Tres
Las horas pasan como los minutos en un reloj de arena, por momentos muy rápido y otros momentos muy lento.
Lisa sonríe de oreja a oreja en el instante en que Namjoon le avisa de las visitas, saber que utilizó el plural le daba aún más alegría, vería a su hijo por fin.
Caminó impaciente hasta el comedor del ala psiquiátrica, ella misma servía como centro de reunión en los horarios de visita. Creyó que lloraría cuando su mirada coincidió con la de Jennie, quien con una expresión más feliz de lo usual, cargaba a Byeol.
―Hola... ―saludó sonriendo, algo tímida, quizás más que nada cohibida por el tipo de lugar.
Lisa se acercó y respondió a su saludo con un beso, uniendo sus labios en una caricia que les sanaba el alma, tan puro y sincero. Un beso lleno de ternura, las dos sintieron las mariposas en el estómago de la primera vez.
Tras separarse por la falta de aire, Manoban besó la frente del bebé, cuya pequeña mano fue a parar en su rostro.
―Hola bebé, soy tu mamá, Lisa. ―se presentó, todo esto le daba miedo, ¿que tal si su bebé no se familiarizaba con ella? Era sabido que durante los primeros tres meses es importante permanecer al lado del recién nacido, para que se acostumbre a ti y sepa quien eres, eso era vital para el desarrollo del lazo afectivo a futuro.
―Byeol lo sabe, y no dejaré que se le olvide. ―Jennie rompió el silencio.
Parecía como si pudiera adivinar lo que sentía con solo mirarla.
―Eso me preocupa, no se cuando realmente pueda estar con ustedes sin dejarlos. ―suspiró, triste, Kim le acarició el rostro, pegando su frente a la de la pelicaoba.
―Cántale cada que podamos visitarte, así siempre pensará en ti. ―sugirió la omega.
―Me gusta la idea, crees que... ¿pueda cargarlo? ―la alfa se sonrojó.
Jennie rodó los ojos entre suspiros y alguna risa.
―Claro que puedes boba, eres su madre. ―sonrió.
La morena se levantó y acercó el bebé a su madre, Lisa se sintió tan tímida, nunca había cargado a un bebé, ni había tenido tiempo de cargar a su propio hijo.
La sensación era maravillosa, cálida, tan tierna que le hacía olvidar los nervios, Byeol era pequeño, frágil, su piel era suave como una nube, sus ojos oscuros buscaban el rostro de la alfa, una mueca adornó sus labios, la manito envolvió el dedo de Lisa.
Jennie observó la escena, entercenida con ello, queriendo fotografiar ese momento con su mente.
―Se ven tan tiernos. ―suspiró, una parte de ella deseaba olvidar las cosas malas y dejarse llevar.
Nunca creyó encontrarse en una situación así. Ya no había nada que le impidiera tomar a su alfa, su cachorro e irse a otra ciudad, o más bien si había, un psiquiátrico y todas esas personas allí, esperando a que recordará para seguir alimentando un conflicto que solo los satisfacía a ellos. Sin darse cuenta agachó la mirada, cansada.
―¿Estás bien? ―preguntó Lisa al notar su repentino desánimo.
Antes que pudiera contestar un enfermero se acercó.
―La pediatra a cargo pidió llevar al bebé para hacerle algunos controles. ―informó, aquello era un chequeo previo al día del alta, para asegurar su buen estado.
―De acuerdo, iré a verla en neonatología después. ―contestó suponiendo que estaría allí.
―No es necesario señorita Jennie, se lo llevaré cuando acabe el horario de visitas aquí. ―dicho esto el enfermero se retiró.
―Ahora si, dime ¿qué sucede? ―habló Manoban.
Jennie optó por levantarse, rodeó la mesa y se sentó a su lado, de repente la abrazó. Manoban se sorprendió al ver como su pareja se aferró, colocando la cabeza en su pecho, cerrando los ojos.
La pelicaoba envolvió ese cuerpo cansado entre sus brazos. Acariciando su cabello con una mano. Gotitas de agua salada cayeron en su pantalón blanco, ella notó las marcas grisáceas que dejaba. Jennie estaba llorando. Era la tercera vez que la veía así, la primera fue cuando le confesó su pasado, la segunda cuando Jisoo le llamó, y la tercera, no sabía porqué podía ser.
―Me preocupas, ¿qué pasa pequeño? ―murmuró acariciando su mejilla.
―Hay tantas cosas que quiero decir, pero a la vez me siento tan muda ―respondió en voz baja,―, todos se dan el lujo de decidir por mi, dicen saber quién soy tan solo con verme, y gracias a ellos puede que jamás logre llegar a conocerme.
Sus palabras resonaban con dolor, y era cierto, sentía que no tenía el derecho a elegir el final de su cuento.
―Calma, me duele verte así. ―besó su rostro.
―Sueno frustrada lo sé, solo estoy cansada ―suspiró,―, podría pasar días y días buscando malditos culpables, siempre estamos buscando culpables cuando en realidad todos tenemos la culpa de algo, exigimos modelos morales y en la intimidad seguiremos pecando.
―Solo quieres ser feliz ¿verdad? ―Jennie asintió a lo dicho por su pareja.
―He perdido seis meses de mi vida, me perdí el embarazo, no pude sentir lo que es tener a tu hijo en el vientre ―sollozó,―, apenas despierto y ya tienen toda mi vida planeada, ¿acaso no planearon preguntarme que es lo que quiero?
―Una vez que recuerdes sabrás que hacer, yo puedo contarte mi versión de la historia, nadie me cree, pero tal vez te ayude a pensar. ―admitió.
―Entonces dímelo. ―la miró expectante.
Lisa besó su frente, de forma cariñosa.
―Por el momento, debes cuidarte, volver a tomar tu medicina para las convulsiones, enfócate en Byeol ―limpió los rastros de lágrimas en sus párpados levemente rojizos.—, lo único que puedo decirte, es que, digan lo que te digan, jamás te lastimaría con intensión, si te hiciera daño moriría de culpa, no me lo perdonaría jamás, ¿me crees verdad?
La miró, atenta a su respuesta.
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