Para Nathaniel no existía nadie más luminoso que su adorada: Chloé Bourgeois, la encontraba perfecta de pies a cabeza sin hallar un simple error en su anatomía.

Tampoco le molestaba ni mucho menos le disgustaba su forma de ser pues entendía que aunque no lo mostrara, ella era una mujer excepcional que solo temía ser amable y salir herida.

Encontraba en Chloé la inspiración que hace mucho no lo visitaba, veía en ella un gran potencial, por ello era su más grande musa a la hora de mezclar: Pues en el lienzo trataba de sacar toda la luz y magia que ella escondía.