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Parte única

Kaminari despertó con la mirada fija en el celular que descansaba sobre la cómoda de su casa. No esperó que la alarma sonara, de hecho, esta ni siquiera estaba encendida. Sin embargo, la costumbre y la rutina le impidieron seguir durmiendo, incluso si su cuerpo estaba cansado. 

Se arrastró sobre el colchón con el pelo revuelto en mechones desiguales que se dirigían sobre distintas direcciones una vez se quitó las mantas de encima y tomó el celular para encender la pantalla, comprobando la hora y sonriendo alegremente cuando se mostró la vista previa de todos los mensajes que le habían sido enviados. Una vez respondido la mayoría de ellos, Kaminari caminó ni lento ni perezoso hasta el armario, solo para darse cuenta que, si así lo deseaba, tampoco era necesario cambiarse la pijama. Así que, optando solo por cepillar un poco su cabello con las manos, se dirigió por el pasillo para tomar el desayuno.

Al entrar en la estancia principal que se compartía con la cocina, se encontró con la grata satisfacción de ver a su novio tomando el café con su taza favorita de estampados de gatos que le había regalado el año pasado, apoyado contra la barra de la cocina mientras observaba las noticias en el celular. Kaminari caminó hasta su lado, solo para inclinarse sobre su hombro y husmear las noticias y memes que saltaban en la aplicación. Shinso deslizó una sonrisa agradable en sus labios y fingió seguir prestándole atención a las redes.

—Y... —empezó Kaminari, tratando de insinuar algo. Caminó a un lado de Shinso y pasó el puño sobre la encimera, fingiendo que limpiaba una mancha, antes de volver su vista a la cara de su acompañante.

—Y... —continuó su novio —, buenos días, cariño.

Kaminari movió los hombros con indulgencia.

—Si, buenos días para ti también. Pero, ¿acaso no tienes alguna otra cosa para decirme el precioso día de hoy? —preguntó, revoloteando las pestañas como si estuviera esperando por algo más que un simple saludo.

Shinso enarcó una ceja, suspendiendo la taza de café cerca de sus labios —. ¿Además de buenos días?

—¡Ay, por favor! —renegó.

Shinso soltó una corta carcajada, dejó la taza media vacía sobre la barra y se inclinó para dejar un beso en la mejilla del rubio.

—Feliz cumpleaños —le dijo —. ¿Mejor ahora?

Kaminari se quedó quieto como evaluando. Torció el labio del lado donde había recibido el beso y fingió pensar su respuesta. Shinso se rio mientras negaba a los lados con su cabeza. Luego, Denki dio la vuelta hasta estar del otro lado de la barra y estiró el brazo hasta el tarro de azúcar para poder hacerse un café él también.

—Sí. Mucho mejor.

Shinso asintió a su respuesta. 

—Perdona que no pueda quedarme —se disculpó, dándole otro rápido beso una vez dio la vuelta para lavar su taza —, tengo que trabajar.

—Seguro —asintió Kaminari, terminando de revolver el contenido —. Mi mamá me escribió para decirme que me llamaría al rato, y luego me haré una maratón de mi serie. Tal vez almuerce udon hoy, pero con fideos finos, porque no tengo ganas de prepararlos. 

—De acuerdo —sonrió —. Déjale mis saludos a tu madre. Nos vemos. 

Kaminari caminó hasta el vestidor con su taza de café para despedirse apropiadamente. Luego volvió caminando hasta el sillón y se echó cómodamente con el control en su mano izquierda, listo para iniciar una pequeña maratón de Cold Case —un remake japonés de 2016 basado en una serie estadounidense— antes de que su madre decidiera llamarlo.

[...]

Para la tarde de ese mismo día los amigos —o sea, Mina— de Kaminari habían propuesto salir por ahí como todo adulto joven que desea divertirse en un cumpleaños. Kaminari aceptó gustosamente, sabiendo que iba a poder convencer fácilmente a su novio. Y pronto también llegaron las confirmaciones de sus amigos más cercanos de la academia donde hacía años había estudiado.

Estaba terminando la quinta temporada cuando escuchó el tintineo de las llaves dando vueltas sobre la cerradura y luego la puerta siendo abierta.

—¡Estoy en casa! —gritó Shinso desde el vestíbulo, dejando los zapatos en el pequeño mueble junto al pasillo antes de caminar hasta la sala y darle un beso en la mejilla a su novio, ya que Denki estaba demasiado concentrado en la trama —. ¿Cómo vas? —preguntó, pasando un brazo tras los hombros del rubio luego de haberse sentado a su lado.

—De lo que te perdiste —se giró, empezando a contarle todo lo que había pasado en la quinta temporada con detalle—. Creo que me vicié un poco con esta serie...

—Bueno —Shinso ladeó la cabeza como si se pensara aquella respuesta seriamente —, ¿tú crees? 

Kaminari se encogió de hombros —. Mina propuso salir a bailar hoy —cambió de tema, apagando el televisor con el botón pequeño del control remoto.

—Y supongo que tengo que ir —adivinó Shinso, a lo que Kaminari asintió algunas veces.

—Exacto.

Hitoshi soltó un suspiro como si no tuviera más opciones en su vida y se inclinó para besar los labios de Kaminari.

—En ese caso me daré un baño —dijo antes de retirarse a la habitación por algo de ropa.

Kaminari se derritió en el sillón como si la pereza hubiera inundado su cuerpo antes de ser atropellado por un tractor. Soltó un suspiro, volteando a ver por donde su novio se había ido. Ya se había pegado un baño hace algunas horas, justo después de almorzar, por lo que ahora solo le quedaba esperar a que Shinso terminara su propia ducha y luego que llegara la hora.

No fueron más de quince o veinte minutos —Kaminari realmente no estaba viendo la hora—, cuando apareció la silueta pulcra y atractiva de Shinso por el pasillo. Kaminari se levantó con un gesto exagerando, dejando los memes de Instagram de lado junto a su celular, y le tiró un obvio vistazo a su novio por todo el cuerpo.

—¡Pero qué hombre más atractivo tengo aquí parado! —alabó. Shinso rio entre dientes mientras se pasaba la diestra por la nuca, rascando la zona con incomodidad.

—Basta —murmuró Shinso.

Kaminari se acercó para tomar las mejillas de su novio entre sus palmas e hizo fuerza para empujarlo hacia abajo —la diferencia de altura, siempre que se tratara de besar a Hitoshi, era una jodida mierda—, luego se besaron. Los labios de ambos buscaron la manera de fundirse entre ellos, explorando algunos rincones entre sus belfos antes de encontrar la forma perfecta de encajar juntos. La sensación tan dulce y cubierta de amor que le ofrecía Denki con cada beso hacia trizas el estómago de Shinso. Se inclinó una vez más y unieron los labios. El beso empezó tan lento como el primero, disfrutando de las sensaciones y sabores del otro. 

Cuando se separaron, Kaminari no pudo evitar sonreír amplia y dulcemente. Era como tener la luz resplandeciente de verano justo en el rostro; cálida, y llena de vida. 

Porque eso era Denki en la vida de Shinso: luz. Su luz.

—Te ves perfecto —admitió Denki de nuevo, para que su novio supiera que lo decía en serio. Shinso Hitoshi se veía perfecto porque, a sus ojos, ese hombre era perfecto —. ¿Nos vamos?

[...]

Tras empujar las puertas dobles del antro, el grupo es recibido por un laberinto de luces neón parpadeantes y humo de cigarrillo que se cuela entre los rincones oscuros. Al entrar, son recibidos por una explosión sensorial de música estridente —Kaminari está seguro que la canción es un extraño remix de «Don't Let Me Down»— que retumba en las paredes revestidas. La pista de baile, iluminada por luces estroboscópicas, está llena de gente divirtiéndose.

Kaminari observa a Shinso por un segundo, quien le devuelve la mirada. Sabe que no es el tipo de lugar al que su novio asistiría por cuenta propia, sin embargo, Denki se encoge de hombros y sonríe. No habla, pero la expresión es clara: «Prometo pagarte mañana.» Shinso parece aceptar porque se adentran en el establecimiento, con Mina liderando la marcha del grupo.

Eligen un sitio poco apartado de la pista, pero lo suficientemente cómodo para hablar entre ellos sin la necesidad de gritar, y toman asiento. Bakugo cae sobre uno de los sillones con los brazos extendidos y echa la cabeza hacia atrás. Kirishima toma asiento junto al cenizo y mueve un poco la cabeza al ritmo de la música que ha puesto el DJ.

—Traeré bebidas —avisa Mina, señalando con los pulgares el sitio donde se encuentra la barra. Sero asiente con la cabeza pero no se mueve, eligiendo un lugar en el sillón.

—Joder, yo también voy —dice Bakugo antes de levantarse y acompañarla. Kirishima levanta la vista cuando ve a Katsuki alejarse y lo sigue.

Kaminari observa la situación con silencio expectante. Una vez sus amigos han desaparecido, se gira hacia Sero.

—Ya enserio, ¿quién convenció a Bakugo? —preguntó —. Porque ni mierda que viene por su cuenta. Se escucha la música desde fuera y todo. Me sorprende que no se haya dado media vuelta cuando llegamos, y mi cumpleaños no es una excepción para él.

Sero se encogió de hombros como si fuera un tema que no meritara de tanta importancia, y esperó con paciencia que el resto volviera con las bebidas.

El zumbido constante de conversaciones entrelazadas y risas al rededor del antro llenan el aire, creando una atmósfera ruidosa y desenfrenada. Para nada el estilo que Shinso o Bakugo ocuparían y, sin embargo, ambos están aquí.

A Kaminari le gusta el ambiente, si bien hubiera preferido algo más tranquilo para estar con sus amigos, la buena música y el cambio de ambiente terminan creando una buena atmósfera para él. Internamente agradece a Mina por ello, y una vez el trío vuelve con las bebidas, hace un fondo limpio antes de salir con la única chica del grupo a la pista.

Mina es una excelente bailarina, de eso no hay duda. Ambos ríen y bailan hasta que se une Sero al dúo, cuando la canción ha cambiado. Luego Mina se aleja, alegando que no tardará mucho. Ambos se encogen, pensando que seguramente irá a beber algo o al baño, y continúan bailando. Sorprendentemente a lo que se esperaban ambos, Mina vuelve arrastrando a un par de antisociales a la pista.

—¿Y Kiri? —grita Kaminari cerca del oído de Ashido para que lo escuche.

—Dijo que se quedaba a cuidar nuestras cosas —se encogió, tomando a Hanta de las manos antes de hacerlo girar un par de veces con la canción, compartiendo algunas carcajadas con su novio.

Shinso había estado algo rígido al principio, pero con un poco de ánimos por parte de Kaminari pudo soltarse un poco. Increíblemente, Bakugo sabía moverse. Kaminari sabía que si no sacaba alguna foto o algo nadie iba a poderle creer al día siguiente. 

Estuvieron bailando un buen rato —quizás tres o cuatro canciones más— cuando Bakugo decidió parar y hacerle compañía a Kirishima. Luego le siguió Shinso, y cuando Sero comentó que estaba cansado, los tres decidieron volver a los sillones. Pidieron más bebidas para todo el grupo y luego se pusieron a hablar de cualquier tontería.

Empezaron contándose lo que habían estado haciendo, pues desde hace mes y medio que ninguno había podido juntarse, especialmente porque los horarios eran diferentes entre todos y era muy difícil encontrar el punto medio. Después siguieron con las anécdotas.

Kaminari ni siquiera sabía cómo fue terminaron hablando sobre los amores de la universidad.

Primero estaban hablando sobre la secundaria y como estaban bebiendo metieron el tema del alcohol. Luego Kaminari comentó sobre la vez que llevó alcohol al salón de clase en secundaria y lo descubrieron —esa vez acabó mal porque la profesora había llamado a sus padres—. Después Mina contó algo parecido que había pasado en una fiesta. A eso le siguió Sero hablando de cuando se conoció con Mina, pues ella era amiga de Kirishima, que a su vez era amigo de Kaminari, que a su vez era un viejo amigo de Sero —uff... sí, era largo—. De ahí siguieron a cuando se integró Bakugo y Shinso al grupo, y cómo Kaminari había hecho una estupidez para impresionar a la hermana de una de sus compañeras de química. Incluso Bakugo compartió una de sus experiencias de cuando se le declararon a mitad de semestre sobre el segundo año.

Al ver que Shinso era el único que no compartía mucho, Sero pensó en integrarlo por su cuenta, hablando sobre una parte vergonzosa para el peli violeta. Y así comenzó la charla...

—No sé cómo, pero Shinso lograba atraer pretendientes de todos los cursos —se carcajeó Sero —. De eso sí me acuerdo.

—Por Dios, no —Hitoshi observó a su pareja, se llevó una mano a la frente para así ocultar su rostro y luego trató de hundirse en la silla, como si de esa forma pudiera esconderse del mundo. Desde aquel entonces, cuando asistía al segundo año de la universidad, cuando se enamoró de Kaminari, Shinso había cambiado demasiado. Ciertamente se sentía algo avergonzado de su forma de actuar de aquel entonces.

—¿Tantos? —inquirió Kaminari con intriga, sintiendo cierta curiosidad por el tema. Era nuevo enterarse que su pareja había tenido, a su parecer, varias personas interesadas en él.

—No —respondió rápidamente Shinso.

—Todavía no entiendo qué veían en él. Si les atraía su actitud sarcástica o su expresión de: «ayuda, me quiero arrojar de un puente»—continuó el azabache, llevándose una expresión molesta por parte de Hitoshi. Sero soltó una risilla y alzó las manos —. Hombre, que es verdad.

Mina le dio un trago a su bebida y asintió efusivamente mientras tragaba, dándole la razón a Hanta.

—Vaya... —murmuró Denki con asombro. Luego codeó a Shinso con la diversión bailando sobre su expresión —. Todo un galán, ¿eh?

—¿Se acuerdan del chico aquel, el de...? —Mina chasqueó varias veces tratando de recordar el nombre —, el de contaduría? Cómo se llamaba...

—¿Hmn? —se unió Kirishima, enfocando su atención en la nueva conversación.

—Eran jodidamente más de cien alumnos, sé más específica —dijo Bakugo, revolviendo el resto del líquido junto a los hielos del vaso antes de llevarlo a sus labios.

—No sé —renegó ella —, ese, el chico de contaduría que también gustaba de Shinso en la universidad.

—¿Quién? —Kaminari arrugó el ceño al tratar de hacer un poco de memoria. Pocos segundos después su expresión cambió, expandiendo la boca y las cejas cuando un recuerdo pareció brillar en su mente —. Ah, sí, sí, sí. Ya sé de quién hablas. El que estaba obsesionado con Shin.

—Ah... —Shinso apartó la vista de la mesa y se centró en cualquier otra cosa dentro de aquel antro, de pronto sintiéndose algo incómodo.

—Era gestión empresarial, cerebro de algodón —la regañó Bakugo, golpeando suavemente a su amiga tras la nuca. Mina se quejó por el golpe, pero el insulto le pareció tan original y divertido que le fue imposible enojarse con el cenizo.

—¿Obsesionado? —retomó Kirishima con duda, queriendo saber más acerca del tema. La curiosidad y el chisme, a fin de cuentas, era algo que sobraba en aquel peculiar grupo de amigos. Incluso Sero prestó atención.

—Si, por cierto, ¿qué fue de él? —preguntó Denki dirigiéndose hacia su novio —. Recuerdo que siempre te buscaba. Confieso que a veces me ponía un poco celoso, porque te quería hablar y él constantemente estaba en medio. A veces pienso que me odiaba.

Shinso se encogió de hombros con desinterés. 

—No lo sé —respondió —. Se me confesó un par de veces pero ya le había dicho que me interesaba alguien más, creo que nunca lo aceptó, al menos hasta que se terminó el año y después me dejó de hablar.

—Sinceramente no lo recuerdo —confesó Hanta.

—Es que vos no estuviste ese año —dijo la única chica del grupo, señalando al azabache con la bebida —. Era un chico súper raro. Dejaba un montón de cartas en su casillero y miraba mal a cualquiera que se le acercara, incluida a Eri.

—Obsesivo, supongo —opinó Kirishima encogiendo los hombros.

—¿Podemos cambiar de tema? —Shinso trató de cambiar el enfoque de la conversación, intentando que sus amigos dejaran ese asunto de una vez. Estaba empezando a sentirse incómodo, y realmente no venía al caso como para que el resto siguiera insistiendo con ello.

—Mejor así —coincidió el pelirrojo.

Kaminari estuvo de acuerdo. A ver, que era su cumpleaños, no iban a estar hablando sobre antiguos pretendientes de su novio, por muy interesante que suene la anécdota.

Mina dejó el vaso vacío sobre la mesa e invitó a Hanta a bailar con ella. Incluso logró convencer a Kirishima para que la acompañara. Entre ambos intentaron arrastrar a Kaminari, pero antes de que pudiera levantarse de la silla, su celular vibró con una llamada entrante.

—Lo siento, es mi tía —explicó mostrando la llamada. Sus amigos comprendieron y Denki decidió salir por la puerta trasera para atender, ya que era más rápido que atravesar la pista atestada de personas.

Una vez salió del antro atendió la llamada, pidiéndole disculpas a su tía por la demora y explicándole que estaba con sus amigos.

—No lo digo para que me cortes —insistió Denki, observando el suelo húmedo del callejón y pateando una piedra mientras escucha a la mujer —. ¿Qué más tarde querés llamarme? La música es super ruidosa ahí adentro... —hizo una pausa y sonrió con cariño —. Si, gracias. Yo también te quiero, pero no hace falta que compres nada. Shin está bien, si... bueno, luego le mando tus saludos. Dios... sos igual a mamá —soltó una carcajada —. Mañana me paso por allí. Adiós, tía. 

Observó el celular una vez se cortó la llamada y no pudo evitar negar hacia los costados. Su tía en verdad era como su madre, incluso le había propuesto llamarlo más tarde solo porque estaba con amigos y pensaba que los estaba interrumpiendo en su cumpleaños. ¡Por favor! Denki ama profundamente a esa mujer, jamás pensaría que está interrumpiendo nada.

Se giró con la intención de volver al interior del antro cuando se encontró de frente con otra persona, llevándose un profundo susto.

—Mierda —suspiró, tocando su pecho con una mano —. Si que me hiciste llevarme un susto enorme, amigo.

—Lo lamento —contestó el otro hombre. La luz de las farolas parecían hacer sombra sobre la silueta del extraño, impidiendo así a Denki verlo completamente. No era grande, y por la voz fue capaz de notar que tal vez era un adulto joven, como él.

—No pasa nada —dijo, y se sintió algo incómodo cuando el sujeto continuó mirándolo de forma fija, sin moverse un solo centímetro —. Yo... mis amigos me están esperando—añadió, haciendo una seña con los pulgares hacia la puerta —. Fue un gusto, supongo.

Pasó junto al hombre, tratando de ignorar la sensación de incomodidad que se había instalado en el ambiente. El aire se sintió fresco, y el eco de sus propios pasos resonaba en el silencio de la noche, ahogando los pocos murmullos de la música proveniente del antro que lograban pasar a través de las paredes.

Antes de que pudiera alcanzar la puerta, el hombre abrió la boca, rompiendo el silencio con su pregunta inesperada:

—¿Kaminari, verdad?

Denki dejó la mano suspendida a medio camino, sintiendo un nudo de intriga y nerviosismo formarse en su estómago mientras se giraba lentamente para enfrentar al extraño.

—Eh... ¿nos conocemos? —inquirió con cautela.

El hombre se encogió, sonriendo ligeramente —. Fuimos a la misma universidad, tal vez ya no me recuerdes.

—¿Electromecánica? —preguntó Denki, tratando de adivinar la carrera.

El hombre negó, dando un paso hacia la luz de las farolas, donde Denki fue perfectamente capaz de distinguir su cabello rubio y sedoso, así como aquellos ojos azules que parecían reflejar la luz nocturna. Denki arrugó las cejas, tratando de asociar el rostro de aquel chico con algún recuerdo o conocido, pero resultó ser en vano cuando no encontró ninguna conexión clara en su mente.

—¿Hoy es tu cumpleaños, verdad? Shinso lo tenía anotado en su casillero, siempre andaba más distraído por esa fecha —dijo.

—¿Monoma?

—Pensé en darte un regalo también —continuó Monoma, llevando una mano tras su espalda —. Qué bueno que te encuentro aquí, así no tendré que ir hasta tu casa a llevártelo. ¿No es grandioso?

El cerebro de Kaminari ni siquiera pudo terminar de asimilar las palabras del contrario, demasiado aturdido por haberlo vuelto a ver después de años. Literalmente desde los veinte, en segundo año.

Creía que se había mudado a Shibuya con su familia. Entonces, ¿cómo sabía dónde vivía?

—¿Qué es eso? —preguntó Kaminari después de unos segundos, observando atentamente la mano derecha de Monoma.

—Feliz cumpleaños, Denki.

No hubo reacción. No lo suficientemente rápido, al menos. Cuando sus ojos fueron capaces de asimilar el objeto que había sacado Monoma tras su espalda ya era demasiado tarde.

Todo ocurrió en cuestión de segundos.

Para cuando la información llegó a su cerebro el disparo ya se había escuchado en toda la manzana. El casquillo repiqueteó en el suelo con un sonido sordo hasta rodar junto al cuerpo. La sangre brotó lentamente, manchando la ropa especial que se había puesto para salir con sus amigos. Un último suspiro se escapó de sus labios, dando por terminada su vida.

En ese instante, Denki Kaminari había muerto, asesinado a sangre fría tras el antro.

[...]

¿Sorpresa? Jaja, supongo que nadie se lo esperó.

Lamento no haber puesto ninguna advertencia con la sinopsis, pero sino no iba a tener gracia el final.

Gracias por leer!!

—Kirishi365

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