19: Paraíso
Degel revisaba serio y muy frío, todos los papeles que Chris Walden le había enviado y su preocupación solo crecía a cada momento más. Había muchas perdidas en sitios que no debía de haberlas y una parte de la empresa estaba en números rojos totales, por lo que solo era cuestión de tiempo para que se diera un efecto domino hacía otras áreas y la bancarrota fuera inevitable. Si eso pasaba, la herencia de Saga y Kanon, donde sea que estuviesen, se perdería para siempre y eso lo incluiría en la lista de cosas que jamás se perdonaría.
-¡Papá! ¡Papi!- El galo sonrió al escuchar esa dulce vocecita.
-Aquí estoy, mi vida.
-¿Qué haces?- Cuestionó con una enorme sonrisa, mientras se arrojaba al sillón y se acomodaba en el regazo de su padre. -¡Esa es la letra de la tía Chris!
La sonrisa que tenía, se le contagió de manera inmediata y el mal humor que pudo tener en ese instante, se le desapareció de repente. Sintió, sin quererlo ni desearlo, que la vida no podía ser tan basura, a pesar de todo el mal que se ponga en medio.
-Así es. Me mandó una carta, a la compañía, contándome como están sus cosas y demás.
-¿Y me manda saludos?
-Por supuesto que si. Sabes que la tía Chris te quiere mucho y siempre se acuerda de ti. No nos visita porque sabes que está un poco enferma y eso le impide viajar, pero siempre está la posibilidad de ir a visitarla, cuando mejore.
-Me gustaría eso.- Cambió de posición y se recostó en el pecho de su papá, quien comenzó a acariciarle el cabello, murmurando casi silencioso, la canción que al menor le encantaba escuchar de sus labios, a la hora de dormir. Estaba a punto de caer en ese mundo, pero tan repentinamente como le vino el sueño, se le pasó y volvió a incorporarse, mirando con confusión al pelirrojo. -¿Pero dónde es que vive? Nunca me dijiste donde está ella.
Degel sonrió y le dió un beso en la mejilla, mientras que Camus sonreía con una increíble, y un tanto inexplicable, felicidad.
-No está muy cerca de nosotros en realidad, pero no deja de ser un sitio tan bello como lo es Grecia o Francia. Canadá y sus bellos bosques, sus lagos, su cielo despejado y su inmensa belleza desplegada en las cataratas, lo hace un sitio tan hermoso, que cuesta creer que todo eso pudo ser creado por la naturaleza. Pero es así, la naturaleza creo las bellezas más grandes y maravillosas que pueden existir. En ese lugar apasible, vive la tía Chris y allí, en la calma de esos lugares que solo Canadá puede ofrecerle, ella calma sus dolores y sana su alma.
Al ver la melancólica mueca que su padre llevaba, a Camus le dió una ligera tristeza también, pero cambió totalmente cuando una sonrisa se le escapó al mayor. Dió por sentado que esa primera mirada era solo porque extrañaba a la mujer y no por otra cosa. Lo abrazó lo más fuerte que pudo para sacar toda esa tristeza que tenía y no le falló, ya que Degel sintió la felicidad más grande del mundo cuando ese pequeño cuerpo se pegó a él.
-Suena como un lugar de ensueño. ¿No te gustaría ir allí también?
-Si quisiera ir, tendría que llevarte conmigo y eso solo significaría que tienes que dejar a Milo.
-¿Qué? ¡No! Yo no dejaré a Milo.
-Y yo no te dejaré a ti. Camus, mí amor pequeño, el lugar dónde vive Chris, suena como un verdadero paraíso, pero, ahora que has dicho eso sobre Milo, quiero que escuches, entiendas y aprendas bien algo. El paraíso puede ser un lugar físico, un lugar situado en cierto punto del mundo y ser visitado cuántas veces quieras, pero eso no se compara al verdadero paraíso.
-¿Y cuál sería ese?
-El que te proporciona la, o las, personas que más amas en este mundo. Cuando estés al lado de alguien y sientas que todo puede ir a mejor, que tu vida cambia para bien a cada segundo que pasa y crees que nada puede estar mal... Hijo mío, el amor incondicional para y de una persona, eso es el paraíso mismo. Y yo tengo la grandísima suerte de experimentarlo.
-¿Mamá?
-No, Camie, para nada. Mí paraíso eres tu. Mí gran y único amor incondicional y para toda la vida... Tú.
-También eres mí paraíso, entonces, papi. Te amo y se qué mí vida solo va a mejorar siempre si estoy a tu lado.
Camus lo volvió a abrazar mientras sonreía todavía más. Degel agradecía mucho más que cada día, el tener consigo a ese niño. Definitivamente, era lo mejor y lo más grande que pudo haber conseguido en su triste vida, que parecía perder gris, a cada segundo que Camus seguía perteneciendo a su lado.
Ese niño era su paraíso personal y no renunciaría a él muy fácilmente.
Y esa noche, mientras Kardia le daba un último beso y abandonaba la habitación para volver con Calvera, estuvo todavía más seguro lo que esa misma tarde pensó.
El amor por su hijo, era lo único real y, al parecer, el único paraíso verdadero que podría encontrar en esa vida.
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Y último del día!! Disculpen si quedo medio insulso, que es como siento que quedó, pero no andaba muy inspirada y la verdad es que quiero sacar a los conejos, otra vez, más adelante... O sea, mañana 😆😅
La palabra del día de mañana es "postre"
Para eso sí tengo varias ideas buenas xD
Gracias por todos los comentarios que me han dejado en los dos capítulos anteriores y ya les agradezco mucho por los que dejen en este. Mañana sin falta, me pondré a contestarlos todo. 💕💕
¡Besos! ¡Las quiero!
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