Constelaciones
Pov's Luis.
Una de las partes favoritas para estar de su casa, específicamente por la noche, era su tejado.
Tenía un diseño peculiar pero, que dios bendiga al o la arquitecto/a responsable, era perfecto para acomodarse y mirar las estrellas.
Eso precisamente estaba haciendo esta noche.
Sus padres habían salido a cenar con unos amigos, y habían mensajeado para avisar que llegarían bastante tarde.
Así que, armado con mantas, gaseosas, galletas y otros bocadillos, Luis había preparado el tejado de su casa para una noche de observar estrellas y escuchar música.
No para él solo, en realidad.
La estela fugaz de, presumiblemente, un meteorito -pues era temporada de las oriónidas- lo sacó de sus pensamientos, en los que había estado perdido al menos unos minutos.
Giró la cabeza para avisar al chico que estaba sentado a su lado, solo para descubrir que este dormitaba tranquilamente en su hombro.
Se reprochó a sí mismo el haber estado lo suficientemente despistado para no darse cuenta de este hecho mientras, la mano del brazo contrario al que se apoyaba el pelirrojo durmiente, se aseguraba de que la manta sobre él lo cubriera adecuadamente.
Y suspiró.
Sus ojos anaranjados se pasearon por lo que podía ver del rostro de Kenta desde esa posición. Afortunadamente, su cabello rojo estaba medio asegurado por un par de broches en forma de estrellas a cada lado de sus sienes.
Los párpados obviamente cerrados, revoloteaban muy ligeramente, con el movimiento de sus ojos verde-menta que no podía ver, pero de los que conocía perfectamente el tono.
Las mejillas estaban ligeramente rosadas, seguramente por la brisa fría que corría esa noche de Octubre.
Entonces hizo una pausa. Frunció el ceño y encendió la pantalla de su celular para confirmar que sus ojos no estaban jugando con él.
Y no.
No era ninguna falla en su visión.
Kenta tenía pecas.
Su boca se abrió por inercia. Si bien era cierto que no era exactamente habitual para él entrar tan cerca en el espacio personal de Kenta, debió haberlo notado antes ¿Verdad?
Quizás simplemente lo había pasado por alto, es decir, eran muy claras, apenas perceptibles; solo las había notado ahora porque Kenta estaba muy quieto y él había estado mirando su rostro con detenimiento.
...
¿Por qué lo había estado mirando?
Oh, sí... El chico se había quedado dormido en su hombro poco después de cambiar de posición, luego de que Kenta le hubiera dejado usar su regazo de almohada un tiempo.
Sabía que los pelirrojos de piel clara tenían tendencia a tener pecas ¿Quizás eran del tipo que solo se notaban cuando estaban mucho bajo el sol?
Kenta le había dicho que había estado todo el día de un lado al otro de la ciudad, haciendo cosas, y hoy había hecho bastante sol para un templado día de otoño.
Sí, debía ser eso.
Luis continuó mirando, encontrándose incapaz de apartar la mirada de su descubrimiento. Eran un poco lindas, si tenía que ser sincero, un color rosáceo apenas más oscuro que la piel pálida del oji-menta, como...
Cómo polvo de estrellas salpicando un lienzo.
Sí. Luis decidió. Las pecas de Kenta eran como un cielo estrellado, al alcance de su mano.
Mano que, de repente notó, flotaba justo sobre el rostro del chico dormido. Se reprendió mentalmente y obligó a su mano a bajar. No quería despertarlo, no todavía.
Kenta podría dormir un poco más, mientras él buscaba constelaciones y figuras en el bello cielo estrellado que acababa de descubrir.
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