-Una paradoja del latin paradoxus, y del griego... Eso no lo entendí; no me juzguen, es una idea extraña opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general. En otras palabras, es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común-

Un silencio lleno la habitación, nadie decía nada, todos se veían unos con otros.

-Sabes que Kuroko, prefiero reprobar. Es más, iré a presentar mi renuncia al...-

-¡No!-

Todos los que se encontraban reunidos en el departamento de Kagami estaban asustados, es decir; ninguno entendía tampoco el texto que el número 12 había leído en voz alta.

Y mucho menos Kagami iba a hacerlo.

-¿De verdad quieres perder contra Aomine-kun, Kagami-kun?-

Y si el tigre de Seirin no apelaba a sus estudios, seguro lo hacía a la rivalidad con el moreno. Y bueno... Funcionó.

Kuroko vio como este se estremeció y grito con fuerza para que todos le escucharán... Y seguro la vecina también con lo fuerte que había sido eso.

-¡De ninguna manera Ahomine va a ganarme! ¡Antes muerto!-

Sin embargo, la ceja de la sombra de Seirin se alzó intrigada, solo porque Kagami había puesto un nuevo empeño en el estudio y el rostro obviamente rojo y nervioso de su amigo.

Y así pasaron el resto de la tarde, entre gritos, regalos y burlas para el pelirrojo.

Lo que nadie del equipo sabía, era que; siendo pareja el as de Seirin y Aomine Daiki, tenían una apuesta.

Si Aomine perdía contra su equipo este le haría un baile sexy y si Kagami perdía, se vestiría de conejita.

¡Kagami no pretendía perder!

Pero bueno, eso ninguno de sus compañeros lo sabía.

Y mucho menos, debía de saberlo.