Beso
OS en colaboración Rose.
Realmente espero que lo disfruten y comenten, fue un arduo y divertido trabajo elegir los tipos de besos xD
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Beso enojado.
Bakura gruñó, sonando más como un animal salvaje que como un ser humano. Los dientes enseñados cómo si la fuente de su terrible mal humor estuviera frente a él y estuviera listo para saltar a la yugular.
Pero no.
Quien estaba frente a él era su luz. Su adorable y tierno conejo blanco que simplemente estaba callado y lo más relajado que podía, dejándolo desahogar su furia ciega mientras el menor se recostaba contra la pared, encerrado entre los brazos tensos de su par, que estaban apoyados a lado y lado de sus hombros, arrinconándolo.
Pero Ryou no tenía miedo, incluso si no podía mirar a los ojos a su yami en ese momento, simplemente estaba ahí, con la piel erizada y el corazón latiendo salvajemente mientras el crujir de la magia sombría electrificaba el aire a su alrededor.
Parecía como si las sombras en cada esquina cercana fueran a cobrar vida de un momento a otro y a devorar ese rincón alejado y solitario de la escuela.
—Voy a matarla.
Ryou se mordió los labios antes de suspirar —por favor, no —no necesitaba mirar al más alto para saber la mirada gélida y desdeñosa que le estaba dando —solo... no quiero tener que volver a cambiar de escuela —se adelantó al "¿Por qué estás protegiendo a esa?" Que sabía que vendría —déjalo pasar ¿Por favor? Solo me tomó desprevenido... prometo que seré más cuidadoso alrededor de las chicas.
—Lo haré mejor esta vez. No podrán vincularte con eso —contradijo.
—Pero los rumores lo harán. Siempre ha sido así, por favor Kura, no quiero eso aquí —finalmente se decidió a levantar la mirada y enfrentar los furiosos ojos del mayor —déjalo estar. Tendré más cuidado con Nosaka-san.
Bakura gruñó de nuevo, empujando hacia adelante para presionar el cuerpo de Ryou entre el suyo y la pared —Ella. No puede. Tenerte —enfatizó cada palabra, iracundo, mientras miraba fijamente la boca de su luz, asqueado de solo recordar — ¡Eres mío!
Ryou no sabía dónde poner las manos. Quería aferrarse a Bakura, pero no sabía si sería bien recibido, así que solo se abrazó a sí mismo —Lo soy. No quiero nada con ella, no quiero nada de ella ¡Lo sabes! —alzó lentamente la voz, con seguridad.
Se quedaron intercambiando miradas unos segundos. Ryou intentando que su par entendiera cuánta sinceridad había en sus palabras mientras que Bakura, si bien no dudaba de eso, no podía dejar de recordar cómo esa resbalosa idiota se había aprovechado de que Ryou estaba tratando de escaparse de un pequeño grupo de chicas de su fastidioso club de fans para robarle un beso.
Un. Maldito. Beso.
Gracias a todos los dioses Ryou había movido la cabeza y los labios de la idiota solo tocaron la mitad de su boca, y de inmediato se apartó, cubriéndose los labios y regañando a la chica antes de salir corriendo.
Bakura había alcanzado a escuchar como la imbécil celebraba su logro mientras las otras chillaban de envidia.
Gruñó una vez más. Su mano izquierda se aferró al hombro de Ryou como las zarpas de un depredador, haciendo que este respingara por el repentino movimiento, mientras que la otra bajó a su cintura, los dedos se clavaron firmemente en el lugar.
En el último segundo decidió empujarse en lugar de tirar de él y estampó sus labios con pasión desmedida, alimentada por la furia.
Ryou hizo un sonido ahogado que no se podría diferenciar de un gemido, un quejido, un chillido ni un reclamo. Lo que sea que fuere, Bakura no le tomó importancia mientras lo besaba duro y hambriento, obligándose a borrar cualquier mínimo rastro que esa idiota hubiera dejado en su hermosa y amada luz.
Y, realmente, no debió ser nada importante, porque Ryou se aferró a su cuello y correspondió al beso como si su vida dependiera de ello. Movió sus labios ávidamente contra los de Bakura, buscando perderse en la familiar sensación de calor, posesión, deseo y amor.
—Eres mío —repitió, importándole un pepino sonar sin aliento.
Ryou asintió, igual de agitado —y tú eres mío —ronroneó de vuelta.
—Pero si esa niñata intenta otro truco como ese, la mato, juro por los dioses que lo hago.
Ryou simplemente negó con la cabeza y lo besó.
Beso después del sexo.
Malik tarareó suavemente, aun jadeando para recuperar el aliento, mientras los dedos de Marik trazaban patrones perezosos en su cintura y espalda. Su piel se sentía sensible aún y el recorrido le provocaba un cosquilleo constante que no era nada sino placentero y agradable.
Malik amaba como su yami lo mimaba después de una apasionada ronda de sexo.
La boca cálida del mayor encontró un punto en su nuca para besar y mordisquear, arrancándole un suspiro a su luz, mientras sus dedos subían ahora por el hombro.
—Malik —lo llamó en un susurro. El menor giró la cabeza para ver a su yami detrás de él —mi hermoso y brillante sol —tarareó casi contra su cuello, erizándole la piel.
El oji-lavanda se sonrojó, como siempre lo hacía cuando a Marik se le daba por tratarlo como si fuera nada menos que una deidad. Giró el torso todo lo que pudo, tratando de no mover las caderas, para encontrar el rostro de su pareja y besarlo suavemente.
El beso fue suave. Completamente opuesto a los besos desesperados y hambrientos que usualmente daban paso a la intimidad. Los labios flotaron sobre la boca del otro por un momento antes de hacer contacto. La mano de Marik ahora trazaba círculos desiguales sobre el vientre plano del menor mientras mordisqueaba lentamente el labio inferior de su luz, sonriendo cuando obtuvo un gemido bajo como recompensa.
— ¿Aún no estás satisfecho? —preguntó con travesura el menor —goloso —acusó, resoplando una risa.
Marik tomó entre sus dientes el lóbulo de la oreja a su alcance y jugueteó con su lengua — ¿De ti? Nunca podría tener suficiente —Marik deslizó su mano exploradora más allá de la sábana que les cubría las caderas, y acarició los muslos de su luz — ¿Qué dices de una tercera ronda?
Malik soltó una risilla, quedándose sin aliento cuando sintió algo palpitar dentro de él. Soltó un gemido largo y bajo antes de mecer ligeramente las caderas, ganándose un gruñido ahogado en su cuello — ¿Cómo puedo negarme a eso? —ronroneó cuando la mano ajena lo obligó a separar los muslos, levantando una de sus piernas, y la boca en su cuello empezó a repartir besos hambrientos —pero... te toca a ti ir por un bocadillo después, porque tengo hambre y no creo que pueda salir de la cama luego de esto.
—Lo que pida mi hermoso hikari —concedió con voz ronca, mientras empezaba un vaivén lento contra las caderas de Malik, amando cada suspiro y gemido que arrancó de su garganta.
Beso 'pensé que te había perdido'.
Yugi apenas pudo controlar sus lágrimas escasos segundos, y eso, debido a la calidez de Yami ayudándolo a levantarse; el contacto dulce y confortante extendió en su pecho un destello de calor que le fue arrancado bruscamente y sin misericordia cuando el mayor lo soltó.
"Por favor, no te alejes" solo podía gritar y rogar en su mente, sabiendo que él ya no podía oírlo. El vacío en su alma, desprovista de ese hermoso e incomparable vínculo al que se había aferrado por tanto tiempo, era absolutamente desgarrador.
¿Yami podría ver en sus ojos todo el dolor que estaba sintiendo? ¿Era por eso que solo lo había mirado unos instantes?
"Déjame ver tus ojos una última vez. Dime, al menos, que te duele tanto como a mí. Déjame saber que sientes lo mismo y no me dejes vivir con esta incertidumbre." Se obligó a sollozar en silencio, a borrar las lágrimas de su rostro... a despedirse.
Se obligó a ignorar como su corazón se rompía lentamente en trozos que le desgarraban el pecho, y la mitad de ellos se iban junto con él.
Lo vio detenerse, de espaldas, pero podía notar la duda en él. Ni siquiera sabía si era espontánea o uno de sus amigos había dicho algo en especial, no estaba escuchando.
Yo te juro que no
para mí no me importa
Yo te quiero a morir
sobre todas las cosas.
Yugi no sabía si deseaba más que Yami pudiera escucharlo o no en ese mismo momento. Quería decirle cuánto lo amaba ¿Sería egoísta hacerlo en ese momento? ¿Sería cruel? ¿Yami le daría una respuesta? ¿O simplemente caminaría hacia las puertas con mayor razón, y haría como si no lo hubiera escuchado?
"Yami" intentó llamarlo, decirle, incluso si tenía que gritarlo frente a toda la gente que estaba ahí. No le importaría, si el abuelo se sorprendía, si Kaiba se burlaba, si Anzu...
No le importaba nada más, solo quería sacarse eso del pecho... pero no pudo más que mover los labios porque se había quedado sin aliento.
El dolor bajo y constante en su pecho, como un arañazo que arde levemente hasta que sana, de pronto estalló. Fue como si su corazón, real y físicamente, se rompiera y le desgarrara desde dentro.
Volvió a caer de rodillas, esta vez llevándose una mano al pecho, presionando en un esfuerzo inútil de contener el dolor.
Ni Jou, ni Honda ni Anzu se dieron cuenta, porque estaban mirando hacia Yami y las puertas por donde desaparecería. Ryou y Malik, en cambio, se lanzaron hacia adelante para auxiliar al hikari tricolor. Fue como si pudieran detectar el estallido de angustia y dolor en el menor.
— ¿Qué pasa, Yugi? ¿Puedes decirnos? —Yami giró la cabeza bruscamente, cuando escuchó la voz preocupada de Ryou hablarle a su luz, justo para verlo negar desesperadamente con la cabeza; su boca estaba abierta como si le resultara difícil respirar.
— ¿Aibou? —sus ojos se abrieron al máximo cuando vio a su compañero en medio de tal dolor. Su primera reacción, además de abalanzarse en su dirección, fue indagar por medio de su vínculo para saber qué le estaba sucediendo... y el frío silencio lo saludó, recordándole que no había más ese nexo directo entre sus almas.
Se sintió vacío. Y, de repente, él también estaba adolorido.
— ¿Yugi? ¿Qué sucede, compañero? —se arrodilló directamente frente a él y lo atajó por los hombros cuando Malik y Ryou se retiraron escasos centímetros para permitirle a Yami atenderlo.
—Duele —logró exhalar en un lamento, hallando su voz cuando las manos de Yami hicieron contacto con sus brazos y el dolor se replegó un poco para dejar paso, de nuevo, a esa calidez en su pecho —Yami... me duele —logró decir, luchando por enfocar sus ojos en el mayor.
Rápidamente llevó una mano hacia el pecho del menor, sintiendo digas clavarse en el suyo propio apenas encontró la mirada llorosa y de absoluta miseria en los ojos morados. Yami murmuró algo en egipcio antiguo que hizo que Malik se mordiera los labios, mientras movía a su luz más cerca de sí, en un intento de consolarlo.
De hecho, funcionó, el dolor de Yugi disminuyó más rápido cuánto más contacto tenía con su par. Se limpió los ojos con el dorso de la mano mientras respiraba profundamente, intentando calmar su dolorido corazón acelerado —eso... eso fue horrible —sollozó en voz baja.
— ¿Qué fue eso, aibou? —pidió Yami, sin ninguna intención de soltarlo. Los demás estaban ahora a su alrededor, no lo suficiente como para que Yami perdiera los papeles y les gritara que le dejarán espacio para respirar al menor, así que nadie los escuchó susurrarse mutuamente.
—N-no lo sé. Parecía como si algo intentara atravesarme el pecho de repente. Dolía mucho, mou hitori no boku —su sollozo fue un golpe directo al corazón de Yami. Pensó que, si se iba, nada más lastimaría a su luz; si él se marchaba, Yugi podría hacer su propia vida de ahora en más, su luz no tendría que preocuparse por él ¿Qué le había causado ese dolor a su hikari? No había manera de que se fuera y lo dejara si aún había algo que pudiera lastimarlo de ese modo. Su propósito más importante era protegerlo.
Lo ayudó a levantarse nuevamente, pero cuando lo soltó despacio y, tanto el abuelo como Jou le colocaron una mano en cada hombro para preguntarle cómo estaba, Yugi ahogó una exclamación de dolor en un suspiro sin aliento; Yami podía decir que era el mismo dolor intenso de antes por la forma apretada en que Yugi cerró los ojos y se tambaleó hacia adelante, así que lo dejó apoyarse en su pecho, y pudo oír su suspiro de alivio.
¿Su contacto era lo que aliviaba el dolor?
—Al menos tú no puedes sentirlo —murmuró Yugi, viendo una sola cosa positiva en su vínculo cortado. Su dolor de origen indefinido no afectaría innecesariamente a Yami.
El mayor movió la cabeza —me duele, pero diría que no tanto como a ti. Pensé que era porque odio verte sufrir —Yugi se sonrojó ligeramente —pero podría ser otra cosa.
El menor suspiró contra el hombro de Yami, feliz y cómodo de tenerlo cerca, pero... —te estoy retrasando... no te preocupes por mí, tú tienes que... —no fue capaz de terminar esa oración, así que simplemente miró hacia las puertas brillantes.
—No puedo dejarte así, no puedo... —imploró, más que afirmar.
—Y yo no puedo atarte aquí —sollozó el otro en respuesta, sin embargo, Yami notó, se aferró a su espalda con ambas manos. El mayor estaba confundido. Su aibou decía una cosa, pero sus acciones reflejaban otra. Yami odiaba a cada segundo más no tener su vínculo —solo quiero que seas feliz, saiai* —murmuró, y dos segundos después, se congeló, dándose cuenta de la última palabra que se le escapó.
—Es todo lo que quiero para... ti —Yami se demoró un poco más en procesar el aparente desliz de su compañero. Cuando esto se asentó y buscó su mirada, Yugi se había cubierto la boca con una mano y estaba negando inconscientemente con la cabeza, sus ojos desorbitados — ¿Aibou?
—Yo no... no quise... yo sólo... —empezó a balbucear, sin poder hilar una oración completa.
Yami lo tomó de las mejillas para persuadirlo a encontrar nuevamente sus ojos —mírame ¿es eso cierto, aibou? —Yugi no tuvo necesidad de hacer un movimiento ni decir una palabra, sus ojos le dieron a Yami la respuesta, y el dolor de su pecho desapareció casi por completo —habibi*... yo también te amo —inclinó la cabeza y juntó sus frentes.
Una parte de la mente de Yugi registró vagamente que era muy raro que todos los demás estuvieran en silencio, sin siquiera preguntarles qué tanto se susurraban entre sí, pero lo archivó en el fondo, y se deleitó en la cercanía de su ser amado.
Movió su rostro, rozando sus narices como un gesto afectuoso antes de inclinarse hacia arriba, buscando los labios del mayor. Un beso... ¿Cuántas veces había soñado y deseado un beso de Yami?
Incontables.
Pero no pudo obtenerlo. Arrullos y chillidos los sacaron de su pequeña burbuja y los hicieron prestar atención a su entorno. Todos a su alrededor, con excepción de Ryou y Malik parecían congelados en su lugar; los otros dos hikaris miraban con asombro hacia las puertas, de dónde aparecieron los cinco hermanos Kuriboh, flotando y gorgojeando felices; no obstante, lo más impactante fue ver una versión mucho más pequeña de Sliffer deslizándose por el aire, desde las puertas, hacia ellos.
El dragón rojo se envolvió a su alrededor, al igual que los Kuribohs, juntando a los tricolores aún más.
El rompecabezas del milenio flotó desde la piedra milenaria hasta ellos, y se detuvo en las manos de Yami.
Los ojos color vino se ensancharon cuando todo se juntó en su cabeza — ¿Se me... permite quedarme? —miró hacia la cabeza del dragón, mientras Yugi literalmente saltaba en su lugar ante la perspectiva. Sliffer se movió en lo que pareció un asentimiento — ¡Gracias! —Yami inclinó la cabeza frente a la deidad y esta se movió hacia su luz, frotó cuidadosamente un lateral de su cabeza en el pecho de Yugi, haciendo que este se diera cuenta que el dolor desaparecía por completo. Suspiró de alivio.
Una vez concluido eso, las seis criaturas regresaron a través de las puertas.
Ryou y Malik les dieron sonrisas de felicitaciones cuando la pareja los miró, necesitando una confirmación de que eso acababa de suceder. Los demás parecían a punto de volver a la normalidad.
Ese hecho no podría haber sido más trivial para la pareja de tricolores. Yami se aferró a su luz como si su vida dependiera de ello y acercó sus rostros para, finalmente, besarlo.
Yugi gimió en el beso, ignorando los sonidos asombrados de fondo a medida que todos reaccionaban. Sus manos se aferraron a la chaqueta de Yami, como si pensara que en cualquier segundo los dioses decidirían retractarse de su decisión.
El beso los dejó a ambos sin aliento. Yugi se quedó aferrado a su amor mientras que una mano reconfortante subía y bajaba por su espalda, la otra limpió una lágrima traviesa que se escapó de su ojo izquierdo. No de tristeza, no de dolor, sino de la más pura felicidad, y alivio.
"Pensé que te perdía" sollozó el oji-amatista en su mente, sin querer arruinar el momento. Yami sonrió cuando pudo oír el pensamiento ajeno en su mente. Le dio la bienvenida de vuelta a su vínculo con extrema alegría, pero se lo guardó para un momento posterior.
Tomaron un respiro, y volvieron a besarse.
*Saiai: amado/a.
*Habibi: amado.
Besos en lo oscuro.
Hikari se removió, teniendo un puchero en sus labios cuando los dedos en su cintura se deslizaron de nuevo, desconcentrándola.
Se inclinó en dirección contraria al agarre del chico a su lado, para tomar un sorbo de su Coca Cola. Los colores fríos, azulados y grises que provenían de la enorme pantalla frente a ellos ayudaban de alguna manera a que la sala de cine se sintiera más fría de lo que ya era, así que rápidamente volvió a acurrucarse en el chico a su lado.
Dos minutos más tarde, cuando la melodía estaba empezando, y ella se estaba esforzando por solo seguirla en voz baja, una respiración cálida en su cuello, y el trazo delicado de una nariz justo en esa zona le hizo erizar de pies a cabeza y desafinar ligeramente.
Valorado, sin razón.
Excesivo
Sin valor.
Si él pudiera conocerte mejor.
Hubo una suave risa cuando su acompañante se percató de su desliz —y el anillo no lo lleva dónde debería estar. Ni siquiera toca piano. Mucho menos cantar. No se puede comparar~
¿Y qué? Aún respira
¿Y qué?
No importante
Excesivo
Sin valor.
Si sólo viera lo especial que puedes ser
Si él pudiera conocerte mejor
Hikari suspiró mientras dejaba que la canción siguiera, sintiendo la mano en su cintura acercarla más, y los labios deslizándose por su cuello. Hizo un puchero, allí estaba ella, tratando de disfrutar su película favorita de Tim Burton que estaban dando en cines como parte de un conjunto de películas clásicas para la temporada de Halloween, y ahí también estaba su novio, distrayéndola completa y absolutamente a propósito.
Resopló —Atem, por favor, trato de ver la película.
—Yo no te estoy estorbando, Tenshi —susurró de vuelta el tricolor y, maldita sea, podía sentir su sonrisa justo contra su piel.
Condenado cabeza de puerco espín.
—Me distraes a propósito.
—Lo siento, linda —otro beso en su cuello —no puedo evitarlo, cuando te ves tan tierna cantando así.
Las mejillas de Hikari se calentaron con esa afirmación que fluyó tan fácilmente de la boca del oji-vino. Se volvió hacia él para responder algo -que aún no había pensado bien- solo para toparse con la cálida boca de Atem sobre la suya.
Reprimió un chillido por lo inesperado del beso, pero no pudo apartarse, ni siquiera evitar corresponderle ante la forma lenta y seductora en que los labios suaves y tibios de su novio rozaron los suyos. La mano en su cintura la acarició suavemente, ascendiendo hasta enredarse entre su corto cabello bicolor y, de no ser porque sostenía el bote de palomitas dulces, ella hubiera replicado esa acción con el cabello tricolor.
Hikari ahogó un quejido cuando Atem simplemente le sonrió, después de desbocarle el corazón con ese beso, y volvió la cabeza hacia su cuello.
¡¿Cómo se supone que se concentrara en la película así?!
Beso matutino.
Rose miró, con apenas un ojo entreabierto, el reloj digital junto a su mesa de noche. Los números tardaron en aclararse para su visión borrosa, pero notó que recién iban siendo las tres de la mañana, cuando sintió a su pareja meterse -lo más cuidadoso que pudo- en la cama.
Adormilada cómo estaba, sintió al castaño estirarse levemente y lanzar un suspiro satisfecho en cuanto se encontró con ella en la enorme y mullida cama. En el silencio, había escuchado incluso el crujir de las vértebras de su cuello al moverlo para disipar la tensión.
La albina se quedó completamente quieta, en su perfecto acto de estar dormida, para que su pareja consiguiera su propio y muy necesario sueño lo más pronto posible.
Sonrió, en la oscuridad de la habitación, cuando un brazo fuerte se deslizó lánguidamente alrededor de su cintura y la respiración de Seto se hizo constante cerca de su nuca, erizándole la piel.
Ahogando un suspiro de satisfacción propio, cuando la respiración del CEO se volvió constante y tranquila, Rose se relajó para seguir a su amado al mundo de los sueños.
.
La albina se despertó con un quejido muy evidente, sabiendo, sin necesidad de mirar un reloj, que era demasiado temprano para levantarse. Especialmente para su muy desvelado novio.
—Cielo... —gimió en protesta, dándose vuelta en la cama para atraparlo justo antes de que el castaño se levantara del lecho.
—Vuelve a dormir si quieres, Rose —suspiró el contrario, intentando desenredarse de su agarre.
Cosa que resultó inútil. Rose se aferró a él sin ninguna intención de dejarlo ir, poniendo su peso en la espalda ajena —sí, en cuanto vuelvas tú aquí —tarareó, con obvia somnolencia en su voz. Era sorprendente como, aún medio dormida, podía sonar autoritaria; su voz decía tanto 'tengo sueño' como 'no aceptaré un no por respuesta'.
Seto se encontró con una imperiosa necesidad de besarla en ese mismo instante. Volvió la cabeza y alcanzó a colocar un beso en el desordenado pelo blanco —tengo que ir a la compañía.
Rose habría rodado los ojos si no los tuviera cerrados. Movió su cabeza hacia el cuello ajeno y lo acarició con la punta de su nariz —lo único que tienes que hacer hasta antes del almuerzo, es supervisar el pago de nómina, Seto. Lo sé. Y, hasta donde Noah y yo vimos ayer, no estará listo por lo menos hasta media mañana —argumentó —así que date un respiro, no te fuiste a la cama hasta muy tarde. Ven y duerme un poco más. Media hora, incluso una, no harán que la corporación se desmorone, cielo.
El mayor de los Kaiba suspiró, cerrando los ojos mientras los labios de Rose aterrizaban en su mandíbula, haciendo un camino hasta su mejilla mientras ella tiraba lentamente de él hacia atrás.
Finalmente, se rindió con un quejido somnoliento, y rodó con ella, de vuelta a la cama.
La albina sonrió victoriosa mientras enredaba sus piernas con las de Seto y presionaba besos rápidos y ligeros en su rostro, apenas rozando la boca ajena. Seto gruñó por lo bajo y le robó un beso casto antes de acomodar su cabeza hacia el cuello de Rose y abrazarla más cerca.
Se quedaron dormidos en, aproximadamente, cuatro minutos.
Beso Ven a la cama
— ¿Qué pasa, honey? —Dany se recostó contra el escritorio de la habitación mientras se trenzaba el pelo, viendo a su pareja sentado en la silla, con el teléfono en manos — ¿No sales hoy con Bakura y los chicos? —ladeó ligeramente la cabeza, entretejiendo los mechones de manera floja.
El moreno hizo una mueca —Nah, Malik y Marik dijeron que a Ishizu le dio por una salida familiar para cenar o algo así —explicó.
— ¿Y por qué no vas con tu hermano? Ya sabes, pasar un tiempo de calidad —ató la punta de la trenza con una liga morada.
Akefia exhaló una risa —apenas los otros cancelaron hizo planes con Ryou.
Dany frunció el ceño, confundida —Ryou me dijo que no iba a salir esta noche.
El peliplata le dio una sonrisa maliciosa —nunca dije que era fuera de casa.
La azabache parpadeó un momento antes de entender la insinuación de su pareja y soltó una risilla, sonrojada —prepararé el maquillaje por si necesita que le cubra el cuello mañana —decidió, a lo que el oji-lila se rió entre dientes —entonces, parece que eres mío esta noche —ronroneó ella, sorprendiendo a Akefia cuando se sentó deliberadamente sobre su regazo.
Las manos del peliplata se acomodaron automáticamente en las caderas de la chica — ¿Solo esta noche? No creo que eso sea correcto, Princess.
Dany resopló —oh, sabes a lo que me refiero —rodó los ojos — ¿Qué te gustaría hacer entonces? ¿Vemos algunas películas de miedo? ¿Tal vez algún videojuego? —ella se reclinó contra su pecho, mirándolo hacia arriba, las manos apoyadas cerca de las clavículas.
—Hmm —Akefia pareció pensarlo mientras sus manos ascendían lentamente, dentro del camisón sin mangas lila que su chica estaba usando — ¿Acurrucarnos para ver películas y abrazarte cada vez que te sobresaltes? O... —Dany fue a erguirse y replicar que ella no se asustaba con esas películas, pero la mano que ya había alcanzado su espalda la mantuvo presionada contra el cuerpo masculino — ¿Sentarte entre mis piernas y reposar la cabeza en tu hombro mientras jugamos? Me la pones difícil, koneko-chan —tarareó, divertido.
La azabache resopló, empujándose con más fuerza. Esta vez, Akefia la dejó erguirse —lo que sea, decide. Puedo ir por bocadillos a la cocina, me parece que aún queda algo del pastel red velvet con queso crema.
—Humm ¿Qué pasa si quiero que te quedes aquí para que pueda besarte? —le acarició la espalda con la yema de los dedos dibujando patrones aleatorios mientras su boca se paseaba desde su mejilla cálida hasta su cuello.
Dany suspiró, y se estremeció cuando él alcanzó su cuello —Akefia... —los labios del chico simplemente se deslizaron sobre la piel sensible, dejando que el aliento cálido flotara allí y la llenara de anticipación.
—El pastel suena bien, pero creo que se me antoja un postre diferente —comentó, despreocupadamente. Las manos de la azabache finalmente reaccionaron para subir al rebelde cabello platinado — ¿Vamos a la cama? —susurró con hilo de voz ronca, abandonado su cuello apenas lo necesario para presionar un beso debajo de su oreja.
La chica solo pudo asentir, con los ojos cerrados para concentrarse en las caricias que su amor le profería. Cuando reconoció la petición, hizo amago de salir del regazo del peliplata, pero este se lo impidió, sujetándola por los muslos y poniéndose en pie, lo que le arrancó un chillido y la hizo aferrarse a él.
Akefia caminó con ella hasta la cama, besándola cuando parecía que iba a reclamar o decir algo. Avanzó con cuidado y finalmente colocó su preciada carga en el centro de la cama; extrañó la forma en su cabello negro se extendería sobre las sábanas como una nube, pero llevó una mano a su rostro para acomodar los mechones de su flequillo, que seguía suelto.
Se dieron sonrisas amorosas cuando sus ojos se encontraron, mirándose unos instantes en silencio. Akefia deslizó su mano desde el pelo negro por el hombro y el brazo, hasta encontrar la mano de Dany; entrelazó sus dedos y las levantó cerca de sus rostros sin dejar de mirarla.
—Te amo —susurró suavemente, justo antes de besarle el dorso de la mano. Su sonrisa se hizo más amplia cuando el rostro de ella estalló en rubor.
Dany emitió un quejido, completamente sobrellevada por las repentinas e inesperadas acciones de su pareja. Por supuesto, ella amaba su sinceridad tosca, y sus acciones para demostrarle que la amaba en lugar de decirlo... tal vez por eso se aturdía tan fácilmente cuando su pareja decidía actuar así de... ¿Romántico? ¿Tierno?
—Yo también te amo, My King —y lo besó, antes de que este regresara a su cuello y lograra que su cerebro se apagara.
Beso navideño.
Luis había visto a Bakura y Akefia molestar con los adornos navideños -particularmente un muérdago- un rato antes de que su cabeza albergara esa idea.
Una hora atrás, Kenta y él habían estado paseando por un parque, ya que la noche pasada había sido la primera nevada del año. No había demasiada nieve en las calles aún, pero eso no impedía a los niños del vecindario salir y hacer ángeles o muñecos de nieve.
Estaban en eso cuando vieron a Bakura y Ryou compartiendo fotos de cajas abiertas, llenas de decoraciones. De algun modo habían terminado yendo a visitarlos y ayudar con las decoraciones navideñas.
Encontró otro muérdago entre las cajas abiertas y, con un ligero sonrojo en las mejillas, se dirigió hacia el pelirrojo que estaba comprobando una extensión de luces mientras tarareaba Santa Claus llegó a la ciudad. Le cubrió los ojos un instante mientras ponía el muérdago frente a él, cuando el oji-menta recuperó visibilidad, siguió el adorno con los ojos hacia arriba, dándose la vuelta para encontrar a su novio sosteniéndolo sobre y entre ellos con la mano izquierda.
Kenta puso los ojos en blanco, se mordió la lengua para no soltar el 'aun no es navidad' que había llegado inmediatamente a su cabeza, en cambio, tomó el poco agraciado suéter navideño del moreno -el cual, estaba seguro, infartaría tanto a su madre como a Rose si se lo viesen puesto- y tiró de él hacia abajo para juntar sus labios.
Luis, que no se esperaba una reacción tan... intensa. Soltó el muérdago en favor de sostener la cintura del pelirrojo con ambas manos.
Se separaron cuando faltó el aire. Solo entonces fueron conscientes de las risas y el ruido que estaban haciendo sus amigos, al otro lado del salón.
Ambos igualaron el tono de pelo de Kenta pero, aun así, compartieron una sonrisa.
Beso Reconfortante.
Un suspiro largo y pesado salió de los labios del detective de ojos azules mientras pasaba el portón de su casa. Nada más había bajado y visto irse el coche del detective Takagi había cambiado su expresión a una de fastidio total, había sido un largo día; sí, tal vez no un horrible día como a veces tenía, pero sí largo, después de todo ya era muy tarde cuando miró su reloj mientras viajaba en el coche del detective Takagi.
Había tenido como 4 casos, uno propio y 3 en los que le pidieron ayuda o asistencia, así que desde muy temprano salió de su casa, ni siquiera había tenido tiempo para comer más que barritas, galletas o café, y menos poder ir al atraco que tenía programado hoy KID (Eso fue lo que más le frustró), lo bueno de todo es que habían atrapado a las personas correspondientes, además de que los demás en la estación se habían ofrecido a hacer los informes por él, en agradecimiento por su ayuda (Por resolver el caso más bien) así que no había sido del todo malo el día.
Solo esperaba que fuera de día para ver a Kaito, había pasado todo el día sin verlo, como se tuvo que levantar muy temprano por la mañana (Casi madrugada), no quiso llamarlo para no despertarlo, así que solo le mandó un mensaje de buenos días cuando consideró que era una buena hora. Durante el día no tuvo oportunidad de conversar por teléfono con él, más que intercambiar dos o tres palabras, de igual forma los mensajes, pero bueno, ahora era su día libre, así que dormiría hasta tarde y después iría a ver a su novio (Si no es que él aparecía a la hora del desayuno). Lo último que esperaba Shinichi, después de entrar a su casa y dejar sus cosas, fue escuchar el tenue sonido de la televisión y una pequeña luz en la sala; sabiendo que podía ser un poco extrañado al respecto, avanzó en silencio hacia la sala, solo para encontrar al mago sentado en el sillón de sala, y con el traje completo aun puesto.
Shinichi pensó que eso era extraño, después de todo, se suponía que mañana Kaito tenía un evento, el cual había estado preparando por un tiempo. Debería estar en su casa durmiendo, o preparándose los últimos detalles del evento, pero no, estaba en su sala, con solo la televisión de fondo y la mirada baja. Eso preocupó al detective, quien se acercó con cuidado.
—Kaito —llamó a su novio en tono bajo, preocupándose más cuando este ni siquiera hizo un movimiento, el sombrero junto con el monóculo ocultaban su rostro — ¿Kaito...? —volvió a llamarlo, rodeando el sillón, pero no hubo ninguna respuesta —Dime qué pasa... —pidió parándose frente a él, entonces fue cuando notó que el mago temblaba sutilmente. Shinichi rápidamente se arrodilló frente a él para poder buscar su mirada —Kaito...
—Estoy... harto... —murmuró en tono tembloroso, haciendo puño ambas manos y poniendo en alerta a Shinichi, que se limitó a recibir al mago cuando este se inclinó para abrazarlo —Estoy tan harto, Shinichi —murmuró con voz frustrada y lastimera, al detective se le apretó el corazón al escuchar a su novio, devolvió el abrazo, dejando que Kaito lo apresara entre sus brazos mientras temblaba y trataba de calmar los ligeros sollozos que amenazaban con escapar.
—Kaito... —susurró Shinichi, preocupado, mientras intentaba consolar al mago, aunque no supiera por qué estaba así —Dime qué pasa... —Kaito lo abrazó con fuerza, dejando salir los sollozos que se atoraban en su garganta —Amor... Si no me explicas, no puedo ayudarte... —pidió los más amorosamente que pudo, deslizando sus manos por la espalda del otro, buscando darle consuelo.
—Hoy... Hoy es el aniversario —comenzó a decir sin siquiera moverse de su lugar —de la muerte de mi papá —agregó en tono lastimero, Shinichi entendió todo después de esas palabras, siempre ha sabido que el tema de Toichi Kuroba era algo muy delicado para su pareja, y lo entendía, era su padre después de todo.
—Ya veo —murmuró alejándose lo suficiente para tomar el rostro del mago con sus manos, rápidamente Kaito puso una mano sobre los ojos azules de su novio.
—No me mires —pidió con voz entrecortada —Por favor... no me mires... —Shinichi sonrió un poco, antes de tomar la mano que cubría sus ojos, dejando un beso en los nudillos como muchas veces lo hacía Kaito, después besó el dorso.
— ¿Qué no? —preguntó en un susurro, antes de concentrar su atención en la mano de su novio, con suavidad, besó la palma de la mano antes de pegarla contra su mejilla —Eres la persona que amo, quiero verte —agregó sonriéndole, sintiendo como Kaito se sobresaltaba ligeramente por eso.
—Shinichi... —murmuró ligeramente sorprendido, el detective alzó la mirada para encontrar sus ojos azules con los índigos de su pareja.
—Está bien, Kaito... —susurró con amor antes de alzarse un poco para presionar sus labios suavemente contra los del mago, tomando su rostro entre sus manos nuevamente —Todo está bien —volvió a decir antes de comenzar a repartir besos suaves por el rostro de su novio —Yo estoy aquí —agregó antes de unir sus labios dulcemente, Kaito correspondió el beso, llevando sus manos a las de Shinichi, para tomar una y entrelazar sus dedos, mientras que la otra solo se quedó sobre la del detective.
—Shinichi, yo...
—Shhh —presionó sus labios contra los suyos de nueva cuenta —Está bien, no debes ser siempre fuerte, tienes derecho a desahogarte, sé que duele... Así que no te sientas mal, yo estoy aquí contigo —siguió repartiendo besos por el rostro de Kaito mientras hablaba.
Kaito sonrió después de volver a besarlo en los labios.
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