Día 22: Nocturna
Mini historia. III
Los besos comenzaron a subir de nivel junto con la temperatura corporal de la azabache, la cual estaba en aumento ante cada roce de su amado. Estaban tumbados sobre el diván rosa que prevalecía en la pieza de la chica, llevaban más de seis meses saliendo, y eso a todo mundo parecía encantarles o al menos de parte de la familia de los Dupain Cheng puesto que Gabriel no se había tomado muy bien la noticia de que su único vástago fuera el novio de una simple panadera, como él solía llamarla. Así que comenzó a cargarle la mano con más actividades de las usuales con el fin de que no pudiera ir a verla y se olvidara de ella, sin embargo no contaba con que Adrien tenía un alter ego que llevaba vida nocturna para vigilar las calles de París, aunque últimamente utilizara su don yendo a visitar a su doncella.
—C-Chat —gimió ella al sentir la hábil lengua recorrer su cuello. —Debemos parar, mis padres están abajo.
—Te extrañé Mari, no sabes cuanta falta me hiciste estos días. —Surcaba con las yemas de los dedos la piel expuesta de su abdomen al haberle quitado ya la blusa.
—A-ah yo también A-Adrien —Contraria a sus palabras ella llevaba sus manos por todo el cuerpo varonil del chico que tanto amaba y deseaba por igual.
Ambos se detuvieron al oír un ruido a yacente del cuarto de a lado, seguramente eran sus padres asegurándose que todo estuviera en perfecto orden en esa noche. Ella aprovechó el momento para enderezarse y colocarse la blusa ante mirada lamentable de su chico.
—Ya habrá ocasión para repetir—. besó su quijada. —Mejor dime, ¿Cómo te fue con tú padre? ¿Al fin podré ir a verlo para presentarme formalmente ante él?
Adrien palideció ante la pregunta pues la verdad era que no había tenido el valor de decirle a su novia que su padre ya sabía de su relación y que no estaba para nada de acuerdo con ello.
—Oh, sabes—exclamó rascando su cabeza. —No ha tenido tiempo para escucharme, se la pasa muy ocupado con los arreglos de la nueva colección y bueno…
Marinette torció el gesto, algo en el relato de Adrien no le cuadraba pues siempre que sacaba el tema ponía como excusa algún evento importante que el hombre tuviera en puerta, o también decía que se encontraba enfermo y por eso no podía atenderlos e incluso las fechas en las que habían concretado una cita con él; los dejaba plantados por irse de viaje.
—¿Seguro? —alzó una ceja animándolo a hablar, tal vez entre ambos pudieran resolver lo que fuera que le estuviera ocultando.
En cambio lo que recibió de Adrien fue un mudo asentir que luego reemplazó con una sonrisa tierna.
—No te preocupes, con que tú y yo sepamos que nos amamos; es más que suficiente ¿No lo crees? —Pellizco la mejilla de la de ojos mar con suavidad.
No quería arruinar su hermosa y esplendida noche especial con ñoñerías de novia acaparadora. Ahora mismo solo quería abrazarlo, besarlo, oler su fragancia hasta caer dormida.
Luego investigaría que era ese sinsabor que tenía con respecto a la nula convivencia con el padre de su novio.
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