Capítulo 1
Festín del Horror.
Capítulo 1.
Escuchar ruidos mientras estás solo .
Había ganado una vieja casa en una especie de lotería.
Estaba demasiado feliz la casa era vieja y parecía que pertenecía al periodo Sengoku, y lo que más llamaba la atención era el perfecto estado en el que se encontraba todo a pesar de que le aseguraron que nadie habitaba la casa desde hacía más de 1000 años.
Debía admitir que la casa era demasiado hermosa, sus dueños tenían un gusto exquisito en cuanto a la decoración, todos los muebles eran rústicos se notaba que estaban tallados a mano.
Tenía tres habitaciones en el piso de arriba, una de ellas parecía que le perteneció a una niña, otra parecía que era de una dama y la última que parecía la principal se sentía fría y era oscura había enormes marcos con pinturas dañadas eran difíciles de ver .
Su casa nueva era hermosa.
Sus amigos llegarían pronto junto a la mudanza, ella había decidido adelantarse por si había que mover algo para que el camión con sus cosas entrara, pero su sorpresa fue al ver todo en excelente estado y amueblado, eso facilitó por muchas cosas.
Cuando sus amigos llegaron todos estaban igual de sorprendidos que ella, esperaban ver una casa descuidada y con mucho trabajo para que quedara habitable.
Todos estaban felices menos dos: Sango y Miroku.
— Creo que no deberías quedarte aquí Kagome. -expresó con preocupación la morena.
Asintiendo Miroku agregó — Siento energías muy pesadas aquí, señorita Kagome.
— Creo que ustedes dos están siendo paranoicos. -regañó Koga a su espalda.
— Recuerdan que es Kagome de quien estamos hablando, ella no le teme a nada. -agregó la pelirroja intentando calmar a sus amigos.
— Estaré bien, lo prometido. -habló la azabache intentando calmar a sus dos amigos.
Ambos se miraron y Sango agrego— Kagome sé que fue un premio, pero recuerda que siempre está la opción de venderla y comprar algo mejor, una casa menos vieja.
— ¡Keh! Están perdiendo su tiempo, 'gome es una persona difícil de convencer, si ella ya se quedó aquí no la cambiarán de parecer. -hablo Inuyasha que apenas había llegado.
— Mejor no nos ayudes Inuyasha. -respondió enojada la morena.
El platinado se encogió de hombros antes de girarse hacia la azabache.
— 'Gome traje comida para todos, supuse que a esta hora todos estarían muertos de hambre —levantó una bolsa con comida mientras sonreía —, ¿Qué te parece si después de comer nos das un tour por tu nueva casa?
Kagome sonrió feliz, Inuyasha era su mejor amigo, no había nadie como él.
— Muy bien, espero que hayas traído mis fideos favoritos.
La tarde estuvo muy animada hasta que uno a uno de sus amigos se fue marchando, hasta dejarla sola.
Tranquilamente se dirigió a la habitación que iba a utilizar como suya.
Estaba demasiado feliz con este regalo.
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Su reloj sobre la mesita de noche marcaba las 3:00am cuando un fuerte ruido la despertó, su respiración era acelerada, podía sentir una presencia en su cuarto, más sin embargo no podía ver nada.
Decidió restarle importancia e intentó volver a dormir nuevamente, cerrando los ojos se giró quedando boca abajo en la cama, pero después de unos minutos el sueño no la alcanzó y comenzó a girar en la cama esperando que el sueño volviera a invadirla.
Un ruido se escuchó dentro en la esquina de su habitación, encendiendo la luz se puso de pie, lo único que había donde había escuchado el ruido era un viejo cuadro, que no había observado, así que se puso de pie para mirarlo.
Era un hermoso demonio perro plateado, estaba seguro de que por las marcas que podía apreciar en su rostro podría ser de la realeza, su mirada dorada era demasiado dura ya la vez cautivadora, decidió tocar la pintura y un escalofrío recorrió su cuerpo.
Camino de regreso a la cama, dispuesto a buscar en su iPad información sobre el demonio del cuadro cuando un fuerte tronido se escuchó a fuera seguido de un apagón dejándola completamente en la oscuridad nuevamente.
Camino a la cocina alumbrándose con la escasa luz que daba el led de su teléfono, iría por unas veladoras.
En su camino de regreso ya con una veladora encendida comenzó a escuchar que le llamaban.
Un escalofrío le recorrió la columna haciendo que el bello de su piel se erizara.
— Kagome. -susurraron en su oído nuevamente.
Ella se giró para mirar a su espalda, estaba segura de que había alguien ahí, sin embargo, el pasillo estaba completamente solo, ella sola ahí.
Intentó restarle importancia y siguió caminando hasta la habitación.
— Kagome. -escuchó nuevamente su nombre seguido de un chirrido como si tallaran algo sobre alguna pared.
Su corazón comenzó a latir más rápido y por más que caminaba a prisa la habitación estaba lejos no logró llegar ahí.
— Kaagoome.
Al llegar a la habitación cerró la puerta detrás de ella mientras se recargaba sobre ella con el corazón martillando duro contra su pecho parecía que se le iba a salir de su caja torácica.
Cuando estaba recuperando la calma se acercó al enorme ventanal para ver la enorme luna, en ese momento pudo sentir que algo le tomaba por los hombros y la quería nuevamente.
Un fuerte grito se escuchó y después de eso cayó en la inconsciencia.
— ¿Dónde estoy? -Hablo en la oscuridad.
— Te estaba esperando. -habló una voz a su espalda.
Al girarse no había nadie.
— ¿Quién eres? -exigió.
— Sesshomaru.
— ¿Qué quieres? - preguntó nerviosa.
— Un ti. -respondió con tranquilidad.
Esa respuesta la puso aun mas nerviosa de lo que ya estaba, su nombre era aterrador, solo había una salida para esto: su muerte. Estaba demasiado seguro de que ella moriría ahí.
Un fuerte chirrido resonó haciéndola salir de la inconsciencia, era su despertador, ya había amanecido. Eso significaba que todo había sido una pesadilla.
Alegrándose de que todo fuera un mal sueño comenzó a prepararse para ir al trabajo cuando un ruido en la habitación la alarmó nuevamente.
Camino con cautela hasta donde estaba el cuadro y el nombre de Sesshomaru resonó en su cabeza.
Corrió a tomar su iPad nuevamente, tomándole una fotografía al cuadro iría a la biblioteca antes de llegar a su trabajo, tendría que investigar sobre ese personaje.
Estaba ansiosa por saber quién era ese Sesshomaru y porque había tenido pesadillas con alguien que no conocía.
Uno de sus amigos llegó por ella esa mañana parecía feliz a diferencia de ella.
— Parece que no tuviste una noche agradable aquí. -se burló de su aspecto mientras conducía.
Y no lo culpaba sus ojeras se notaban bastante incluso después de maquillarse.
— Cállate, alguien no me dejó dormir una vez que dieron las tres de la mañana. -explicó.
— Kagome, es imposible que tus vecinos no te dejen dormir, tu casa es de una cuadra completa y las casas de tus vecinos están lejos.
— Todo es culpa de Sesshomaru, seguiré. -habló con enojo, haciendo que su amigo se parara repentinamente.
— ¿Dijiste Sesshomaru? - preguntó con miedo.
— Si ¿Lo conoces? - preguntó con extrañeza.
— ¿Inuyasha nunca ha hablado de él? -evadió la pregunta con otra pregunta.
Ella negó lentamente con la cabeza.
— Creo que será mejor que acudamos a Inuyasha en este momento. -respiró apretando más el volante reanudando su camino, pero ahora con otro destino.
Inuyasha tiene que explicar muchas cosas.
Espero que disfruten este nuevo trabajo, me costó mucho decidirme dónde dejar el capítulo, sé que soy mala pero tendrán más adelante.
No se olviden de dejarme un comentario con su opinión.
Los amo.
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