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Hielo

Lamento no haber subido el OS de ayer.
Fue un día particularmente malo para mi y a la final me olvidé de subirlo.
En unos minutos subiré el que corresponde a hoy.

El OS de este día es obra de HikariMotou3

.

Él

Seto Kaiba tenía una mirada de hielo.

Y no porque sus ojos fueran azules si no porque su mirada era tan fría que congelaba a cualquiera que lo viera a los ojos y eso asustaba a muchos.

Para el mundo Seto Kaiba era como un príncipe de hielo, intocable, frío y estricto, todo él tenía un aura que congelaba e imponía respeto.

Durante los años, muchas personas trataron de conquistar el corazón de hielo del castaño pero fracasaron estrepitosamente, hasta que llegó un joven rubio que logró calentar un poco el corazón del CEO pero no logró poner calidez en su mirada, tiempo después el muchacho se fue dejando solo dolor para Seto por lo cual volvió a cubrirse de un hielo más resistente, uno que nadie podría romper jamás o al menos eso creía él.

El tiempo pasó y el príncipe de hielo continuó con su vida con el corazón roto que solo se mantenía unido por el hielo que lo recubría, esto preocupaba de más a sus seres cercanos como su hermano y sus primos, quienes día a día observaban como el frío consumía al castaño más y más hasta que un día a la vida del castaño llegó una hermosa joven de ojos rojos y cabellos blancos como la nieve, una rosa de invierno que podría sobrevivir al frío.

Al principio ambos no se llevaban bien, el carácter de ambos chocaba provocando riñas, la albina era la primera persona que miraba esos ojos helados y no se congelaba, al contrario le sostenía la mirada sin miedo, cosa que impresionaba al castaño.

Rose era valiente, amable, determinada, cariñosa, lograba ver más allá de la barrera de frialdad del joven CEO, enamorándose del castaño.

Con el paso del tiempo la albina reparó el corazón de Seto, derritiendo el hielo que lo cubría.

Aquella rosa invernal había logrado lo imposible, algo que ni Joey había logrado, porque cada vez que Seto Kaiba la miraba, sus ojos se volvían cálidos y se llenaban de amor, amor que solo ella logró ganar del príncipe de hielo.

Ella.

Ella era hielo, lo sabía muy bien, su infancia la obligó a volverse así, fría, distante e indiferente, solo con personas como sus amigos o familia se mostraba más cariñosa, pero el resto del tiempo ella era como el hielo.

El hielo es frágil y se puede romper, más de una vez ella se rompió, se lastimó con sus pedazos de hielo, el dolor solo empeoró su situación, pues entre más grietas tuviera más rápido se rompía y más hielo ella creaba en su corazón.

El hielo es peligroso, puede herir demasiado o congelar a los demás hasta dañarlos gravemente, muchas veces ella lastimaba a quienes amaba sin quererlo, ya fuera con sus palabras o sus acciones y esto solo le provocaba más tristeza pues no quería herir a quienes quería.

Pero el hielo también podía ser hermoso, como cuando brilla ante la luz y refleja hermosos colores, cuando estaba con sus seres queridos, cuando cantaba, cuando hacía algo que a ella le apasionaba, preciosos colores salían de ella, brillaba mostrando su luz, mostrando lo bello que puede ser el hielo.

Pero ante todo el hielo era frío, tan frío que ella misma no lo soportaba muchas veces y lo odiaba, odiaba tanto el frío, pero se negaba a sentir calor por miedo a que cuando este se fuera el frío fuera aun peor a como ya se había acostumbrado.

Él era el sol, su vida no fue del todo fácil, tuvo grandes responsabilidades a una joven edad pero pese a eso era cálido y brillante, alguien confiable y amable, responsable y protector aunque serio con todos menos con sus seres cercanos, él era un rey.

Cuando ella lo conoció se sorprendió ante lo cálido que era y por eso trato de alejarse por miedo a que la derritiera.
Cuando él la conoció se maravilló ante los bellos colores que reflejaba y por curiosidad trato de acercarse a ella.

Poco a poco el sol fue acercándose al hielo descubriendo más de ella, lo malo y lo bueno.

Y ella fue enamorándose de su calidez, de cómo lograba deslumbrarla con su luz, pero también descubrió los miedos y tristezas que lo quemaban y que ella podía sanar.

El prometió que su calor jamás la dejaría, ella juro que siempre aliviaría sus heridas, ambos podían curarse mutuamente.

Atem era el sol que derretiría el hielo de su corazón y Hikari era el hielo que enfriaría cada herida que él tuviera.

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