Día 31: Pecado
Debía hacer algo para no volverse loco, para controlar ese creciente deseo que creía muerto junto con su difunta Emilie.
Pero no podía, no sabía cómo y esto cada vez se le salía más de las manos, no quería hacer algo de lo que pudiera llegar a arrepentirse pues lo menos que quería era lastimarla.
Quizá había sido un completo error haber despedido a Nathalie en cuanto le confesó sus sentimientos y acceder a que la chica de apenas diecisiete años fuera su nueva asistente. Ahora no podía sacarsela de la mente; tenía grabado cada detalle de su faz, su olor a vainilla ,su hermoso cuerpo que pese aún estar en desarrollo le sentaba malditamente bien, tanto que lo hacía tener sueños pecaminoso con ella.
Quería tomarla sobre el escritorio cada mañana que se presentaba a darle los buenos días entregándole su agenda, quería saciar sus más locas fantasías con ese magistral cuerpo y llenarla de mimos para que no pudiera ver otro hombre que se atreviera a tocarla.
Pero pese a sus bajos instintos, la realidad es que todo era un pecado. Uno el cual poco a poco iba agarrándolo con fuerza para hacerlo caer y hacer lo que siempre a anhelado. Quería pensar que con un golpe de suerte Marinette se sentía igual de ansioso por sucumbir al placer y no tenerle miedo al infierno como él.
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