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20.- Una diminuta puerta aparece en tu recamara.

❀*ೃ༄Fandom: Kuroko no basket

❀*ೃ༄Ship: AoKaga

❀*ೃ༄Advertencias: Yaoi, Violencia, Intento de terror, Gore, Muerte de un personaje

❀*ೃ༄ Al verlo a los ojos pudo recordar aquella promesa, el dolor regreso a su alma pero aun así; sin dudarlo extendió la palma de su mano, yéndose sin mirar atrás❀*ೃ༄






Kagami ya no recordaba la razón por la cual no visitaban la casa en el campo de su padre, quizá una de tantas era que esta era un completo desastre.

La gran casona le partencia a un familiar, de un familiar de un familiar y ni el ni su padre habían podido rechazar,

Dejaron el asunto en el olvido, pero las continuas visitas y llamadas del abogado los habían obligado a investigar, y por obligado se refería a él mismo, pues su padre no pudo viajar.



-Quizá el lugar no sea tan malo Kagami-kun - escucho el pelirrojo por el altavoz de su teléfono -Estará sucia y llena de telarañas, pasto crecido y un par de mapaches, pero nada que un poco de trabajo duro no pueda solucionar-



-¡Pero lo hare solo! - rugió Kagami -Mi viejo se negó a contratar, tacaño-



-Precisamente tacaño no es - volvió a decirle Kuroko -¿Qué no viajas en una camioneta último modelo 4x4?-



-Esto es claramente para el viaje, una necesidad...- dijo Kagami algo avergonzado, pues era una camioneta que por mucho tiempo había deseado -Le pediré a un lugareño que me ayude, además tenía unos ahorros, la de la inmobiliaria se encargo de tener una habitación lo suficientemente limpia para que pasara la noche-



-Bueno, cualquier co-... porque ni creas que ir-... te, además prometis-... Nigou-



-¿Kuroko? Oi... ¿Qué sucede? -



Kagami se orilló, viendo el pequeño pueblo cerca, tomo el teléfono viendo como la señal estaba muerta. Abrió la ventanilla del conductor, buscando cables de conexión telefónica, notando para su horror que no parecía haber alguna.

En cuanto llego la sensación de pesadez se sintió en su cuerpo, como si el lugar se hubiera detenido en el tiempo. Algunas personas que caminaba por la calle vestían ropa tradicional y todos sin excepción se le quedaban viendo. Pidió un par de direcciones, terminando su viaje frente a una enorme puerta de madera. Bajo, la abrió y estaciono la camioneta.

La casa era tal como la recordaba; o lo poco que lo hacía. Tal vez estuvo ahí una sola vez en su infancia, ya no le importaba. La limpiaría y pensaría si venderla o quedarse con ella.

El lugar era ese tipo de pueblo donde todos se conocen y todos saben todo de todos. Así que pronto noto a un par de mirones por la ventana, mientras acarreaba sus maletas.

Al parecer le había tocado el cuarto al final del pasillo, dentro de su cuarto había una vieja cama de dosel de hierro; las que conocía como cama de princesas. Estaba desprovisto de telas, más que las sabanas de la cama por lo que parecía desnuda y desperdiciada. Acomodo las pocas pertenencias que llevaba y bajo a la cocina, agradecido al menos de tener un pequeño frigorífico.

Comenzó a hacer revisiones superficiales, notando que la casa tenía mejor aspecto del que esperaba, cuando ya oscurecía se dejó caer aburrido y sin nada más que hacer.

Kuroko le había regalado un par de libros, pero se negaba a leerlos, jugar a la play era imposible pues la televisión parecía de las primeras inventadas, había escuchado música, limpiado un poco más su cuarto, y al final cansado sin nada que hacer se fue a la cama.



Siendo a penas las 9 de la noche.



En su habitación había libreros cubiertos de un poco de polvo, viejas cajas con papeles amarillentos, una lampa de pie al lado de un sillón rojo carmesí, con un gran ventanal de colores parecido al de las iglesias, sus ojos vagaban por cada espacio posible, en busca de un poco de sueño. Kagami se puso de lado, recordando que le había encargado su departamento a Kuroko y su novio, deseando un poco de sufrimiento para ellos pues seguro se ponían a coger como conejos.

Rio con ese pensamiento, comenzando a caer en ese anhelado sueño. Fue entonces que lo escucho; el chirrido.

La casa era en su mayoría de madera, por lo que era seguro que tendría esa clase de ruidos, pero lo que lo tenso y espanto el poco sueño que había conseguido, fue el hecho de el sonido se escucho dolorosamente a un lado de su cama.

Sin sueño, asustado y con curiosidad, bajo de la cama, agachándose en busca del origen del sonido.

Se encontró con una puerta pequeña, quizá ahí guardaban alguna clase de tesoros y con sus movimientos en la cama; después de tantos años sin ser usada, cedió y acabo abierta.

Kagami sonrió satisfecho con su deducción, metiendo una de sus manos a su bolsillo, sacando una lámpara.

Batallo un poco para encenderla, gritando cuando un par de ojos brillantes y azules le dieron la bienvenida.

Se agarro de la cabeza, respirando con dificultad, pues lo que le asusto no era otra cosa mas que una pintura. Molesto consigo mismo, pero con esa misma curiosidad, tomo la pintura.

Era exquisita. En ella; un hombre de ropas antiguas lucia impactante, con una postura gallarda y mirada asesina.



-Tiene buena cara- admitió en voz alta



Kagami se levantó con todo y marco, poniéndolo en una de las mesas para ir en busca de un paño y limpiar el lienzo, pues tenía mucho polvo.

Lo que mas resaltaba era el color azul de los ojos de ese hombre, su brillante cabello y color de piel fue mostrado en cuanto limpio el cuadro. Si, era guapo.

Kagami sintió un ligero malestar, pero no dejaba de ver la pintura. Escucho otro rechinido y después un tintineo, así que volvió a ponerse en cuclillas a un lado de la cama, inspeccionando la puerta. La luz de la lámpara comenzó a titilar, así que pronto se quedó a oscuras. Se sobresalto, pero también se apresuro a encender la lámpara de la mesilla. La luz no era suficiente, así que uso su mano para palpar dentro de la puerta.



Dio con un gran anillo, estirándose para poder alcanzarlo.



Su dedo medio lo alcanzó, metiéndolo en el aro para arrastrarlo y sacarlo. Cuando lo tuvo en su mano, lo deslizo hasta dejarlo calzado perfectamente en su dedo. La joya era hermosa, un brillante diamante oscuro; quizá azul o negro. Se sentó e nuevo en la cama, sin dejar de mirar la joya.

Su cuerpo se sintió inexplicablemente cansado, además de que con una cierta sensación de nostalgia.

La luz de la mesita titilo y se apago pasados unos segundos. Kagami se asustó, pero más lo impacto fueron las lagrimas bajando de sus mejillas.

Su lámpara de mano no tenía pila, su teléfono muerto en algún lado y el solo ahí en medio de esa gran casa y la oscuridad que lo rodeaba. El sonido de unos pasos provenientes del pasillo lo alerto, no recordaba si había cerrado la puerta de la entrada, ni la de su habitación.



Trago saliva, en busca de algo con que defenderse, mas el aire escapo de sus pulmones, cuando un cuerpo frio lo abrazo.



-Te estuve esperando Taiga-



Kagami sabia en su corazón que recordaba esa voz, la cadencia de sus susurros, el calor-frio- que provenía de ese cuerpo que lo apresaba. Su valiente soldado, la otra mitad de su alama.









Cuando Kuroko acudió a la dirección que Kagami había dejado, se encontró su camioneta a un lado de un camino que no llegaba a nada.

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