Seis
Durante aquellas horas de sueño, Jennie pudo sentir vívidamente las caricias de Lisa, esa manera tan cuidadosa y llena de amor que tenía al tocarla. El aroma a café inundo sus fosas nasales, creía que estaba aún dentro del sueño, pestañeó, y levantó los párpados, la visión borrosa se aclaró, mostrando los ojos almendrados de su alfa, quien sonreía hacia ella.
―¿Lisa? ―murmuró intentando descifrar si era real.
―Sí, amor, aquí estoy. ―acarició su rostro con el dedo pulgar.
―¿No estoy soñando? ―le resultaba difícil creer que en verdad la estaba viendo, pensó que tal vez era uno de esos momentos dentro de lo sueños, en los que pareces despertar, pero en realidad sigues soñando.
―Para nada, esta es la realidad ―tomó a Byeol en brazos, recostando al recién nacido en su pecho, de esa forma podía estar cerca de ambos, semi sentada en la cama, hizo que la omega apoyara la cabeza en su hombro.―, no quería decírtelo ayer, pero me dieron un permiso por dos días, estaré con ustedes ese tiempo al menos.
―Ayer estabas muy extraña, ¿eso se debía a esta sorpresa? ―preguntó, aún si eso no explicaba todos los huecos vacíos en su mente al menos ayudaría de algo.
―Sí, por esto fue, no quería delatarme. ―mintió.
El hecho real era que estuvo a punto de perder el permiso por una rabieta descontrolada. Fue el momento en que vio a Rosé con Byeol en brazos y Jennie apoyada en su hombro, aguantó cuanto pudo recordando las palabras de Jisoo, no obstante, su alfa no pensaba de la misma manera. Las sábanas volaron de la cama, las almohadas también, tiró la mesa con los lápices que utilizaba a un costado, fue tal el alboroto que los enfermeros decidieron sedarla y duplicar su medicación.
Tuvo que jurar y volver a jurarle a las enfermeras que no pasaría otra vez. Tanto su enfermero asignado como su médica tratante se aseguraron de examinarla y constatar que no mentía para otorgarle el permiso.
Esa es la razón de su comportamiento letargico de esa mañana. La doctora le concedería por fin su permiso, claro con la condición de someterla a un aumento de dosis para prevenir futuros ataques y así mantenerla a raya.
Antes de salir vio a Jisoo por unos breves instantes, la pelinegra es la única que se niega a hacerse presente en la historia. Eso sí, le advirtió muy claramente que se comportara, pues ella tenía más posibilidades de salir del hospital antes que la propia Lisa y eso no le convenía.
Por supuesto, otro de los motivos de Lisa para visitar a su omega era darle esa noticia.
―Me hubieras dicho, y salíamos juntas, aún así, podemos pasar tiempo juntas ahora. —hundió la pequeña nariz en el hueco entre el cuello y el hombro, el cálido aroma a café inundo sus fosas nasales, aún más vívido que aquellos objetos tangibles que olfateó antes.
―Lo sé, pero así son las sorpresas, de hecho pensaba ir a buscarte cuando saliera, y al final saliste antes que yo. ―sonrió.
Jennie aún tenía muchas dudas sobre su accidente y el período de coma, pero sacando la amnesia todo ella extrañaba a Lisa, quizás se enojaría al recordar como sucedieron las cosas, más de lo que se había enojado y frustrado cuando Manoban le contó todo lo que según ella había sucedido.
—Nos desencontramos, pero ya estamos juntas de nuevo —besó su mejilla—. ¿Rosie sabe que estás aquí? —preguntó divertida.
No quería que su amiga se llevara el mismo susto que en el hospital, cuando Lisa entró de improviso en la habitación. La pelicaoba soltó un gruñido disimulado, reacción ante la tierna manera de pronunciar el apodo.
—Sí, le avisé, de lo contrario me iba a negar la entrada. —río disimulando una cuota de fastidio.
—Cierto, es muy protectora —habló, entretenida con las tiernas manos de Byeol.—, extraño a mis amigas, quiero saber porque Nayeon unnie desconfía tanto de ti. -suspiró.
Abajo, en el living, donde Rosie ordenaba algunas cosas y arreglaba la cama improvisada que se hizo en el sillón, la puerta fue tocada con insistencia. Levantó su cuerpo con pereza, y arrastró los pies hacia la entrada. Los toques en la puerta seguían siendo fuertes, una voz algo chillona le hizo reír.
—¡Yoo Jeongyeon! Vas a tirar la puerta, ten más cuidado. —reconocía los memorables regaños de Nayeon.
Rió negando y se dispuso a abrirles.
—Hola unnie's, ¿todo bien? —la risa la invadió otra vez, se había tentado.
—Sí, sí, ¿qué tal tu cabeza de coco? —Nayeon rodeó los hombros de Rosé con su brazo, el mismo que flexionó alrededor de su cuello.
Rosé por su lado abrazó la cintura de la mayor y llevó su cuerpo al sillón a los jalones.
—Ustedes siempre tan infantiles. —rió Jeongyeon.
—Agradezco que tengamos la misma edad mental de ocho años. —comentó Nayeon entre risas.
Luego del pequeño juego entre ambas, Jeongyeon tomó asiento en el sillón frente a ellas.
—Gracias por avisarnos del alta de Jendeukie —la alfa le regaló una sonrisa amable—, Momo vendrá más tarde, ya sabes, quiere pasar tiempo a solas con su amiga.
—La entiendo... Pero no sé si estarán muy a solas. —su declaración era más que obvia.
—¿Cómo? —Nayeon fue la primera en observarla fijamente, esperando una respuesta.
—Lisa recibió su permiso de visita temporal —suspiró—, está arriba con Jennie y Byeol.
Nayeon respiró profundo, no le agradaba del todo la idea, siendo honestas ella entendía que tenía mucho por aclararle a Jennie, pero no estaba emocional ni mentalmente preparada para reencontrarse con Lisa. En su defensa, la mayor le confío la seguridad de la omega a la que considera su hermana menor, y la alfa casi arruina todo.
El sonido de pisadas vino desde los escalones, lejos de evadir la conversación, la pareja aludida bajó las escaleras, Jennie cargando a Byeol en sus brazos, y Lisa acompañando a su pequeña manada como había querido desde hacia meses.
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