Odiaba la oscuridad con toda su alma pero irónicamente no dejaba de ser su fiel compañera de toda la vida, volviéndose dependiente a ésta, la soledad y el silencio, qué como ángeles oscuros arroparon su destino.

"Las tres criaturas de ultratumba", sus "protectoras del averno", así nombró
aquellos elementos que habitan su alma errante, las únicas que jamás se iban de su lado aprendiendo a aceptarlas, quererlas y comprenderlas, pero a pesar de todo, siempre existía el temor latente de que la oscuridad lo lanzara a un vórtice del que nunca pudiera salir.

Tiempo después, creyó haberse deshecho de ellas, despidiéndolas con lágrimas y aferrándose al cálido cuerpo de su nuevo compañero, un ser precioso de luz que llegó a su vida como si fuera predestinado, más nunca creyó él que ellas esperaban en el mayor de los silencios su triunfal regreso para acompañarlo una vez más y para siempre.