Cinco
Jennie terminó de arreglar el bolso del bebé y tomó a Byeol en brazos, lista para salir de allí, Rosé la esperó en la puerta, con la silla de ruedas preparada.
―Adiós hospital, por fin a casa. ―sonrió hacia la omega mayor.
―Es algo bueno, dormiré en mi cómoda cama otra vez. ―devolvió el gesto, ahora sentada en la silla, con el cachorro acunado en sus brazos.
Rosé tomó las manijas de la silla y empujó esta hacia adelante, conforme avanzaba el pasillo quedaba atrás, la omega morena beso la frente de su bebé, miró a la omega menor levantando la cabeza.
―¿Crees que pueda despedirme de Lisa? Le prometí que vería a Byeol cada que pudiera. —dijo parpadeando.
Park asintió, por supuesto la llevaría.
―Es posible, además, el doctor dijo que debes comenzar fisioterapia, quizás consigas algún permiso para verla en esos momentos.
La morena sonrió ante la idea, de alguna forma quería encontrar la solución a su distancia, y que ambas pudieran ver a su cachorro el tiempo que esto dure.
―Genial, me agrada la idea. ―asintió.
La omega menor la condujo un rato más por el pasillo, hasta el área psiquiátrica, donde les informaron que Lisa se encontraba realizando un paseo con su enfermero personal.
Ambas muchachas se alejaron hacia el parque, pronto divisaron a la alfa que buscaban, la misma se veía muy risueña con el enfermero castaño, aquella escena hizo gruñir a la loba de Jennie, su bebé se removió balbuceando, al notar su incomodidad decidió ignorar los celos y concentrarse en el infante.
—Ya nos vamos, le acaban de dar el alta. —intervino Rosé, quien tampoco sentía buena espina hacia la escena. Más que nada, su desconfianza iba hacia la incomodidad repentina que experimentaron la omega y el cachorro.
―Qué bueno, cuídense mucho. —habló ignorando a la rubia.
Jennie le entregó a Byeol para que pudiera sostenerlo unos instantes, su nariz se alertó al sentir un aroma diferente en el ambiente. El recién nacido apenas estaba desarrollando su primer aroma, con lo cual no tenía nada que ver, pronto se dio cuenta que las feromonas del castaño eran las causantes de su alboroto. Incluso él niño en brazos de Lisa comenzaba a sollozar debido a la mezcla de aromas intensos y desconocidos.
—Dame a Byeol, las feromonas lo están abrumando. —dijo a duras penas, ya que el mencionado no era el único afectado.
Manoban intentó liberar sus propias feromonas, por desgracia estaba tan impregnada de la otra fragancia, que el café se volvía igual o peor que hace un momento. La sensación era similar a un café que fue endulzado en exceso y te empalaga, invadiendo tus sentidos de una forma muy molesta.
―Toma un baño, Rosie me traerá para empezar fisioterapia mañana, espero huelas mejor que ahora. —comentó sin ánimos de seguir aguantando.
Dicho sea de paso, el castaño cuyo nombre "Yongbok" se leía en su gafete ni se daba por aludido con la situación. Kim estaba asombrada, pensaba en si la conversación del día anterior había tocado algún cable indebido en su alfa, respiró profundo y recibió a su bebé en brazos. La pelicaoba la despidió con un dulce beso en la mejilla.
Luego de aquel incómodo encuentro se marcharon, Jennie miró un segundo hacia atrás, notando que la alfa volvió a la misma pose en que se encontraba antes.
—La manta de Byeol huele a esa mierda de aroma, ¿Será que ya fue hora de su medicina o algo así? Parece que ni se dio cuenta que estaba frente a su familia. —la mayor refunfuñaba irritada.
―Puede ser, igual no tiene sentido, se supone que los medicamentos deben darte sueño, no ponerte idiota. —opinó, haciendo reír a la bajita.
―Como sea, hasta mi pobre hijo se sintió asqueado, ¿verdad que si cariño? —habló tierno acariciando los deditos del aludido.
―Le pregunté al doctor sobre el aroma, él dice que hay una pomada para su nariz, le colocas apenas un poco rodeando sus fosas nasales y listo, no se sentirá mal. —sonrió.
―Buena idea, pero hay que ponérsela con algo pequeño, no quiero lastimarlo.― dijo preocupada.
Mientras tanto, Rosé frenó su andar en la puerta del hospital, allí tomó primero al recién nacido y extendió su mano a la pelinaranja. La chica caminó lento, hasta sentarse en el interior del vehículo, retomó a su hijo en brazos y esperó a que la omega más joven devolviera la silla.
―Podemos usar un hisopo, compraré la pomada en el camino. —avisó poniendo en marcha el auto.
Una media hora más tarde, el par de omegas se hallaban en la casa que Kim solía compartir con su alfa. Las cosas estaban tal como podía recordar, claro, agregando el detalle de que su maleta seguía tal como esa mañana.
―Decidimos dejar tu maleta intacta, pero dime si necesitas alguna cosa y te ayudaré a buscarla. —aseguró sonriendo.
Jennie asintió y caminó hacia su habitación, los aromas permanecían en cada rincón, impregnados. No podía negarse cuando extrañaba a Lisa, y en misma medida cuanto la había desconcertado su comportamiento. ¿Todo estaba realmente bien?
Recostó a Byeol sobre la cama, luego se acostó a su lado, contemplando al pequeño.
―No se que tendrá el destino para nosotros, pero nunca te dejaré solo. —le sonrió.
Hundió la nariz en la almohada, disfrutando del aroma y la suave textura, cerró sus ojos poco a poco, conciliando el sueño.
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