Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo extra. Bruja roba camas.




«Bruja roba camas»

AIDEN. PARTE III.

La cocina de Sunforest estaba envuelta en un silencio sepulcral, uno que llevaba semanas atormentándonos a todos. Ninguno de nosotros había estado listo para la pesadilla que cayó sobre Féryco de un día para otro. Mucho menos para el secuestro de Ezra o la depresión de Ada. Gracias al bosque que ella y Jared lograron recuperar al rey de las hadas. Aún me estremecía imaginar qué hubiera sucedido con Ada de haberlo encontrado muerto.

Sacudí mi cabeza. No valía la pena pensar en eso.

Dejé mi tenedor sobre mi plato vacío y alcé la vista para observar a Amira. Ella aún tenía la mitad de su lasaña en el plato, pero sus ojos miraban distraídamente hacia la ventana y no estaba comiendo.

    —La lasaña estuvo deliciosa, Amira —la felicité.

Parpadeó al escuchar su nombre y eso pareció sacarla de su ensoñación, porque volvió a concentrarse en el presente y me regaló una pequeña sonrisa.

    —Gracias Aiden. —Escuchar su tono de voz me dio una pista de lo preocupada que en realidad estaba, aun cuando se esforzaba por mantener su rostro tranquilo. Aunque los que la conocíamos bien, también sabíamos que cuando Amira cocinaba como para un ejército era porque trataba de controlar sus nervios.

Cuando eso sucedía, Almendra simplemente se marchaba y le regalaba un momento a solas en la cocina. Eso le ayudaba mucho.

Joham debió de percatarse de lo mismo que yo, porque extendió su mano por encima de la mesa y entrelazó los dedos con los de su esposa.

    —Ellos estarán bien. Se trata de Ada, nuestra hija es la más fuerte.

    —Lo sé. —Amira asintió.

    —Come un poco más —pidió.

Amira se llevó otro trozo de lasaña a la boca sin chistar y aproveché para evaluar a mis padres, tan silenciosos como nunca. Creo que mamá y yo aún no superábamos la escena que presenciamos hace algunos días, ni el cuerpo torturado de Ezra que tanto trabajo nos costó sanar o las cicatrices tan profundas que no logramos desvanecer.

Nunca tuve tanto respeto por él como ahora.

La puerta de la cocina se abrió y entró la persona que habíamos estado esperando: Jared. Amira y Joham se levantaron de sus asientos como dos resortes y miraron a su hijo con expectación. En mi caso, me quedé inmóvil en mi asiento al notar que Enid estaba con él.

No había sucedido nada más entre la bruja y yo después de que ella me acusara de romper sus reglas y pusiera fin a lo que fuera que estaba pasando entre nosotros, pero eso no significaba que yo me hubiera vuelto mejor soportando su presencia.

De hecho, Enid y yo normalmente éramos muy buenos evitándonos, solo que esa situación entre las brujas y Féryco nos estaba obligando a pasar más tiempo juntos que durante los casi tres años de nuestra separación. Yo aún no me acostumbraba a tenerla por ahí sin previo aviso.

Sin embargo, Enid no se molestó en mirarme y eso me ayudó a recuperar la compostura, así que me volví hacia Jared y me tensé al notar la seriedad en su rostro.

    —Tenemos que hablar —dijo a sus padres.

    —¿Sucedió algo? —Amira llevó una mano a su pecho y contuvo la respiración. La mirada de Jared se suavizó un poco.

    —Ada y Ezra están bien... dentro de lo que cabe.

    —Aún se ven horribles —agregó Enid, frunciendo ligeramente su ceño. Que la bruja no fuera capaz de ocultar su preocupación decía mucho del aspecto que debían tener—, pero están juntos. Se están cuidando el uno al otro.

    —Agradecieron la lasaña —continuó Jared mirando a su madre—. Estrella se puso loca de felicidad cuando vio tu pastel de chocolate.

    —¿Qué es lo que hay que hablar? —preguntó Joham, tenso como una cuerda.

    —Debemos preparar al ejército de Sunforest. Tal parece que habrá guerra en Féryco.

Por el bosque, esas brujas iban en serio. Amira y Joham se miraron con una expresión que me dio a entender que esas eran exactamente las palabras que estaban esperando. Y había miedo en los ojos de ambos.

Papá se puso de pie al escuchar las palabras de Jared, con un semblante serio pero una mirada crítica. Estaba seguro de que en su mente ya estaba formando las mejores estrategias para luchar.

    —Ezra tiene un plan que podría darnos una ventaja —informó Jared, mirando por el rabillo del ojo a la bruja que tenía a su lado— y Enid va a ayudarlo. Aún así, debemos estar preparados para lo peor.

    —Continuemos esta plática en el estudio —sugirió Joham.

Jared asintió, pero colocó una de sus manos sobre el hombro de Enid para llamar su atención. Bajé mi mirada al plato para que ella no creyera que solo estaba buscando excusas para mirarla.

    —Me encargaré de ponerlos al tanto de todo, ¿por qué no te quedas aquí y comes algo? Aiden te acompañará.

Alcé la cabeza de golpe y miré a Jared, incrédulo. ¿Por qué mi mejor amigo me estaba metiendo a la boca del lobo? Él era el único que sabía que Enid y yo apenas soportábamos estar en la misma habitación, mucho menos solos.

    «¿Qué?» —pregunté desconcertado, dentro de su mente—. ¿No me necesitas en la reunión? —añadí en voz alta.

    —Ella puede informarte de todo lo que debes saber. Tú y yo nos reuniremos más tarde. «Intenta no demostrarlo, pero Enid está afectada por todo lo que está sucediendo. Te necesita» —agregó telepáticamente.

    «Creo que es una mala idea» —debatí—. «Ella dibujó una línea muy clara entre nosotros y no quiere que yo la cruce»

    «Tú, mejor que nadie, sabes lo orgullosa que es. Tal vez ahora no sabe como borrar esa línea»

    «Enid me rompió el corazón, Jared. Sabe exactamente cómo borrar esa maldita línea, pero no quiere hacerlo»

En ese momento, Enid me miró por primera vez en ese día. Y sus hermosos ojos plateados parecían tan vulnerables que de inmediato entendí la alarma que Jared había detectado en ella. No supe si derrumbó esa barrera debido a mi falta de respuesta o porque imaginaba la conversación silenciosa que mi amigo y yo estábamos teniendo. De cualquier forma, tener esos ojos desnudos sobre mí también hizo que mis murallas se desmoronaran por completo, como si yo fuera un castillo de arena alcanzado por el mar.

Maldije internamente, ¿cómo es que unos ojitos podían debilitarme de esa manera?

    «Tienes razón» —aceptó Jared y me tomó un momento recuperar el hilo de nuestra conversación—. «Es injusto que te pida algo así. Si no quieres hacerlo, puedo llamar a Flora»

    —De acuerdo —acepté en voz alta—. «Me quedaré con ella»

Hubo un fugaz momento de sorpresa en Jared al entender mi repentino cambio de opinión, pero se repuso rápidamente y tras intercambiar un par de palabras más se marchó al estudio junto con los demás.

Enid y yo nos quedamos solos por primera vez en años.

    —No tienes que...

La interrumpí agitando mi mano y me puse de pie para abrir una de las sillas del comedor, ofreciéndole asiento silenciosamente. Enid era una de las mujeres más independientes que jamás había conocido y le gustaba valerse por sí misma, pero yo también sabía que los gestos caballerosos como ese la mataban de ternura. Y ella se los merecía.

No me sonrió, pero aceptó el gesto y se sentó con delicadeza en la silla que estaba frente a la mía. Serví un trozo de lasaña en un plato y lo coloqué delante de ella.

    —Puede que ya esté fría, ¿quieres que la caliente?

    —Lo haré yo. —Carraspeó al notar el temblor de su voz—. Calorum est.

El olor del queso derretido me hizo entender que su hechizo había funcionado, así que volví a mi lugar y me senté frente a ella, agradecido por la separación que existía entre nosotros. Enid comió en silencio y yo no la interrumpí hasta que acabó. Aún así, extrañamente no fue un silencio incómodo.

    —¿Estás bien? —me atreví a preguntar cuando su plato quedó vacío.

    —Quiero matar a mi abuela —me dijo sin rodeos—. Lo que le hizo a Ezra...

    —No estás bien —percibí.

    —No —se sinceró.

    —¿Qué sucedió en la reunión de hoy?

Enid jugueteó con su tenedor para no mirarme a los ojos. Después de ver cómo esos ojitos me desarmaban, no me importó que no lo hiciera.

    —He descubierto que Morwan y Moll están formando un ejército de brujas. Estoy muy segura de que el hechizo funcionó y pueden entrar a Féryco, de otra forma no estarían tan confiadas.

Sopesé sus palabras, entendiendo la urgencia de Jared por preparar al ejército de Sunforest. Ninguno de nosotros dejaría que Ada y Ezra se enfrentaran a esto solos.

    —¿Cuál es el plan de Ezra?

Enid me lo explicó y aunque lo hizo tranquilamente, me puse nervioso. Algo en sus palabras acababa de disparar un mal presentimiento en mi pecho, aunque no pude identificar qué.

    —¿Es peligroso para ti? ¿Qué vayas con la gran bruja?

    —No lo creo. —Me miró con curiosidad y mi corazón dio un salto cuando tuve esos ojos plateados de nuevo sobre mí—. ¿Por qué?

    —No me gustaría que te pongas en peligro —confesé. Ella se estremeció ante la suavidad de mi voz y volvió a carraspear.

    —No te preocupes por mí.

    —¿Crees que funcionará?

Enid suspiró con cansancio.

    —Espero que sí.

    —¿Cuándo te irás?

    —Hoy. Pasaré por la carta de Ezra al atardecer e iré a verla después de eso.

    —¿Puedo ir contigo?

    —No.

    —¿Por qué realmente no puedo o por qué no quieres que vaya?

    —La gran bruja no me dejará entrar con compañía.

Evalué su rostro para saber si me estaba mintiendo, pero decidí creerle.

    —En ese caso, ¿puedo pedirte un favor?

    —¿Cuál? —ladeó ligeramente su rostro.

    —¿Puedes mandarme un mensaje cuando estés de vuelta y a salvo?

    —¿Por qué? —Contuve un suspiro de exasperación solo porque no quería discutir.

    —Para saber que estás bien.

Enid tragó saliva.

    —Debería irme. —Se puso de pie tan rápido que me costó entender que ella estaba huyendo de nuevo, pero cuando caí en la cuenta no pude contener el comentario filoso que escapó de mis labios.

    —Deberías.

Eso me pasaba por preocuparme por ella. Enid no miró atrás mientras se esfumaba de la cocina.

Jared me dejó desahogarme en nuestra reunión, en parte porque se sentía culpable por haberme empujado a enfrentar a Enid. Me prometió que no volvería a entrometerse entre nosotros, pero ni siquiera eso o mis largas quejas lograron relajarme. Muy en el fondo sabía que lo que me inquietaba no era su huída, sino el mal presentimiento que seguía asentado en mi pecho.

No tenía idea de cuánto tiempo llevaba recostado en mi cama mirando el techo, pero ya me había resignado a no pegar ojo esa noche. Así que realmente me sorprendí cuando una figura pequeña apareció sin previo aviso frente a mí.

Me enderecé y encendí la luz con magia. Enid estaba ahí, con los brazos cruzados y recargada sobre la cómoda como si fuera una visita casual. Se me enredó la lengua solo con verla, en parte por la sorpresa pero también por el alivio.

    —¿Qué haces aquí? —logré decir al fin. Una corriente eléctrica me atravesó cuando recordé la última vez que Enid había estado en mi cuarto.

    —Dijiste que querías saber cuando estuviera de vuelta.

Ella arqueó una sola ceja, retándome.

    —Pensé que ibas a ignorarme —admití sentándome en la orilla de la cama, pero no me atreví a acercarme mucho más.

    —Iba a hacerlo.

    —Disfrutas confundiéndome, ¿verdad?

Enid me observó, no había rastro de diversión en sus ojos, aunque sus mejillas se sonrojaron un poco. Ese rubor casi me corta la respiración.

    —Lamento la manera en la que reaccioné esta tarde.

    —¿Escuché bien? ¿Tú te estás disculpando? ¿Conmigo?

Ella puso los ojos en blanco.

    —No volveré a repetirlo.

    —Acepto tus disculpas solo porque sé lo difícil que debió ser para ti decirlo en voz alta, brujita orgullosa—. Miró hacia otro lado para intentar ocultar su sonrisa—. ¿Cómo te fue con la gran bruja?

Enid estaba exactamente igual que en la tarde; con su short holgado, una blusa ajustada que dejaba sus hombros al descubierto y esas largas botas negras que me volvían loco. Cuando recién comenzábamos a salir, seguido le pedía que se las dejara puestas mientras teníamos sexo. Y se veía hermosa tan sólo vestida con ellas.

    —Ha accedido a ver a Ezra, pero se los diré hasta mañana. Ellos necesitan descansar esta noche.

    —Probablemente —acepté—. Gracias por avisarme que estás bien.

    —¿Por qué era tan importante para ti, Aiden?

    —¿En serio quieres tener esa conversación de nuevo, Enid?

Ella ignoró mi pregunta.

    —¿Por qué no has seguido adelante? Te liberé de mí para que lo hicieras. A estas alturas deberías estar casado con una linda forestniana y planeando una familia.

    —¿Me liberaste? —repetí incrédulo. Los últimos años no me parecieron una liberación, todo lo contrario.

    —Sabes a lo que me refiero. Yo quería que tuvieras algo real.

    —Tú eres real. Tú siempre fuiste real para mí.

    —Conmigo no podrás formar una familia como la que tienen Jared y Ada. Tú morirás y yo seguiré aquí.

    —¿Por qué estamos teniendo esta conversación? —pregunté mucho más confundido que antes. Ella mordió su labio inferior.

    —Olvídalo.

    —Enid. —Pensé que la bruja huiría de nuevo, así que me sorprendí cuando no se movió ni un centímetro—. ¿Estás bien? —volví a preguntar, ahora realmente preocupado.

    —No quiero estar sola esta noche —admitió en un susurro.

Su confesión me aturdió y mi cuerpo reaccionó a sus palabras, pero me contuve y me quedé donde estaba. Enid se animó a mirarme para evaluar mi reacción. Me paré de la cama para ofrecérsela.

    —Puedes dormir aquí. —Ella descruzó sus brazos y su interés relució—. Yo dormiré en el suelo.

    —¿En serio?

Me acerqué a la cómoda con pasos cuidadosos para no alertarla. Abrí uno de los cajones y saqué una playera negra que me quedaba más holgada que ajustada. La extendí hacia ella.

    —Te servirá.

Enid la tomó, con mucho cuidado de que nuestros dedos no rozaran en el intercambio.

    —Gracias.

    —Puedes cambiarte con confianza. No miraré.

Ella se acercó a la cama y yo me quedé frente a la cómoda, mirando hacia la pared. Conté los latidos de mi corazón mientras escuchaba el susurro de su ropa caer, los cierres de su botas bajar, los tacones golpear el suelo. Unos minutos después me avisó que estaba lista.

Cuando me giré, gracias al bosque que ya estaba metida en la cama y cubierta con el edredón de la cintura para abajo.

    —Pásame una almohada —le pedí. Ella lo hizo y me acosté en el suelo.

    —No me molesta que duermas en la cama —escuché su voz.

    —No creo que sea una buena idea —confesé.

Cerré mis ojos, entre más rápido me durmiera mejor, sin embargo, mi corazón latía tan acelerado que supe que aquello me costaría trabajo. Apenas estaba logrando relajarme cuando ella volvió a hablar.

    —¿Aiden?

    —¿Si?

    —Yo tampoco he podido seguir adelante.

Abrí mis ojos.

    —¿Qué dices, Enid?

    —Estoy enamorada de ti.

Mi corazón se desbocó tanto que sentí que se saldría de mi pecho. Ella por fin lo había admitido con palabras.

    —¿Por qué me lo dices ahora? —Exhalé de golpe.

    —Porque quería que lo supieras. —Concentré toda mi energía en no hiperventilar—. Aiden, ven a la cama. Por favor.

Adiós cordura, fue un placer conocerte.

Tomé mi almohada y me puse de pie. Quité el edredón para sentarme en la cama con mucho cuidado, a un lado de ella. Casi me da un paro cardiaco al verla vestida solo con mi ropa, el borde de la playera apenas llegaba al inicio de sus muslos y se me hizo agua la boca.

Ella se sentó para quedar a mi altura y su cabello cayó como una cascada dorada sobre su espalda. En ese momento la conexión de nuestros ojos era irrompible y me di cuenta que yo no era el único que estaba olvidando respirar.

Enid se hincó frente a mí, provocando que la playera subiera por su caderas y mis ojos bajaron para darle un vistazo al inicio de su ropa interior. Me quedé ahí un par de segundos más de lo necesario.

    —¿Me deseas tanto como yo a ti? —Era una pregunta, pero bien pudo ser una afirmación. Volví a mirar esos mágicos ojos plateados.

    —Sabes que sí —respondí con la voz ronca.

Enid no necesitó más permiso de mi parte para abalanzarse sobre mí. Se subió a mi regazo con un movimiento felino y salvaje y rodeó mi cuello con sus brazos para soltarme un beso igual de feroz. Nuestras lenguas se unieron un segundo después y yo estaba tan extasiado que lamí, mordí y succioné con ganas, arrancándole a mi brujita un exquisito gemido que tenía mucho sin escuchar.

Sus uñas se clavaron en mi pijama y la jaló con desesperación. Nos separamos solo lo suficiente para que pudiera sacarla por encima de mi cabeza y casi enseguida volvimos a unirnos con un sonido húmedo. Metí mis manos por debajo de la playera negra para presionar su trasero y apretarla aún más contra mí. Enid me regaló otro dulce gemido y balanceó su cadera adelante y atrás para frotar su fina ropa interior en contra de mi entrepierna.

Eso me hizo delirar.

Ella siempre supo la fórmula mágica para hacerme delirar.

Gemí extasiado y abrumado, tanto por su confesión como por su cuerpo. Maldita sea si no la había extrañado con desesperación, de tal manera que en este momento hubiera podido arrancarme el corazón y entregárselo para demostrarlo. Pero, ¿ella lo aceptaría?

    —Enid. —Ni idea de como logré separarme de su boca, pero necesitaba saberlo—. ¿Esta noche tiene reglas?

La brujita detuvo el movimiento de sus caderas, pero no se apartó de mí. Pasó una mano por mi cabello para peinar los rizos que caían sobre mi frente.

    —¿Quieres que tenga reglas? —preguntó.

    —Depende, ¿qué es lo que quieres de mí?

Ella relamió sus labios mientras meditaba su respuesta por un momento.

    —Regálame una noche —pidió.

Mi corazón se rompió en mil pedacitos.

    —¿Eso quieres? ¿Solo una noche?

    —Aiden...

Aparté las manos de su cuerpo y acomodé la playera para volver a cubrirla. Ella parpadeó, ofuscada.

    —No puedo dártela —confesé—. Yo te quiero para más que una noche, Enid. No puedo darte solo una.

    —Yo no puedo darte más de una noche. —Se sinceró con voz temblorosa—. Aunque esté enamorada de ti, eso no cambia nada entre nosotros.

Acaricié su mejilla para demostrarle en silencio lo mucho que me afectaban sus palabras... lo mucho que me estaba arrebatando. Rompiendo. Quebrando.

    —Respeto tu decisión, así que espero que tú respetes la mía. —Para mi sorpresa, los ojos de Enid se llenaron de lágrimas que no tardaron en rodar libremente por sus mejillas, algo que jamás había visto a lo largo de esos años. Me paralicé por completo, pero mi reacción no hizo que se detuviera—. ¿Por qué lloras? —pregunté pasmado.

Ella cerró sus ojos y recargó su frente en mi pecho.

    —Porque ni aunque viva otros 300 años volveré a encontrar a alguien como tú. Y eso es tan injusto. Yo... solo quisiera que las cosas fueran diferentes.

La abracé y acaricié su cabello en un intento de calmarla.

    —Sinceramente, Enid, tienes tanto miedo a perderme que no estás aprovechando que aún me queda mucho tiempo aquí. Contigo.

    —Para ti es fácil decirlo. Tú eres es el que se irá y yo la que me quedaré aquí, con el corazón roto.

    —Entonces, según tu lógica, es mejor que los dos tengamos el corazón roto desde ahorita en lugar de disfrutar el tiempo que nos queda juntos.

    —Te dije que no me amaras —se quejó.

    —Me la pusiste difícil, brujita.

Enid soltó una risa ligera que combinó con su llanto. Aproveché para acomodarnos a los dos en la cama y cubrirnos con el edredón. Después, volví a abrazarla para enterrarla en mi pecho y permitirle llorar todo lo que quisiera. La consolé con ligeras caricias y besos inocentes, hasta que el cansancio de su llanto la sumió en un sueño profundo y se quedó dormida en mis brazos.

Enid nunca se había quedado conmigo después del sexo, así que vagamente comprendí que esa sería la primera vez que dormiríamos juntos. Y, probablemente, también la última.

Tal vez este cap las ayude a comprender las decisiones que Enid tomó en Féryco, la cuestión es ¿serán suficientes para que el amor de estos dos sobreviva? 🤭

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro