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Rubí


Os del día, hecho por Rose Shirogane ^^

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El color rojo no fue de los colores preferidos del castaño por un buen tiempo, le recordaba a la sangre y a la carta as de su antigua pareja, el dragón negro de ojos rojos.
Toleraba el color, claramente, admitía que tenía buenas combinaciones y en muchas cosas se veía bien, pero en lo personal jamás fue su preferido, tal vez su rechazo se debía a esa carta y a esos recuerdos, que le daban la sensación de su orgullo herido, tal vez eso era lo que más molestaba su orgullo, ya que los sentimientos se habían ido desde que vio el color rubí en los ojos de su precisa rosa de invierno...

Por un tiempo supuso que solo eran exageraciones de su yo de ese tiempo, aun así, admitía que tampoco los ojos de sus primos le molestaron en ese tiempo.

Atem y Yami tenían sus ojos de una ligera tonalidad rojiza, ese color no le incomodaba ni cosas así, tampoco el convertible rojo que había comprado solo porque su hermano quería que comprara ese auto por el dichoso color, quizás no era que le molestara el color sino le incomodó en alguno aspecto, ya que tampoco le molestaba los rubíes que colocaba en el cabello negro de su prima, cuando le regalaba broches, y menos en el cuello de su novia cuando le compraba alguna gargantilla, tampoco de las ligeras marcas rojizas que dejaba, con su boca, en la piel blanca de Rose cuando quería ver a su novia sonrojada mientras traba de quitárselos.

Se limitó a sonreír mientras observaba a Rose mostrarle algunos conjuntos que había comprado para ellos debido que tenían una fiesta que tenían.

—Mi amor, qué opinas de una camisa roja o la corbata, ya que sinceramente no me agrada ponerte un traje rojo —dijo la albina sonriendo.

—Me parece bien —comentó con una sonrisa, antes de levantarse y caminar hacia su novia, deslizando sus manos por la cintura de ella, mientras repartía besos por sus hombros y cuello.

—Últimamente andas más cariños de lo normal —comentó con una risita, dejando a su novio con lo que estaba haciendo.

—Quizás —respondió suavemente en el oído de Rose, provocándole un delicioso escalofrió, mordió la curva donde se juntaba el cuello y el hombro, sacándole un sonido a su novia.

—No me muerdas... —pidió en un suspiro —Todavía... no se quita la anterior —agregó.

—Me gusta más el otro vestido —comentó sin dejar de besar el cuello blanquecino, ni detener sus manos, deslizando una por una de las aberturas del vestido que su novia traía puesto, sintió como contuvo el aliento, rio ligeramente, le encantaba ver como su hermosa rosa de derretía entre besos y caricias.

—De a-acuerdo... —murmuró en un susurro, antes de ser volteada rápidamente por el castaño, Seto sonrió complacido al ver la cara sonrojada de su novia, se inclinó para capturar sus labios en un beso. —Te llenaré de labial —murmuró Rose entre besos, rodeando con sus brazos el cuello de su oji azul.

— ¿Importa acaso? —cuestionó Seto sin despegar su boca de la ajena, disfrutando de esta como a él le gustaba y más que su novia se lo estaba permitiendo.

—No... pero... es rojo amor —respondió en los pocos momentos que Seto la dejaba hablar.

—No importa —comento antes de alzarla con sus brazos haciéndola reír.

Mientras Seto había aprendido a tolerar y volver a aceptar el color rojo, una castaña de ojos azules, no. No odiaba el color, para nada, solo le causaba tristeza y melancolía, en cambio el morado, lo detestaba, era un color que odiaba. ¿Por qué? Pues porque el morado le había quitado a su rubí. Sabía que no debía culparlos, bueno a uno, pero no podía evitarlo, ella pudo haber sido feliz con alguno de sus dos rubíes, pero no, tenía que venir el morado a arruinar todo.

Tanto como Atem y Yami tenían unos ojos color rubí, ese rojo como le atormentaba y más por que en algún tiempo la miraron a ella, pero después ya no, ella estaba bien con Atem, hasta que Yami también la miró y se confundió y ¿Cómo no? Si Yami era su amigo, sabía que no debía hacerle daño, pero es que Atem...

Al final ella se había quedado sin nada, ya que un oji-amatista llego y se llevó a Yami mientras que una bicolor llegó y se robó a Atem, no culpaba a Yugi, Yami es un chico del que cualquiera se enamoraría y que bueno, ella salía con Atem cuando Yugi se acercó a Yami, también aceptaba que Yami había sido que había elegido a Yugi, admitía que cuando se enteró jamás pensó que fuera así.

Ya que simplemente Yami había llegado y le había dado el beso a su vida a Yugi, todo se habían quedado complemente en blanco, mientras que Yugi estaba completamente sonrojado y sin aliento, mientras que Yami lo miraba con sus ojos serios y fieros, esa vez fue la primera vez que Tea vio ese par de rubíes brillar de una manera única, una manera que a pesar de que Yami anduvo detrás de ella y le llegó a robar un beso o dos (Cuando no sabía que ella salía con Atem), jamás había sido así y jamás había visto ese brillo. Cuando quiso arreglar sus cosas con Atem, este ya había puesto sus ojos en un morado al menos eso creyó ella, se dejó engañar, él no había puesto sus ojos en ese otro tricolor de ojos morado oscuro, si no en la chica de cabello bicolores, que en las puntas era morado.

Su rubí ahora se había fijado en una cabellera morada no en unos ojos morados, intento recuperarlo, pero solo consiguió darle más impuso a Hikari, darle más decisión, admitió que sintió su corazón romperse cuando vio como ella lo besó y lo peor que Atem estaba más que feliz, vio como ahora ese par de rubíes brillaban también de una manera que ella jamás vio, no era nada justo, sus dos rubíes se habían ido, la habían cambiado por otro color, por otras personas... por otro amor.

—Siempre creí que hay colores que están destinados a siempre emparejarse...

— ¿Así como el azul y el rojo?

—Sí, esos... combinaban bien —comentó mientras veía a su amigo que pasaba por algo quizás similar.

—Y lo hacen... —murmuro él.

—Lástima que tú no fuiste ese color...

—Quizás...

—Eligió quedarse con un rubí, que seguir con el rojo —dijo ella mirando a lo lejos al castaño de ojos azules bailar con la albina.

—Y tú, no decidiste por ninguno y ambos eligieron otros colores —dijo él mientras veía a sus dos amigos reír, Atem compartía un beso con Hikari, mientras que Yami comía junto con Yugi, este dándole de comer en la boca.

—Cállate.

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