Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Feliz cumpleaños!

Hoy era un día especial. Hoy, Andrea iba a conocer finalmente en persona a Marina y a Lis en el día de su cumpleaños. Le sorprendió gratamente que sus amigas hubieran decidido ir a un pequeño pueblecito perdido en las lindes de Galicia con Asturias para celebrar tan señalado día. 

Cuando bajó del autobús en el que había viajado, sus amigas corrieron hacia ella y la colmaron de besos y abrazos, y tras hablar largo y tendido sobre sus vidas y las ganas que tenían de verse, decidieron ir hacia el hostal donde iban a pasar la noche. 

— Que pueblo tan acogedor —dijo Marina entusiasmada—. Seguro que los pueblerinos son muy agradables.

— Bueno... mientras no nos empiecen a contar su vida... —murmuró Lis.

— Yo con que siga haciendo frío me conformo —dijo la cumpleañera. 

Porque por suerte para ella, a pesar de estar en pleno agosto, las temperaturas eran inusualmente bajas.

— No entiendo como te gusta tanto el frío —irrumpió Lis—. Además, naciste en agosto. 

 — ¿Cómo no lo voy a odiar? Es horroroso.

La conversación se acabó en el momento en el que abrieron la puerta del hostal, pues al entrar en el lugar, todas quedaron mudas. Parecía un lugar viejo y no muy pulcro, lo cual puso los pelos de punta a todas ellas. La vieja puerta sonó con malicia mientras se cerraba, y las velas que cubrían el techo y las paredes se apagaron cuando una pequeña corriente de aire se coló por la ventana. 

El interior quedó a oscuras aunque podían entrever el interior del hostal gracias a la poca luz que se filtraba por la misma ventana. Sin embargo, una luz más dominante comenzó a iluminarlo todo de nuevo. Se trataba de una vela que llevaba un hombre, con una gran chepa, largos cabellos que formaban rastas y un rostro que hubiese echado atrás a cualquiera. 

Las tres mujeres se quedaron paralizadas al verle. Su cara rechoncha era más rosa de lo normal, sus labios parecían estar hinchados y mojados. Pero lo peor eran sus ojos. Uno de ellos estaba cosido en una "x" mientras que el otro parecía estar mirando al infinito. 

— Hacía mucho tiempo... Que no tenía visita —habló el hombre, con una voz fina, muy fina y que no pegaba para nada con su corpulencia. Parecía que no podía respirar con facilidad, puesto que ni siquiera era capaz de realizar una frase de corrido—. ¿En qué puedo... Ayudaros?

Marina fue la primera en hablar.

— Bueno. Queríamos una habitación para pasar la noche.

Lis dio un codazo a la de gafas.

— ¿Es de coña verdad? En el próximo viaje que sea otra la que busque un hotel donde pasar la noche.

— Bueno a ver... ¿Tampoco está tan mal? —Marina y Lis miraron con sorpresa a Andrea por el comentario—. Bueno... Quizás de miedo. Creo que dormir no podría dormir aquí.

— Oh, sí, sí. Claro que podéis —Dijo de nuevo el hombre. Tosió con fuerza, y las tres pensaron que sus días se habían acabado por la violencia en que lo hizo, pero siguió vivo—. Pasad. Pasad. Os traeré la cena, gratis, solo por ser mis clientes después de setenta años.

Andrea sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Setenta años? Ese hombre debía estar mal de la cabeza.

— Por cierto, Andrea —dijo de nuevo el viejo y maltrecho hombre—. Estás más guapa que nunca. 

Aunque el rostro rechoncho del hombre la miraba, el único ojo que tenía apuntaba al techo. Andrea no supo qué decir ante el comentario, mientras que Marina y Lis la miraron con curiosidad y pánico al mismo tiempo. 

— ¿Le conoces? —cuestionó Marina en voz baja.

— De seguro que es de su pueblo —concluyó Lis.

— ¿Cómo va a ser de mi pueblo? Mi pueblo es tranquilo y no suele haber problemas, ni tampoco mutantes. Además, no, no le conozco y no es alguien de quien te puedas olvidar fácilmente. 

Fueron guiadas por el extraño hombre a través de pequeños pasillos. La suciedad reinaba en cada esquina, pero cuando llegaron a lo que parecía ser un gran comedor, la basura brilló por su ausencia. Todas se sintieron más calmadas al ver la organización de las mesas, los limpios manteles que las cubrían, la cálida iluminación y el rico olor que salía de las cocinas.

— Sentaos por favor —pidió el hombre—. Enseguida traeré la comida. 

Cuando dio un par de palmadas, varias mujeres salieron del lugar del que procedía el rico olor. No podían ver sus rostros, pues portaban largas túnicas blancas con caperuzas que cubrían igualmente sus facciones. Dejaron la comida elegantemente tras danzar alrededor de ellas, y de la misma manera se marcharon por donde vinieron. 

— ¿Qué os parece? Esta es una comida de lo más deliciosa. 

Las tres miraron los platos. Unos ojos flotaban en una salsa negra, junto con pequeños trozos verdes y blancos. 

— Esto tiene que ser una broma... —susurró Andrea.

Pero lo que más la desconcertó fue el hecho de que sus dos amigas cogieron cuchara y tenedor y comenzaron a comer. Lis tomó uno de los ojos y lo comió como si se tratase de una aceituna, mientras que Marina comenzó a tomar el espeso caldo negro como si fuera sopa. 

— ¿Pero qué hacéis? —cuestionó la gallega.

— Oh por favor, esto está de muerte —dijo Marina—. ¡¡Mejor que el chocolate!!

— ¿Me tomáis el pelo? —insistió Andrea. 

Pero ninguna de las dos la escucharon. Continuaron comiendo más y más, como si la vida misma les fuera en ello. 

Entonces el hombre que les había guiado hasta allí miró de manera sonriente a la gallega.

— ¿Qué ocurre Andrea? ¿No vas a comer? Hice este plato expresamente para ti. 

Andrea no quiso escuchar más. Se levantó del asiento y agarrando a sus dos amigas, decidió salir de allí cuanto antes.

— ¡Eh! ¿Por qué no nos dejas comer? —cuestiono Marina—. Eso era lo más rico que...

— Dejad de decir tonterías por favor —suplicó la gallega.

A los pocos segundos llegaron a la puerta principal, pero cuando quisieron abrirla, fueron incapaces. 

— ¿Adónde creéis que vais? —La voz del hombre resonó en el ahora oscuro pasillo. 

Como acto reflejo, Andrea las condujo al pasillo opuesto. Entraron entonces en una habitación mucho más oscura. Apenas podían ver con la luz que se filtraba por las ventanas tapadas con tablas de madera.

— ¿Cómo vamos a salir de aquí? —dijo la gallega.

— ¿Pero por qué queréis salir? —cuestionó Lis. 

— Pues creo que es obvio... —replicó Andrea.

— Pues yo creo que no se está tan mal —dijo Marina—. Yo creo que he elegido el mejor hotel de todos.

 — ¿Pero os habéis vuelto locas? —Andrea no podía entender nada. 

Cansada de la locura, se metió la mano en el bolsillo para sacar su teléfono y pedir ayuda. Sin embargo, cuando la pantalla del móvil se iluminó, un grito desgarrador resonó en la oscura habitación.

— ¡¡¡¡¡No!!!!! ¡¡¡El teléfono no!!! ¡¡Los agentes del gobierno nos encontrarán si lo usas!!

Una figura asaltó a las tres desde las sombras y arrebató con velocidad el aparato de las manos de Andrea. Tras ello, lo tiró al suelo y lo pisoteó con fuerza, hasta que las partes internas del móvil salieron disparadas por todas partes. 

Todo se quedó en silencio cuando el hombre se hubo desquitado con el objeto. Después, las tres chicas se miraron entre ellas sin saber muy bien qué decir. 

El hombre portaba un sombrero de vaquero cubierto con papel de aluminio. Al ver como las chicas no tenían uno igual, volvió a entrar en pánico.

— ¡No! ¡¡¿Estáis locas?!! ¿Qué hacéis sin protección? ¡Os van a leer los sesos!

Marina se acercó a sus dos amigas y susurró.

— Quizás sí que estemos en el pueblo de Andrea. Aquí hay cada loco... 

— ¡¡¡Necesito uno!!! —respondió Lis, ignorando el comentario de la de gafas. 

— ¡¿Cómo?! —cuestionaron la gallega y la catalana al unísono. 

— Sí, tiene razón. Es mejor protegernos. ¿Quién sabe lo que el gobierno podría hacernos si descubren nuestros secretos más íntimos? Sería horrible. 

Marina se encogió de hombros al ver la mirada atónita de Andrea. El hombre parecía satisfecho por haber conseguido que una de las mujeres le hiciese caso y le otorgó a Lis otro sombrero igual al suyo.

— ¿Y quién me va a pagar el móvil? —cuestionó la cumpleañera. 

El hombre se acercó velozmente a ella.

— Te he salvado de un destino terrible, deberías pagarme tú por haberte salvado la vida. 

A Andrea empezaba a molestarla la situación. De pronto, escucharon golpes en la puerta por la cual habían entrado. 

— ¿Invitadas? ¿Estáis ahí? ¿Invitaaadaaaas...? ¿Qué hay de nuestra cena? ¿O es que preferís empezar ya con el descanso?

— Yo voto por dormir —dijo Marina—. Me siento terriblemente cansada. 

— Ni de broma —espetó Andrea antes de agarrar a sus dos amigas y avanzar por la siguiente puerta, dejando atrás al hombre del sombrero.

La siguiente sala no era oscura, al contrario, estaba bastante iluminada por las velas que había alrededor de un círculo. En medio de ese círculo, había una mujer sentada tras una mesa en la cual había múltiples cartas. 

— Os estaba esperando... —susurró mientras creaba una sonrisa—. Llegáis justo en el segundo planeado, cuando las estrellas de capricornio y piscis se encuentran más cerca que nunca. ¿Queréis que os lea el futuro? 

— ¡Sí! —respondió Marina entusiasmada. 

— Bien... Veo... ¿Qué veo...? Veo que la más pequeña morirá desganada rodeada de cien gatos en una casa diminuta. Veo que la mayor se pinchará con todas las cosas punzantes del mundo y veo que la mediana morirá al besar a un monstruo disfrazado de su amor verdadero. 

— Pues vaya mierda... —dijo Lis desganada.

Andrea había arqueado una ceja y no sabía si reír ante la situación, pero prefirió no decir nada. 

— Por suerte, tengo la solución para todas. Para la menor tengo una aplicación para el móvil que te ayudará con tus frustraciones. Para la mayor tengo una gran bola de plástico en la cual puedes meterte para no sufrir corte alguno, y para la mediana, tengo una venda para taparte los ojos y que así el monstruo no te pueda tentar. 

Salieron de la sala a la siguiente a los pocos minutos. Lis rechazó la oferta porque se había concienciado a no usar los teléfonos móviles ndrea dijo que no necesitaba venda alguna. Marina por el contrario aceptó la bola gigante y se introdujo en ella para evitar sufrir. 

Así, Marina quedó encerrada en una burbuja, mientras que Lis continuó con su sombrero de vaquero cubierto de papel de aluminio. 

Parecía que Andrea era la única sensata del grupo, pero eso cambió al entrar en la siguiente sala. 

Allí, bajo todo pronóstico, se encontraron con una habitación caldeada, con iluminación tenue y rojiza. Pero lo que más atraía la atención era lo que había en el centro de la misma. Un trono, y no cualquier trono, un trono que ocupaba un hombre que había hecho que el corazón de Andrea se parase de repente. 

— No puede ser... —susurró.

Pero lo era. Esos cabellos azabaches, esa mirada serena y decidida con un toque de superioridad, la armadura roja que resplandecía ante la iluminación. No cabía duda. 

Era Uchiha Madara. 

Andrea iba a sufrir una taquicardia, sus pies avanzaron hacia él sin dudarlo ni un instante, pero las manos de Lis y el empujón de Marina desde su vola, la impidieron avanzar. 

— ¡¿Qué haces?! —gritaron al unísono.

— ¿Qué voy a hacer? Ir con el hombre de mis sueños.

— ¿Es que no escuchaste a la mujer? —cuestionó Marina, convencida de que todo lo que había dicho la mujer se haría realidad. 

— Y aunque no la escuches, Madara también es un monstruo, no vayas. ¡No vayas!

La gallega se zafó del agarre de sus amigas y avanzó hacia el Uchiha. Estaba ahí, delante, podía verle, y él a ella. Disfrutaba de cada paso que daba hacia él, se veía en su mirada como ansiaba tenerla más y más cerca. 

Andrea, sin remordimiento alguno, se apresuró cuando apenas quedaban unos metros hacia él y sus rostros quedaron cerca. Muy muy cerca. 

Contemplarle de esa manera la dejaba extasiada. Había fantaseado incluso con el olor de su aroma, pero jamás habría podido imaginar algo tan delicioso. Sus fosas nasales se derretían, su piel se moría por acariciarle y su mirada se perdía en la negra azabache. 

Estiró su mano hacia él y recibió una grata respuesta cuando el varón la agarró y tiró de ella con fuerza para apresarla entre sus brazos. Prisionera de la necesidad por tocarle, se dejó llevar por la emoción y permitió que el Uchiha rozara sus mejillas antes de que sus labios se entreabrieran. 

Andrea cerró los ojos a la espera del beso, y el beso llegó. 

Saboreó cada rincón de su boca, disfrutó de sus jugosos labios y de sus caricias. 

Pero pronto, todas las sensaciones se desvanecieron, quedando solo un frío vacío oscuro. Aunque abriese los ojos, la oscuridad era tal, que parecía que no lo había hecho. 

— ¿Hola?

Pero la respuesta no parecía llegar. Caminó en la nada, hasta que finalmente la oscuridad se convirtió en claridad.

— ¡¡¡Sorpresa!!! —escuchó de repente.

Cuando se dio la vuelta, se encontró en una nueva habitación, rodeada de sus dos amigas, un monstruo horripilante, el hombre que las recibió en el hostal, el que le dio el casco a Lis, y la mujer que le dio la bola a Marina. 

— ¿Qué es esto? —cuestionó la gallega anonadada. 

— Una fiesta. ¿No te parece genial? —dijeron Marina y Lis al unísono, poniéndola una mirada retorcida y macabra.

— ¿Y Madara?

Marina señaló al monstruo.

— Te advirtió la mujer de que esto podría suceder. Y ha sucedido.

Andrea sintió una arcada, era asqueroso y baboso, pero no lo había sentido así. Prefirió pensar que todo era un sueño, un mal sueño y se quedaría con el roce de los labios del Uchiha.

— Sopla las velas Andrea y pide un deseo. 

Marina la tendió un pastel hecho por ella misma. Cuando lo probó, quedó maravillada. Lo hizo sin rechistar y miró a todos los extravagantes participantes. 

— ¿Esto es real? ¿Es un sueño? —cuestionó.

Todos la sonrieron.

— ¿Es la realidad lo real, o lo es el sueño? ¿Acaso importa? —respondieron a la vez—. Tú solo déjate llevar, déjate llevar y disfruta de tu cumpleaños con nosotros.


¡¡¡¡Feliz cumpleaños!!!!!

Okay... Olvida la historia por favor, es un fraude, un homúnculo jajaja. No tiene ni pies ni cabeza, la verdad, eran todo ideas que iba plasmando. 

Bueno, a lo que hemos venido aquí. :) 

¡¡Que es tu cumple!!

Y eso quiere decir que llevamos ya un añito más juntas, y sigo diciendo lo mismo. Eres alguien irremplazable para mi, un pilar en mi vida que no quiero que me falte nunca. 

Es curioso como de una aplicación donde todas compartimos un mismo hobby hemos acabado obteniendo una preciosa amistad. Espero y deseo que podamos vernos pronto, porque me haría muy feliz poder pasar unos días con vosotras, o los que se puedan. 

Te adoro tanto, porque me siento muy cómoda contigo, que sé que puedo contar mis problemas y yo escuchar los tuyos y relajarnos, y bueno... Jo, a lo mejor te parece muy repetitivo todo, pero es que no sé muy bien cómo explicarlo, es que sencillamente eres maravillosa (no me voy a declarar aunque lo parezca), y una gran persona. 

De verdad que me considero afortunada por haberos conocido :)

También espero que pases un maravilloso día, que te hagan muy feliz todos los que te vean hoy y que nadie te toque la moral. 

Ya llevamos 3 cumpleaños, y los que nos quedan :)  

¡¡¡Muchas felicidades preciosa!!! ¡¡Pásalo muy bien!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: #cumpleaños