me entregaron una oveja, me entregaron un lobo. -dijo el líder de la tribu. Tomando de la cintura al omega. - Estás en lo cierto, eres mi esposo... -acercó su rostro hacia el oído del ojiazul - Pero no mi omega. -susurro con malicia.

JiSung tragó grueso, sintiendo una aplacación en su pecho. Aquellas palabras lo habían lastimado. Si el alfa era su esposo, también debía ser su alfa... él obviamente era su omega.

- En-entonces. -habló JiSung con la voz temblorosa, recuperándose al instante. - ¿Puedo dejar que otro, además de mi esposo, sea quien me marque y sea mi alfa? -preguntó.

- No. -respondió con voz gruesa el Yhar. - No es lo mismo.

- Si, lo es.

- Recuerda tus límites. -gruñó el alfa.

- Entonces, recuerda quien es tu esposo, ahora.

El alfa apretó más su manos en la cintura del omega, atrayendo más a JiSung a su cuerpo. Dejándole sentir su fornido cuerpo. El omega seguía con sus brazos alrededor del alfa, acariciando la espalda de este, dejando subir su mano izquierda a los rizos del alfa. Siendo sus rostros quienes se encontraban a una distancia amenazadoramente cerca.

El alfa ladeo nuevamente su sonrisa. Dejando un casto beso sobre la mejilla del omega.

- ¡Ahg! -Las manos del alfa bajaron sin descaro hacia el trasero del omega. Dejando brillar sus ojos esmeralda.

- Te poseeré aquí, si no te levantas ahora. -susurró MinHo, amasando con sus dedos el trasero regordete entre estos, sintiendo la humedad entre la tela. El omega lubricaba.

- ¡Mhg! -JiSung no podía describir como era que su corazón latía ante lo excitante que era sentir las manos del alfa en su cuerpo, como era que esas palabras descaradas dejaban su cuerpo suelto y queriendo más. - S-si... -no se levanto, sintiendo el bulto duro que se contraía en su trasero. Su nana le había enseñado sobre esa reacción, era el pene del alfa. - Llévam-me.. -jadeo.

- ¿A dónde? -preguntó el rizado, besando la comisura de su mejilla.

- Adentro... -jadeó más fuerte. Liberando feromonas con fiereza, llamando la atención de muchos alfas cerca de la pareja.

El poder gruño ante las miradas en su esposo.

- Procura gemir alto para que mañana todo alfa aquí sepa quién te tomó esta noche. -susurró sobre su oído, pasando su rapera y lasciva lengua sobre el entorno sensible de su rostro.

El alfa se levanto con el omega entre sus brazos, abrazando los muslos del ojiazul, que con sus manos sobre el trasero de este.

Las mejillas del omega se encontraban rojas del carmín más claro, por la vergüenza que le provoca su propio comportamiento, pero regocijado en su excitación. Sintiendo el deseo de su ahora esposo.

Su nana le había dicho que hacer y cómo hacerlo. Prácticamente había sido criado o más bien preparado, para la satisfacción de su esposo y aquello no era algo que le sentara tan mal.

Su belleza podía dejar a cualquiera ante sus pies y esperaba que el alfa no fuera la excepción.

Su padre quería al reino estable y lejos de los salvajes de las tribus, y JiSung debía calmar la sed del líder la tribu de ir a su reino y destruirlo. Ese era su propósito.

- Alfa... -gimió.

- Descarado. -le dijo el alfa, caminando hacia las telas rojas de su campamento.

JiSung miró sobre el hombro del alfa, divisando al omega pelirrojo y sonrió con altanería y descaro, justo como el mismo omega había hecho con él.

🐾-;; ¡¡Feliz año nuevo a
todos!! Ash les desea
mucha felicidad.💕 

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