7: Nostalgia
-Suegro, puedo molestarlo?
-Ya lo estas haciendo.
Una pequeña sonrisa le ocupó el rostro, pero era más por el hecho de que ese hombre seguía enojado con él, a pesar de que habían logrado pasar algunos obstáculos y estaban llevándose un tanto mejor de lo que se llevaban cuando regresó a la vida de todos.
-Siempre lo veo aquí fuera, los jueves en la noche.
-Si. ¿Y?
-¿Podría preguntar por qué?
Krest solo lo miró, lleno de frialdad y carente de toda emoción. El griego, aunque ya estaba acostumbrado a ser observado de esa manera por el mayor, se sintió mal por eso y volvió a preguntarse como era que Calvera había salido tan cálida y amistosa, cuando sus padres eran totalmente lo contrario.
-Disculpe si lo incomodé con mi pregunta, es solo que me llama la atención verlo aquí cada jueves, a la misma hora en la noche.
-Saliendo a una determinada hora y volviendo a entrar también de la misma manera.
-Así es. Me resulta curioso.
-¿Mi nostalgia para con la vida y mi pasado te da curiosidad?
-¿Nostalgia?- Le salió con asombro.
-Así es.- Un momento de silencio se dio entre ambos, pues Kardia, aunque la curiosidad seguía matándolo internamente, no quería preguntar el porque aquel sentir embargaba el inconsciente de su suegro, así que decidió rápidamente quedarse con la duda, pero para su suerte, el mayor acabó por decirle lo que le pasaba. -Perdí a alguien muy especial un jueves en la tarde... A la hora en la que salgo aquí, al balcón, es la hora en la que lo encontré por última vez, y la hora en la que regreso al interior de la casa, es la hora en la que lo perdí de vista. Esa es la nostalgia que experimento... La ausencia de alguien que era el mundo para mi.
-Creo que puedo comprender sus sentimientos y pesares entonces, si esto es lo que le agobia.
-¿De verdad crees hacerlo?
-Pues si. Perder a Calvera no fue doloroso solo para usted.
Por primera vez, Krest se reía con ganas mientras bajaba la mirada y se cubría el rostro con su mano derecha, en gesto de no querer ser visto en esa faceta, pero fue tarde, ya que ser objeto de burla del padre de su esposa, no pasó desapercibido por nada.
-¿Puedo cuestionar que es lo que le parece tan gracioso?
Que haya salido con tanta indignación en el tono de esa pregunta, solo lo hizo reír más, pero se llamó a la calma, puesto que no quería pelear con aquel escorpión.
-Lo siento, pero a veces me parece tan ridículo que piensen que estoy todo el tiempo triste por la muerte de mi hija. ¡Pero no malentiendas mis palabras, escorpión dorado! Siempre estaré mal y triste por haber perdido a mi niña, pero ella no es la única persona a la cual he tenido que despedir de mi vida... Ella no fue la única persona que amé con todo el alma y el corazón, pero tuve que decirle "adiós" sin siquiera quererlo o pedirlo.
-¿Hubo alguien más?
-Era la gema más bella de este mundo... El zafiro más perfecto y brillante... Y él se fue de mi el día antes de casarme.
-¿Él?
-El amor no tiene un rostro definido, Kardia. Tú amaste a mi hija, pero preferiste al diamante. Los amaste a ambos, pero hiciste tu elección al final de cuentas.
Los dos hombres se quedaron mirándose muy fijamente sin decir palabra alguna. El viento no era violento, siquiera era fuerte, pero podía oírse claramente debido a la calma que había entre ellos. Kardia, a pesar de que lo sospechaba, de manera reciente, pero lo hacía, nunca pensó que Krest también había tenido una aventura que le había marcado toda la vida y la añoraba con la misma locura que él mismo añoraba sus años de amor escondido con Degel y mañanas cálidas de novios con Calvera.
Kardia sabía lo que era vivir con el dolor de no poder amar a quien uno quiere, de ser separado con injusticia de la persona amada, pues él lo había vivido no una sino dos veces y de manera casi inmediata una de otra, ya que Calvera se le fue y a las horas, Degel se marchó también, así que sabía y entendía de primera mano como y que era el dolor y que clase de nostalgia, el pelinegro cargaba.
De un momento a otro, Krest ya no quiso seguir adelante con esa conversación, ya no quería saber más nada de remover el pasado, por lo que sin decir ni media palabra, tomó camino hacía el interior de la residencia griega.
-Krest...- Detuvo sus pasos al oír que el rubio lo llamaba, pero de inmediato se dio la vuelta y lo miró como siempre lo hacía, o sea, con un poco de desdén y mucha indiferencia. -¿Me permites ser indiscreto?
-Siento que me faltas el respeto tratándome de "tu", pero adelante. ¿Qué quieres decir ahora?
-Zaphiri Scarlet Aeneas.
El mayor se congeló en su sitio y la piel se le puso aún más pálida de lo que ya era. Tuvo que levantar su mano y apoyarla en el marco de la puerta, ya que se había mareado tan repentinamente que creyó desmayarse.
-¿De dónde sacaste ese nombre?- Inquirió con evidente nerviosismo y mucha ira inyectada en sus ojos. El enojo se daba más que nada por la pasividad del menor.
-Él fue uno de los médicos que me ayudó a rehabilitarme... Lleva el tratamiento de Degel mientras estemos aquí, en Athenas. Ya sabe donde hallarlo.
Kardia fue al final quien abandonó el balcón y se fue directo a encerrarse en su habitación, en donde su pareja acababa de despertarse y lo recibía con una enorme, aunque cansada sonrisa.
De su lado, Krest no podía controlarse y a pesar de que se secaba las lágrimas, seguían cayendo sin parar. No entendía que era lo que le pasaba, pero si entendía algo...
Por primera vez no detestaba tanto a su yerno, ya que gracias a él, una gran parte de su nostalgia había desaparecido súbitamente, haciéndole paso al sentimiento de esperanza más grande que jamás imaginó.
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Todos merecen amor ¡Y Krest no es la excepción! Suficiente ya sufrió al lado de Garnet como para seguir así de solo y amargado.
Esta relación la voy a ir mostrando en el fic, no aquí, pero al menos ya les dejó a saber que pasará ☺
La palabra de mañana es "Secreto I" Serán dos palabra "secreto", mañana vamos con Kardia y en unos días más, con Degel (Spoiler alert: Si se enteran de lo que se ocultan mutuamente, se separan y no vuelven más. Apuesten a ver si adivinan quien tiene el peor secreto) 😰
¡Besos! ¡Las quiero!
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