El Castigo
-.-.-.- Los árboles se mecían con la suave brisa del viento y el sol acariciaba cada una de sus hojas con gran deleite. Un mundo de diferentes colores y sonidos se podía apreciar fuera de su ventana, un hermoso mundo de colores diversos en donde el dolor no existía o éste ocultaba su existencia de ella por completo, mientras ella, resguardada como una princesa, no podía tocarlo.
–Si tan sólo el mundo pudiera verme como soy– murmuró a la habitación que guardaba su soledad. -.-.-.-
Amy leía con atención las palabras del nuevo capítulo de Dark Heaven, no podía evitar identificarse con las hermosas palabras que un alma solitaria, al igual que ella, podía sentir, aunque eso la hacía una escritora muy peligrosa para su oportunidad de conseguir su libro publicado.
Cerró su laptop, cansada de leer. La historia de Dark Heaven seguía como posición número uno y la suya apenas podía mantenerse en la número dos por muy poco. Llevaba bastante sin actualizar debido a todo lo que había pasado últimamente, aunque estaba segura que su siguiente capítulo haría que su historia volviera a colocarse en la posición número uno.
–Tengo que empezar a escribir– murmuró dejándose caer sobre el colchón de su cama. Amy vio de reojo su celular, el cual yacía en su mesa de noche, pero aún seguía sin ningún mensaje o notificación. –Deja de pensar cosas tontas Amy– se regañó –No va a llamarte.
Después de que Sonic se había ido con Sally no habían tardado mucho en ellos marcharse. Ese día Amy entendió que Sonic y Sally compartían un lazo más allá de lo que ella había imaginado, eso la molestaba, aunque no estaba segura del porqué.
Amy cerró sus ojos de nuevo recordando el momento en la piscina, detrás de los toboganes, en donde había tenido el valor para tomar de su mano. La electricidad de su piel sobre la suya aún la hacía estremecer y el recuerdo del calor de la palma de su mano aún podía sentirla.
–Esto es... yo...– murmuró abriendo lentamente sus ojos y ver hacia lámpara que colgaba del techo. –No puede... pasarme– completó. –Me gusta.
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Caminaba a su lado muy entusiasmado, contándole sobre la secuela de su película favorita, El Iblis Trigger; pero su compañera parecía distante a sus palabras, más de lo usual.
–Y entonces unicornios rosas atacaron con sus rayos láser– dijo Silver burlesco. –¿No crees que fue un buen toque, Amy?
–Mmm...– murmuró por respuesta con su mirada fija en el andar de sus pies.
–Ok, dime ¿Ahora que te pasa?– paró de golpe el erizo plateado –Desde que te vi en la mañana estás muy extraña, ¿Tiene que ver con Sonic?
Mencionar el nombre del erizo azul pareció revivirla, obligándola a subir la mirada. Silver la vio desviar su mirada y un claro color carmín pintar sus pálidas mejías. La vio morderse el labio inferior y estrujar su mochila con fuerza a la vez. Era obvio que tenía que ver con Sonic.
–¿Te hizo algo?– preguntó Silver con seriedad.
–¡No, por supuesto que no!
–¿Entonces?
–Este...– Amy calló sin saber cómo poder expresarlo. Su mirada fue cubierta por su flequillo, y su postura se volvió rígida mientras un calor abrazador era exhalado de su cuerpo y su cara enrojecía con el simple pensamiento. –Que pasaría si...– murmuró a leve voz –Si él... si de repente a mí, tal vez...
–¡No lo digas!– la calló colocando su dedo índice en sus labios, anticipando sus palabras. –Esto que haces es por el bien de tu libro, nada más. Es sólo un amor fingido Ames, nada más. Estás confundida.
–¿Eso crees?– preguntó para verlo al fin.
–Claro que sí– asintió retomando la marcha –No creo que sean compatibles, piénsalo: Él es el chico más popular de la escuela, rico y además por si esas razones no te bastan, tiene a esa ardilla a su lado.
Un trago amargo recorrió su garganta al escucharla mencionar nuevamente. Amy estaba segura que gracias a ella había perdido su traje de baño en el parque acuático.
–Tienes razón, creo que he pasado demasiado tiempo en las misiones y muy poco escribiendo.
–Esa es mi chica– sonrió amenamente.
–Por cierto– cambió Amy el tema al notar que la gata lila no se encontraba con ellos en esa mañana en particular –¿Dónde está Blaze?
–Amm– calló ruborizándose por su pregunta –Ella... ella nos verá después.
–¿Uh?, ¿Pasa algo?– preguntó al notar el cambio drástico en su actitud.
–No, nada.
–Oh vamos, soy tu mejor amiga. Necesitarás algo mejor que eso para librarte de mí, Silver.
–Es que... bueno– murmuró apenado con un gran rubor en sus mejillas –Blaze quería que nos viéramos ella y yo hoy antes de clases en el roble de la escuela, por las bancas.
–¿En serio?, ¿Para qué?
–¿Cómo voy a saber?– alzó sus hombros fingiendo desinterés –Entonces cuando lleguemos iré directamente con ella, ¿No te importa verdad?
–No, claro que no– negó con la cabeza –Tenía que ir a recoger unos libros a la biblioteca de cualquier manera.
–Genial– sonrió.
–"Por fin se lo dirá"– pensó Amy con una pequeña sonrisa –"Así es como el amor debe de ser, el verdadero"– suspiró con cierta tristeza ante el pensamiento.
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Se despidió de Silver con un ademán de mano viéndolo correr con entusiasmo al lugar pactado con la gata. –Buena suerte– murmuró para sí, según como él se alejaba. Amy caminó en dirección al gran edifico de color marfil, terminando con aquella despedida y pensando en las palabras de Silver. Tal vez él tenía razón, y había empezado a confundir su experimento con sentimientos que no existían. Últimamente habían pasado demasiado tiempo juntos en muchas misiones consecutivas o momentos muy íntimos, momentos que la estaban haciendo creer que sentía algo por Sonic. Necesitaba tomar un tiempo libre de Sonic, y estaba segura que a él no le molestaría que lo hiciese, después de todo tenía a sus amigos y a Sally para hacerle compañía.
–Decidido, me daré un tiempo lejos de él– asintió decidida cuando se topó con alguien en la mitad del pasillo. –Oh, lo sien...– pero calló al notar de quién se trataba. Una de las chicas más rudas de su escuela, y una con la cual intentaba que su mirada no se topara ni por accidente. –Lu-Lucy...– murmuró viendo a la chica lobo, quien la vio con aquella mirada encendida como llamas ardientes. Una cicatriz recorría su ojo derecho debido a lo que Amy asumía, había sido una de sus tantas peleas.
Lucy frunció el ceño molesta viéndola con despreció y una ira que sólo un animal salvaje podría almacenar en esos ojos color fuego. Amy retrocedió un par de pasos sin quitar su vista de ella, tenía miedo que si lo hacía Lucy la atacaría sin remedio. Su cabelló ondulado le llegaba hasta la cintura, como el de ella, y su uniforme yacía lleno de tachas plateadas. Chica problema gritaba por todos lados con su aspecto desprolijo. –Lo siento– murmuró sin fuerza. Era presa de su miedo.
–Lo harás– le sonrió por respuesta.
–Vaya, vaya, miren quién está aquí– escuchó una voz que logró reconocer.
Amy volteó a ver sobre su hombro y así divisar a Sally caminar hacia ella con un amago de sonrisa y junto con ella, a otras dos chicas que también se le hacían vagamente familiares, hasta que recordó, habían sido quienes la habían atacado antes y la habían encerrado en el cuarto del conserje. El club de fan de Sonic.
–¡Sigues saliendo con Sonic!– acusó una de ellas.
Amy, sin pensarlo dos veces, corrió tan rápido como pudo para alejarse de lo que sabía serían problemas seguros, o al menos eso intentó cuando sintió como algo la sujetaba del cabello haciéndola retroceder sobre sus pasos. Cayendo al suelo.
–Realmente te has vuelto una verdadera molestia, Freak– murmuró Lucy, mientras la sostenía con fuerza de sus largas púas. –¿No lo creen?– preguntó divertida viendo a sus acompañantes.
–Fuiste advertida, pero no quisiste escuchar– dijo Sally con una falsa decepción –Y eso amerita un castigo.
–¡Yo no estoy con Sonic, no tengo nada que ver con él!– gritó mientras intentaba librarse de su agresora, a lo cual sólo provocaba que su agarre fuese más intenso –"¡Duele! Me arrancará el cuero cabelludo si sigue así!"– pensó con sus ojos llenos de lágrimas.
–Pero sales con él– murmuró la chica lobo cual sentencia de muerte –Al parque de diversiones y al parque acuático ¿Un poco raro si no tienes nada que ver con él?
Eso detuvo el forcejeó, ¿Cómo ella sabía eso? Había sido tan discreta como había sido posible para evitarse de ese tipo de problemas. Amy vio de reojo a la ardilla que sonría triunfante.
–¿Lo niegas?– inquirió Lucy.
–¡Ella también estaba ahí!– exclamó señalando a Sally.
–Por supuesto que sí– admitió Sally caminando frente a ella y poner una rodilla en el suelo para estar a su nivel –Sólo yo soy apta para ser la pareja de Sonic– amenazó con aquellos fríos ojos azules –¿Verdad?– preguntó para ver a las chicas que las rodeaban, quienes asintieron desviando la mirada.
Amy vio confundida la escena, ¿qué había hecho Sally para hacerlas aceptar algo como eso?
–Sabes Freaky, siempre hubo algo que me irritaba de ti– dijo la chica lobo para buscar algo en la bolsa de su falda y sacar un par de grandes tijeras plateadas –Y eso se acaba hoy.
–¡¿Qué crees que haces?!– gritó al verla acercarlas a su cabello mientras Lucy mantenía aquella sonrisa maliciosa pintada de maldad –¡Suéltame!– forcejeó Amy desesperadamente en un intento de alejarse de ella hasta que escuchó el sonido de su cabello ser cortado lentamente. –¡BASTA!– gritó sin poder contener sus lágrimas más tiempo según intentaba alejarse de ella –¡DETENTE!
–Muy tarde– habló sonriente –Nunca más volverás a lanzarle tu larga cabellera a nadie en el rostro.
Sus risas se escuchaban sobre sus gritos de suplica y ayuda, pero nadie llegó a salvarla, y ellas no se detuvieron a pesar de sus ruegos. Amy vio sus largos mechones de cabello rosa caer al suelo junto con sus lágrimas.
Una vez Lucy hubiese cortado hasta el último cabello la dejó ir con una sonrisa de triunfo grabada en su rostro.
Yacía sobre sus rodillas en el suelo, sin poder realmente reaccionar a lo que sus ojos ahora miraban. Amy observaba su cabello desparramado en el suelo, los largos mechones yacían esparcidos a su alrededor; con una mano temblorosa tocó los mechos esparcidos, mientras las lágrimas seguían brotando de sus ojos y los recuerdos de los abusos que había sufrido durante tantos años de repente despertaban para atormentarla una vez más.
–No más Sonic, ¿Entendiste?– advirtió la ardilla sin obtener una respuesta por parte de ella –Andando.
Amy las escuchó irse mientras reían por su hazaña. Apretó sus puños con fuerza y mordió su labio inferior en un intento de ahogar aquel sollozo que se escapaba de su boca, sin éxito alguno. Un sutil sollozo resonó por los pasillos obligándose a taparse la boca, sin concebir moverse de su lugar, llorando en la soledad, olvidando donde estaba.
–¡Claro que no!– escuchó un grito a la lejanía obligándola a levantar la cabeza, ella conocía esa voz –Vamos Tails, es una fiesta ¿Qué más da?
–En mi casa, ¿estás loco? Mis padres me matarían.
–Yo no...– Sonic calló al ver a alguien familiar levantarse torpemente del suelo –¿Amy?– murmuró con asombro. Sonic dejó a su amigo atrás para correr hacia ella y notar una escena atroz. Su hermoso y largo cabello yacía esparcido en el suelo. –¡¿Amy, estás bien?!– gritó intentando colocar una mano sobre su brazo.
–¡SUELTAME!– gritó la eriza alejándose de su tacto con aquellas lágrimas desbordando de sus ojos. –¡SE ACABO, TODO SE ACABO!– gritó en un estado de histeria.
–Am...
–¡Eres libre!, ¡Ve y se novio de esa maldita no me importa!
–Espera, espera– dijo con el ceño fruncido tomándola en contra de su voluntad por ambos brazos –¿Qué pasó?, ¿De qué hablas?
–¡Sally, eso pasó!– respondió con sus ojos ardiendo en llamas y hundidos en lágrimas –¡Mi pelo, mi uniforme, el armario del conserje, mi traje de baño!– recordó con dolor –¡Es su culpa!
Sonic la vio incrédulo ¿Su dulce Sally responsable de todas esas cosas? –Eso no...– musitó dudoso –No puede ser cierto.
Amy lo empujó con fuerza soltándose de su agarre por fin, tomando su mochila del suelo. No necesitaba otra razón para despertar la ira de su club de fans.
–Cree lo que quieras– habló secando sus lágrimas con fuerza –¡Tu club de fans está enfermo!– vociferó –Se acabó Sonic, Misión 12: Todo terminó, Misión 13: No vuelvas a buscarme– dijo seriamente –Listo, eres libre.
Amy dio media vuelta y corrió lejos de él perdiéndose en el largo pasillo. Sonic se quedó sin habla, sabía que Sally a veces podía ser un poco sobreprotectora con él, pero no podía creer que ella hubiera hecho algo como eso.
–Sonic– habló Tails, haciéndose notar –Yo sabía que tu club de fans era algo malo, pero esto...– dijo viendo el cabello rosa de la eriza esparcido por el suelo –Creo que fue demasiado.
–¿Será cierto?– murmuró recordando las palabras de la eriza – Cuando se lastimó el pie y en el parque acuático ¿Fue Sally?
–Creo que deberías de aclarar esto con ella, y una vez que lo hagas hablar con Amy. Esto fue algo muy cruel.
Sonic frunció el ceño y de reojo vio el cabello de la eriza. Eso no se quedaría así.
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Faltó a todas las clases de ese día ya que después de lo que le habían hecho había regresado a casa encerrándose en su habitación mientras lloraba sin consuelo. Le habían hecho muchas cosas malas en el pasado, pero esa sin duda había sido la peor hasta el momento.
Su teléfono sonaba incesantemente, llamadas y mensajes de Silver, de Blaze y sobre todo de Sonic, a lo cual sólo había contestado una de éstas para gritarle que la dejara en paz y luego había colgado. Amy sabía que eso no había sido culpa de él, pero si seguía teniendo contacto con él sólo la llevaría a más problemas. Era lo mejor.
Se llegó la tarde, no estaba segura de cuantas horas habían pasado, pero sabía que ya era tarde pues el sol empezaba a ocultarse. Amy se levantó de mala gana de la cama para caminar hacia el espejo que yacía en una de las esquinas de su habitación. Le había tomado un par de horas armarse de valor antes de animarse a ver su nueva imagen. Amy nunca había tenido el pelo corto, pues a su madre siempre le había gustado el cabello largo y le había insistido que lo mantuviese de esa manera.
Amy paró frente al espejo para ver su reflejo. Sus púas eran muy cortas ahora y sentía su cabeza ligera sin todo el peso del cabello que le habían quitado. Sus ojos yacían hinchados por el llanto y su uniforme desprolijo.
–Deberé de recortarlo para darle forma– habló sin ánimos tocándose la punta de los mechones cortos.
–¡Rose!– escuchó un gritó a la distancia. Amy volteó a ver hacia la puerta semiabierta de su habitación para luego escuchar como golpeaban con fuerza la puerta principal –¡Maldita sea Rose abre la puerta!
–¿Sonic?
Amy asomó la cabeza fuera de la habitación para ver la escalera que la llevaría a la primera planta, donde una puerta los separaría. Desvió su mirada sabiendo que ya no podían seguir viéndose. Amy suspiró pesadamente ignorando los gritos del erizo, se iría eventualmente, o eso pensó cuando escuchó como la puerta principal se abría.
–¿Es en serio, Rose?, ¿Guardas la llave debajo de la alfombra?– escuchó el tono burlón del erizo y casi pudo ver su sonrisa al decirlo.
Amy se abalanzó a la puerta de su habitación cerrándola y recostándose sobre la misma. De nuevo las lágrimas traicioneras empezaban a acumularse. No quería ver a nadie, mucho menos a él.
–¡No quiero verte Sonic!, ¡Vete!– le gritó sintiendo un sabor amargo en su boca al pronunciar cada palabra. Amy lo escuchó subir las escaleras con rapidez según se acercaba a su habitación hasta que él quedó frente a la puerta. Su corazón latía con gran rapidez y su estómago parecía una licuadora con emociones revueltas.
–Amy– murmuró Sonic del otro lado –Déjame entrar.
–¡Estoy bien!– gritó con un nudo en su garganta –¡No te necesito!, ¡Vete!
Un largo silencio se formó luego de su orden. Amy lo escuchaba del otro lado de la puerta, podía oír su respiración y un suspiró de frustración ser exhalado. La culpa la invadió, sabía que él estaba ahí sólo para ver que se encontraba bien, pero eso no significaba que pudiera invadir su casa.
–Si me dejas verte prometo irme– habló Sonic al fin –No volveré a dirigirte la palabra, sólo...– calló un segundo –Abre la puerta.
Sonic esperó en silencio durante lo que parecieron las horas más largas hasta que el sonido de la llave al ser removida ensordeció la casa vacía. Escuchó el rechinido de la puerta al abrirse para dejar escapar la luz de la habitación, y ahí la vio con sus ojos hinchados de tanto llorar y su uniforme arrugado. Su cabello era tal cual recordaba, un desastre sin forma, con algunos mechones más largos que otros.
–Amy... Lo lamento– murmuró el erizo con una expresión culpable. –Esto es culpa mía.
Le tembló sutilmente la barbilla al escucharlo hablar; las lágrimas empezaron a derramarse quebrando la máscara de frialdad que se empeñaba en mantener. Amy se abalanzó sobre él, a lo cual Sonic no reaccionó en el momento, para hundir su rostro en su pecho y llorar. Los sollozos de la eriza lo hicieron despertar de su confusión inicial, y así la rodeó con sus brazos provocando que ella se aferrara aún más a él.
–No te preocupes por nada, no volverán a ponerte un dedo encima– consoló Sonic con un suave tono de voz. Amy se separó de aterrada al escuchar sus palabras.
–¡¿Les dijiste algo?!
–Claro que lo hice– respondió confundido por su actitud –No iba a permitir que...
–¡Lo empeoraras todo!– gritó retrocediendo aterrada –Ellas, ellas...
–¡Escúchame!– elevó su voz para sostenerla por los hombros –Yo te protegeré Amy, nadie se atreverá de nuevo a hacerte daño– habló con decisión. Sonic sintió el cuerpo de ella relajarse ante sus palabras. –Yo estaré ahí para ti, sin importar qué.
Amy esbozó una pequeña sonrisa subiendo su mirada viéndolo con tristeza –No podrás... pero gracias.
Frunció el ceño al escucharla decir eso. Sonic tomó su rostro con ambas manos suavemente acercando su rostro al de ella, quedando a unos centímetros del mismo. Su respiración se aceleró por la cercanía, sintiendo el aliento cálido de ella sobre su mentón.
–S-Sonic...– tartamudeó la eriza, a la expectativa.
–Tienes dos misiones más Amy– habló Sonic con una mirada ardiente –Misión 12 ¿Qué quieres que haga?
Su corazón latió aprisa y escandalosamente dentro de ella. Sus mejillas se tornaron carmín y la cercanía la obligó a contener el aliento. Sonic rodeó con una mano su cintura pegándola completamente a él.
–Bésame– murmuró Amy por respuesta apenas audible. No podía creer que lo hubiese dicho. Amy lo vio sonreír complacido mostrándole aquellos dientes blancos perfectos, y así, sus labios tocaron los de ella.
Sonic colocó su mano sobre la parte trasera de su cabeza atrayéndola aún más a él, enredando sus dedos en su corta cabellera. Los labios de él jugaron con los inexpertos de ella, y su lengua, poco a poco empezó a hallarse camino para encontrarse con la de ella. Amy entreabrió los ojos al sentir su boca invadida por un ente extraño, pero no por eso lo apartó de ella. Amy colocó sus brazos alrededor de la amplia espalda de él acercándose aún más. Sintió sus mejillas arder de la vergüenza y a la vez del éxtasi, estaba saboreando a Sonic, sintiendo como él la tomaba con fuerza, con ansias.
Sonic se separó de ella lentamente al no sentir más aire. Abrió lentamente los ojos para ver Amy con sus mejillas con intenso color carmín obligándolo a sonreír y a su vez a percatarse de lo que acaba de hacer. Había besado a Amy Rose... y le había gustado.
El silencio llegó como espectador, admirado por el espectáculo que acaban de mostrar. No sabía qué decirle ¿qué significaba ese beso? Sonic esperó a que ella le dijera algo, pero era obvio que ni ella misma podía darle una respuesta a la pregunta que rondaba en su cabeza.
–Hey– musitó el erizo suavemente –¿Tienes Chillidogs o algo así?
–¿Eh?– exclamó Amy confundida.
–Tengo hambre– sonrió divertido.
–Eh... Sí– murmuró Amy viéndolo fijamente. Sonic, al igual que ella, tenía sus mejillas sonrojadas por el beso. –Este...– balbuceó –Esto... es decir, el beso...
–No te preocupes– dijo Sonic dándole la espalda –Esa misión la habíamos pospuesto hace mucho ¿verdad? No podía seguir evitándola. No hay nada que decir.
–Oh... claro– asintió con cierta decepción.
–Andando Rose, tengo hambre– dijo para salir de la habitación.
Amy colocó una mano sobre su corazón intentando hacer que este regresara a una velocidad prudente antes de que muriera de un paro cardiaco. Por fin había besado a Sonic, y le había gustado.
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