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Día 11. Final

Dedicado a Magicalgirl-chan que fue su cumpleaños hace poquito.

Preciosa, disfruta de esta pequeña historia, perdón si no es lo mejor, me acostumbré al formato del rol y debo practicar para volver al de antes, esperó te guste un poco.

De un par de  movimiento las manos del director de orquesta antes ágiles, rapidas y gráciles comenzaban a mostrar un andar elegante y lento, preparando así a la audiencia para el fin de la cúspide de emociones provocada por la melodía diseñada para ambientar el metraje de grandes obras del cine de culto.

Recuerda con ironía como jamás pensó que la música dedicada al septimo arte podria ser tan importante en la vida del ser humano, que podria marcar un antes y un después en la existencia del ser.

Parece que  han pasado siglos desde que fue obligado a escuchar los acordes de forma distinta a la de su amado arte de la musica clásica; sabía del poder de esta para envolver al ser humano en un mundo nuevo, sin embargo poco tiempo después se dio cuenta que así como el océano mismo del que solo concemos un mínimo porcentaje, también conocemos tan poco de lo que una partidura es capaz de hacer.

Uno de los nuevos universos que descubrió fue la fuerza del sonido como como un representacion artística en compañía de un metraje espectacular, la relación audio visual capaz de capturar dos sentidos primordiales y conectarlos al tacto, el gusto y el olfato, e  incluso es capaz de conectarse con alma envolviendo al espectador a una neblina que inunda el interior de ésta, apropiandose del cuerpo.

El arte de la música en el cine es aquella  tensión en la espera de la aparicion de un gran escualo sediento de sangre;  la salvación representada en un super héroe clasico con esos tonos cargados de heroismo y fuerza que recuerdan que el hombre de acero también era eso, un hombre; las tonadas rítmicas y ligeras que contaban la historia de una isla llena de dinosaurios; otros  lo levaban en una nave hacia las guerras de las galaxias; en un barco en camino al mar del caribe; siendo un gladiador en la espera de volver a ver a su familia; convirtiendolo en un agente secreto que salvaba el día en el anonimato.... En definitiva los sountracks le cambiaron la vida en más de un sentido.

Levantó la vista levemente en aquella partidura que conocía al derecho y al revés, mirando con adoración como el director de orquetas parecia concentrado y feliz disfrutando cada movimiento, cada guia como si el andar de aquella vara fuera una extensión de su cuerpo, el americano disfrutaba con cada parte de su alma aquella tonada, transmitiendo tanto que él mismo puede sentir como su propio intrumento conecta con la efusividad del director, sus manos viajan graciles por el violenchelo, conociendo por milésima vez la belleza de su preciado amigo de caoba dejandole contar mil historias a través de sus dedos, de su música, su arte.

Se siente vivo y gracil, la energia lo envuelve en un remolino sin fin, como si descubriera su propia melodia aun cuando las partiduras fueran escritas por otros, porque Alfred toma ésas canciones y no las hace solamente suyas, las vuelve de la orqueta, las vuelve una tonada que une a cada miembro e instrumento en un coro perfecto.

Alfred y la música son la energia que alimenta el arte, la viva imagen Liebesfreud —La alegría del amor— de Kreisler, Alfred es la viva imagen de las cuatro estaciones de vivaldi, un remolino de otoño que parece misterioso hasta que te adentras a buscar en la profundidad de su rebelde alma, el viento de verano que busca refrescar ante el brillo del sol, la belleza de frío invernal en la seriedad y dedicación a sus tonadas y su viveza primaveral que contagia y hace florecer sonrisas.

¿Qué sabra él? Él que vio al segundo Jones rodearse de cada instrumento en sus tiempos de academia, él que desde que se topó al americano como compañero de conservatorio se encontró siendo arrastrado por el rubio a los salones de practicas a escuchar a escondidas las presentaciones de sus compañeros, que fue obligado a ser objeto de observación por el norteamericano mientras queria golpearlo por tratar de dirigirlo de forma inconsciente, pero bueno, si su futuro director no hubiera mostrado esa pasión tan pronto no estaba seguro de haber seguido esa tonta idea de empezar su propia orquesta, pero Alfred era un remolino que por más que quisiera huir de él sus vientos lo atraían y lo hacían ceder ante la fuerza de sus ideas y encanto. Su decisión podia arrasar como olas llenas de fuerza en su mirada azul.

—Presumido.—Artículo cuando el director bajó sus manos y en medio de su reverencia sus ojos conectaron, un pequeño rito nada nuevo después de tantos años siguiéndose el uno al otro. —Presuntuoso.

Respiró hondo rodeandose de la sensación de satisfacción después de  una perfecta presentación, los aplausos podrian sentirse en la dulce madera de su intrumento asi como en su alma, aunque en realidad había algo que podia alborotar sus sentidos de una manera mucho más fuerte que su amada música.

—Vaya, vaya. El director me honra con su presencia.— Dejó con devoción su instrumento en su estuche mirando por el rabillo del ojo como el americano accedía a su habitación sin tocar como era su costrumbre.

—Oh, Callate.—Respondió el director Alfred F. Jones, cosa que lo hizo sonreír al notar como su "Jefe" ya no portaba su ropa formal lo que le hacia saber que no estaba frente al director, ahora estaba frente a su novio. —Y Ven aquí.

—¿Acaso escuchar la tonada de gladiador te puso sensible, cariño?—La risa del británico resonó por la habitación cuando sin esperarselas su pareja lo lanzo a la cama con diversión.

—Te amo.—Los ojos verdes se abrieron en shock, no era raro que Alfred mencionara un te quiero y unos cuantos te amo en fechas especiales, pero éste así de repente despues de un magnífico concierto, tal vez era culpa de la emoción por el gran recibimiento.

—También te amo, idiota.—No pudo evitar que las manos blanquecinas se encargaran de rodear las mejillas del otro acariciandolos con incluso más devocion que con las que toca su intrumento.—¿A que ha venido eso?

La sonrisa timida en el dueño de los ojos azules le hace sentirse completamente enamorado.

—Porque eres mi melodía favorita... —Un temblor sacudio los terrenos de su corazón cuando sus ojos toparon con el cielo azul que Alfred poseía, hay veces como estás que jura que pequeñas estrellas habitan en ellos formando un microcosmos.—Podria pasarme la eternidad aprendiendo tu partidura, conociendo los sonidos dulces que produces, los fuertes y rasgados, los valientes y apasionados, eres la canción que resuena en mi mente desde que nos conocimos, eres mi artista favorito, mi musa, mi estrella de la suerte, mi Sol, mi balada a la vida.

Un temblor recorrio su cuerpo cuando la mano ligetamente más grande tomo su diestra y un beso fue dejado en aquel lugar.

—Cierra los ojos amor y escucha la melodia de mis sentimientos.—Obedeció ciegamente como ha hechos desde que Alfred le robó el alma.
—Quiero que compongamos nuestra propia melodía, componer la historia de nuestra vida en la musica que amamos, quiero que no perdamos la partidura pero que demos la libertad que nuestras tonadas traen al alma.—El tacto frio de un objeto deslizando por su dedo era proporcional al de las sensaciones de las lagrimas en sus mejillas.—Quedate al lado de este músico errante, llenalo de la satisfacción de saber que ha enamorado al chelista que le ha robado el corazón al primer ras de su arco.

Las lagrimas cayeron como el tacto de los dedos al piano, la afirmación se repitio por su cabeza casi al ritmo de las claves, su corazon se apresuró como el cúspide de la tonada y se detuvo al movimiento de las manos de su director.

—Es imposible decirle que no al director...

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