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Parte 1.

Narra Chuuya...

Una noche cualquiera, donde la debilidad se ponía en contra mía. Gotas de sudor fluyendo entre mi pecho y frente. Solo con él, debajo de él, entregándome a él, desnudo para él. Solo suyo y de nadie más. Me disfrutaba como un bocado, aunque no me saboreaba en todas partes. Siempre me decía que aún no era el momento perfecto para hacerlo, y tal vez ese día nunca llegará. Pero sus gemidos, cómo explicarlo, eran algo melodiosos con forme el ritmo en que iba. Mezclándose con los pocos jadeos que yo mismo soltaba sin control.

Acomodaba mi cabeza para mirar aquel gesto de impulso en su semblante, un semblante muy inseguro, con miedo del lastimarme y conteniendo su notable agotamiento. Sin duda era demaciado adorable y excitante a la vez.

Su tímida y ronca voz me musitaba lo mucho que deseaba por que llegara el momento en que me corriera. Lo mismo diría. Aunque suene algo incrédulo yo valoraba el mayor esfuerzo que hacía por seducirme entre sus fuertes estocadas ya que siendo honesto, aún siendo el único hombre con el que me he acostado, no era con él con quien sentía un mayor placer. Y se preguntarán ¿quién era ese sujeto?



— Akutagawa- Kun — le susurré.

Éste jadeaba alegre, besando con algo de salvajismo mi cuello marcado. Sabía perfectamente lo que eso significaba. Mi miembro no soportó aguantar y tuve que correrme por mi cuenta pegando un gemido exhausto y esperando que terminara con lo suyo.

Dejaba de besar mi cuello para hacer parecer que vendría la mejor parte, envistiendome con más rudeza, me miraba con esos ojos grises que no me dejaba palabra alguna con qué describirlo. Era como si se tratase de la persona a la que no puedes negarle con su adorable puchero, como a un niño que te implora a jugar con él, o como si en sus ojos hubiera alguna clase de hechizo que me obligue a hacer lo que me pida.

Sus envestidas se volvieron un poco duras y en pocas palabras me he acostumbrado a esta clase de dolor. Era la rutina de cada noche desde que tengo memoria. Él llega a mi habitación, intenta seducirme y lo término complaciendo con lo que cualquiera de nosotros los hombres buscamos... Sexo.

Sentía su miembro llegar al limite por fin, era como un extraño escalofrío. El peso que tenía encima fue disminuyendo y el dolor cambio a un poco agudo segundos después. Se recostó a lado mío recargando su codo en la almohada y me dedicó una sonrisa acompañada de un:

— ¿Te gustó?

Yo le asentí con la mirada. Las sábanas blancas cubrieron la parte baja de mi cuerpo al igual que la de él, me acerqué dándole un abrazo como cualquier pareja lo haría y rápidamente me correspondió.

— Te amo, Chuuya.

En verdad que era muy incómoda esa frase, cada vez que me la dedicaba le volteaba la mirada y le cambiaba la conversación, pero esta vez dejé llevarme un poco y le respondí con mi mano aterrizando en su mejilla. lo acariciaba con dulzura mientras él me ronroneaba con su imparable sonrisa.

— tenemos que estar listos para el banquete de mañana. — le susurré. Fallé en el intento del decirle un "te amo" pero al parecer él lo comprendió... una vez más.

— Tienes razón, será mejor que descansemos, en especial tú, Chuuya. — tomó de mi mano y la besó con ternura — probablemente podríamos escaparnos después y tener otra velada juntos.

Reí y suspiré — Tal vez tengas razon, pero ahora hay que descansar — murmuré callandolo y haciendo que quedara completamente dormido.

— 'no sé qué es lo que haría sin ti'

[...] A la mañana siguiente, me encontraba por fin solo en mi habitación. Relajado y extrañamente libre. Acomodaba mi traje para la fiesta de esa noche que consistía en ropa de gala y un moño como corbata.

— '¿en verdad tengo que usar esto?' — Me pregunté a mi mismo pensando insatisfecho.

Terminando de quejarme tomé en marcha el desvestirme y prepararme para una larga ducha. Entré a la bañera, prendí de la llave y disfruté de unas largas horas sintiendo el agua tibia rozando todo mi cuerpo. Era el único momento en el que sentía una paz dentro mío.

Cuidaba del no lastimar mi cuello pues éste estaba muy rojizo debido a los mordiscos que me dejaba ese insolente pelinegro.

Los sentimientos que tenía hacia él eran vanos. Y cada vez que intentaba relajar mi mente de esa maldita angustia siempre llegaba una pequeña voz interna que me decía.

'¿lo amo, o no lo amo?'

Reflexionaba esa pregunta cientos de veces cuya respuesta aun era indecisa. tenía miedo del romperle el corazón después de todo el apoyo que me ha dado. Pero a veces siento en que exagera con venir todas las noches a mi habitación. Eran muchos los conceptos que tenía al raz que ni si quiera sé si sean buenos o malos.

Al salir de aquel baño tan humeante descubrí algo verdaderamente extraño. Una nota, al parecer anónima. Tenía un escrito envuelto que decía:

Necesito verte, Chuuya. Búscame en el último pasillo una hora después del banquete que dará Firtz.

Te estaré esperando...

Fruncí el seño confundido e inspeccione con más detalle buscando el nombre de aquel remitente y tras​ minutos de no hallar pistas solo me quedó por decir.

— Debió ser Akutagawa — suspiré desanimado luego de recordar que en la noche anterior me propuso la velada.

Tan sólo dejé la tarjeta a una parte de la cama y bajé mi toalla permaneciendo unos minutos observando con más detalle el traje negro. Me lo puse lentamente y una vez hecho esto me daba caricias en todo el cuerpo, especialmente por mis piernas y mis brazos hasta subir a mis hombros, imaginando que alguien más estuviera conmigo y provocara esos mimos.. alguien como.

— Dazai — murmuré entre jadeos justo antes de reaccionar y decirme a mí mismo — ¿en qué estoy pensando?

Pelé aún más mis ojos y me levanté repitiendo una y otra vez "¿Por qué no puedo olvidarte?" Odiaba tanto a ese sujeto, y más aún soñar que él me tocaba en lugar de Akutagawa. Quería que desapareciera de mi vida desde hace años pero aún así no lo lograría.

¡Maldito sea aquel que se le ocurrió invitar a la agencia armada de detectives!

Ahora tendré que soportar ver su cara después de tanto tiempo de no vernos.

La puerta sonó en ese instante y caminé a unos pasos, notando la presencia de mi jefe, Mori y a su hija menor Elise, quién me miraba con asombro.

— te vez muy elegante, Chuuya — resumía con encanto la pequeña de rizos dorados.

Mori sonrió por su comentario y le tomó de la cabeza despeinado una parte de su cabello.

— Gracias Elise — le agradecí en tono serio al ver ese rostro tan íntimamente cual poseía su tutor.

— Chuuya, no cabe duda que Elise-chan está en lo correcto. Luces muy.. espléndido.

Su voz sonaba algo extraña en comparación de otras veces. Me miró de reojo de la misma manera en que pausaba su opinión. Pareciera como si fuese un cómplice del quién me había enviado la carta, aunque por otro lado él es un hombre del cual no podría depender de nadie. Por alguna razón es mi Jefe y es uno de los líderes más importantes de la Port mafia.

Bajé un poco la mirada dirigiendola hacia Elise y su notable sonrisa de ángel. Mori recalcó la razón por la que me había llamado, en cinco minutos tenía que estar abajo con Akutagawa y los demás. Sin darme cuenta, yo era el único a quien estaban esperando.

[...] Justo a unos pasos de llegar a la salida del edificio me encontré a Aku con su mirada dirigida a mí, con una semblante tan tranquila y alegre de verme.

— Se ve muy encantador, Chuuya-san — me susurró al oído oliendo pausadamente mis rizos.

Sentía pena porque todos nos mirarán como dos críos enamorados. Tanto fue que hasta un ruborizo me atacó en el momento. Sentía sus manos queriendo enlazarse con las mías, abrazándome como si no le importara el ambiente en donde estábamos.

— Akutagawa, basta. Me estás poniendo en vergüenza. — le confesé en un tono molesto.

Se alejó un poco entre risitas tomando mi comentario como un sarcasmo — eres tan lindo cuando me hablas así.

"eres un sinvergüenza"

tenía necesidad por querer decirle esas palabras pero había algo que me impedía hacerlo. Una angustia por no darle tanto afecto como él me lo da, encima molestandome de sus imprudentes caricias. Ha, prefería mejor quedarme callado y expresar ese enojo con la mirada.

— debemos irnos — suspiré liberando esa tensión y le di un abrazo como señal de disculpas.

Él correspondió segundos después, ésta vez manteniendo algo de seriedad.

Tachihara y Motojiro no decían nada al respecto, pues gran parte de la Port mafia sabía que Akutagawa y yo éramos pareja. Suena demasiado extraño, pero incluso Mori aceptó que estuviéramos juntos.

— parece que todos ya estamos listos — habló con entusiasmo nuestro jefe tomado de la mano con Elise. — ¿qué estamos esperando? No tenemos toda la tarde.

Todos asentimos y fuimos directo a la amplia limosina. Me acomodé justo en la ventana de la puerta y tal como lo esperaba, a lado de Akutagawa acariciando mi brazo.

— quisiera tocar tus manos — metía paulatinamente sus dedos dentro de mí guante negro, yo sólo le miraba hasta presenciar su semblante dirigido al mío. Levanté poco a poco la mirada hasta emplear mis ojos en él. Se iba acercando, escuchaba su respiración más y más cerca de mí hasta casi tener un pequeño roce de labios, de no haber sido por Tachihara que nos interrumpió a ambos.

— ¿En serio, ustedes dos no pueden alejarse ni si quiera un segundo? — se veía algo molesto, como si le incomodara vernos tan juntos.

Tachihara no era así. Él al igual que la mayoría del cuartel apoyaba de nuestra relación, pero ahora me di cuenta de que en casi todo el camino no paraba de mirarme discretamente y eso me hizo sospechar en que fuese el sujeto de la carta.

Por otro lado yo sólo miraba la ventana simulando que no me importaba nada de lo ocurrido anteriormente, mientras que Aku acariciaba mis manos seguido de una parte de mi pierna.

Todos manteniendo silencio hasta llegar al banquete.

— Llegamos — alarmó el chófer.

Entre abrí mis ojos evitando caer dormido después de unas horas de camino y al ver el auto ya estacionado no dudé en tomar la palanca y ser yo quien saliera primero.

Inspeccioné el lugar de arriba a abajo; era un enorme palacio que sin duda te dejaba boquiabierta. Pero... ¿Quién era el dueño de semejante fortuna?

— bienvenidos sean puerto de la mafia — una voz con un asento algo exótico nos dio la bienvenida al banquete.

— Fritz, gracias por invitarnos — Mori salió del auto al igual que todos los que lo habían abordado

— no fue nada — dijo entre risitas mientras le daba un sorbo a su copa de champán — por favor pasen, el gremio y la agencia los están esperando.

Me quedé en shock cuando mencionó la palabra "agencia" tenía un gran pánico en mi interior que prefería meterme al auto y no salir hasta que el banquete terminara.

— ¿Tienes miedo Chuuya? — escuchaba la voz de ese maldito bastardo en mi cabeza, riéndose de mí y mencionando mi nombre una y otra vez.

— Chuuya

— Chuuya

—¡Chuuya!

Reaccioné sacudiendo mi cabeza e intentando respirar tranquilamente.

— ¿estas bien Chuuya? — Akutagawa me miró preocupado, le asentí con la mirada.

— Estoy bien, es solo que... — hice una pausa miando sus dulces e inocentes ojos, si le contara que no quería entrar por verle la cara a Dazai sabría que aún no lo he olvidado y lo desepcionaria — este lugar es muy llamativo que no puedo parar de admirarlo.

Le sonreí de manera falsa y él como respuesta asintió devolviéndole una sonrisa. Fuimos los dos últimos en entrar después de habernos dado cuenta de que ningún otro nos esperó.

Akutagawa estaba detrás mía apoyando sus manos en mis hombros y saludando seguidamente a los invitados de la comida.

Mientras tanto yo sólo miraba hacia abajo dejando que Aku me guiara a la mesa. Me veía tan deprimenre con mi expresión seria, pero sinceramente no tenía el valor de toparme con ese maniaco suicida y hablar con él. 

— Tomemos asiento — dijo Akutagawa arrastrando una silla para mí.

Voltee del lado derecho en busca de alguien que formara parte de la agencia armada de detectives, sólo habían dos mesas vacías en la esquina de éste, voltee al frente mío y nada tampoco.

— ¿buscabas a alguien? — me altere un poco al ver que Akutagawa me preguntara eso y negué sin evitar ponerme nervioso.

— no, n-no no no — tartamude asustado, él me miró con sospecha y puso su mano en mi frente.

— te noto algo tenso, ¿Seguro que estás bien? — asentí intentando relajarme.

Se levantó de la mesa luego de ver a los demás parados y dijeron que iban por una bebida en la mesa donde se encontraban los dichosos alimentos.

— ¿quieres ir Chuuya? — preguntó amablemente.

— ve tú, yo necesito relajarme un poco estando aquí sentado — recargué mis codos en la mesa y cerré los ojos por un momento.

— está bien, te traeré una copa de vino.

Todos se habían ido dejándome a mi solamente en la mesa. Abrí mis ojos paulatinamente y volteé hacia el lado izquierdo, el último que me faltaba por inspeccionar y efectivamente, ahí estaba ese grupo de detectives.

Fruncí el seño dándome cuenta de que habían dos sillas desocupadas y que en ninguna de las anteriores estaba Dazai.

— ¿Qué? — me pregunté confundido. Tenía el presentimiento de que él estaba aquí, pero, ¿Por qué me he puesto a pensar tanto en eso?, Se suponía que le ignoraria pero cada vez me desesperaba no verlo.

Movía mis dedos rítmicamente en la mesa, me sentía muy nervioso que tenía toda mi mente en blanco y cabizbajo.

— Te noto muy extraño, Nakahara — levanté mi mirada al frente mío encontrándome solo con Tachihara. Su voz seguía siendo muy acortante y directa.

— No hay nada extraño en mi, Tachihara — le respondí de igual forma y le esquive la mirada.

— dime algo. ¿Tú amas a Akutagawa?

Pelé los ojos y reaccioné al instante — s-si, Lo amo. ¿Hay algún problema?

— Si — me quedé en shock un momento y le miré fijamente asustado. — Que estás mintiendo

— claro que no — murmuré aún más nervioso — además, ¿por qué me mirabas tanto hace rato?

Él no me respondió, más solamente continuaba mirándome con esa extraña seriedad hasta que.

— ¿por qué tanto alboroto? — dijo mori llegando a la mesa a lado de Akutagawa.

— no es nada jefe — Tachihara ocultó nuestra conversación.

Ambos se sentaron esperando a los demás miembros y sin embargo yo volví a dirigir mi vista hacia la mesa donde se encontraba toda la agencia hasta que...


Continuará...

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