Anna - Frozen
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Anna - Frozen
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El Palacio de Arendelle siempre estaba resguardado por los mejores guerreros y vigilantes, pero entre todos, había una que destacaba por encima del resto, T/N. Su destreza con la espada, su postura imponente y su inquebrantable lealtad a la familia real la convertían en una figura admirada por muchos. Pero si había alguien que la admiraba con un brillo especial en los ojos, era la propia princesa Anna.
Desde la primera vez que vio a T/N entrenando en el patio, Anna sintió que su corazón latía más rápido. Su cabello ondeando con cada movimiento, la seguridad con la que manejaba su espada y la elegancia natural con la que se movía despertaron en la princesa un enamoramiento casi inmediato. Desde entonces, Anna no podía evitar suspirar cada vez que pasaba por donde T/N patrullaba.
Sin embargo, por más que intentara acercarse, sus nervios la traicionaban. En más de una ocasión, se había acercado con la intención de hablarle, solo para terminar tartamudeando, riendo torpemente o, peor aún, saliendo corriendo con las mejillas encendidas. Incluso Elsa, su hermana, había notado el comportamiento extraño de Anna y la había sorprendido más de una vez mirando embelesada a la vigilante desde un balcón del castillo.
Una tarde, después de armarse de valor, Anna decidió que ya era suficiente. Respiró hondo y caminó con determinación hacia T/N, quien en ese momento estaba en la entrada del palacio, afilando su espada. Sin embargo, apenas la guerrera levantó la vista y sus ojos se encontraron, la princesa sintió que su valentía se desmoronaba como un castillo de nieve bajo el sol.
—Ho-hola, T/N... —Murmuró, con la voz temblorosa y una sonrisa nerviosa.
T/N le dedicó una mirada amable, pero firme.
—Princesa Anna ¿Se encuentra bien? —Preguntó con suavidad, inclinando ligeramente la cabeza.
Anna sintió que el calor en su rostro se intensificaba. Se quedó en silencio unos segundos, intentando encontrar algo ingenioso que decir, pero en su mente solo había un torbellino de pensamientos caóticos.
—Ehm... ¡Tus botas! ¡Sí, tus botas! Son... son muy... resistentes —Balbuceó, queriendo desaparecer en ese mismo instante.
T/N parpadeó, claramente sorprendida, pero al notar el nerviosismo de la princesa, una sonrisa divertida apareció en sus labios.
—Gracias, su alteza. Son parte de la armadura —Respondió con calma, cruzando los brazos.
Anna asintió frenéticamente, riéndose de forma torpe antes de salir casi a tropezones, maldiciendo su propia falta de control. Se alejó con el rostro completamente rojo, mientras T/N la observaba con una mezcla de diversión y ternura.
No era la primera vez que la princesa intentaba hablarle, ni sería la última. En el fondo, T/N encontraba encantador ese nerviosismo genuino de Anna. Después de todo ¿Cómo no admirar a alguien tan dulce y sincera como ella?
...
El invierno cubría Arendelle con un manto de nieve brillante, y la pista de hielo frente al palacio era el escenario perfecto para que la princesa Anna intentara impresionar a T/N. Con patines en los pies y un entusiasmo desbordante, se deslizó torpemente sobre la superficie helada, lanzando miradas fugaces a la guerrera que observaba desde la orilla.
Sin embargo, la confianza de Anna duró poco. En un mal paso, perdió el equilibrio y sintió cómo el suelo se acercaba a gran velocidad. Cerró los ojos con un chillido, preparándose para el impacto, pero en lugar del hielo frío, cayó en unos brazos firmes y cálidos. Cuando abrió los ojos, T/N la sujetaba con facilidad, su expresión serena y divertida a la vez.
—¿Estás bien, princesa? —Preguntó T/N con una leve sonrisa.
Anna, sintiendo el calor subir a su rostro, se incorporó rápidamente, intentando fingir que todo estaba bajo control.
—¡Sí! Solo... estaba probando una nueva técnica de... eh... caída controlada —Balbuceó, dando un torpe paso adelante.
El destino, sin embargo, parecía no estar de su lado. Su pie resbaló nuevamente y, una vez más, T/N la atrapó antes de que terminara de rodillas sobre el hielo. Anna se aferró a los brazos de la guerrera, mirándola con ojos brillantes y completamente sonrojada.
T/N la sostuvo con firmeza, asegurándose de que recuperara el equilibrio antes de inclinarse un poco hacia ella.
—Tranquila, princesa —Dijo con suavidad—Yo puedo ser tu guía si quieres.
Anna sintió que su corazón latía a un ritmo descontrolado. Con un suspiro nervioso y una tímida sonrisa, asintió mientras su sonrojo se hacía aún más evidente.
—Me... me encantaría.
...
El gran salón del castillo estaba iluminado con la suave luz del atardecer, reflejándose en las paredes de piedra y en los ventanales adornados con nieve. En un rincón de la sala, sentada en una gran butaca con una taza de chocolate caliente entre las manos, Anna suspiraba por enésima vez en el día. Su mirada estaba fija en el patio de entrenamiento, donde T/N practicaba con otros guardias, deslizándose con agilidad y gracia en cada movimiento. Cada golpe de espada, cada giro preciso, la dejaba completamente embelesada.
Elsa, que estaba de pie junto a una mesa revisando algunos documentos, no pudo evitar notar el comportamiento de su hermana. Arqueó una ceja con una sonrisa burlona cuando vio la expresión soñadora de Anna y cómo sus dedos jugaban distraídamente con el borde de la taza.
—Anna —Llamó con suavidad, pero sin apartar la vista de ella.
La princesa no reaccionó de inmediato. De hecho, Elsa pudo notar cómo sus labios se curvaban en una sonrisa tonta cuando T/N hizo un elegante giro con su espada.
—Anna —Repitió Elsa, esta vez con un tono más marcado.
—¿Eh? ¿Qué? —Anna parpadeó varias veces, volviendo en sí y mirando a su hermana con ojos llenos de sorpresa.
Elsa cruzó los brazos y sonrió con complicidad.
—Llevas minutos suspirando como una tonta mientras miras a T/N —Comentó con diversión— ¿Piensas quedarte ahí soñando o harás algo al respecto?
El rubor cubrió las mejillas de Anna de inmediato.
—¡No estaba suspirando! —Protestó, aunque su tono no sonó muy convincente.
—Anna, incluso un troll se daría cuenta de lo obvio que es —Dijo Elsa rodando los ojos—Y sinceramente, no puedo ver cómo T/N no ha notado aún que la miras como si fuera la única estrella en el cielo.
Anna se hundió en su butaca, cubriéndose el rostro con las manos.
—¡Elsa, por favor, ya basta! —Murmuró entre risitas nerviosas.
Sin embargo Elsa tenía otros planes. Con una sonrisa traviesa, giró la cabeza y antes de que Anna pudiera reaccionar, alzó la voz.
—¡T/N!
El sonido del entrenamiento se detuvo de golpe. Anna sintió cómo su corazón se detenía por un segundo y luego comenzaba a latir a toda velocidad. Sus ojos se abrieron con horror mientras miraba a su hermana con una expresión de pura traición.
—¡No, no, no, no! —Susurró desesperada.
T/N, quien acababa de terminar una estocada con su espada, se giró con curiosidad al escuchar su nombre. Con pasos seguros, comenzó a caminar hacia el interior del castillo. Anna sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Su hermana acababa de hacer lo impensable. Se aferró a los brazos de Elsa en un último intento de detener la catástrofe inminente.
—Elsa ¡Te juro que esto no te lo perdonaré! —Susurró entre dientes.
Pero la reina de Arendelle solo sonrió con inocencia.
—Oh, tranquila, hermanita. Solo le diré que querías hablar con ella —Dijo antes de mirar a T/N y agregar—Anna tiene algo que decirte.
Anna sintió cómo su alma abandonaba su cuerpo. T/N llegó al umbral de la puerta con su característico porte firme pero sereno. Su expresión era amable, aunque llena de curiosidad.
—¿Me buscaba, princesa? —Preguntó con calma.
Elsa se despidió con una mirada divertida antes de girarse con elegancia y salir de la habitación, dejando a Anna sola con la persona que más la ponía nerviosa en todo el reino. La princesa tragó saliva, sintiendo que sus piernas temblaban.
—Esto es un desastre... —Susurró para sí misma, mientras T/N la miraba esperando una respuesta.
Anna tomó aire, intentando calmar sus nervios. No podía dejar que el momento se volviera más incómodo de lo que ya era. Así que, con una risa nerviosa, se aclaró la garganta y buscó algo inteligente que decir.
—Eh... sí... yo... quería... saber... si... te gustaría... —Balbuceó, retorciendo los dedos.
T/N ladeó la cabeza con curiosidad, sus ojos suaves pero expectantes.
—¿Si me gustaría qué, princesa? —Preguntó con paciencia.
Anna cerró los ojos un segundo, reprendiéndose internamente "¡Vamos, Anna! ¡Solo dilo!".
—Si te gustaría salir... conmigo... a dar un paseo... por Arendelle... —Finalmente soltó de golpe, sintiendo cómo su cara se incendiaba por la vergüenza.
T/N parpadeó, sorprendida por la repentina propuesta, pero luego, una suave sonrisa se formó en sus labios.
—¿Un paseo? —Repitió, como si estuviera asegurándose de haber entendido bien.
Anna asintió frenéticamente, demasiado nerviosa para articular más palabras. T/N observó su expresión ansiosa y, con un gesto amable, extendió una mano.
—Me encantaría, princesa.
Anna sintió que su corazón saltaba de alegría. Con una tímida pero feliz sonrisa, aceptó la mano de T/N, mientras la emoción la invadía. Quizás Elsa la había traicionado, pero después de todo, tal vez no había sido una mala idea.
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