https://youtu.be/r33yywGj58U

Que se callen los bardos, que frenen sus instrumentos, que sus voces se caigan enteras en los abismos. Que me sea legada la palabra, porque hablaré y lo haré como mejor pueda. Denme el turno a mí, el hombre inferior, pues ya han hablado demasiados locos.

¿Por qué siempre menospreciado, dejado de lado, acallado? ¿Quién dijo que alguna vez aislé a un genio? ¿Quién declaró que lo cotidiano merece olvidarse?

Ya me cansé del melodrama, de la comedia paupérrima de sus sosas tragedias: "Oh, heme aquí el artista, el solo, el incomprendido; la víctima que se ocupa de las cuestiones del alma. Henos aquí a los sabios reunidos en concilios, los intelectuales que corren tras la Filosofía, las mentes enhiestas que hablan en versos, los genios brillantes que el mundo solo ama una vez que se han secado enteros los huesos. Qué injusta la vida, qué injusto es el mundo, por eso no hay dios y todo es mentira".

¡Por supuesto que jamás verán a Dios, porque nunca han tomado en sus manos el martillo ni han visto salir ampollas en sus dedos! ¡¿Quién no podría creer que el mundo es mentira si jamás ha construido la cuna de un hijo?! ¡Por supuesto que nada sabrán de la vida si nunca se pusieron a vivir en serio!

Y ese es el hombre que nos desprecia, al hombre común, que nos trata de frío, de burdo, de vulgar, de ignorante y de escoria. Ese es quien dice que hablamos a sus espaldas abriendo grietas en sus espíritus y ánimos...

¡Pero quién está tan desocupado para hacer eso! Si el pan ya se hornea y alguien debe sacarlo del horno, si el niño llora y alguien debe alimentarlo, si la tormenta cae y se necesita reforzar el techo.

¿Por qué será que van detrás de la muerte como si fuera una atractiva dama pero venenosa? ¿Qué punto no comprendieron? Y nos señalan como si fuéramos animales, como si nuestros cerebros y sentimientos no funcionaran.

¿En qué se creyó tan diferente el artista, si es el mismo sudor el que cae en el miedo, el mismo espasmo el que se dibuja en el sexo, el mismo grito el que sale en la furia? ¿Qué hace que lo que sus manos y mentes hacen se llame arte, y lo que hacen las mías, artesanías? ¿Quién se creyó tan especial para decirse olvidado por la divinidad, deseado por la muerte, la locura y la oscuridad, privilegiado con el baile de las ideas?

Que yo no tenga las palabras que ustedes tienen no significa que mi alma no haya captado exactamente el mismo mundo que ustedes captan, pero, ¿cómo quieren que me detenga a pensar y buscarlas si hay tantas cosas por hacer? Hacer el pan, la casa, sus libros, el amor, la guerra, la paz, la cama, la cuna, la tarea, la corte; hacer la vida en definitiva.

¡Y todo lo demás es excusa! Excusas del que no se atreve a vivir.

No digo que no me gusten sus ideas y locuras, pero a veces podrían ponerle otro sentido. Me cae bien Victor Hugo Viscarra: "La melancolía es la felicidad de estar triste", solía decir entre alcoholes tan inmundos como los que se toma el pueblo obrero. De este modo tiene sentido detener mi vida y leer qué escribió un hombre así.

Pero ya me callo, que son como las siete y si no saco la basura, se me pasa el basurero. Los dejó en el concilio, sigan buscando las Ideas, yo me voy a las cosas, que para mí son suficientes. Y detrás de las cuales se esconde lo que he nombrado Dios; que buscarlo en el vacío, como ustedes lo hacen, es solamente una tarea banal, una vesania, un sinsentido. Ni Dios tiene sentido.