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18.- En la niebla se ocultan los seres malditos

❀*ೃ༄Fandom: Jujutsu Kaisen

❀*ೃ༄Ship: SukuIta

❀*ೃ༄Advertencias: Yaoi, Intento de terror, Gore, Muerte de un personaje

❀*ೃ༄ El frio manto los persigue y en el, el cumulo de todos los miedos que ha podido conocer ❀*ೃ༄






—¿Yuuji? ¿Ya es mi turno? —



El sonido que hace la puerta cuando está abierta ha sido lo que ha despertado a Sukuna, talla sus ojos y se sienta de mejor manera, viendo como el asiento del conductor esta vacío, se sobresalta, para rezongar segundos mas tarde al ver a su hermano frente al motor del carro.

En cuanto sale se da cuenta de cuál es la razón por la cual se han detenido, pues conoce sus miedos como las palmas de sus manos. Ambos con algo de sorpresa y curiosidad por igual, veían atentos como una densa niebla cubría todo el camino hacia su vecindario, impidiendo la visión más allá de unos metros.

Yuuji le teme a la niebla, a cualquier forma de humo blanco que pueda encerrarlo y dejarle sin visión, aún más que la oscuridad. Podía verle temblar desde donde se encontraba, sabiendo que llegar a su hogar seria un suplicio de ansiedad y ataques de pánico.



—Podemos volver y quedarnos en un hotel, ellos no se molestarán siempre y cuando les digas que llegaremos tarde—



—No pienso llegar tarde a la boda de Goyo-sensei, soy su padrino Suku-nni—



Oh, ahí está; pensó Sukuna, ese mote infantil que solo usaba cuando estaba aterrado, pero no quería demostrarlo. Sukuna se le acerco y lo abrazo por la espalda, poniendo su barbilla en uno de lo9s hombros, besando con calidez nada propia la parte del cuello a la que tenía acceso.





—Me deberás una mocoso, yo manejare—



Yuuji se subió al lado del copiloto, cubriéndose con una manta que Sukuna le sacara de la cajuela. El mayor sabia la forma en la cual mantenerlo tranquilo, a pesar de la niebla a su alrededor, el estar dentro del coche seria gran diferencia que el estar a la completa intemperie.

Les tomaría alrededor de media hora llegar a la finca donde se realizaría el festejo por las nupcias del tipo al que mas ociaba, pero al menos ya no se interesa en su hermano, Yuuji le pertenecía.

Con eso en mente dio marcha al coche, hablando tontería tras tontería para tener a Yuuji pensando en lo que fuera, menos en la niebla.

Iban riendo cuando un tope especialmente alto los hizo saltar en sus asientos, haciendo que por poco Sukuna perdiera el control del auto en movimiento.



—¡¿Que fue eso?! ¡Suku-nni, atropellaste algo! — grito Yuuji algo consternado



—No lo hice, debió haber sido un bache o un tope, o en el peor de los casos un mapache, cálmate—



Aun así Sukuna se detuvo, asegurándose de quedar a un lado del camino y no justamente en medio donde pudiera irles peor. Sukuna tomo de la guantera una pequeña arma que llevaba a todos lados, por eso de la seguridad en el camino cuando viajaban, le quito el seguro y tomo la lámpara que estaba a un lado, saliendo a la espesa niebla.



—¿Qué harás? — le pregunto Yuuji consternado



—Si es un mapache, sacarlo de su miseria—



—¿Y si es una persona? —



—Te lo dije, sacarle de su miseria— dijo antes de cerrar la puerta riendo por la expresión de su querido hermano, pero igualmente la volvió a abrir pasado un segundo —No salgas del coche—



Yuuji no se espantaría si viera sangre y aunque era considerado un sanguinario, no pensaba ir a la cárcel.

A los pocos minutos Sukuna emergió de entre la niebla, temblaba un poco pero lo enmascaro lo más rápido que pudo.





—Un mapache — le dijo —No fue necesaria mi intervención, le aplane directamente la cabeza—





Sukuna comenzó a encender el auto, pero era más difícil de lo que había esperado. Cuando por fin lo logro pensó en maldecir a media humanidad, porque Yuuji ya estaba hiperventilando. Lo mantuvo a flote en la realidad con propuestas lascivas que sabia lo harían enojar, así que pronto estaba mas estable. Entonces al momento de ingresar; por fin, a la terracería que los llevaría a la finca comenzaron los problemas.



—No pueden ser todos mapaches Suku-nni — le dijo hipando su hermano



—¡Lo sé, ya no llores! —



Sukuna no había querido gritarle, pero la situación estaba poniendo de nervios, a vuelta de rueda Sukuna chocaba contra algo, los faros de su coche no le mostraban nada mas que blancura humeante y oscuridad, hasta que tuvo que detenerse abruptamente.





Había dos cosas. Una buena y una mala pudieron ambos notar.



La buena era que podían ver con precisión la puerta de madera de la gran mansión y eso era debido a que había varias hogueras con grandes muebles incendiándose, fungían como antorchas; o eso supusieron. Yuuji ya había estado intentando comunicarse con los dueños de la casa; que eran Goyo y Nanami, así como al resto de sus amigos, descubriendo con incomodidad que las líneas estaban muertas.



Lo segundo era que se encontraba "algo" que los separaba de la seguridad de la gran casa.



No era un perro, de eso estaban seguros, si no una criatura deforme de pelo negro, con cola larga y erizada, su rostro era más bien parecido al de un humano deforme, lo que pensaron le pasaría a alguien que fuera lanzado contra la acera con saña varias veces, estaba erguido en sus dos patas traseras y a las delanteras se les notaba como muñecas que caían al frente como deshuesadas, esas manos y pies parecían tener grandes uñas, tenía en su boca una pierna la cual suponían habían arrancado de una persona. La cosa hizo un ruido como de un gorgoteo, que se volvió un gruñido aterrador que les erizo la piel, mientras observaban vieron pasar a más de uno de esos entes, con pedazos de cuerpos en sus bocas, pero curiosamente no se escuchaban gritos de dolor o de ayuda.



Sukuna abrió un poco la ventana, sacando el arma al exterior y disparando contra los mas cercanos mientras avanzaba. Ninguno de los dos sabia si lo que las llantas destruían eran esas cosas o restos de humanos.

Estaban a pocos metros de la entrada cuando el auto se paró, siendo infructuosos sus intentos por volver a arrancarle.



—Deberemos correr— anuncio el mayor



—No puedo, no puedo, no me hagas hacerlo— gimió Yuuji mientras lloriqueaba, a punto de entrar en una crisis por el miedo



—¡Lo harás! Escúchame bien mocoso, te voy a sacar de aquí, ¡Joder que lo hare! —



Salen ambos por la misma puerta y corren en dirección a la puerta de la mansión. Les duelen los pulmones por el frio acuoso de la niebla, guiándose por la luz de los muebles apilados que se queman frente a ella.

Entonces a pocos metros notan que hay una sombra enfrente a ellos. Parece una silueta humana.



—¡Por aquí! ¡Ayuda! —grito esperanzado Yuuji— ¡Ayuda! —



Es gracias a Sukuna que esquivan un centenar de huesos que caen desde algún lugar del cielo, los ojos de ambos se abren de terror al ver que la silueta va aumentando de tamaño hasta ser gigantesca. Vislumbrando su torso, sus brazos y su cabeza alargada a la que le cubre una mitad de mascara de madera.

La cosa en la niebla que les ha cazado. Yuuji grita, pero ya es muy tarde, ambos ven como la casa desaparece con el movimiento de uno de los brazos de esa cosa, quedando escombros por todos lados. 

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