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Conejo blanco

Llamada entrante...

Llamada perdida

Bang Chan ama con total devoción a su novio, Minho es especial y no hay duda de eso, aunque a veces se pregunta en qué momento habían llegado al punto donde se encontraban ahora y en ésta ocasión en particular, lo reflexiona más que antes.

Recuerda que no había algo interesante en su vida, su trabajo era muy monótono para lo que ser forense podría significar, en algún momento le emocionaba la idea de ir de un lado a otro cuando necesiten que cubra alguna zona pero ahora incluso eso era cansado. Se despertaba, trabajaba, volvía a casa para dormir y repetía todo. Y ahí, sujetando el cigarrillo entre sus dedos, esperaba a su compañero de turno que apenas saldría del lugar. Su espalda estaba apoyada contra la puerta del vehículo, hacía un frío de mierda pero estaba cansado de ser regañado por impregnar el auto con el aroma a cigarro, aunque era suyo, tal vez debía aprender a tener carácter.

— ¡Disculpa! Tardé más —habló Jooyeon—. Iba saliendo y me detuvieron para darme un archivo.

— Que imbéciles, como si no tuviéramos mucho por hacer ya. ¿Ahora qué es?

— Mejor entra y te explico.

Chan asintió, dando una última calada antes de apagar el cigarrillo contra la suela de su zapato y posterior a ello, depositarlo en el pequeño cesto de metal de un poste. Ingresaron al auto y se sintió aliviado al momento que sus manos entraron en calor aunque aún se sentían entumecidas, pero sabía que no era necesario tomar el volante de inmediato porque Jooyeon ahora revisaba el folder que le entregaron, entonces metió sus manos en los bolsillos de su abrigo mientras espera que su compañero termine de organizar las hojas, o sus ideas, lo que fuera primero.

— ¿Recuerdas el caso Minatozaki? —preguntó Jooyeon, consiguiendo al fin verdadera atención de Chan.

— Con una mierda... No me digas que lo que tienes ahí...

Su compañero asintió y Chan finalmente sintió emoción en su vida aunque también pensaba que no debería emocionarle algo así.
Era un caso tan polémico no solo por la cruel naturaleza del crimen, también porque marcó lo último que se necesitaba para relacionar casos anteriores a una sola persona por el modo de operar, Yoo Si Ah, Rachel Lee, Moon Gayoung. Y por alguna razón, también fue el último que se encontró antes de que los crímenes se detuvieran de pronto.

— ¿Es el expediente Minatozaki?

— No, ese fue llevado a la ciudad de Yongin para comparar con el expediente de otra niña que nunca lograron identificar pero que muestra el mismo patrón. Esto, querido hermano mío con futuro cáncer de pulmón, es el expediente del bastardo.

— Espera... ¿Del culpable? ¿Estás jodiendo? Déjame ver eso.

Chan tomó, prácticamente arrebatando de las piernas de Jooyeon el folder con información y a medida que leía, su cuerpo se sentía más frío, ahora de verdad quiere tomar otro cigarrillo.
¿Oficina? ¿Jefe? ¿Posible venganza? Su cabeza daba vueltas tan solo con la idea, ya se debía ser tremendo enfermo para hacerle eso a pequeñas inocentes, pero participar de forma activa en los casos para perder las pistas... A veces Chan no entendía a la gente. Eran complicados, recuerda que por eso mismo se alejó de su familia, la gente tiende a mentir y la paranoia de no saber cuándo lo hacen o no, luego de una primera vez, permanece. Basta una decepción para decidir no volver a confiar en aquellos que decían siempre iban a cuidarte.

— Ellos quieren que nos encarguemos del cuerpo, pero también debemos recoger unas cosas en la que era oficina del bastardo junto a un policía, no tienen suficiente personal para eso y no pueden confiar en nadie de la oficina por ahora.

Chan resopló, significa más trabajo pero al menos puede estar en primera fila. De nuevo, siente que no debe emocionarse por eso.

— Será todo un honor hacer lo necesario mientras podamos ver cómo quedó el imbécil.

— Descuida, por lo que escuché, en lo que respecta al cuerpo tenemos muchísimo trabajo por hacer.

Esa noche sintió por primera vez, después de tanto tiempo, un propósito. Ayudar en el caso era emocionante porque significa que todas esas niñas ahora tienen justicia y claro, a decir verdad también se encuentra intrigado sobre el estado actual del departamento al qué pertenecía el hombre, si se le puede llamar así.
Descubrir qué tu jefe ha sido el asesino del cinturón, llamado por el modo de asfixiar para causar la muerte, debía ser todo un shock para "El departamento de justicia". A Chan no le desagradan los policías, pero digamos que si le han robado el auto y tiene en frente a un policía y un vendedor ambulante, está seguro que al menos el vendedor correría junto a él para alcanzar al ladrón.

Al menos hasta que llegó a la oficina.

Llamada entrante...

Llamada perdida

Habían acompañado a un tal oficial Park qué no dejaba de hablar de lo impactante qué había sido todo para ellos, aunque el departamento operaba con aparente normalidad. Jooyeon fingía escucharlo más de lo que Chan intentaba. Y mientras esperaba fuera de la oficina por una de las cajas, escuchó sobre él por primera vez.

— No parece suficiente con todo el trabajo que nos agregaron por el pedazo de mierda qué teníamos por jefe, ahora el conejo blanco está exigiendo el reporte semanal —se queja un chico.

— Entrega el reporte incompleto —responde una mujer mientras da un trago a su vaso con café —. Cuando el conejo me exige reportes qué no he terminado, se los entrego así, él los termina. Además es menos trabajo para uno, a veces ya ni siquiera me esfuerzo por acabar.

La mujer eleva sus hombros con desinterés, el chico sonríe murmurando qué es mala, pero ambos ríen mientras otro compañero, visiblemente más joven e incluso se atreve a decir que novato, parece no entender. Así que se anima a preguntar.

— ¿Conejo blanco?

— ¿No lo conoces? ¿El de Alicia en el país de las maravillas?

El chico hace una expresión de entender, como si algo en su mente hubiera hecho clic, pero en vez de reír termina haciendo una expresión de disgusto.

— No creo que deban aprovecharse así de él.

— No lo hacemos, él quiere los trabajos en ese momento, entonces que él los haga. Tenemos muchas cosas que hacer también.

El chico aún no parece convencido. Chan hace una mueca mientras toma una caja que Jooyeon le entrega cuando finalmente sale de la oficina. Sí, no podía esperar más de los policías.

— Tendremos que estar aquí un par de semanas más.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Lo más probable es que este departamento se disuelva y distribuyan a los trabajadores a otros. Mientras tanto, aunque pueden confiar los casos en papel, no pueden confiar qué no alteren evidencia.

— No es nuestro trabajo, Jooyeon, no somos ayudantes.

— Pensé que te emocionaba estar en primera fila.

— No cuando debo trabajar más de la cuenta.

Su amigo se limita a sonreír mientras hace un gesto de "sígueme" al qué Chan responde con una mueca de cansancio mientras va tras él cargando la caja.

A Chan no le gusta trabajar de más, incluso hay pagas de horas extra. Por eso se aseguró de entrar en un trabajo que le garantice estabilidad económica. Quisiera poder decir que es porque su tiempo es valioso, pero en realidad solo no quiere hacer nada más de la cuenta. A veces aprovecha en ir a la alberca a nadar, otras, va al gimnasio, pero en ocasiones incluso esas actividades son tan aburridas, solo desea llegar a su casa a acostarse y dejar pasar la vida.

Llamada entrante...

Llamada perdida

Y los siguientes dos días mantuvo ese mismo humor hasta que pudo conocerlo. Durante su breve estadía en la estación, escuchó otro par de veces del famoso conejo blanco de Alicia, debía admitir qué había empezado a llamar su atención aunque aún no del todo su interés. Al menos hasta que, al estar sentado revisando qué papeles servían y cuales no, llegó un chico castaño directo al pequeño grupo de policías qué ya se había acostumbrado a ver y que puede decir, son un asco, incluso el más joven que aunque no hace bromas ni se ríe, tampoco dice nada para detenerlo.

— Oficial Kim, estoy esperando el reporte del caso 240919 desde las tres.

La mujer puso sus ojos en blanco y sin siquiera mirarlo, respondió.

— Lo llevaré en un momento.

— Son las cinco, oficial Kim —agrega, mostrando su reloj de bolsillo, causando qué tres de los oficiales empiecen a reír.

— Vaya, fiel al personaje, eh. Con todo y reloj.

El chico no reacciona, parece no entender o si lo hace, disimula muy bien. Chan chasquea su boca, pensando en el pobre chico que debe sentirse humillado. Pero ahí entendió por primera vez, que la gente puede ser impredecible.

— Esos papeles son importantes para meter preso a un violador, si tu mente está lo suficientemente tranquila con la idea de que ese monstruo vuelva a las calles es tu problema, pero yo haré lo posible por verlo preso. Si no vas a hacer tu trabajo no estorbes, solo avísame para hacerlo todo yo desde un inicio.

Los tres oficiales se callaron al momento, la mujer se vió ahora avergonzada mientras entrega el expediente. Y Chan, él encontró divertido qué las palabras fueran determinantes en contraste al chico que no podía mantener su mirada fija a los ojos de los demás mientras habla.

Encantador.

El chico se fue y mientras Chan pasaba de forma indiscriminada las hojas entre útil e inútil, se quedó viendo con diversión a los policías.

— Ja, los regañaron.

Dijo, atrayendo la atención de estos qué ahora lo miran con sorpresa y después con fastidio. Ahí entendió entonces que debía acercarse al castaño.

En realidad no tiene mucho qué hacer, acaba poniendo todos los papeles del lado útil, ya sería problema después de aquellos que organicen los documentos. Chan se levantó para poder seguir la dirección a la que fue el chico y lo vió no muy lejos en su propio escritorio mientras acomoda unas hojas que intuye, es el expediente qué acaba de recibir.

Bien, debía admitir qué es bonito, tiene curiosidad pero si puede ligar un poco en el proceso, ¿Por qué no?
Toma confianza y se dirige hacia el chico.

— Hola —dice, extendiendo su diestra—. Bang Chan, estoy de forma temporal aquí.

— Lee Minho.

Responde sin siquiera voltear, toda su atención está en esas hojas. Al menos agradece qué ni siquiera lo miró pues puede disimular su orgullo herido mientras vuelve a llevar su mano hacia él.

— Te vi poniendo en su lugar a esos chicos, me sorprendió.

El chico lo mira confundido por unos segundos antes de negar mientras regresa su atención hacia las hojas.

— No los puse en nada, ellos ya estaban en esos lugares. ¿Me culpan de moverlos ahora?

Minho chasquea su lengua y Chan permanece en su lugar sin saber qué tiene que responder, ¿Fue confuso lo que dijo? No, estaba seguro que fue la misma frase de siempre, arruga su entrecejo, ¿No lo habrá escuchado bien?
En eso, puede escuchar otra voz sumarse a la charla.

— Minho, ¿Quién es tu amigo? —pregunta un rubio.

— Felix —responde Minho mientras se ve ahora satisfecho por encontrar un orden en el expediente.

El rubio hace una expresión de pena mientras mira a Chan, que no entiende pero capta la expresión en el chico de "dame un momento, por favor."

— Mi error —dice el rubio—, pregunto, ¿Quién es la persona con la que hablabas mientras llegué?

— Oh, Bang Chan. Temporal.

— Yo soy Felix, Chan, un gusto.

Felix hace un ademán para que lo siga a poca distancia de donde están, Chan no se siente muy convencido pero lo sigue. Ahí aprende unas cuantas cosas cuando Felix le pide paciencia.

Bien, Minho es neurodivergente, Felix no quiso decirle un diagnóstico exacto, dijo que Minho debe decidir si le cuenta o no.
Tiene una fijación con el tiempo que lo vuelve alguien muy responsable a nivel laboral pero un poco... Digamos, alguien de paciencia cuando es a nivel social. Entiende algunas cosas de forma muy literal, otras ya no tanto gracias a Felix. Es muy, muy, muy directo la mayoría de las veces pero no busca ofender. Además, disfruta el contacto físico pero solo con sus personas de confianza y avisando con anticipación qué le darán un abrazo para que no lo sorprenda.

Pero dentro de todas esas "advertencias", Chan encontró una personalidad única.

Llamada entrante...

Llamada perdida

Le preguntó a Felix si él y Jooyeon podían comer con ellos, Felix dijo que sí, pero que también debe preguntarle a Minho, que para suerte suya accedió, aunque todavía cree que no puso mucha atención en lo que le decía esa vez.

Bien, sabía algo de Minho gracias a Felix, pero descubrir más de él por la convivencia era simplemente mejor.

Descubrió, por ejemplo, que no le gusta mucho lo dulce y prefiere más lo picante, a diferencia de Felix que descubrió es una máquina traga golosinas. Minho ama su trabajo más que a nada, tiene un sentido de la justicia muy fuerte y Chan se encontró fascinado de ver un oficial tan justo y determinado. Y las cosas avanzaron bien.

Al menos hasta que todo empezó a ponerse turbio.

Si tuviera que elegir el momento en que se metió tan profundo de algo sin salida, sería el día que se dió cuenta que estaba tan profundamente enamorado de Minho.

Dos meses después de conocerse, el departamento de policías fue dado de baja, los oficiales se reasignaron a otras oficinas y el trabajo de ellos como apoyo había finalizado, pero Jooyeon notó en la mirada de Chan qué su amigo ya no regresaría a su oficina. Había algo, un brillo qué no había visto antes y aunque le entristeció separarse, era feliz viendo el cambio que había en él.
Chan había dejado de fumar porque a Minho le daba asco el aroma, ahora llevaba almuerzo en vez de comprar porquerías callejeras porque Minho le dió una plática de cinco horas seguidas sobre los peligros de comer de forma constante en la calle.

Ah, su amigo había sido domado.

Chan pidió su transferencia para trabajar con Minho y Felix, a quien nunca le tomó particular atención hasta el día que, hablando con Minho a solas, dijo algo bastante comprometedor.
Hablaban sobre el sentido justo de éste y como era un gran policía.

"Aunque admiro más a Felix. Él se encarga de la gente mala qué los nuestros no quieren atrapar."

Chan llevaba seis meses con los chicos y apenas pensaba declararse a Minho, que era el centro de sus pensamiento además de su trabajo, así que esa frase dió un par de vueltas por su mente sin tanta importancia, después de todo, las cosas que Minho dice a veces suelen tener significados distintos. Pero su inconsciente lo dejó ahí hasta la noche cuando, al tratar de dormir, recordó la frase y con ello, la duda empezó.

"Él se encarga de la gente mala qué los nuestros no quieren atrapar." Y recordó las noches ayudando a Minho a organizar algunos expedientes, la forma en la que parecía molesto porque descartaron algo con evidencia, porque sigue libre alguien que pudo ir preso, pero esos expedientes no iban al almacenamiento, Minho los separaba en otra pila. Nunca le prestó atención, su organización era muy peculiar, pero recordó vagamente algunos nombres escritos ahí y cómo esta gente aparecía después sin vida, de forma "casual" casi milagrosa ante las plegarias de Minho. La idea aterradora cruzó su mente, no, él no podía, era mucho para él, incluso para Felix, que sabe se pierde cada calle.

Llamada entrante...

Llamada perdida

Chan se declaró ante Minho y éste correspondió sus sentimientos diciendo que se sentía bien a su lado y que las cosas eran más sencillas juntos. Y después fue suspendido y le levantaron una acta cuando le dió un puñetazo a un colega qué se burló diciendo que le sorprendía qué Minho supiera lo que es una relación, aunque tal vez no entendía  "lo que se hace en una".

Felix y Chan no entienden, Minho es diferente pero solo a medias, su mente capta algunas cosas de formas distintas pero en otros aspectos es igual o incluso mejor que ellos, es inteligente, mucho, pero eso parece verse eclipsado por un diagnóstico. Y Chan se frustra, porque la gente cree que su novio es un idiota y es un estereotipo qué se sigue alimentando por pésimas representaciones donde más que una persona neurodivergente, muestran algo infantilizado y casi como un fetiche extraño de "extrema inocencia". Encuentra aterrador y desagradable que la gente crea que estar con Minho es como estar con un niño.

Repugnante.

Entonces, encuentra tiempo para hablar con Felix sobre lo que Minho comentó alguna vez y cuando una cosa llevó a otra, el rubio acabó aceptando su responsabilidad sobre los casos qué la policía desecha. Chan se horroriza, pero el chico sigue hablando y cuando encuentra el punto de partida en el famoso caso del asesino del cinturón y sobre todo, del caso Rachel, entiende la motivación. Aunque eso no evita que se sienta aturdido por descubrir qué su novio encubre a un asesino, que al final el sistema de justicia sigue siendo turbio pese a todas las buenas intenciones y que el maldito Felix finge estupidez para su coartada.

Felix hace un comentario pasivo agresivo, diciendo que Minho estaba tan involucrado a su modo que, si alguien lo descubre, el chico acabaría recibiendo ese daño colateral. Y Chan, tan estúpidamente enamorado de Minho, decidió callar y ayudarlos, pero sobre todo a su novio, marcando ciertos límites con Felix sobre lo que Lee puede o no hacer, algo en lo que estuvo de acuerdo.

La gente suele creer que Minho es idiota, pero tal vez quien realmente lo es, es él.  Solo un imbécil aceptaría participar en algo así. Y aunque Felix a veces le solía mentir a él, mas no a Minho, lo único en lo que tuvo verdadera razón fue en ese primer comentario mordaz.

Llamada entrante...

Llamada perdida

Chan no tiene tiempo de revisar su notificación de 12 llamadas pérdidas y 24 mensajes sin leer, sabe que todos son de la misma persona. Estaciona el auto y siente finalmente alivio de estar ahí, pero el coraje vuelve a crecer cuando ve en la calle a mucha gente morbosa, a las patrullas asegurando el perímetro y a dos policías saliendo del edificio, con un chico esposado y cubierto de la cabeza con un saco, los flashes de las cámaras eran insoportables y era el único motivo por el qué no le parte la cara a quien decidió cubrirle el rostro.

Baja del vehículo mientras ingresan al chico a la patrulla y de forma rápida corre hacia ellos empujando a quien esté en frente.

— ¡Alto, no pueden llevarlo así y ya! —grita.

El chico esposado se tensa en su asiento, y respira con alivio después, ha identificado la voz.

— ¿Lo conoce? —pregunta un oficial.

— Es mi pareja.

— Bueno, tendrá que alcanzarnos en la estación. Creo que sabe dónde queda —dice el segundo oficial, casi escupiendo esas últimas palabras con coraje.

— ¿Bajo qué cargo lo arrestan así? ¡Casi acaba de dejar su lugar de trabajo! ¡¿Tenían que venir hasta acá a hacer un espectáculo?!

— Se acusa al señor Lee M de ser cómplice de Lee Felix, encubriendo pruebas y con pleno conocimiento de los cargos de éste por asesinato, secuestro, alteración de evidencia, falso testimonio. Así como conocimiento del paradero de Hwang Hyunjin y Yang Jeongin, acusados de múltiples asesinatos, robo a mano armada, secuestro y miembros activos del club clandestino S-CLASS.

Chan sintió un nudo en su estómago, vió a Minho encogerse de hombros dentro del auto. No dijo nada más, se dirigió a su vehículo para poder seguir a la patrulla.

Por eso Felix no aparecía, por eso su insistencia en llamarlo, por eso sus nervios de las últimas visitas preguntando si todo estaba en orden.

Finalmente, habían caído.

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