Hoy han dicho en la tele
que han muerto tres mujeres
y que han sido ellos.
Extremoduro.

Hoy han asesinado a otra mujer.
La prensa dice que ha muerto
por cinco puñaladas,
pero ha sido asesinada
por los celos,
por el temor,
por la cobardía.

La han matado hoy mismo,
pero lleva muerta
desde la primera vez
que él le dijo: «Eres mía».

«La maté por amor»,
«la maté porque si no está conmigo,
no va a estar con nadie»;
pero no es así,
no se mata a quien se quiere,
el amor, más que otra cosa,
es sentir que vives con un propósito de más,
y tú la has asesinado por cobarde,
porque ella te amaba
y si amor te dio demasiado miedo.

Hoy ha sido asesinada otra mujer,
y su asesino,
un hombre de cuarenta y pocos,
va a salir en libertad
con cincuenta y muchos;
pero eso no importa,
porque él
ya nunca más será libre.

Hoy otra mujer ha sido asesinada
y ahora una hija llora,
una madre llora,
y otra mujer tiembla
recordando la última paliza,
porque ella podría ser la siguiente.

Y todo esto pasa en un país que calla,
Y si algo sé sobre el silencio
es que duele tanto como un golpe;
y si algo sé sobre la mujer
es que la quiero viva,
la quiero bailando,
la quiero suya.

Otra mujer ha sido asesinada
y su muerte me duele en las tripas,
porque es una derrota para todos
cuando una flor guerrera
cae en el campo de batalla
habiendo sido siempre
tan valiente.

Ella ha sido asesinada,
y por eso mismo, hoy,
algo ha muerto
—y ya son muchas, demasiadas muertes—
en el alma y las entrañas
de cada uno de los hombres
de este mundo.