Feliz Cumpleaños Giulia
Nota del autor: Hace unos días, Enrico confirmó los cumpleaños del trío, mencionado que Giulia cumplía el dieciocho de Marzo, así que para celebrarlo, decidí escribir este pequeño fic, espero que lo disfruten.
También quiero decir que el dibujo utilizado por la portada fue hecho por la artista moonie._.arts en Instagram, les dejó el link a su perfil para que chequen la ilustración original, así como sus otros trabajos:
https://www.instagram.com/moonie._.arts/?hl=es
Giulia estaba acostumbrada a pasar sus cumpleaños con su mamá, ella solía llevarla a comer fuera, le compraba un regalo y un pastel para luego cantar las mañanitas en su departamento, Massimo le hablaba en la noche, cuando sabía que las encontraría en casa para felicitarla, si podía le mandaba un regalo por correo, o si no conseguía el dinero suficiente ahorraba para poder dárselo en verano cuando regresara a Portorosso; a Massimo le gustaría poder visitarla cada dieciocho de Marzo, pero las ganancias de la pesca no se lo permitían, así que el dinero que ganaba era mejor destinado a un presente.
A Giulia no le molestaba, aunque a ella también le gustaría que su papá pudiera estar con ella en su día especial, entendía que las cosas no siempre salían como uno quería, además, siempre lo compensaba en el verano.
Era una costumbre que ya llevaba varios años ininterrumpida, a veces Giulia pensaba en invitar a algunos chicos de su escuela, pero al final no se sentía con muchas ganas, al igual que pasaba en Portorosso, muchos de sus compañeros se sentían intimidados por su energía y entusiasmo, y la veían igual de raro; además de que ella prefería pasar el rato con su mamá.
Pero este año sería diferente, porque ahora tenía un amigo de verdad.
Luca ya llevaba nueve meses viviendo con ellos, pese a todo había estado adoptándose bastante bien a la vida de ciudad, sobre todo a la escuela, le encantaba aprender cosas buenas, y aunque tenía que ocultar su lado de monstruo marino, y con todas las restricciones que venían con ello, no podía quejarse, estaba cumpliendo su sueño.
Giulia estaba emocionada de poder pasar su cumpleaños con él, ya agradecía no tener que estar sola en los recreos, y ahora pasaría su día especial con su mejor amigo... solo desearía que su hermano pudiera estar ahí también.
«No seas caprichosa», se dijo a sí misma, «en la noche pueden hablarse para que papá te diga lo mucho que te ama, y que Alberto te presuma de todas sus maravillosas aventuras como salvavidas».
Sonrió rodando los ojos, recordando lo mucho que a su hermano le gustaba presumir, aun así, extrañaría esa vanidad que tanto lo caracterizaba.
—Hey, no te sientas mal —le dijo Luca dándole un ligero empujón en el brazo, ambos iban en el asiento de atrás mientras María conducía, se dirigían hacia el restaurante que la matriarca había escogido ese año—, también los extraño, pero estoy seguro que tu papá buscara la forma de compensarlo cuando nos veamos en Junio.
Giulia sonrió, pensando que su papá seguramente le haría una cena especial de bienvenida, o la llevaría a comer fuera, quizás hasta Alberto la sorprendiera con algo, sí, sería un buen verano, y por ahora podría celebrar sus catorce primaveras con Luca y su mamá, serían dos fiestas de cumpleaños, nada de que quejarse.
—Tienes razón —le respondió con una sonrisa.
Luca sonrió, después de todas las noches en que Giulia lo había consolado cuando extrañaba a su familia y hogar, era hora de que él hiciera lo mismo, además, nadie merecía estar triste en su cumpleaños, era una tradición igual de importante para humanos y monstruos marinos por igual.
Giulia miró hacia afuera, y notó algo peculiar, estaban recorriendo el trayecto hacia la casa.
—¿A dónde vamos? —preguntó.
María simplemente sonrió.
—Es una sorpresa.
Giulia abrió los ojos sorprendida, miró a Luca quien apartó la mirada hacia la ventana, con una sonrisa de oreja a oreja, la chica entrecerró las cejas, sintiendo un déjà vu.
—¿Qué está pasando?
—Nada —respondió rápidamente Luca.
Giulia no iba a rendirse tan fácilmente, Luca podía ponerse nervioso rápidamente y eso lo haría cantar, solo tenía que presionarlo un poco más, estaba por interrogarlo de nuevo cuando el coche se detuvo.
Giulia miró al frente y vio que estaban de regreso en su apartamento.
—Bueno, será mejor que bajemos —dijo María mirándola por el retrovisor.
Giulia estaba confundida, iba a preguntar qué estaba pasando cuando notó que Luca ya se había bajado, y que le estaba extendiendo una mano.
—Silenzio Bruno —dijo alegremente.
Reconociendo que esa era la frase que sus amigos usaban para callar a las dudas y miedos, Giulia decidió arriesgarse, después de todo, era su mamá y su mejor amigo, no tenían ninguna mala intención, así que aceptó la mano de Luca, quien la ayudó a bajarse y luego la condujo por las escaleras.
Todo estaba normal, ninguna cosa fuera de su lugar, parecía como cualquier otro día.
—Muy bien, ¿cuál es la sorpresa? —preguntó.
—Si te la decimos, ya no sería sorpresa, ¿no? —le respondió su madre.
Giulia rodó los ojos.
Finalmente llegaron a su puerta, María le pasó las llaves para que abriera, Giulia miró la llave y luego a su mamá, quien solo apuntó con su cabeza al picaporte, al final se encogió de hombros, era mejor acabar con el misterio de una vez por todas; metió la llave en la cerradura y luego la giró.
Cuando la puerta se abrió, la boca de Giulia cayó en picada.
—Santa gorgonzola.
Había un banderín de feliz cumpleaños colgado sobre la cocina, y en la mesa estaba colocado un enorme plato de Trenette al Pesto, a su lado una charola de lasaña, y un plato hondo con ensalada César, de bebida había una enrome jarra de soda italiana de frambuesa, y una copa de vino.
María y Luca intercambiaron miradas, el chico le guiñó un ojo, María vio a su hija y luego de regreso al chico, regresándole el guiño.
Giulia se dio la vuelta para verlos.
—No puedo creerlo —dijo felizmente—, ¿Cuándo tuvieron tiempo para hacer todo esto?
María y Luca sonrieron.
—Nosotros no fuimos —respondió el chico.
Giulia iba a seguir preguntando, cuando una voz habló detrás de ella:
—Lamento decírtelo hermanita, pero somos nosotros quienes se llevan el crédito.
La chica no pudo creer lo que escuchaba, se dio la vuelta, y ahí estaba, parado junto a una silla, Alberto, con ambas manos en la cintura, la espalda recta y el pecho salido.
Giulia no pudo aguantarlo y se lanzó encima de él en un abrazo que por poco lo derriba.
—¡Alberto! —Gritó de la felicidad, luego se separó para verlo mejor—, ¿qué estás haciendo aquí?
—Hey, no podía perderme el cumpleaños de mi hermanita —respondió él mientras le apretaba un cachete.
Giulia se rió y lo apartó juguetonamente.
—Y claro que no podía venir solo —agregó una voz más grave.
Giulia miró a la derecha, el pasillo por donde Alberto había entrado, y ahí estaba su papá, viéndola felizmente.
—¡Papá! —Gritó mientras se separaba de Alberto para ir a abrazar a Massimo—, ¡no puedo creer que estés aquí!
Massimo sonrió mientras rodeaba a su hija con su brazo.
—Solo digamos que la pesca nunca había estado mejor —Massimo miró a Alberto con mucho orgullo, a lo que el chico sonrió triunfalmente.
La familia prosiguió a sentarse para comer, mientras servían la comida y se pasaban los platos, Alberto los puso al tanto de las cosas que habían pasado en Portorosso, y Luca y Giulia platicaron de la escuela y las cosas que estaban aprendiendo.
—A Daniela, Lorenzo y Libera les hubiera gustado venir —mencionó Massimo mientras bebía su copa de vino—, pero no pueden dejar la granja sin supervisión, aun así me pidieron que te felicitara, Giuletta, y que te diera esto.
Massimo le entregó un pequeño estuche a su hija.
Giulia lo tomó entusiasmada y lo abrió, dentro había una linda perla.
—¡Es increíble! —Dijo eufórica, luego se volvió hacia Luca—, recuérdame mandarles una carta para agradecerles.
Luca asintió.
—Y también mandaron algo para ti, Luca —continuó el pescador sacando una carta.
—¡Gracias, señor Massimo! —respondió Luca tomando el sobre.
—Yo también te compré algo —dijo Alberto entrando en la conversación, sacó un objeto que era rectangular y estaba envuelto en un papel anaranjado.
Giulia lo agarró y empezó a rasgar el papel, revelando debajo un libro titulado: «La Guerra de los Mundos» de H. G. Wells.
—Cómo eres una nerd supuse que te gustaría —continuó Alberto mientras se rascaba detrás de la cabeza.
—¡Claro que sí! Gracias Alberto.
—Hey, lo que sea por mi hermanita.
Giulia entrecerró una ceja.
—Oye, ahora tenemos la misma edad.
Alberto soltó una risa burlona.
—Solo hasta Septiembre.
Antes de que los hermanos pudieran entrar en discusión, Luca mencionó que él también tenía un regalo, Giulia volteó a verlo al momento en que el chico sacaba un collar de conchas marinas de su bolsillo.
—Mi abuela me enseñó a hacerlos cuando era chico, me pareció el mejor momento para retomarlo.
Giulia tomó el collar y empezó a examinarlo, se notaba que era casero, pero eso solo aumentaba su valor, Luca se había tomado el tiempo para hacerlo y asegurarse de que quedará lo mejor posible.
—Gracias, Luca —dijo mientras se lo ponía.
Luca solo sonrió y le mostró un pulgar arriba.
—Te queda genial —le dijo, a lo que Giulia se ruborizó.
Tras terminar con la comida, entre todos recogieron la mesa, Luca y Alberto ayudaron a lavar los platos mientras Giulia los secaba, a pesar de ser su cumpleaños, no le molestaba ayudar, ya que mientras trabajan podían seguir platicando.
Cuando terminaron, María sacó un pastel de chocolate del refrigerador y lo puso sobre la mesa, Massimo le puso las velas y las encendió, colocaron a Giulia frente al postre mientras los cuatro le cantaban las mañanitas.
—Pide un deseo, cariño —le dijo María cuando terminaron.
Giulia sonrió mientras veía las llamas.
«No necesito pedir nada, porque ya tengo todo lo que necesito» pensó antes de soplar, a lo que todos le aplaudieron.
Era el mejor cumpleaños de todos.
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