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ARYA

Nunca fuí de muchos amigos, siempre me la pasaba en el computador viendo películas y series. El mundo humano no llamaba mi atención en lo más mínimo. Me parecía repugnante.

Mi madre siempre me decía que tenía que hacer amigos, que no podía estar siempre en mi cuarto encerrada mal gastando mi juventud, pero yo siempre la ignoraba.
No estaba interesada en sus ideales. 

Siempre me gusto estar sola. Disfrutar de una buena película de terror mientras comía palomitas de mantequilla o caramelo, y si no eran palomitas, era helado bañado en chocolate, mucho chocolate. A decir verdad, siempre tuve gustos bastantes extraños.

Gustos que nadie sabía que yo tenía.
Ni siquiera mi madre.

Me encargue de ocultarle esa parte de mi a todos, principalmente a mi madre.
Quien, de haberse enterado, lo más probable seria que me hubiera mandado a un convento de monjas a hacer penitencia de por vida para redimirme de mis pecados.

Todo lo que tuviera que ver con el sufrimiento ajeno, me llamaba la atención. Pero era algo que nadie debería de saber. Simplemente me gustaba verlo, pero jamás tuve la intención de ponerlo en práctica. No estaba del todo loca, ¿No?
Supongo que es normal interesarse por ese tipo de cosas.

Llameémoslo simple curiosidad por el lado oscuro de la vida. 

Nunca supe que era tener amigas, y la verdad no las estaba buscando, pase primara y secundaria como si fuera un fantasma. Nadie nunca noto mi presencia. Y ese era mi objetivo desde el principio. Que nadie me notara.

Aunque no siempre fui así, nadie nace siendo raro...o tal vez sí. Pero no era mi caso, yo estoy consciente de que yo sola me fui haciendo así, y todo fue culpa de él...
El culpable de que mi vida sea un completo fracaso. 


✮ ⋆ ˚。𖦹 ⋆。°✩


—¡Arya! ¡Llegaras tarde a tu primer día en el colegio! —grito mi madre desde afuera de la casa, dentro del coche. Esperándome por supuesto.

Era mi primer día de clase en la preparatoria, ni siquiera me tomé la molestia en emocionarme, ¿Qué tenia de bueno volver a este estúpido pueblo?

Hace unos días me mude junto a mi madre a mi pueblo natal Búster, el cual fue mi hogar en mi niñez. Búster era un lindo pueblo...el clima aquí era maravilloso, y estaba ubicado en el centro de varías montañas, por lo que significa que estamos rodeados de bosques, el problema eran los recuerdos que este lugar me traía...si tan solo fueran buenos.

Salí de mi casa y entre al auto.
Todo el camino mi madre se la paso hablando de cómo me tenía que comportar en la preparatoria, que tenía que hacer mi mayor esfuerzo por hacer amigas o amigos y quizá, conseguir algún novio. De verdad que sueña con ese día.
Lamento diseccionarla, pero eso no pasara.

—Arya, te deseo suerte en tu primer día de clases. ¡Dales una buena impresión a todos!

No quise responderle, siempre me decía lo mismo todos los años desde la primaria. Ya sabía a qué se refería con eso. Pero su deseo de que hiciera amigos y consiguiera un novio no se cumpliría jamás. Lo siento por ella, pero yo no podía ser la hija social que ella deseaba tener. No podía serlo.

Bajé del auto y caminé hasta la entrada del colegio.
Era enorme, no me sorprendí mucho, pero me gustaba, me gustaba esa aura sombría que emanaba aquella gran estructura arquitectónica. El cielo estaba completamente nublado, pareciera que iba a llover y eso hacia la vista aún mejor. Me hacía recordar a algún tipo de castillo de algún villano de las historias terroríficas o de fantasia que a veces suelo leer. Me reconfortaba al menos que la preparatoria tuviera ese aspecto. Aunque no podía decir lo mismo de las personas ahí dentro.

—¡Hola! —grito una chica en la entrada mientras se postraba frente a mí, me extendió la mano con una enorme sonrisa, la cual no correspondí. Era una chica de cabello rubio seguramente teñido, con el rostro ligeramente afilado, de ojos color verde con tonalidades de gris, que se podían ver a través de sus circulares anteojos, vestía con el uniforme escolar de manera impecable. Me parecía una persona extremadamente irritable solo de ver.

—Soy Naomi, del 2do año, estoy encargada de guiar a los nuevos por la escuela, y estoy segura de que eres una chica nueva, nunca te había visto por aquí. —comento con una dulce sonrisa que me causo diabetes mientras me extendía la mano.

Aún así, me sorprendió la manera tan energética en la que me habla, con esa seguridad y energía, todo lo contrario a mí, no hacía falta conocerla para saber que era una persona muy extrovertida.
No respondí. Poco a poco fue bajando la mano al ver que no tenía intención de estrechársela. Pareció notar mi barrera evasiva al instante pero, aun así, siguió mostrándome aquella sonrisa amable.

—Te mostrare la escuela. —volvió a hablar.

—No te molestes, no es necesario.

Me ignoro por completo, no tuve ni tiempo de reaccionar cuando me tomo de la manga del suéter y tiro de ella con bastante confianza y ánimo. Me mostro cada esquina de la escuela. Los salones, las canchas deportivas, la piscina de natación, la sala de profesores, los comedores, el patio, todo, incluyendo los baños.

—¿Qué te parece la escuela? ¡A que es muy mona! —alzo la mano derecha en un puño muy energética. No me dejo responder a su pregunta pues siguió hablando muy animada. —¿Qué clase te toca ahora? Déjame llevarte.

—Matemáticas, salón 3/C. —revise en un papel con mis clases anotadas.

Tras decir eso, me llevo hasta mi salón. La presencia de esta chica me incomodaba un poco. Era exactamente el tipo de persona que yo no podía tolerar. Si debiese tener una amiga...definitivamente no sería de este tipo.

—¡Llegamos! —llevo uno de sus dedos a sus labios y me analizo de pies a cabeza. —Disculpa chica, ahora que lo pienso, ¿Cómo es que te llamas?

—Arya.

No me quede mucho allí, no quería alargar la poca comunicación que teníamos así que entre a mi salón, tenía la intención de sentarme en alguna esquina al fondo, pero creo que llegué demasiado tarde, todos estaban ocupados.
No tuve otra opción más que sentarme en medio. Por primera vez en 10 años, me senté en un puesto tan social.

Los que serían mis compañeros estaban comenzando a conocerse, tratando de socializar antes de que el profesor entrara por esa puerta. Mire a mi alrededor y como era de esperarse, no había nadie que me interesara conocer, ni un alma diferente al resto. O simplemente no me esforcé por buscarla. 
No tardó mucho en llegar el profesor y comenzar la clase. Fue aburrida. Como debía de esperarse.

No veía la hora de llegar a casa lo antes posible. Pero aún faltaban como 5 clases más.

Todo era muy bonito aquí, la estructura del colegio realmente me encantaba, aunque solo tenía un defecto, los alumnos. Las personas aquí son realmente irritantes, muy ruidosas.
Solo son tres años antes de ir a la universidad. Si es que vivo para contarlo.

Tenía un libro de misterio entres las manos, lo estaba leyendo muy a gusto alejada de todos, sentada en una banca bajo un gran árbol de roble, aunque mi lectura se vio interrumpida, algo llamo mi atención mejor dicho.

Frente a mí a la distancia, habían dos personas. Un chico y una chica.
Lo cual es raro, por que estuve analizando toda la escuela y en este lugar casi nadie suele venir, quizás era una de esas parejitas que tuvo la brillante idea de venir a fajar detrás de la escuela.
Pero no se veía así.

La chica era bajita, pero muy bonita. De cabellos castaños y ojos moderadamente color miel, sus de labios carnosos resaltaban al apar que su afilada cara, tenía el uniforme un poco desalineado, como si lo hubiera modificado para mostrar sus ''atributos''. Al contrario de ella, el chico era más alto, la miraba con desagrado y seriedad, no me pareció raro ver que ella temblara de miedo, cualquiera temblaría de tal forma si la miraran así. Esos ojos...esa mirada...intimidaban a cualquiera.
El chico tenía las manos en los bolsillos mientras la miraba con un poco de fastidio, se acomodó su cabello hacia atrás dejando ver sus bien marcadas cejas por unos segundos antes de que este le volviera a cubrir la frente, mientras ella parecía balbucear nerviosa algunas palabras que no pude distinguir por la distancia.

Él le dijo algo, pero tampoco pude distinguir lo que dijo, pero era obvio que nada bueno.

Poco después la chica paso sus delicadas manos por su rostro y pareció encogerse un poco. ¿Estaba llorando?
Salió corriendo desanimada, dejando al chico quien no se mostró perturbado por aquel acto. ¿Qué había pasado? ¿Terminaron?

El chico poco a poco alzo la mirada y se jiro en mi dirección, intercambiando miradas conmigo, sus ojos mirando los míos, ¡Carajo! ¿Se abra dado cuenta de que vi todo ese espectáculo? El contacto visual no duro mucho, pero si lo suficiente como para intimidarme.

Creí que vendría a reclamarme por chismosa. O algo así.
Pero para mí sorpresa no lo hizo.
Simplemente se marchó sin decir nada.

Me pareció algo extraño, pero opte por no prestarle tanta atención y olvidarme del asunto. Detuve mi lectura después de terminar el capítulo cuatro del libro. Sería mejor que volviera a las últimas dos clases del día.

El resto de la tarde continuo con normalidad, conocí al resto de los profesores, incluso a mis compañeros. Quienes no tardaron mucho en entablar un vínculo de grupo, que normalmente yo no iba incluida.

Pero más en el fondo, estaba él. El chico de antes.
Sentado en una esquina de brazos cruzados, miraba a través de la ventana con atención.
Me le quede mirando algo perturbada. Sus cabellos negros y lacios caían como cascada cubriendo sus ojos negros inexpresivos, su mandíbula bien marcada y sus labios carnosos se hacían resaltar al igual que sus marcadas cejas, y su complexión delgada lo hacía ver más extrañamente atractivo, pero si te le quedabas viendo tanto como yo lo hice podrías notar sus músculos levemente definidos a través de su uniforme levemente desalineado.
De tantos salones a los que podría haber asistido este tipo. ¿Por qué en el mismo en el que iba yo?

Sentí un hueco en el estómago cuando sus ojos se encontraron con los míos nuevamente. Era mas que obvio que noto que lo estaba mirando ¡Otra vez!
Inmediatamente desvié la mirada al pizarrón y recé por que dejara de verme. Pero sentía su mirada clavada en mi espalda durante toda la clase.

Terminaron las clases. Fui casi la primera en salir del salón. Quería irme a casa lo más rápido posible.
Al otro lado de la calle estaba mi madre estacionada, esperándome. Le alce la mano para que notase que ya la había encontrado. Cruze la calle y llegué con apuro hasta ella, entre al auto arrojando mi mochila a la parte trasera del auto y me senté en el asiento del copiloto.

—¿Como te fue? —pregunto mi madre quien fue encendiendo el auto y poco a poco emprendiendo camino.

—Como siempre. —respondí a secas.

—Arya. ¿No hiciste amigos? —me miro levemente consternada y después miro al camino.

—No.

—¿Siquiera lo intentaste? —no respondí a su pregunta. —Arya...esto no puede seguir así, Amelia dijo que tenías que intentar socializar, intentar pasar página, ya pasaron 10 años de eso hija tienes que...

—Vasta mama, estoy harta de esta maldita conversación ¿sí? Ya tengo suficiente con las estúpidas terapias de Amelia, y de tus recordatorios, no tienes ni la menor idea de lo que yo pase, así que no te atrevas a decir tan fácilmente que pase página, aunque ya hayan pasado 10 putos años. —explote. Hace mucho que no me daba un ataque así. Me arrepentí de haberle hablado así a mi madre, pero ya era muy tarde para disculparse.

El ambiente se puso un poco tenso, el resto del camino ninguna de las dos dijo nada.

Me sentí mal por cómo me expresé, quizá no medí mejor mis palabras, ni el daño que causé con ellas. Estoy consciente de que mi madre se siente culpable por lo que me paso, y muy en el fondo sé que no tiene la culpa de nada, pero...
Algo en mí no puede dejar de echarle la culpa. 

Odio ser así. 
Detesto culparla de eso.

Minutos después llegamos a casa. Bajé junto con mi mochila en el hombro y subí directo a mi habitación, me había quedado picada viendo una serie de acción y tenía la intención de terminarla hoy.

—¿No cenaras? —pregunto mi madre mientras yo emprendía camino escaleras arriba hacia mi habitación.

—No. Tengo cosas que hacer.

Entre a mi cuarto y cerré con llave. Arrumbé mi mochila en alguna esquina de mi cuarto y me tumbé en la cama, prendí el computador y me dispuse a ver el capítulo final de la serie que estaba viendo.


Quede asombrada con el final. El protagonista había resultado ser el villano de la historia...fue un giro completamente inesperado. Aunque ya lo veía venir.
Suspire con desconcierto pues ahora no tendría que ver. Era temprano y estaba aburrida.

De la nada una notificación ilumino una esquina de la pantalla de mi computador, era una notificación de una solicitud de amistad en un sitio web que cree solo para ver series gratis.
Entre en el sitio y revisé el perfil de quien envió la solicitud, era raro recibir una. Su nombre era algo raro, pero le di aceptar solo porque tenía de foto de perfil al poderosísimo Jeff The Killer. Mi Creppy favorito.

No tenía mucho en mi cuenta, ni siquiera fotos mías, lo único real en la cuenta era mi nombre y mi fecha de nacimiento, yo ni siquiera tenía perfil social, el contenido que solía subir siempre era de películas, series, o libros que a mí me llamaban la atención, todos mis contactos eran desconocidos, quizá de otro país no se. Y no hablaba con ninguno de ellos.

Miré en la cuenta del desconocido por unos segundos y no encontré nada raro en ella, estaba en blanco, solo tenía fotos de crepypastas, y videos de canciones de rock. Al igual que yo no tenía fotos de su persona. No quise tomarle mucha importancia hasta que me escribió.
Me dijo un simple ''Hola''.

Me lo pensé un poco antes de responder, pero algo de mi curiosidad me incito a hacerlo.


Fue agradable hablar con el desconocido, era divertido.
Asumí que era un chico pues usaba pronombres masculinos.
Hablamos por un bien rato compartiendo hobbies. Descubrí que también le gustaban los casos paranormales y los documentales de asesinatos como a mí.
¿Era como yo quizás?
Incluso tenía mí mismo sentido del humor. Me alegre de encontrar por fin a alguien que fuera igual de raro que yo. Alguien que me entendiera, aunque fuera un poquito y por internet.

Hablamos de todo, hasta del fin del mundo, pero jamás mencionamos nada de nosotros mismos. Nunca nos dijimos nuestros nombres, tampoco nos intercambiamos fotos. Nada. Él no sabía nada de mí, ni yo de él. Pero a pesar de eso hablamos como si nos conociéramos de siempre.
Hablamos como si conocernos fuera lo menos importante. ¿Así se sentía tener un amigo?

Cuando vi que horas eran, no tube de otra mas que despedirme, eso si, me hizo prometer que hablaríamos después a lo cual yo accedí, pues me gusto hablar con el. Realmente se sentía increíble tener un amigo. 
Asi sea a través de una pantalla. 


✮ ⋆ ˚。𖦹 ⋆。°✩


El ruido de las personas que pasaban por los pasillos me comenzaba a aturdir. ¿No podían guardar silencio? Me dolía la cabeza solo de oír aquellas voces distorsionadas que emitían todos a mi alrededor.

De repente una voz peculiarmente irritante me llamo. Era Naomi.
Quien energéticamente se acercaba a mí con una sonrisa pintada en el rostro lo cual me causo nauseas.
No venia sola, a su lado venia otra chica, mucho más alta que ella.

—¡Arya! Hola. —me saludo Naomi mientras se paraba frente a mí. —Qué casualidad, tu taquilla está cerca de la mía.

Abrió su taquilla a unos cuantos centímetros de la mía y metió varios libros y libretas en ella. El mundo era demasiado pequeño al parecer. Quería que me topara con esta chica alegre todos los días el resto del año.

«Solo quedan 362 días del año, puedes soportarlo Arya» Trate de animarme con ese pensamiento.

—Por cierto, ella es Dani. Mi mejor amiga.

La chica desde su altura me miro y me saludo con su mirada, yo hice lo mismo. Al contrario de Naomi, Dani parecía ser más apática, parecía casi irreal que fueran amigas. No dijo nada, solo intercambiamos miradas por unos segundos.
Era imponente, sus ojos color azul me estudiaban discretamente desde la distancia, mascaba un chicle de menta lentamente, su cabello corto color negro con algunos mechones rojos resaltaba muy bien con su piel pálida, pero el piercing en su labio y otro en su ceja derecha eran lo que más llamaron mi atención.
¿Esta permitido usar ese tipo de cosas en la escuela?

—¿Comemos juntas? —hablo Naomi cortando el silencio.

—No, yo no com...

No me dejo terminar, me termino arrastrando con ella una vez mas, al igual que la primera vez hizo lo que le dio la puta gana. Ni siquiera pude me dio tiempo de explicarle que yo no comía en los recesos de la escuela. 

Al final me arrastro por los pasillos de la escuela hasta terminar en la cafeteria. Obviamente yo no pedí nada, ni siquiera tenía apetito. En cambio, Naomi y Dani sí que pidieron un montón de cosas.

—¿No comes?

—No me gusta comer en la escuela.

Ambas me miraron como si hubiera dicho lo más raro del mundo, pero me di cuenta que evitaron preguntar. Que consideradas supongo.

Naomi, se la paso hablando de como odiaba a su profesora de filosofía, que pareciera que está en contra de ella. Casi se atraganta con la comida por estar hablando sin masticar primero el bocado que llevaba a su boca.

—Algo le has de haber hecho a la maestra para que te trate así. —comento Dani mientras mordía su emparedado.

—¡Claro que no! Yo no le eh echo nada. Creo que simplemente le caigo mal.

Yo no dije nada, no me interesaba argumentar nada sobre la absurda situación de Naomi. Pero en parte era interesante escucharla hablar. Podría decirse que jamás le había prestado tanta atención a alguien como ella. Es la primera conversación normal que tengo en años.

—¿Y tú Arya? ¿No te has ganado el desprecio de algún profesor aun?

Me limite a negar con la cabeza. Jamás me había metido en líos, ni con un profesor, ni con un compañero de clases, con nadie. Siempre evite ese tipo de cosas.

Naomi me miro un poco desanimada, quizás esperaba un gran chisme de mi parte. Pero a mí no me gustaba hablar de nada de eso. Solo disfrutaba escuchar a los demás, mas no hablar de lo mío.

—Debe ser aburrido. —dijo Dani captando mi atención. —Debe ser aburrido que nadie te note como para no tener ningún conflicto.

—Dani... —reprendió Naomi avergonzada de su amiga.

No dije nada por un momento, su comentario fue bastante directo y ofensivo, pero no deje que eso me afectara, sabía lo que yo era y no me molestaba. Así que negué.

—Te equivocas. No es aburrido. —mire a mi entorno, y suspire levemente al no sentirme identificada con ninguna de esas personas a nuestro alrededor. —concluí.

Me gustaba que nadie me notara. Lo mío no era llamar la atención. No quería que nadie me lastimara. No de nuevo.

Hubo un momento del día en el que me desaparecí de la vista de Naomi y Dani. No es que me molestara estar con ellas, pero realmente estaba tan acostumbrada a estar sola que estar con ellas era algo demasiado abrumador para mi.

Y Aqui vamos de nuevo.
Otra vez me encontraba sola sentada en el pasto verde del patio, alejada de todos. Haciendo lo que me gustaba, leer. Me sumergí tanto en la lectura que el tiempo pareció volverse mas lento, o quizás mas rápido.

No sé si se le había vuelto costumbre, pero otra vez estaba ese chico de mirada pesada en el mismo lugar que la vez anterior, pero esta vez apoyado en la pared, a diferencia de ayer, estaba con otra chica completamente diferente a la anterior. La chica le estaba entregando una carta acompañada de un pequeño pastel de fresas, tenía las majillas ruborizadas y le temblaban las manos y las rodillas.
¿Es lo que creo que es?
Si.
Esa chica se le estaba confesando a ese chico.
Frente a mí.
De una manera bastante vergonzosa, pero es mejor que por mensaje ¿No?

El chico abrió la boca y hablo. No supe que dijo nuevamente, pero intuí que la había rechazado. Y no de una forma precisamente bonita por la reacción de la chica quien avergonzada y triste se alejó de él, mientras hacía añicos la carta que él ni siquiera se había molestado en leer, ¿Y el pastel? Bien gracias, termino en el piso. 

<<¿Que le habrá dicho a esa pobre chica para que se fuera así?>>

De un momento a otro sentí una extraña, de la misma forma que la vez anterior nos encontrábamos mirándonos, su mirada era pesada pero aun así no pude despegar mis ojos de los suyos. Me juzgaba al parecer y a pesar de que yo también lo estaba mirando fijamente nunca aparto sus ojos, ni por un segundo, no tenía ninguna expresión en su rostro, simplemente me miraba y ya. Lo peor de todo es que ni siquiera parpadeaba, eso era lo que más inquietud me causaba, ¿Me estaba intimidando? 

Sin duda vendría a amenazarme esta vez por haber visto aquella escena por segunda vez.
Pero no lo hizo. En cambio, alzo una de sus cejas y me pareció notar una leve sonrisa algo extraña formarse en sus labios lo cual me hizo sentir extraña. Algo me decía que este chico no era del todo normal. 
Sus ojos siguieron clavados en mi por unos segundos más que se sintieron como horas, era como si con su mirada pudiera ver a través de mí, tanto que daba miedo. Hasta que al final termine siendo yo la que apartara la mirada. No pude soportarlo más, era demasiada tension, más de la que podia soportar. 

De un momento a otro se marchó dejándome confundida.

Yo que soy fan de cosas turbias. Yo que ignoraba a todos sin excepción alguna. Yo que no me asustaba con nada pues ya había visto muchas cosas que a cualquiera podría hacer vomitar. Yo...yo estaba teniendo miedo de la mirada de un chico completamente extraño.
¿Yo?


✮ ⋆ ˚。𖦹 ⋆。°✩


No pude prestar mucha atención en la clase. Él estaba allí, en su pupitre, observándome, sentía sus ojos clavados en mí espalda como dos cuchillas extremadamente filosas. Siempre eh tenido la habilidad de sentir si alguien me está viendo, era obvio que él lo hacía. Lo cual era irritante, pues también era obvio que lo hacía a propósito. 

Pero ¿Por qué? ¿Por qué me atormenta así? ¿Es por haberlo visto rechazar a aquellas dos chicas?

No creo. No es razón suficiente como para perturbar mi paz. 

El maestro concluyo su clase. Guarde mis cuadernos en mi mochila.
Todos de manera ordenada fueron saliendo antes que yo. Alce ligeramente la mirada a aquella esquina donde él se sentaba, pero la aparte rápidamente cuando me di cuenta de que seguía allí, viéndome mientras guardaba sus cosas en su mochila.

¿Qué tanto me mira? ¡Se la paso toda la clase así!

No llevaba ni la semana en la escuela y ya me había ganado un acosador, genial.
Una vez que guardé todas mis cosas, salí del salón.
Hoy mi madre no vendría por mí, estaba ocupada con su trabajo así que me toco caminar.

Camine por la orilla de la carretera hasta llegar a mi casa, por fortuna solo estaba a unas cuantas cuadras.
Cuando llegue subí a mi habitación e hice lo mismo que siempre cuando llegaba de la escuela, abrir el computador y ver series. Pero nada llamo mi atención, hasta que recordé al chico con el que me había desvelado la noche anterior. Entre a mi perfil y en el buzón de mensajes estaba un ''Hola'' de hace unos cuantos minutos. Me tomo un poco por sorpresa.

Le respondí enseguida vi el mensaje. Comenzamos a hablar como la tarde anterior, lo cual me pareció increíble.
Pero cuando parecía que la plática se iba apagando, pregunto algo que tube que pensar mucho mi respuesta. A pesar de que era muy sencilla. 

''Por cierto, ¿Cuantos años tienes?''
Me plantee la posibilidad de mentirle sobre mi edad, pero me inspiro confianza a pesar de no saber quién era.

''Tengo 17 años'' Le respondí.
Me asombre cuando me dijo que también tenía mí misma edad, aparte de tener gustos parecidos también compartíamos la misma edad. Era más que genial.
Por lo menos no era un viejo cusco.

''Y ¿De dónde eres?'' Volvió a preguntar.

''De un pequeño pueblo llamado Búster'' Respondí instantáneamente.

Tardo un momento en responder, tanto que me dio un poco de miedo. Pero su mensaje me dejo consternada.

''¿Es enserio? ¡Que genial! yo también soy de un pueblo llamado Búster, ¿No será el mismo? Debe de serlo, siendo así, deberíamos vernos alguna vez'' Decía su mensaje, me pareció sentir su tono de gracia.

No le respondí al instante, me lo pensé por un momento. No era ingenua. Ya había visto este tipo de casos antes en videos de internet. Claramente no me encontraría con el hasta verificar quien era en la vida real primero.

''Seria genial'' Respondí a secas sin dar muchas esperanzas.

Seguido de eso me mando un enlace. Entre en él y me tope con un resumen de una película de terror que yo ya había visto.

''¿La conoces?''

Sonreí emocionada a pesar de que él no me podía ver, definitivamente la conocía, era una de mis películas favoritas. Se me olvido por completo lo anterior y continuamos hablando normal.
Al igual que la noche interior continuamos hablando hasta muy tarde.

Así fue durante varias semanas, cuando menos me lo espere ya lo consideraba un amigo. Un amigo virtual con el cual podía compartir mi gusto culposo ya que ambos lo teníamos. Pero, aun así, podría decir que en realidad no nos conocíamos en nada, ni siquiera sabía cómo era en realidad. 


✮ ⋆ ˚。𖦹 ⋆。°✩


—¿Qué opinan? ¿Irán a la fiesta que está organizando Trevor? —pregunto Naomi mientras nos miraba a Dani y a mí con emoción en sus ojos.

—No lo se. No me interesa. —respondió Dani.

Habían pasado tiempo desde que llegue aquí y paso lo que jamás me habría imaginado. Hice amigas. De verdad. Por primera vez en 10 años, tenía amigas.
Me siento bien con la presencia de Naomi y Dani a pesar de que al principio no quería ni que se me acercaran. Pero poco a poco me di cuenta de que sus presencias me agradaban y me hacían sentir menos sola.

Mi mama definitivamente se puso muy feliz cuando le conté de la existencia de ellas dos. Casi me organiza una fiesta por el simple hecho de haber conseguido amigas.

—¿Y tú Arya? —me miro Naomi con esperanza.

—No creo que me dejen ir. —respondí.

—¿Cómo lo sabrás si no pides permiso primero? —me animo Dani.

Me lo pensé un poco, no estaría mal en ir por primera vez a una fiesta, ¿No?
Quizás debería intentar algo distinto a mi rutina habitual, y ver si me gusta, y si no simplemente rechazar la idea.

—Está bien, les aviso si es que me dejan.

—¡Si! ¡Sera increíble! —animo.

—Baja la voz Naomi. No llames tanto la atención. —Dani sacudió la cabeza avergonzada.

—Perdón.

Cuando llegue a casa, busque a mi madre. Estaba en la cocina haciendo el almuerzo. No sabía cómo empezar la conversación, nunca le había pedido permiso para nada. Era totalmente nuevo para mí aquello.

—Mama. —la llame.

—Arya. Llegaste. —acomodaba algunos platos en el gabinete de la cocina. —¿Sucede algo?

—No es la gran cosa. Pero me gustaría hablar de algo contigo. —dije un poco nerviosa.

—¿Paso algo en la escuela? —se sentó en una silla y me miro consternada, yo negué inmediatamente en respuesta a su pregunta. —¿Entonces?

—Veras...un compañero ara una fiesta...y me han invitado a ir unas amigas y pues yo...

No termine la frase, el chillido de emoción de mi madre me interrumpió sorpresivamente. Se puso de pie de golpe y llevo sus manos a mis hombros. Me sacudió extremadamente emocionada.

—Oh, ¡Arya eso es increíble! Definitivamente estuve esperando por mucho tiempo a que me pidieras permiso para algo así.

Estaba desconcertada. Cualquier madre normal habría puesto peros. Pero mi madre en lugar de eso se emocionó, ella quería que saliera de mi habitación, eso era obvio. No sé porque me esperaba otra reacción si en el fondo sabía que a mi madre le urgía que saliera de casa.

—La verdad no tenía intenciones de ir. —me miro con el ceño fruncido y negó con la cabeza.

—De ninguna manera, si iras.

—Pero...

—Nada, mejor vamos a buscar algo para que te pongas. —tiro de mi con emoción y me llevo hasta mi habitación.

De todas las reacciones que mi madre podría haber tenido, imagine todas menos esta, por un lado, quería ir, pero por otro, no.
Los lugares repletos de personas me estresan.
Me asfixian.

—Claro que no. No usare eso. —me negué rotundamente al ver un vestido bastante colorido en las manos de mi madre. —Es horrendo.

—Esta bonito. —dijo ella mientras me pasaba el vestido. —Bueno si no quieres ese, entonces este. —me enseño un vestido color rosa fosforescente.

—De ninguna manera voy a usar eso, es peor que el anterior. —me cruce de brazos. —¿Por qué tienes tantos vestidos así?

—Te los compre hace mucho, sabía que algún día los necesitarías.

Siguió buscando entre muchas prendas más.
Me estaba empezando a arrepentir de ir a la fiesta.
Además, no quería arreglarme.

—¿Y si mejor uso mi ropa habitual en lugar de un vestido de esos? Es más cómoda. —espete.

—Claro que no. ¿Quieres espantar a la gente con esos harapos góticos tuyos?

—No son harapos. Y no le veo nada de malo a mi estilo.

—No lo permitiré. —me pazo un vestido negro de lunares blancos. —Usa este, te quedara bonito.

Lo examine con atención, no era feo el vestido, de echo era bonito.
Pero no era para nada mi estilo.
Trate de negarme, pero fue imposible. Mi madre me obligó a usarlo.

Quizás me obligó a ponerme un vestido completamente fuera de mi zona de confort, pero definitivamente no logro que me dejara maquillar, de ninguna forma dejaría que me pintase la cara...y también me negué a usar zapatillas, en su lugar use unos tenis bastantes cómodos. Intento conversarme de que me los quitara, pero me negué.
Al final se rindió y se limitó a verme solo con el vestido puesto. Me solté el cabello y se esparció por mi espalda, era un poco largo, oscuro y ondulado, ¿Cuánto había crecido ya?

—Estas, ¡Hermosísima! aunque aún sigo pensado que te quites esos horribles tenis. 

—No pienso quitármelos. 

—Bueno ya, ¡Igual estas presiosa! —grito mi madre con los ojos llorosos. —¿Sabes? En seguida vuelvo, iré a buscar algunos accesorios.

Me mire por un momento en el espejo, y quede boca abierta cuando admire mi reflejo. Esa que estaba allí definitivamente no era yo, mi esencia de no llamar la atención se había esfumado. Ese vestido tan simple hacia resaltar mi desarrollado cuerpo, curvas que jamás había analizado que tenía por siempre usar sudaderas tan grandes, mi busto estaba ligeramente expuesto, lo cual el sutil escote hacia dar la impresión de que eran enormes, aparte de que pude sentir el aire fresco que entraba por la ventana de mi habitación en mis piernas al descubierto, caí en cuenta que el vestido era algo corto, mucho diría yo, estoy segura de que atraería miradas así vestida. Lo cual era aterrador.

—Quiero quitármelo...necesito quitármelo. —susurre para mí misma al sentir como mi reflejo en el espejo comenzaba a distorsionarse.

El sonido del claxon de un auto fuera de mi casa llamo mi atención, lo más seguro era que fueran Dani y Naomi anunciando su llegada. Me asomé rápidamente por la ventana y las pude ver, eran ellas. La que manejaba era Dani mientras que Naomi estaba sentada en el asiento del copiloto.
Aun recuero el tremendo grito que soltó Naomi cuando le dije que sí iría por el teléfono.

No había tiempo, eran las siete en punto y no me daba tiempo de cambiarme de ropa así que simplemente tome un suéter gris y me lo puse encima del vestido algo incomoda, baje de mi habitación sigilosa, no deje que mi madre me viera así pues sabía que me obligaría a quitarme el suéter.

—¡Ya me voy! —le grite a mi madre mientras salía de casa y entraba al auto.

Naomi me miro de reojo y sonrió.

—¡Que guapa!

—Si, si ya vámonos, rapido. 

Dani se puso en marcha y manejo hasta la casa de ese tal Trevor. Al cabo de unos minutos a lo lejos se escuchaba fuertemente la música. Estábamos cerca de la fiesta.
Me asome por la ventana y me tope con una grandísima mansión iluminada por luces de colores, había personas por todos lados, bailando, gritando y bebiendo.
Empecé a arrepentirme de haber venido.

—¿Listas para divertirnos? —pregunto Naomi animada mientras bajaba del auto.

Ni Dani ni yo respondimos. Compartíamos el mismo sentimiento de no querer estar en aquella fiesta. Si no fuera por Naomi estoy segura de que ni habríamos venido.

Nos abrimos paso por la multitud y entramos. Si por afuera se podía ver un gran escándalo, por dentro estaba peor. Personas tomando, rompiendo botellas, besándose. Era como ver una revolución de locos.
Pero esto no era nada comparado con lo que yo veía por internet. Pero jamás lo había visto personalmente. Ni mucho menos experimentado. Por un momento me sentí dentro de una película americana de adolescentes en descontrol de hormonas. 

—¿Vamos por un trago? —hablo Naomi en voz alta para que pudiéramos escucharla a través de la música que retumbaba nuestros oídos.

—Si. —respondió Dani.

Me limite a seguirlas, ¿Un trago?
Y si, allí estaba yo, con un vaso de alcohol en la mano pensando si beberlo o no. Jamás había probado alcohol en mi vida, así que no sabía cómo reaccionaria mi cuerpo ante aquella sustancia que me parecía peligrosa. Bebi solo un sorbo y definitivamente estaba super cargado, el líquido se arrastró por mi garganta raspándome a su paso. Hice una mueca como si hubiera chupado un limón super asido y alejé el vaso de mí. No me gusto ese sabor ni esa sensación que me quemaba el esófago.

—¿No te gusta? —me miro Naomi curiosa.

—No te mentiré, sabe horrible. —deje el vaso en una mesita.

Se echo una carcajada y siguió tomando. 

Unos minutos después sentí que todo se estaba saliendo de control. 

—¿Saben? Me encontré con Peter hace rato y ni siquiera volteo a verme. —se quejó Naomi mientras bebía alcohol por despecho. 

—Nao cálmate ¿Sí? No vale la pena emborracharse por un idiota como ese. —le dijo mientras le quitaba el vaso de alcohol de la mano. 

Si no me equivoco, Peter es el chico que le gusta a Naomi, es un año mayor que yo, pero a causa de que reprobó está repitiendo mí mismo año quien lo cual lo convierte en mi compañero de clases, además, da la casualidad de que es mejor amigo del anfitrión de esta fiesta. Se tanto de el solo por el hecho de que Naomi no puede sacárselo de la boca. Todo de lo que habla es de él.  

Comencé a incomodarme un poco cuando Naomi se empezó a comportar algo extraño.
¿Estaba ebria ya? ¿Tan rápido?
Solo había tomado unos cuantos tragos y ya se había puesto mal.
Mire a Dani quien la miraba con vergüenza.

—La acompañare al baño, no tardara en vomitarse en cima. No tardamos ¿Sí? Tu quédate aquí. —me dijo Dani mientras se la llevaba arrastras.

Y así me quede sola. Tal y como estaba acostumbrada, pero esta vez era diferente, estaba en una fiesta, rodeada de personas ebrias destrozando la casa, no era para nada mi tipo de entorno.
¿Debi haberlas acompañado? ¿Es muy tarde para ir detrás de ellas?

Me sentía perdida en medio de todas esas personas desconocidas y tan ruidosas. 
Me dirigí a la cocina que a fortuna estaba bacia. Comencé a tener la extraña sensación de querer irme lo más pronto posible. Mire el reloj que colgaba en la pared. 

9:01pm 

¿Cuál es la hora correcta para irse de una fiesta?

Una voz áspera y arrastrada me saco de mis pensamientos. Di un pequeño sobresalto de sorpresa y busqué de donde bebía esa voz. 

—¿Por qué tan solita señorita? —hablo un chico pelirrojo y pecoso mientras se me acercaba.

Era Peter, lo reconocí al instante a medida que se me acercaba, me daba la impresión de que era peligroso estar con el a solas. Estaba ebrio, de eso estaba segura. Se tambaleaba un poco de lado a lado mientras me miraba con los ojos entreabiertos, y con una sonrisa medio extraña.

—Debo irme. —dije un poco abrumada por la manera en la que se me acercaba. 

Intenté apartarme, pero me sentí acorralada, en la cocina no había nadie más que él y yo, me puse aún más nerviosa por eso. De repente un recuerdo invadió mi mente y todo se descontrolo a partir de ahí. Esto no puede estar pasando, no de nuevo...tengo que salir de aquí ya.

—No te vayas. La fiesta apenas y está comenzando. —se postro frente a mí de una manera que me hizo retroceder del miedo.

Me miro con perversidad. No tenía buenas intenciones. Eso era mas que obvio.
Me agarró de la cintura con fuerza y se inclinó hacia mí con bastante agilidad para estar ebrio. Forceje para que me soltara, pero no lo hizo. Era mucho más fuerte que yo. Me sentí débil a su lado, mi corazón latía fuerte, y mi vista comenzaba a nublarse, por el miedo... ¿Ahora que hago?

Con una de sus manos intento levantarme a la fuerza el suéter. Tenía miedo.
Por instinto le di un manotazo lo cual lo hizo enojar.

—¿Así que te resistes maldita zorrita?

—Si te sigues resistiendo te ira peor mi pequeña Ary. 

Mi cuerpo comenzó a temblar del miedo. Estaba empezando a tener un ataque de pánico al no saber que hacer. Recuerdos bagos vinieron a mi para atormentarme ahora después de años y a pesar de eso. Sigo sin poder defenderme. 
No quiero que pase, no quiero que pase, ¡No otra vez! ...me dieron ganas de romper en llanto y gritar, pero no me podía mover, mi cuerpo no me quería responder, estaba demasiado asustada como para reaccionar a la situación. 

<< ¡Por favor que alguien me ayude!>>

Unas manos tomaron de los hombros al pelirrojo y lo jalaron alejándolo de mí con fuerza.
Peter cayó al suelo aturdido.

 —Vuelve a tocarla y te quedaras sin manos. 

Era el.
Era ese chico cullo nombre no se cual es pero que con una simple mirada me hacía temblar.

¿Qué hacia el aquí?

Levanto a Peter de la camiseta y lo miro de una manera que hasta a mí me dio miedo, no hubo necesidad de que le dijera algo para lograr intimidarlo. Podría jurar que incluso se le quito lo ebrio. Ese chico empujó a Peter fuera de la cocina de una patada, Peter se quejó del dolor y se alejó al notar que no podía hacer nada más. Se alejo rápidamente sin mirar atrás.

Una vez que estuvimos solos me miró fijamente, curioso.
Me aliviaba que me haya ayudado, pero la presencia de él me aterraba más que la del otro tipo.
Me veía reflejada en sus oscuros ojos, pequeños y brillantes ojos, eran como dos canicas cubiertas de pintura negra.
No hablo, no reacciono, simplemente me miro desde la puerta de la cocina, sin acercarse nu un milímetro, como si yo fuera algo a lo que no se podía acercar.
Algo que no podia tocar.

Como si estuviera esperando a que yo dijera algo antes de atacarme.

¿Quién era él?
¿Y por qué me miraba con tanta intensidad?

Dio media vuelta y se marchó... aunque por alguna razón desee que se quedara un poco más. 

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