Día 3. Bajo el agua.
El hermoso cielo anunciaba un día tranquilo, la brisa salada y el aroma del ron creaban una atmosfera alegre en el barco. La tripulación brindaba por el buen humor habido, porras y canciones se entonaban hasta que el capitán gritó.
Gracias a sus sentidos agudos y una señal, todos vieron hacia el agua, curiosos por supuestas siluetas y rápido fueron a estribor, pero lo único que podían ver era el habitual mar, como si aquellas formas hubiesen sido un juego mental por tanto tomar.
De repente un suave cantar atrapó a todos, incluso a Arthur; el capitán, sigiloso fue a la popa, observando en seguida la hermosa criatura responsable del sonido, una sirena o tritón... ¿importaba acaso el nombre? Lo único que ahora importaba era seguir la tonada.
Paso a paso el hipnotizado capitán se trasportó hasta el final de la madera hasta caer, ahogándose en las frías profundidades del mar.
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