OS de Hikari

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— ¿Cómo pude ser tan egoísta? Me dejé llevar por la oscuridad que hay en mi corazón y Yugi tuvo que pagar —había tratado a sus monstruos como criaturas inservibles en vez de compañeros, los recuerdos del último duelo aun atormentando su mente y clavando dagas en su pecho, por su culpa el alma de Yugi había sido robada, todo porque no había podido controlar la oscuridad de su corazón... se sentía vacío, solo, la culpa no paraba de atormentarlo, estaba furioso consigo mismo por ser un idiota.

"¡Yugi no! ¿Qué estás haciendo?"

"Solo se necesita uno, así que dejaré que el sello se lleve mi alma"

"¡¡No, Yugi!!"

Yugi se había sacrificado por él, y lo había hecho con una sonrisa, aun si él no la merecía, por su estupidez. Él debería ser a quien sellaran su alma, no su dulce luz.
Yami golpeó la pared del vagón del tren —lo he perdido para siempre —exclamó mientras se derrumbaba, su voz se había escuchado rota, al igual que lo estaba él. Hace tiempo que había aceptado que los sentimientos que tenía por su luz iban más allá de la amistad. Yugi era un chico dulce, alegre y bondadoso que siempre se preocupaba de los demás, habían pasado tanto juntos, se habían apoyado mutuamente, logrando vencer miles de problemas juntos. Yugi era la luz que calmaba su oscuridad, no podía vivir sin él, sin ver cada día esos hermosos ojos amatistas o sin ver su dulce rostro ni escuchar su hermosa risa otra vez.

Él amaba escuchar reír a su luz. La risa de Yugi era el sonido más hermoso que había escuchado en toda su vida, era como el sonido de campanillas, dulce y armonioso, Yugi siempre se encontraba sonriendo y riendo y él quería siempre proteger esa sonrisa, pero ahora, por su necedad Yugi ya no estaba, si tan solo hubiera escuchado y no hubiera usado esa maldita carta Yugi estaría con él en ese momento.

Cada recuerdo que tenía al lado del oji-amatista golpeaba su pecho como estacas, una detrás de otro: la primera vez que hablaron, cuando confió en él durante su primer duelo contra Bakura, su duelo contra Pegasus, cuando Yugi le preguntó su nombre después del Reino de los Duelistas, cuando Yugi le prometió que si no podía recuperar sus recuerdos crearían nuevos juntos... habían tenido tantas aventuras juntos, no podía acabar así, no de esta forma, se merecía el golpe que Joey le había dado, era patético sin Yugi a su lado, nunca se perdonaría el haber cometido un error tan imperdonable, aun si sus amigos trataban de distraerlo no podía dejar de sentirse vacío. Sentía que había traicionado la confianza de Yugi.

Iba a recuperarlo, dejaría de llorar e iría a salvar a Yugi, se negaba a perderlo para siempre. Se levantó del piso con una feroz determinación en sus ojos mientras secaba las lágrimas de su rostro, estarían juntos de nuevo y le pediría mil veces perdón por haber sido un estúpido, detendría al maldito de Dartz y traería devuelta a su amado Yugi, volvería a escuchar esa bella risa y no permitiría nunca más que nadie se la quitara, no importa que deba de hacer, salvaría a Yugi y volverían a reír juntos otra vez.