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7.- Los gnomos del jardín (u otra decoración están vivos)

❀*ೃ༄Fandom: Jujutsu Kaisen

❀*ೃ༄Ship: NanaIta

❀*ೃ༄Advertencias: Yaoi, Violencia, Intento de terror, Gore, Muerte de un personaje, ABUSO

❀*ೃ༄ El oso se mueve en medio de la oscuridad, se dirige a donde duerme, carcome su piel, marca su alma. Pero a la mañana siguiente se calma, por lo que sabe; estará bien. Al menos hasta que caiga de nuevo la noche, a su madre le encantaba tenerlos porque eran un regalo, pero a él, solo le lastimaban ❀*ೃ༄






—Duerme —le dijo lo que no sabía era un monstruo.

Este le habló al oído, moviendo sus labios diminutos con dificultad, pues entre los pliegues de carne se notaba que tenía la boca llena de sangre. Pero evitaba ver ese aspecto, no podía verlo ya que sabia lloraría. Y estaba cansado de hacerlo. era un niño grande, no podía darse el lujo de llorar.


—Ahora no quiero dormir— respondió con una valentía que no era suya —Tengo sueño, pero no quiero hacerlo —dijo Yuuji— Cuando duermo se me van todos los recuerdos. O no son sueños de verdad. Ahora no quiero un sueño de verdad—


El monstruo no le dijo nada, siguió en su labor de devorar su carne, de lastimar su piel ahí donde pasaba. Yuuji cerro los ojos tal como se lo indicaban, pero al cerrarlos y ver en medio de esa estrellada oscuridad temió más. Así que los abrió de nuevo, enfocando su mirada a esa fractura en el techo, pensando si seria bueno que se viniera abajo y terminara con la vida de ese monstruo.

Apretó sus dedos contra la piel del diván, sintiendo el calor y la sangre derramarse en su cuerpo.

Lo deseo, lo deseo y lo deseo, pero fue cosa que nunca ocurrió.







Levantó la cabeza y lanzó un espantoso grito de horror, apretó su pijama, dejando blancos sus nudillos, sentado en su cama, transpirado y lleno del más profundo horror. Yuuji no ha podido nunca describir con precisión qué es lo que vio en aquel momento, pues si acaso tenía 5 años. Incluso hoy en día duda de que hubiese realmente algo. Tuvo; sin embargo, la impresión clara de que un ser obscuro y amenazador avanzaba hacia él, obligándole a retroceder andando hacia atrás, hacia él diván; ese maldito diván, donde sabía que vería una grieta si levantaba bien la mirada. Un pánico terrible le oprimió el corazón, el recuerdo que se negaba a salir a flote estaba ahí, arañando la delgada tela que cubría su cansada conciencia. La respuesta estaba cerca, pero también se negaba a sacarla.



—Tienes que hablarme Yuuji, sino de otro modo no puedo ayudarte—




Nanami se dio cuenta que la condición de Yuuji había empeorado cuando trajo esa figura al jardín, se trataba de una escultura de un oso de peluche. Obviamente era de cerámica, pero el tallado era tan bueno que parecía mas bien felpa suave al tacto.

Así que esa noche, después de su octava pesadilla al hilo, se decidió a confrontarlo.




—Era una cosa —dijo con voz entrecortada —Una cosa... blanda y muy grande. No recuerdo... yo era tan pequeño—




—¿Era lisa? ¿De qué color? ¿Cómo era? — le pregunto Nanami, sentado a un lado de su cama mientras acariciaba su cabello con la ternura que solo a Yuuji le daba




—No lo era. Peluda... lisa. ¡Lisa y suave! Empiezo a recordar. Espera Nanamin... Era una cosa parecida a un... ¿Osito de peluche? No, este hablaba. Osito. ¿O un demonio, un monstruo? Sé lo que me hacía ese demonio—



—¿Y que era lo que te hacia? — le pregunto de nuevo el mayor, tragando saliva, comenzando a temer, intentando ocultar el temblor de su mano en cada movimiento de su mano.




—Cosas malas...— le contesto Yuuji en un susurro apenas audible, pero no quería mirarle a la cara, porque al final, sabia que esa parte de su vida si la recordaba.




—Son solo pesadillas, el muñeco de peluche no está vivo— había dicho esa noche y las siguientes, su madre a su padre.









El miedo atroz al osito de peluche, a su mirada vacía en forma de semillas de tamarindo, del mismo color café que su afelpado cuerpo. Suave al tacto. Nació esa tarde cuando su padre le dejo solo en casa con Kenyaku, el hermano de su madre.

Yuuji recuerda que, en medio de una habitación provista de los elementos imprescindibles, se hallaba una figura de tamaño normal, la mas nueva en el mercado según había dicho ese hombre, muy bien formada, vestida únicamente con un moño en su pequeño cuello, se encontraba sentado sobre un taburete de tres patas en una esquina de la habitación. Tenía la mano izquierda puesta sobre la rodilla flexionada hacia el pecho, y la derecha, por el contrario, estaba caída hacia abajo por la gravedad. Yuuji juraba que se trataba de un oso de los tantos del jardín, pues podía ver desde su dolorosa posición como tenía tierra en sus afelpados pies. Una ligera aura de limpieza excesiva a su alrededor impedía que niños curiosos como él se acercaran demasiado. De todos modos, no podía, no de la forma en la que estaba apresado.

Esa tarde al volver a casa, Yuuji vio a los osos del jardín con recelo. Viéndole ahí con esos ojos muertos incapaces de hacer nada.


—Es una etapa, todos los niños les temen a los muñecos que dicen estar poseídos alguna vez, se le pasara — había dicho ese hombre



Y por supuesto, sus padres le creyeron.




Pero Yuuji conocía la verdad, sabia que alguno de todos esos osos de peluche se levantaría por la noche, caminaría a su recamara y le obligaría ver alguna grieta en el techo y lo comenzaría a lastimar, a causarle dolor, apresando su cuello y sin dejar de apretar.



—No te preocupes — le dijo Nanami cuando Yuuji dejo de hablar —Me desharé de cada oso del jardín, jamás los volverás a ver—




Yuuji no respondió, pero supo que Nanami no le mentía, que lo protegería. Lo que el mayor no le dijo fue; que de hecho había un oso del jardín en el armario, cubierto de sangre del anterior propietario.

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