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Capítulo 41. Corazones rotos.




«Corazones rotos»

El último recuerdo fue el de mi rescate. Lo supe cuando reconocí los atuendos de Jared y Ada. No era el mismo bosque de la vez anterior. Había mucha vegetación a nuestro alrededor, por lo que ahora parecía más una especie de jungla, llena de lodo y vivos colores verdes por la humedad.

Observé a Ada con atención, sabiendo que era lo que ella estaba a punto de percibir.

—¿Cómo lo sientes? —Jared dio un paso hacia ella, sin dejar de mirar a su alrededor.

—Creo... creo que está muy cerca, pero se siente diferente.

—¿En qué sentido?

—No sé.

—Concéntrate Ada, esto podría ser una buena señal. Déjate llevar por él.

Ada asintió y cerró los ojos. Jared esperó pacientemente hasta que ella volvió a abrirlos y miró en una dirección.

—¿Por allá? —cuestionó Jared.

Ella ladeó su cabeza y frunció su ceño por el esfuerzo. Algunos segundos después, miró hacia sus pies.

—Abajo —respondió segura—. Muy abajo.

Jared entrecerró los ojos y examinó el suelo con atención, pero no pareció dudar de su hermana.

—Volvamos a Féryco —propuso— la próxima reunión no debe tardar en comenzar y necesitaremos la ayuda de todos...

Pero Ada lo distrajo cuando se llevó una mano a su pecho. Dio un paso hacia ella y se puso alerta, pero antes de que alcanzara a cubrirle la boca vio, con horror, como los ojos azules de su hermana se cristalizaron. Aunque ella no derramó ni una lágrima.

—¿Qué...? —preguntó con miedo.

—Ezra quiere morir —resolló.

Jared titubeó. Eso no se lo esperaba.

—¿Estás segura?

—Van a matarlo —comprendió Ada con terror— y él lo ha aceptado. Ezra se ha rendido y quiere que todo esto termine, Jared ¡están a punto de hacerlo! ¡TENEMOS QUE IR POR ÉL AHORA!

Él la tomó de los brazos para contenerla.

—Ada, necesito que te calmes...

—¡No voy a calmarme! ¡No voy a perderlo cuando estoy tan cerca de él! Regresa tú a Féryco y ve por ayuda, yo seguiré adelante.

—Estás loca si crees que voy a dejarte sola.

—¡Entonces ven conmigo! Pero no perdamos más tiempo discutiendo, ya-no-tenemos-tiempo.

—Está bien —aceptó Jared— está bien. Hagámoslo. ¿Hacia dónde vamos?

Ada miró a su alrededor, tal vez buscando una entrada a la caverna.

—El lazo me empuja hacia abajo, pero no veo la manera de bajar.

—Aparecer será peligroso —advirtió Jared—, no sabremos en dónde o si caeremos en alguna trampa. Estaremos a ciegas.

—Lo sé, ¿pero qué otra opción tenemos?

En respuesta, Jared tomó la mano de Ada.

—Guia tú. Trata de aparecer lo más cerca posible, pero con espacio suficiente para evaluar la situación primero.

—Haré lo que pueda.

Supe que el hechizo comenzó antes de que lograran transportarse y un terror frío recorrió mi forma incorpórea cuando Ada lo recibió. Se tensó de golpe y sus ojos se pusieron en blanco durante un segundo que pareció eterno, en el que ella se congeló con dolor, sufrimiento y pena. Después, su cuerpo cayó hacia adelante y Jared la atrapó en el aire solo por lo cerca que estaba de su hermana.

Agitado y nervioso, giré alrededor de ella como un loco, olvidándome de que eso ya había sucedido y Ada estaba bien. Jared se sumergió en el mismo estado de locura que yo, agitando el cuerpo de su hermana y llamándola con desesperación. Entonces, el grito más horrible que yo jamás había escuchado salió de su boca, un chillido agudo que desgarró su garganta e hizo que cientos de aves huyeran de donde sea que estaban y se marcharan por el cielo, con graznidos que se sumaron al grito de Ada.

Jared sollozó, aterrado por lo que estaba viendo. Ada clavó las uñas en su pecho y se arañó a sí misma con fuerza. No se dañó la piel gracias al chaleco de cuero que traía puesto para protegerse, pero parecía que ella quería cavar hasta el fondo de su alma para arrancarse el corazón con sus propias manos, dejó rastros de sangre en su ropa por las uñas rotas. Después, se quedó quieta.

—¿Ada? —preguntó Jared con voz trémula.

—Nos están matando... —respiró temblorosamente.

Nos están matando. Nos. En plural. Porque todo lo que las brujas hicieron para quebrarme también la quebró a ella, ahora lo veía con mis propios ojos.

Yo estoy tan jodida como tú, Ezra.

Que estúpido fui al decirle que ella no entendía nada de esto, nada por lo que yo había pasado cuando, de una forma u otra, ella también lo vivió.

—Cierra el lazo —ordenó Jared.

—No.

—Cierra el lazo ahora, maldita sea ¡o también te matarán a ti!

—No, perderemos más tiempo si lo buscamos a ciegas. —Ada se levantó lentamente y pude ver, a través de sus ojos, que había convertido todo el dolor en furia. La rabia estaba congelada en ellos.

Extendió la mano hacia su hermano en un silencioso ofrecimiento, Jared la tomó sin dudar.

—Acabemos con esto.

La aparición de Jared y Ada fue extraordinaria. En silencio y entre las sombras, donde nadie pudo darse cuenta de ellos. Tal vez el lazo la guió hasta mí, pero ella se había encargado de hacer una entrada triunfal.

Ambos miraron hacia lo lejos, donde la luz plateada iluminaba el pequeño rincón de la caverna en la que estuve atrapado el último mes. Percibí la náusea de Jared tensando su estómago cuando él reconoció mi cuerpo. Me di cuenta que yo sentí algo parecido, si es que ese extraño ente que era ahora podía tener náuseas.

Pero era imposible no hacerlo, no cuando me vi a mí mismo atado con esas cadenas negras, los brazos y piernas en cruz. Gracias a que solo traía puestos mis boxers pude ver la delgadez de mi cuerpo, la palidez de mi piel que siempre había sido morena e, incluso desde donde estaba, el atisbo de locura en mis ojos.

—¿No se supone que moriría? —dijo Moll.

Al lado de Jared, Ada contuvo el aire. Su hermano le hizo una seña para que se acercaran en silencio y ambos se pusieron en movimiento.

—Nadie, nunca, había sobrevivido a este hechizo. Es por esa razón que está prohibido.

—¿Qué significa que él haya sobrevivido?

Las brujas guardaron silencio. Ada y Jared se detuvieron, atentos a cualquier indicio de que hubieran sido escuchados o presentidos, pero, aunque era invisible, yo casi podía ver el escudo de Ada alrededor de ellos, ocultando su esencia.

Escuché el gruñido de mi otro yo y vi como me alcé para agazaparme en el suelo, igual que una pantera calculando todo para llegar a su presa. Ada y Jared se miraron, pero asintieron y retomaron su lento y silencioso avance.

—No tengo idea, pero este no es él...

Sus palabras fueron confirmadas cuando salté sobre ellas con una fuerza descomunal y las cadenas reventaron, excepto la de mi cuello. Di vueltas en mi lugar como un animal atrapado, el corazón de Ada latió con ferocidad al ver eso. Jared lo escuchó.

—¿Lo matamos?

—Tú le pones otro dedo encima a mi esposo y yo haré que te tragues tus propios huesos.

Las siguientes escenas fueron muy difíciles de ver, aún así no aparté los ojos, ni siquiera cuando ataqué a Ada. Ver mi lado salvaje atrapado en mi cuerpo humano fue brutal... y ser testigo de cómo tomé a mi esposa y la estrellé contra el suelo sin un ápice de duda fue devastador.

Gracias a los Dioses que Jared estaba ahí y logró apresarme. A pesar de mi salvajismo, mi cuerpo estaba delgado, débil y consumido, así que tampoco debió ser tan difícil.

Cuando Jared y Ada nos llevaron de vuelta a Féryco, aparecieron en medio de una reunión que estaba a punto de comenzar. Mi otro yo se retorció como un cachorro lastimado y mi ente aprovechó para evaluar la situación a nuestro alrededor, todos los detalles que antes no pude ver ni oír con claridad.

—¡Ada! ¡Jared! —fue Joham quien gritó.

Jared me soltó, pero al ponerse de pie empujó a Ada lejos de mí mientras ella se retorcía por alcanzarme. Los que estaban en el salón del trono se pusieron de pie, con ojos incrédulos, para observarnos a mí y a Clío. Eran los mismos que habían estado en la última reunión.

—¡Dioses! —exclamó Arus.

—¡Clío! —chilló Nia.

—¡Ezra! —clamaron Loan y Elof al mismo tiempo.

—Lamentamos llegar tarde —resopló Jared, agotado— estábamos un poco ocupados.

Joham miró a su hijo como si estuviera a punto de enterrarlo vivo.

—¿Qué hicieron? ¿Qué mierda pasó?

Ada ignoró a todos e intentó acercarse a mí de nuevo, pero Jared la detuvo a tiempo.

—No.

Mi otro yo se puso en cuclillas y fulminó a todos y cada uno con la mirada, junto con un brillo de locura en esos exhaustos ojos miel. Fue cuando los demás comprendieron que a pesar de nuestro rescate, algo no iba bien. Yo me había sentido como una bestia en ese momento, pero ahora, viéndome semidesnudo, en los huesos y con la espalda destrozada, descubrí que más que una bestia, yo parecía un animal indefenso y herido tratando de protegerse.

Casi me reí al entender que la feroz bestia lo único que daba era lástima.

—Él no tiene un collar —habló Ada, aunque no se dirigió a nadie en particular—, no sé porqué se comporta así. —Arus dio un paso adelante y al examinarme, vi que lo entendió, que se los explicó—. ¿Cómo lo recupero?

Aproveché la distracción para atacar a Arus, simplemente porque era el más cercano a mí. Ada me contuvo y después de eso, ella y yo desaparecimos tras el remolino de fuego. Esperé pacientemente, puesto que yo ya sabía lo que estaba sucediendo al otro lado, y no pude dejar de estar impresionado al comprender que ni siquiera Arus logró derribar esa muralla.

El fuego sólo se esfumó cuando Ada lo ordenó... y ella apareció de nuevo, conmigo desmayado en sus brazos. Todos se acercaron, hicieron un millón de preguntas, pero Ada ni abrió la boca ni apartó la mirada de mí.

«Déjenlos un momento solos» —envió Jared a la mente de todos.

Nadie se marchó, pero sí se alejaron lo suficiente para que Ada tuviera más espacio. Mi ente se acercó a nosotros mientras ella acariciaba mi cabello, mis ojeras, mis labios resecos, mi espalda ensangrentada. No decía nada, solo me observaba con ojos exhaustos. Tristes. Devastados.

Vernos juntos, era como ver a dos zombies vivientes... pero dos zombies que por fin estaban completos. Dos zombies que se pertenecían.

—Es suficiente —logró decir mi forma incorpórea a pesar de que no tenía voz.

La imagen frente a mí se convirtió en un remolino que se mezcló hasta desaparecer y sumergirme en la oscuridad. Un latido de corazón después, sentí mi cuerpo de nuevo.

Abrí mis ojos y observé el cielo de Féryco, que estaba aún más azul de lo que recordaba. El sol había avanzado considerablemente y aunque mi piel estaba caliente, también parecía encantada por sentir esos rayos en todo su esplendor.

—Pensé en cubrirte —dijo Arus tranquilamente— pero creí que te gustaría recuperar un poco de color.

—No tienes idea de lo mucho que extrañé el sol —confesé antes de levantarme y mirarlo. Él seguía sentado sobre el tronco.

—¿Estás bien? —quiso saber.

—He vuelto con el corazón mucho más roto que cuando me fui —confesé— pero gracias por mostrármelo.

—Espero que haya sido de ayuda.

—Lo fue —me limité a decir.

—Te dejaré solo para que puedas terminar de procesarlo. Si me necesitas...

—Sé dónde encontrarte.

—Y si quieres encontrarla a ella... me informaron que está en su habitación.

Arus me dedicó una pequeña sonrisa antes de desaparecer. Yo me tomé solo unos minutos más para disfrutar del sol antes de convertirme en águila y volar de vuelta al palacio. Necesitaba el ejercicio, el tiempo y la libertad que me daría aquel vuelo, para llegar con la cabeza mucho más despejada.

Entendí que ella me había estado esperando al encontrar las puertas del balcón abiertas, entré y aterricé sobre la cama suavemente. Sales de baño con olor a rosa y lavanda inundaron mis sentidos, así que utilicé mi magia para empujar la otra puerta con delicadeza.

Volé y aterricé de nuevo, ahora en el borde de cristal de nuestra bañera, justo a su lado. Tal vez era un poco cobarde enfrentarla como un águila en lugar de mi forma humana, pero también era más fácil.

Ella se encontraba sentada dentro del agua, abrazando sus delgadas rodillas con los brazos. Al verme, rápidamente mojó su cara con ambas manos —intentando eliminar el rastro de lágrimas en sus mejillas— y me miró. Sus ojos estaban tan rojos que de todas formas la delataron. Aún así, me sonrió. Una sonrisa pequeña y rota, pero un gran esfuerzo a fin de cuentas.

—Si te interesa mi opinión, creo que eres mucho más sexy como lobo —dijo pasando un dedo por mi pico y dejando un leve rastro de espuma, a propósito.

Y entonces recordé lo fuerte que era Ada. Y me maravilló por completo que, a pesar de todo lo que yo acababa de ver, a pesar de nuestra horrible pelea en la mañana, ella aún era capaz de bromear. Que lo hiciera conmigo, era aún más especial.

Me incliné y apoyé la cabeza en su hombro, ella acarició mis plumas, dejándolas algo mojadas. A ninguno de los dos nos importó.

—Lo sé —susurró con suavidad—. Lo sé.

En un abrir y cerrar de ojos volví a mi forma humana... y decidí invocarme completamente desnudo para estar igual que ella. Su sonrisa se amplió al mirarme.

—Claro que esta forma es la más sexy de todas.

Tomé eso como una invitación para unirme y me sumergí en la bañera, frente a ella. La tomé en mis brazos para sentarla en mi regazo y poder darle todos los abrazos que me había guardado en el viaje a las memorias. Ella simplemente suspiró y recargó su sien en mi hombro.

—Lo siento —me disculpé mientras una de mis manos subía y bajaba por su columna vertebral.

—Lo sé —volvió a decir—, también lo siento.

—¿Cómo están los niños?

—Bien.

—¿Más mentiras?

—Tal vez... —admitió—. Tal vez llevo mintiéndome a mí misma mucho tiempo.

Oh, mi dulce y poderosa esposa.

—Te amo —solté de improviso.

Ella salió de su escondite para mirarme, sus ojos recorrieron mi rostro con avidez.

—No tienes que...

—Te amo —la interrumpí, sujetando sus mejillas—. Eres la mujer más leal, fuerte y extraordinaria que jamás he conocido, gracias por haber luchado por mí de la manera en que lo hiciste. Te prometo que yo siempre lucharé por ti de la misma forma, porque eres mía y yo soy tuyo, todo tuyo.

»Así mi cuerpo esté consumido, cada centímetro es tuyo. Así mi corazón esté roto, cada pedacito es tuyo. Así esté lleno de cicatrices, cada una de ellas es tuya. Te pertenezco en cuerpo, mente y alma para siempre, Ada.

Ella tragó saliva.

—Ezra... —pronunció anonadada.

Y para reforzar mis palabras, tomé sus manos y las llevé hacia mi espalda, permitiéndole libremente explorar todo lo que quisiera. Ella parpadeó una vez, pero con dulzura y delicadeza pasó las yemas de sus dedos por cada una de mis cicatrices, largas y cortas, profundas y superficiales, sin dejar de evaluar mis reacciones.

Estaba seguro de que la noche anterior Ada se había dado cuenta de como yo la había apartado, así que este era un paso importante para los dos. Al principio fue difícil, pero tras unos minutos logré relajarme y exhalé aire largamente. Ella lo notó, aunque decidió no decir nada al respecto.

Acaricié su mejilla con mi pulgar. Mientras ella seguía su exploración yo no dejé que se apartara de mis ojos.

—Ahora sé que los dos pasamos por un infierno. Lo que te dije en la mañana... no fue cierto. Sé que tú sí me comprendes y quiero que sepas que yo también te comprendo a ti.

Sus manos se detuvieron, la comprensión bañó sus ojos.

—Arus te mostró las memorias. —No era una pregunta.

—Sí.

—Yo no quería que las vieras —se quejó.

—¿No querías que yo viera lo fuerte que eres?

—¿Fuerte? —repitió incrédula—. ¿Estás seguro que te mostró las memorias reales?

—Muy seguro —dije sin detener mis caricias, inocentes pero también tranquilizadoras—. No te ofendas, mi amor, pero estás tan jodida como yo.

Ada rió y el eco de ese sonido fue una maravilla que golpeó directamente a mi corazón, ¿hace cuánto que no escuchaba ese sonido? ¿Cómo había podido vivir tanto tiempo sin él? Junté mi frente con la de ella y sus manos subieron para abrazar mi cuello.

—Sé que tu corazón está tan roto como el mío —seguí— pero ¿adivina qué? Si juntamos nuestros corazones rotos tendremos uno completo—. Alcancé sus labios y la besé suavemente, los segundos suficientes para hacer vibrar los trocitos de nuestras almas—. Y tú y yo podremos vivir con un solo corazón, siempre y cuando estemos juntos.

—Juntos —repitió ella sobre mis labios— es la única manera que quiero estar contigo.

Porque dos personas rotas hacen una sola cuando están juntas.

Gracias por confiar tanto en el amor que se tienen Ada y Ezra, por haberlo aceptado y estar aquí disfrutando de su libro a pesar de que en Sunforest 4 le costó mucho ganarse sus corazoncitos.

Ya no falta mucho para el final de esta historia, así que prepárense.

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