Egoísmo
Los sábados por la tarde usualmente eran el tiempo dedicado salir entre amigos, divertirse después de una dura semana de clases, maestros, trabajos y actividades extracurriculares.
Ese fin de semana en particular, venía con lunes feriado, por lo que varios de sus amigos habían salido de la ciudad en paseos familiares.
Kenta, por su parte, tenía su casa sola porque la Casa de Modas de su madre estaba organizando la pasarela para lanzar su última colección de invierno. Así que decidió llamar a Luis, quien sabía que seguía en Tokyo, para que llegara a su casa a pasar el rato.
El moreno había accedido casi de inmediato, prometiendo estar ahí después de almorzar, así que Kenta se dedicó a preparar la sala.
Sacó sus consolas de su habitación y las acomodó en el mueble debajo del televisor del salón; se fijó en que todo estuviera limpio y ordenado, y sacó mantas y almohadones, además se aseguró de tener algo caliente de beber para ambos.
Afuera hacía frío.
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Luis levantó la capucha de su abrigo cuando bajó del autobús que lo dejó a dos cuadras de la casa de Kenta. El frío no era demasiado, pero soplaba la brisa con fuerza, y hacía que sintieras como pequeñas agujas contra la piel expuesta.
Daba gracias al cielo porque su madre se llevara a su hermana Any con ella al salón de estética para arreglarse el pelo antes de que fueran a la pasarela de madre de Kenta esa noche.
Tanto su padre como él había huido a la primera oportunidad para no tener que acompañarlas. Su padre había salido con un grupo de amigos, y a él lo había salvado su estrella de la suerte, Kenta.
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—Hey —saludó el más alto, cuando Kenta le abrió la puerta, bajándose la capucha antes de quitarse el abrigo.
El pelirrojo cerró la puerta de prisa para que el aire frío no se colara dentro —Hola, llegaste rápido —devolvió el saludo con una pequeña sonrisa para su invitado.
—En realidad me has salvado la vida invitándome —se rió entre dientes, mientras se quitaba los zapatos antes de pasar a la casa.
Kenta se rió, caminando con él hasta el sofá —mi madre ya está resignada a tratar de que yo asista a sus pasarelas —comentó, antes de moverse hacia la cocina —a veces me da pena papá, pero mejor él que yo —concluyó en broma.
—Se tenía que decir y se dijo —añadió en el mismo tono.
Kenta se rió suavemente y regresó con dos tazas humeantes que olían bastante bien, si le preguntaban a Luis — ¿Chocolate caliente? —ofreció el pelirrojo, a la vez que le tendía una de las tazas, que tenía una gameboy dibujada sobre un fondo blanco.
Luis asintió y tomó la taza ofrecida, inhalando profundo el dulce y tibio vapor que soltaba antes de hablar —con malvaviscos —corearon ambos chicos antes de intercambiar unas sonrisas.
Kenta se sentó al lado de Luis en el sofá y ambos brindaron antes de tomar su primer sorbo del chocolate caliente.
— ¿Qué hacemos primero?
Luis sonrió de lado —lo mismo que hacemos todas las tardes, Kenta —bromeó, con un tono de voz más grave —tratar de conquistar el mundo... —se inclinó y agarró un mando —de los videojuegos.
El de ojos verdes se mordió el labio inferior para reprimir una sonrisa boba — ¿qué tal si empezamos con algunos mapas de Mario Maker 2?
Luis movió su taza hacia él para volver a brindar —hecho.
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La tarde pasó divertida.
Estuvieron jugando partidas cooperativas en dos o tres juegos, para luego pedir una pizza por teléfono, y finalizar con algunas carreras en Mario Kart mientras esperaban su cena.
Para cuando llegó la pizza, acababa de ponerse el sol.
Recogieron las consolas y mandos, y los acomodaron de vuelta en la habitación de Kenta. Luego pasaron a la cocina por platos y bebidas, para luego volver al sofá y colocar una película que ver mientras cenaban.
— ¿Luis? —murmuró de pronto el pelirrojo, llenando los dos vasos.
—Hm, ¿Sí? —inquirió el moreno, con su primera rebanada de pizza en una mano y el mando de la TV en el otro, buscando entre las películas recomendadas del Netflix.
Kenta se mordió los labios antes de tomar un sorbo de su bebida —umm... ¿Recuerdas hace dos días? ¿Que me quedé esperándote luego de tu clase de defensa personal?
El pelinegro asintió, tragando un bocado, y moviendo la cabeza hacia su anfitrión —sí, lo siento por haberte hecho esperar esa vez, aún estoy sorprendido de que el instructor me escogiera para participar en un torneo escolar.
El pelirrojo le sonrió dulcemente —a mí no me sorprende. Estoy orgulloso de ti —Luis no pudo ocultar su felicidad por sus cumplidos. Aún había compartido esa información con nadie y aún estaba considerando aceptar, pero que Kenta confiara en que él estaba a la altura, era muy apreciado —pero ese no es el tema.
Luis se movió un poco más cerca en sofá — ¿Cuál es, entonces?
Kenta recogió las piernas sobre el sofá y dio una pequeña mordida a su rebanada de pizza antes de continuar.
—Bueno...Mientras te esperaba y la mayoría de tus compañeros iban saliendo... pues, se me acercó este chico, imagino que lo conoces... ¿Zane?
A Luis el nombre le sonó de inmediato, uno de los últimos en ingresar al curso de defensa personal, tenía mucha fuerza bruta pero poco control ni interés en las normas, era un grado mayor que ellos y adoraba presumir y coquetear en cada ocasión que podía.
Podía padecer un Don Juan cabeza hueca a primera vista.... Y lo primero sí que lo era, pero cuando estaba rodeado de sus amigos parecía un tipo simpático y bromista.
—Sí, sé de quién hablas —asintió — ¿Te dijo algo? —tampoco tenía a Zane en etiqueta de mal tipo, pero si le había hecho/dicho algo malo a su amigo...
Lo miró cuidadosamente, tratando de leer lo que la expresión corporal de Kenta transmitía.
¿Inseguridad?
No, no podía ser. Ellos hablaban de muchas cosas y cómodamente.
¿Preocupación? ¿Inquietud? ¿Nerviosismo?
¿Qué? ¿Qué era?
¿Qué era lo que empañaba en ese momento los bonitos ojos color menta del pelirrojo?
...
¿Y por qué, en nombre del cielo, se estaba ruborizando?
—Me-me dijo... —la voz de Kenta fue menguando en esas dos simples palabras, así que se aclaró la garganta, y lo intentó de nuevo —me dijo que ya me había visto varias veces al final de su clase y... Y me dijo... ¡Ugh! —subió los dedos de su mano libre a su propio pelo y apretó algunos mechones, sintiendo su cara arder.
— ¿Qué te dijo, Kenta? Puedes contármelo —motivó el más alto.
Kenta soltó su pelo para cubrirse la mitad del rostro con la mano, sin embargo, miró a Luis por entre sus dedos —dijo que yo le parecía encantador y que le gustaba.
En los siguientes segundos de silencio profundo que le siguieron a esas palabras, pudo caerá un alfiler en el suelo alfombrado, y aun así el silencio sería distinguible.
—... ¿Eh? —a Luis casi se me fue la mandíbula al piso — ¡¿Ehhh?!
El pelirrojo lo fulminó con la mirada, pero no tendría ningún efecto en conjunto con lo rojas que estaban sus mejillas — ¿esa es tu respuesta? ¿solo dirás 'eh'? ¡Me oíste! ¡Zane se me propuso! —el pelirrojo abandonó el plato con su porción de pizza en la mesita frente a ellos y hundió su rostro en un almohadón — ¡Ugh! Acabo de decirlo por primera vez en voz alta y es tan desconcertante como cuando él me lo dijo —de quejó, en voz baja y hablando rápido.
Luis apenas pudo entenderlo, su cabeza aun procesando lo que el oji-verde le acababa de contar.
¿Zane le había declarado a Kenta? ¿Pero que no hacía apenas una semana que había terminado con una de las porristas? ¡¿Qué demonios?!
De pronto, el ritmo cardíaco le empezó a acelerar y un sentimiento combinado de molestia, desprecio y algo más que no sabía nombrar espesó su sangre; y en su cabeza había muchas preguntas que necesitaban una respuesta.
— ¿Cómo diablos pasó eso? Más importante aún ¿le dijiste que no, cierto? —entrecerró los ojos cuando Kenta simplemente se mordió los labios — ¿Qué le dijiste?
Vagamente, Kenta notó que el tono de voz de Luis se había vuelto más grave, más bajo... parecía hasta peligroso.
Un escalofrío lo recorrió.
—Yo...amm ¿Qué te digo? M-me tomó con la guardia baja —se encogió un poco en su lugar —me quedé congelado unos instantes y, bueno, no sabía si iba a decirme algo más o a intentar be-besarme —escuchó un claro gruñido a su lado —pero en ese momento saliste tú y todo lo que mi mente decía era "ve con Luis ¡Ahora!"... Así que, dije algo como "lo siento, tengo que irme ya, adiós" o algo así y corrí hacia ti.
Luis, de hecho, recordó como Kenta había llegado con él y había tirado inmediatamente de su brazo para salir de la escuela. En el momento y por el asombro de su invitación al torneo, simplemente lo había tomado como que Kenta debió haber estado aburrido y cansado de esperarlo, así que no le tomó mucha importancia.
Si hubiera puesto más atención... Tal vez si hubiera preguntado qué le pasaba en ese momento.
Se revolvió el pelo con un gruñido frustrado, mientras Kenta lo miraba de reojo.
Kenta era importante para él ¿Cómo no se había dado cuenta en dos días de que algo le había pasado? Porque, por sus reacciones, esto era algo que realmente seguía bailando en su mente.
—Zane no es alguien que se rinda de buenas a primeras —comentó, con cierta molestia en la voz — ¿Qué piensas hacer?
El pelirrojo se abrazó a sí mismo, de repente se sentía más frío dentro de casa —insistente o no va a tener que respetar lo que yo decida... y él no me gusta.
De repente, había un brazo alrededor de sus hombros, que extendió una manta que había estado doblada en uno de los extremos del sofá.
—Estaré contigo cuando se lo digas, no vaya a ser que se ponga intenso —comentó el más alto, con la vista de regreso en la TV mientras pasaba las miniaturas de las listas de películas.
Kenta sonrió, recuperando su trozo de pizza antes de inclinarse un poco más cerca de Luis —sí, por favor.
Y ese 'por favor' pintó una sonrisa en la cara del oji-naranja, una pequeña alegría egoísta de saber que Kenta prefería estar con él invadió su pecho y lo hizo sentir un poco más cálido.
¿Qué importaba el egoísmo y podía cuidar a alguien que quería?
—Así que... ¿qué quieres ver?
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