🌼┆Capítulo 10
Mierda, mierda, mierda.
Eso no debería haber salido de esa manera. Jimin no debería haber reaccionado así y su madre no debía haber preguntado aquello.
Eran muy pocas las veces que había podido completar las espectativas que aquella alfa tenía sobre él, que si bien no era alguien a quien le debía algo, era alguien a quien respetaba con su ser, no solo era su tía, sino quien había logrado hacer feliz a su madre en la oscuridad, en la traición, pero ella había sido feliz. Aunque ahora todo era distinto, ella aún tenía un pedazo en su corazón.
Salieron de la tienda con la tención del ambiente aún en ellos. Elsa aún lo miraba con cierta incógnita calcada en su rostro, como si quisiera descifrar a Jungkook y el porque no arremetía ante el comportamiento de su omega.
—Eso no está bien visto para el líder —dijo con cautela la alfa. —No es adecuado que el omega del Yher se comprime de esa manera y mucho menos te cele.
Jungkook hubiera dicho muchas cosas en ese momento, pero sus labios callaron una vez aquel omega que en su momento llamo "mamá", se paraba gente a él con aquel aire alegre y feliz con el que se dirigía a todos. Ahí estaba quien había calcado su aroma días antes. Ese omega quien había protegido de él.
—Mamá —dijo, sin avanzar más para abrazar aquellos cálidos brazos que siempre solían revivirlo con aquella ternura incondicional ya que cariño que amaban su corazón y podían comprender cada mirada que podía dar.
—Mi niño —habló el menudo omega de cabellos negros. —Apresurate que quiero conocer a tu omega —dijo separándose de él, mientras sonreía avivaz.
Jungkook lo hubiera sembrado de inmediato adentro la tienda, pero no en ese momento, no cuando los ojos cautelosos de a quien también consideraba su madre se encontraban sobre él.
—Es preferible esperar un poco más. Debemos desayunar con la tribu —anuncio el Yher, con aquella actitud que amaba tener frente al omega que lo había criado.
Su pecho se removió un poco, sabiendo a que se debía, su omega lo llamaba.
Jimin...
—Vamos —dijo entonces el omega de cabellos negros y ojos amarillentos tan claros como el sol, tomando del brazo de su alfa que se encontraba al margen de lo que se daba en medio del día que parecía enfriarse más. —¡Oh! Jungkook trae a tu omega —ánimo el omega, antes de impartir sus pasos hacia el sector convivencial de la tribu. Ahora las pieles arropadas en su tallaje en prendas era lo que se podía usar para el invierno que se acercaba, por lo que acomodo su capa sobre sus hombros y guiño con cuidado su ojos derecho hacia Jungkook, suponiendo saber a qué se debía esa actitud.
Jungkook sonrió en respuesta y dio media vuelta para volver a su tienda.
Jimin.
Su pecho lo llamaba y con esa destreza que solo su omega podía hacerle sentir y temer, entró, abriendo los apares de las telas laterales y se adentró a aquel lugar tan preciado que se había vuelto en su corazón.
—Omega... —intento llamando primero. No obtuviste respuesta.
Se acercó a su nido, viendo aquel culto en medio, cubierto por esa sabana que su omega tanto amaba. Se sentó al lado de esta.
—Jimin...
—Fuera —gruñó el omega caundo sintió la mano del alfa tocar la sabana encima suyo. No le habia permitido adentrarse a su nido.
—Jimin. Debemos salir, la tribu nos espera.
—Te espera, porque desde el día de hoy no tienes omega —dijo antes de que el silencio se adueñaba del ambiente. Destapo su rostro de la sabana, bajandola con cautela, mirando a su alfa. Sus ojos conectaron como solo ellos podían hacerlo. —Me dijiste que tu madre era omega y por eso era que tenías esa mierda de aroma en ti —mascullo, sus ojos estaban húmedos y rojos. Jungkook se culpó. —Me mentiste —afirmo.
Jungkook suspiro una vez más, la mañana era larga.
—No —reprendió lento. —No vuelvas a crear esas cosas en tu mente, Jimin. Mi madre omega está afuera, esperándote. Ella era mi madre alfa —aclaró.
Jimin, su Jimin.
Las lágrimas en los ojos azulados de su omega lo dañaban como si fueran los suyos en su propio remordimiento extraño.
Tomo a Jimin, alzandolo del nido, besando sus mejillas, párpados, nariz, labios y rostro en general. Limpiando esas lagrimas que no debían estar ahí.
—Todo esta bien, no te preocupes —le susurró mientras lo necia sobr sus regazo. Acariciando sus muslos por donde lo sostenía.
Jimin se sonrojo evidentemente.
—Lo siento... —se disculpo, sabiendo lo ridículo que había sido. —Ella dijo que yo-
—Y no se repetirá —le aseguro su alfa, besando sus labios.
Así permanecieron un par de minutos, en silencio, en su comodidad, uno sobre el otro y dejando su escencia en ellos. No había incomodes, no podía haber caundo ellos habían dejado tanto de si mismos en sus propios rastros.
—Alfa —dijo en su susurro vacilador el omega, mientras fijaba sus zafiros en los jade de su alfa, atrayendolo a él. —Tu eres mi alfa —proclamó. Sus labios se torcieron, al igual que esa pequeña nariz resignada que tenía de arrugo al apar de sus pecas. —De ningún otro, solo mío.
Jungkook comprendió, siempre lo hacían cuando se trataba de su omega.
Sus manos inquietas por tocar a quien pertenecía su ser y corazón, acariciaron las mejillas del castaño, con tal ternura que cualquiera que viera aquel acto se negaría a aceptar que aquel alfa era el poderoso y despiadado rey de toda una tribu.
—Solo tuyo, mi luz —dijo, sonriendo, dejando a ver sus hoyuelos que tanto su omega besaba cada que estaba sobre él y cerca de él.
Eran amantes en su anhelante corazón. Pocos comprenderán lo que un tulipán podía hacer en medio de una guerra. Un príncipe y un bárbaro, seres incompatibles por sus diferencias y detalles poco tolerantes, quien diría que aquellas dos almas se encontrarían en aquella danza eterna en su sendero. Alfa y omega.
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Su unión no había sido nada grata, no habai sido como Hoseok había soñado desde siempre, no había flores lindas ni su túnica era hermosa. Solo fue un día en medio de las lágrimas y el pudor de la verdad para su salvación innata. Solo fue el líder parado fente a ellos en medio de su tienda, aceptando su unión y el omega de este como espectáculo apalidoendo feliz por la unión detrás de ellos. Esa noche solo hubo lágrimas.
Aunque el Yhar le había dicho que era un omega fuerte, que estaría todo bien, que nos dejaría que pasaría nada. No era lo mismo. No era su Yoongi y no era su omega el que quería estar ahí, aunque su omega se había removido feliz en su momento al igual que su cachorro en su vientre.
Yoongi no le había dicho nada, solo se habai limitado a tocar su vientre y él no se lo negó, anhelando su tacto.
Quería esto, pero no está manera.
—Madre ha llegado a la tribu esta mañana —anuncio Yoongi, casi bajo, como si supiera que el omega no quería escuchar su voz. —Ha pedido verte.
—No quiero ir —respondió simple.
—No es una pregunta.
Claro que no lo era.
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La tribu estaba lista en las grande mesas que se union en patio ya helado por la época. Todos con ropas abrigadoras y los niños repartidos en diferentes mesas, había llantos de bebés y el carcomido calor de los alfa en el sector. Cada uno con sus familias.
—¡El Yher! —gritaron a uni sonoro, incluso pequeños niños alzaron su voz cuando su líder apareció frente a ellos, con su omega en brazos. —¡El Yhar! —gritaron también, esta vez más bajo, por el omega del Yher.
Ahí estaba el otro omega al que amaba tanto. Viktor.
—Que hermoso —dijo el omega al que consideraba su mamá.
—Madre, mamá —saludo nuevamente, sentándose en la cabezada de la gran mesa de madera, donde a esta alturas no solo había alfas sentados.
Jimin estaba sonrojado, sus mejillas carmín y la pinta de su nariz roja no solo por el frío, sino por la vergüenza que sentía. Él mismo sabía que no debió haberse comportado así, no era propio de él.
Jungkook solía sentarlo en su regazo y siempre era así, cada desayuno con la tribu. Ellos dos en su mundo, mientras no se imprimían de ser poco cariñosos o calurosos, pero había límites y era que de la preciosa boca del omega no saliera ni un solo gemido o jadeo que pueda dejarlos en visto.
Jimin miró al omega sentado al lado de Jungkook por lo tanto a su lado. Era mayor, de cabello negro y ojos amarillentos. Era lindo. Le estaba sonriendo.
—Hola —saludo el dicho omega. —Eres más hermoso de lo que te describió Jungkook —susurro el omega, mientras sonreía. Su cintura era rodeada por la alfa que lo había insultado. Eso significaba que él era de quien Jungkook le había hablado.
—Hola —dijo bajo. Alzo la mirada y encontró a su alfa besando su cabeza, cariñoso, como lo había sido desde que su corazón se había abierto a él. Su alfa salvaje, su todo.
Desayuno, comio feliz, con su corazón caliente y su cuerpo junto al de su alfa.
Su cuerpo estaba descontrolado, si bien sabía el porque, aún era algo que su mente no procesaba, no había rastro de ello más que sus emociones y acciones descontroladas, la posesividad con la que trataba a su alfa y lo receloso que era con él, aunque siempre lo había sido. No esperaba el momento en el que su vientre cresca y por fin, poder ver aquellos que en palabras su alfa le había dicho. Siempre había deseado tener una familia, hijos y todo lo que eso conllevaba, quería tener la vida de un plebeyo simple, sin miedo o deberes, sin un cargo, pero hasta donde sabia aún cargaba con su alfa líder de una tribu y su título como príncipe. Sus hijos heredarán ese título u su carga y él no deseaba ese sentimiento para ninguno.
Jungkook le había prometido una vida pasible y sin preocupaciones, en las tierras de sur, a aquellas lejanas donde nadie podía arruinar su grato sueño.
Comio, lo hizo mientras su alfa partía en pequeños pedazos su manzana y ponía encima de esta la miel que el tanto amaba, y en un sutil silencio, estaba alentadolo, preparándole su tan duchado desayuno como él solía hacerlo cada que comían en su tienda.
Al final no había hecho mal al entregarse a ese despiadado alfa.
"Te amo", dijo internamente al acariciar el dorso de la mano de su alfa en su cintura.
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(Verme)
Su estadía en el palacio era pasible, poco incomoda. Eso era bueno y más si le agradaba cada minuto más el hecho de que aquel palacio proto sería suyo, tan y como lo había planeado. No había hecho mal para nada aceptar este horripilante compromiso.
El rey era débil y se podía ver de lejos aquel hecho. Eso era un paso adelante para Taehyung, por fin después de una vida a oscuras siendo el hijo menor del rey de Prada, como aquel príncipe sin herencia que vivían en las faldas de su madre. Por fin tendría un título más haya que el de un príncipe sin nada, ahora lo tendría todo.
Primero era la dichosa boda y luego como consecuente sería el golpe de estado. No sería difícil armar uno con las precarias formas de gobernar de ese hombre desgastado. ¿Quien le confiaría a cualquiera las manos del reino?
Camino alrededor de la gran habitación que se le había designado, era linda, bien decorada y con unas ventanas agradables en su tamaño y vista. Era agradable.
Sonrió.
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—Jungkook —hablo el omega, haciendo un mohin de que ya estaba satisfecho, pero el alf aparecía no escucharlo, poniendo más comida en su plato. —No quiero.
El alfa lo ignoró.
—Descuida, así suelen ser. Aman ver nuestros estomagos llenos he hinchados —dijo el omega mayor, a su lado.
Jimin volteo y sus mejillas se sonrojaron.
—Descuida —le sonrió amable el omega.
Jimin tal vez quiso morir en ese momento, pero se reprimió a asentir y disimuladamente apretar el brazo de su alfa, sonriendole mientras este lo miraba extraño de su acción.
—Basta —susurro sonriendo.
Jungkook ignoro sus acciones, metiendo un pedazo de fruta a su boca.
Jimin solo podía morir de la vergüenza en ese instante.
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No supo en qué momento fue que se encontraba solo con el omega pelinegro y de extraños tonos frente a él. Sentados en la esponjosa alfombra de su tienda, mientras su alfa había salido junto a aquella alfa que había odiando en tan poco tiempo.
—Jungkook me ha dicho que amas las frutas dulces, he traído algunas de mis tierras para ti, justo antes de que comience el invierno —el omega se enorgullecio de aquello. Era tan alegre como un joven.
—Gracias —dijo sin saber que más decir.
—Jungkook dijo que eras todo un hablador, pero al parecer me ha mentido.
—Oh, no, no, no. Es verdad, solo que... Ehm- no sabría que decirle —Jimin estaba orando, no quería dar una mala impresión, no aquella que había dado a la alfa esa.
—No es mucho lo que debes decirme, solo quiero saber algo —dijo el omega pelinegro, sonriente como siempre.
—Esta bien —susurró.
—Jungkook es un alfa complicado como lo sabrás, pero por lo poco que he visto es muy impresionante. Aunque debo saber algo importante —el omega parecía serio.
—Digame...
—¿Lo amas? —pregunto sin titubear, Jimin tal vez quiso reír en ese momento.
—Lo amo —no dudo en responder tambein, no podía no amarlo. —Lo amo con todo mi ser, madre —llamo con respeto. —Amo a mi alfa desde que supe que su corazón solo me pertenecería a mi, como el mío a él.
Hubo silencio y eso lo incomodó un poco, pero después de removerse un poco incómodo, el menudo hombre habló.
—No dudo que él te hará tan feliz como tú a él —sonrio nuevamente el omega mayor. —Espero serán uno.
Jimin sonrió, claro que lo serían.
—No dude de mi palabra —replicó. Queira dejar claro su posición. —Él es mi alfa y yo soy su único omega, jamás habrá otro para él como jamas habra otro para mi. Espero me acepte —bajo la cabeza.
El pelinegro levantó su rostro con su delicada mano, mirándolo fijamente, tranquilo y estoico con una sonrisa plasmada en su hermoso y un poco arrugado rostro.
—Él ya te ha aceptado, mi opinión es irrelevante ahora, pero si gustas saberla, sin duda te acepto.
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El camino estaba mas que guiado, los planos estaban bien diseñados, con los senderos y caminos por recorrer. El lugar no era alejado, pero tampoco era cercano. Aunque sonara tonto era mejor haberse rumbo en invierno que cualquier otra estación, pues si bien el frío podría ser arrasador, también sería beneficioso, pues las probabilidades de tener ataques de feroces animales en su recorrido a sus tierras nuevas, serían prácticamente nulas por la invernacion de muchas de estas fieras, y eso era lo que los beneficiaría más que nada. Jungkook sabia que sería complicado con los niños y ancianos, pero se las arreglarían.
Había visto carruajes en el mercado cerca de la cuidad. Debía comprarlos o en su debida consecuencia "tomarlos prestados", así sería mejor llevar a lso niños pequeños y ancianos. Sin duda ningun ser de su tribu se quedaría atrás.
Seria un nuevo sendero, nuevo camino y sin duda una nueva vida.
Había escuchado a su madre hablar de esas tierras tantas veces que casi cada que cerraba sus ojos podía ver las montañas, praderas, árboles y ríos. Sin duda el camino estaba siendo trazado.
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Los días se daban término con premura al igual que aquel aroma que se hacía más fuerte en su omega, sabía que entre muchos él era el único que podía percibir ese aroma desde sus inicios de vida, porque ninguno otro alfa tendría ese poder más que él.
Su cachorro estaba creciendo y sin duda su omega lo sentiría pronto. Tal vez aun fantaban muchas lunas para que se dejara ver, por la premura con la que él lo había percibido, desde la vez que lo anido y sintió como era que sue escencia se funcionaba con la de su omega y aquella roma dulzón nacía recién en el particular aroma de su esposo, aquel que ahor tenía encima suyo.
—Alfa —jadeo.
Jungkook sabia lo que quería.
—¿Mhm?
El omega siguió moviendo sus caderas, sintiendo el la dura longitud entre estas. Las ropas a esta altura eran un estorbo.
—Alfa —se quejó, mientras seguía sus movimientos. —Por favor...
—No-
Jimin lo besó, tomó entre sus labios los suyos he hizo aquello que tanto amaba hacer; someterlo ante él. Ver como se doblegaba por él.
—Agh
Sus manos no dudaron en ir a parar en el ya inquieto trasero de su omega, agarrando cuanto quería y moviendo a su gusto.
—Jimin-
La lengua del omega parecía no querer parar, bajando desde sus labios hasta su cuello.
—Te necesito dentro mío, alfa-Ahh
Jungkook no podía negarse, permitiendo que su omega lo desistiera de a poco y encima suyo hiciera lo que quisiera. Saltando sobre, haciendo chocar sus pieles, haciendo que aquel sonido apreciado al de unas palmas, se hiciera constante y que aquel líquido dulzón que salía de él, se manchara en su piel.
—Sigue así. Así, mi luz... —jadeo, mientras las manos del ojiazul se encontraban sobre su pecho.
El nudo no se formó, no podía formarse, mucho menos cuando su trabajado ya estaba hecho. En estos días debería a ver sido su celo, pero tanto su alma y alfa, sabían que su omega no podría atenderlo, y mucho menos quería dañarlo.
Esas hierbas eran horribles, pero al parecer sí que eran eficaces.
—Te dejaré tantas marcas, alfa... —su esposo, su hermoso esposo. Ahora se dedicaba a aspirar y lamer su piel, de costado a costado. Dejando su cuello ocupado por su menuda cabeza.
Amasó el trasero de Jimin entre sus manos, definitivamente tenía algo con el trasero de su omega.
—Eres tan grande —jadeo el ojiazul sobre su oído.
—Jimin...
—Ta-Ahh-n, pero tan grande-Ahh...
Jungkook definitivamente se descontroló en ese momento.
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