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22.- ¡Auxilio! ¡Un fantasma tiene un crush conmigo!

*ೃ༄Fandom: Kuroko no basket

❀*ೃ༄Ship: AkaFuri

❀*ೃ༄Advertencias: Yaoi, Intento de terror, obsesión y una nada sana dependencia, derramamiento de sangre

*ೃ༄ Yo solo quiero tener una cita contigo, por la eternidad❀*ೃ༄









La primera vez que lo vio fue cuando acudió a dejarle flore a su recién enterrada, abuela. Su corazón dolía, por supuesto. Así que cuando piso sin querer, la lápida vecina, no fue con maldad, y cuando el chico que estaba a su lado, con ropa muy formal pero tradicional, le exigió se disculpara, lo hizo sin excepción.



Olvido todo de él, impactado por su aura y la presión que le causo. Aun así, sonrió; por alguna razón, al ver la cara molesta de ese chico, en compensación por su error, dejo una de las enormes rosas rojas que llevaba, haciendo una ligera reverencia, mientras que lo único que realmente se le grababa fue el apasionante color de ojos del extraño.

Heterocromáticos. En rojo y amarillo.










Kouki reía a carcajada suelta, le dolía el cuerpo debido al esfuerzos al ver las expresiones graciosas que hacia Kagami después de probar un poco de picante, el más alto se apoyó en uno de sus hombros, mientras suplicaba se acercaran al bebedero más cercano.

Fue gradual, pero la sensación de frio y miedo se le instalo, como mucha otras veces en la base del estómago. Se apresuro a llegar a la toma de agua, deshaciéndose con cuidado del abrazo de Kagami de manera que no se viera incomoda o de mala gana.

Sus pequeños ojos buscaron con fervor algún signo de calamidad, y debido a la costumbre y su temeroso ser, la encontró con rapidez. En lo alto de la construcción de bebedero, se hallaba mal acomodada una cubeta -posiblemente de limpieza- en una posición que amenazaba con dejar con aun menos neuronas a su buen amigo.

Lo empujo sin pizca de duda, escuchando amos el sonido del metal rebotar en el suelo de tierra con una fuerza que en nada coincidía con la simple cubeta.



-Vaysha, que eshtaño- dijo Kagami, aun con el sufrimiento del calor del picante en su lengua



-Si quieres adelántate Kagami - hablo con decisión, viendo a todos lados como cervatillo asustado - Tengo que hacer algo importante-



Segundos después de que el pelirrojo se marchara una forma difusa comenzó a hacerse presente cerca de un árbol, cercano a la sombra que daba. Kouki se apresuro a moverse hasta ahí, aun con cada vello de su cuerpo de punta. Era valiente cuando se trataba de pro9teger a sus amigos y no sería una excepción.



-Te estaba tocando- dijo la cosa sin forma -Yo no puedo hacerlo, nadie debe hacerlo-



Cuando por fin estuvo cerca, la mancha sin forma se revelo. Kouki enrojeció por la vista, pero también se llenó de miedo.

Desde el momento en que había dejado la flor en la lápida vecina a la de su abuela, su mundo se había trastornado, pues había arrastrado al fantasma de ese chico de ojos heterocromáticos.

Al principio no lo podía ver, solo sentir algo que lo seguía, una mirada pesada, luego fueron los toques en su rostro, como guantes de frio viento. Las cosas en su hogar se perdían, cambiaban de lugar y, lo más aterrador eran las marcas de dedos en la marca de vapor que dejaba en el espejo de baño.



"Te amo"



Kouki acudió con miedo a su familia, pero solo lo tildaron de loco y querer llamar la atención, así que trago su miedo y; una noche, en medio de la oscuridad y crucifico en mano, pregunto.



-¿Quién eres y que quieres de mí? -





Fue el mas grande error que pudo cometer. El espectro se apareció y no se fue más. Era, pero porque aparecía cuando quería. Bien podía ser a su lado en la cama, mientras se duchaba, cuando comía, en la escuela, los vestidores, haciendo preguntas en sus exámenes.

Si pensó que eso sería todo, se equivocó. Seijuuro, como se llamaba el espectro, intentaba matarlo cada que podía. Si no era un cuchillo que salía volando en dirección a su cuerpo, era una secadora a punto de caer al agua mientras se duchaba. Si no cambiaba las pastillas para la gripa por veneno para ratas, la espolvoreaba en la comida. O era arañado en sus brazos y cuello, haciendo que sus padres quisieran enviarlo a un internado.



-De esa forma serás más fácilmente mío, romperé tu mente hasta que lo único que quede sean los deseos de venir conmigo. Seré todo lo que tengas y quieras-



Kouki estaba flaqueando, sus padres lo odiaban por los continuos accidentes a su alrededor, vivía con la desesperación de ver a algún amigo salir herido, de las constantes malas caras de sus padres cuando los saleros se movían de lugar o las fotografías se quebraban.



-Por favor Seijuuro-san, déjeme en paz o al menos a mis amigos- le dijo



-¡No, eres mío! - acto seguido la forma incorpórea del pelirrojo le atravesó, dejándole un dolor por lo frio y el miedo en el cuerpo, desapareciendo por el resto del día



Cuando volvió a casa se encontró con la grata sorpresa de un medico esperándolo en la sala, en compañía de sus padres.

Esperaba poder diagnosticarlo, hasta que el ventilador de techo cayo ante sus padres, el medico y el. El pobre hombre salió corriendo.



-Tus padres desean tu muerte Kouki, ven conmigo. Yo te amo-



-¿Seijuuro-san me ama? - pregunto adormilado, sintiendo un par de manos frías en sus pesados hombros



-Lo hago, solo debes de venir conmigo-



Kouki camino como un zombi sin dirección, despertando cuando los gritos de sus padres resonaron en sus tímpanos. Soltó el enorme cuchillo de carnicero cuando vio que estaba frente a sus aterrorizados padres, que gritaban furiosos por su osadía. Preguntaban el porque de su acto, su madre llamaba a la policía, su padre preguntaba en que había fallado.

Kouki los ignoro, viendo a Seijuuro flotando frente a él, cubriendo parcialmente la vista de sus padres aun acostados en la cama.



-De verdad me amas- le pregunto



-Lo hago-



Kouki no escucho a sus padres preguntando con extrañeza por la conversación que llevaba con el fantasma, pero vieron horrorizados como tomaba el cuchillo del suelo, lo levantaba y se lo llevaba al cuello.



-Me casare con un fantasma, bye-



Cruzo el metal de lado a lado en su cuello, medio viendo y escuchando a sus horrorizados padres. Poco a poco el frio fue llenando su cuerpo, pero teniendo a Seijuuro a su lado.



Por la eternidad.

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