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Capítulo 6. Qué "alegría" verte

- Buenos días, conejito~- despertaba con gran sonrisa un peliturquesa mientras repartía dulces besos por el rostro de su amado.

- Ugh... Mi cabeza, ¿qué ha pasado?- despertaba amargo el pelimorado, tomando su cabeza que repentinamente empezaba a dolerle.

- Amor, ¿no recuerdas lo que pasó anoche?- se apoyó sobre su codo el mayor en altura, mirando incrédulo a su pareja.

- ¿Anoche?- pensaba el de piel pálida- Pues... sólo recuerdo que tomé una pastilla muy rara... y me entró calor... me di una ducha fría... y entonces vine a nuestro cuarto... y...- se quedó callado- Ah... ya me acordé... ¡Espera! ¡Si anoche lo hicimos con la pastilla, ¿de verdad estoy embarazado?!- se iba a sentar en la cama para tomar de los hombros a su esposo, pero un dolor agudo llegó hasta sus caderas- ¡Ayayayay! Agh... No me acordé de las consecuencias que trae el hacer el amor contigo...- se tomó enojado su cadera, sobando lentamente para que el dolor se fuera.

- Jaja, eso te pasa por seducirme hasta mis límites y no dejarme prepararte- le besó los cabellos y lo envolvió en sus brazos-. Y sobre tu embarazo... Aún no se puede asegurar con certeza. Sólo han pasado menos de 9 horas, no lo podemos saber todavía- acarició con cariño sus cabellos, besándolo en la frente.

- Mm...- abrazó de vuelta a su maestro-... Pero... ¿Sí es posible que esté embarazado?- le miraba cual niño delante de una juguetería, haciendo reír a su esposo.

- Claro que sí, Irene ya no suele fallar en sus experimentos. De todos modos iremos a verla para asegurarnos- acarició su vientre con cariño-. Pero... que sepas que estoy tan emocionado como lo estás tú... No creí llegar a ser padre biológico de nuestros hijos... o al menos, de el que está en camino.

- Bon...- susurró de forma dulce el pelimorado, dejándose caer a los brazos del más alto-... Yo estoy muy feliz de estar a tu lado y de que ahora podamos formar nuestra propia familia... Te amo muchísimo...

- Yo más, conejito- le plantó un sutil beso sobre sus labios, apenas un roce entre estos-. Créeme que te amo como no tienes ni idea.

Y así compartieron la mayoría de la mañana entre tiernos besos, caricias faciales y mimos llenos de azúcar.

(...)

La mañana comenzaba a alzarse. Los rayos de sol matutinos no dejaban en paz los ojos esmeraldas de cierto peliturquesa. Gruñendo un poco molesto, se frotó con aquella superficie en la que estaban recostados sus dormidos párpados, sintiendo el dulce aroma de cierta cabellera morada que le encantaba. Abrió un ojo lentamente, dándose cuenta de que estaba abrazado a su esposo por su espalda, de modo que no podía ver su rostro, pero tenían sus cuerpos muy juntos, de forma que sentía el agradable calor corporal de su conejito. Eso le gustaba. Sonrió muy contento e internó su fría nariz en los suaves y delicados mechones lilas que estaban esparcidos por la almohada, oliendo con lentitud cada uno de sus cabellos. Llegó hasta su cuello, en donde dejó un par de besos, haciendo reír y estremecer a su contrario.

- Boh~, es muy temprano para que me des mimos... vuelve a dormir~- decía entre risas y con voz adormilada el más bajo, removiéndose en los brazos contrarios, sonriendo al sentir el calor de su amado.

- Jeje, buenos días a ti también, conejito~- le besó la cabeza el peliturquesa, abrazándolo más y empezando a acariciar su vientre-. ¿Cómo has dormido?- sólo recibió como respuesta un gruñido flojo, haciendo que riera levemente-. Jeje, veo que no tienes ganas de despertar.

- Ño- respondió con voz aguda, antes de soltar un profundo bostezo-. Hoy es domingo y no tienes que ir a trabajar...- lentamente se dio la vuelta con pereza y sin abrir los ojos se acurrucó en el pecho del moreno-... Quiero estar un ratito más así... contigo. Se está... cómodo y calentito...- suspiró contra la camisa contraria, aspirando su delicioso aroma natural que tanto le encantaba. Adormecía completamente sus sentidos.

Bon no hizo más que esbozar una tierna sonrisa, antes de besar la frente contraria, para luego acariciar levemente sus largos cabellos y juguetear con ellos. Bonnie pasó uno de sus brazos por la cintura del moreno, y con la otra agarraba su camiseta, al igual que enrollada las piernas de su esposo con las suyas propias. Adoraba esa sensación de protección y cariño que siempre le brindaba su maestro.

Unos minutos más tarde, se podía ver que el pelimorado había caído de nuevo en sus profundos sueños, mientras que el peliturquesa lo observaba amoroso sin dejar de acariciar su pelo. Escuchaba atento cada pequeña respiración que entraba y salía de su pequeña y linda nariz, la cual no evitó besar dulcemente un par de veces y rozarla con la suya propia; como si de un lindo e indefenso conejito se tratase. A veces escuchaba pequeños susurros de su nombre por parte contraria, lo cual le hacia mucha gracia y a la vez le causaba muchísima ternura.

Pero al parecer ese momento se terminó en el momento que cayó de nuevo en un profundo sueño. Después de todo, tras acariciar tanto sus cabellos le había hipnotizado para dormirse nuevamente. Los conejitos se reencontraron en sus sueños.

Aunque todo ese lindo momento fue abruptamente interrumpido por un fuerte y constante golpeteo en la puerta principal de aquella casa. El único en despertar fue el pelimorado, quien del susto se abrazó más al moreno, el cual ni cuenta se había dado y seguía hundido en sus sueños. Abrió los ojos lentamente al sentir el relajado ritmo de las pulsaciones contrarias dar justamente en sus mejillas, dándole una muy agradable sensación en su pecho. Sonrió inconscientemente y llevó lentamente su manita calentita hacia una de las morenas mejillas del otro, acariciándola sutilmente, memorizando cada detalle de su suave piel que le tentaba tanto a acariciar. Su sonrisa y acto se detuvieron al escuchar de nuevo esos aterradores golpes de la puerta principal acompañados de una voz que le crispó hasta el último de sus cabellos.

"¡Toy Bonnie James Smith! ¡Sé que estás ahí, baja en este mismo instante!"

No... Esa voz... Imposible...

Con el miedo temblando en todo su cuerpo, salió con cuidado de la cama, tomó rápidamente su bata para no pasar frío y bajó las escaleras, volviendo a escuchar más golpes y gritos. Tragó fuerte la saliva de su garganta. Abrió la puerta con temor. Ahí estaba.

- ¡Aish! Osea, ¿tú qué haces aquí, nerd?- una mujer algo más alta que el pelimorado hacía una mueca de desagrado al presenciar la figura del más bajo en frete de ella.

- V-Vivo aquí, Toddy- contestó con voz temblorosa pero firme. La chica frunció el ceño.

- ¡JA! ¡No me hagas reír!- puso sus manos en su cadera-. Osea, ¿cómo es posible que TÚ vivas con MI novio y yo no? Ay, osea, ¡agarra tu GPS y ubícate!

Bonnie empezaba a enojarse.

- Es cierto, yo no vivo con tu novio- soltó secamente-; yo vivo con mi marido- ante esa repuesta, el rostro de la chica comenzaba a cambiar.

- Osea, ¿hello? ¿Cómo es eso de que tienes pareja, y además HOMBRE? Sabía que eras un rarito, pero no creí que llegaras tan lejos, ¡jajaja!- se rió cínicamente la morena, hasta que en eso se dio cuenta de un detalle-. Espera, a mí me dijeron que aquí vivía mi Boncito, ¿acaso osas quedarte aquí y ser una carga para él porque tu "maridito" se hartó de ti?- rió de nuevo. A Bonnie se le estaba agotando la paciencia.

- Ya te lo he dicho; yo vivo aquí y con mi pareja. Así que, ¿por qué no te vas y le fastidias la mañana a alguien más?- el pelimorado sonrió, la morena hizo una mueca de asco.

- ¿Eh? N-No es posible... T-Tú y Bon n-no podéis...- su rostro empalideció-... ¡T-Tú no tienes el derecho a echarme de esta casa! Además, seguro que ni siquiera es tuya. Sólo tratas de hacerte el importante por creer que podrías vivir como mi...

- ¿A qué viene tanto escándalo aquí?- y hablando del rey de Roma, por las escaleras se podía ver a un peliturquesa aún algo adormilado bostezando perezosamente.

- ¡Ah, Boncito!- la pelirroja sintió sus ojos celestes brillar. Empujó con poco cuidado al pelimorado hacia un lado, corrió cual niña colegiala torpe y se aferró con fuerza al torso del moreno-. Amor, ese chico dice que vive aquí, dime que no es cierto...

- ¿Mm...? ¿Qué?- despertando por fin, el peliturquesa reaccionó a lo que sus oídos habían captado. Se alejó un poco de la morena- Espera... ¿Toddy? ¿Qué haces aquí?

- ¿Perdona? Osea, ¿qué formas son esas de recibir a tu querida novia, tontín?- sin importarle la presencia del más bajito, tomó el rostro del moreno y le plantó un muy ruidoso beso en su mejilla izquierda. Bonnie se sentía mareado.

- ¿Novia? ¿Qué carajo?- se apartó bruscamente de la chica-. Primero, tú y yo no somos nada, Toddy. Segundo, no nos vemos desde hace años. Tercero, siento decírtelo, querida, pero soy un hombre casado- le mostró su mano derecha, más exactamente su dedo anular en donde descansaba el anillo de oro que su esposo le había colocado el día de su boda.

- P-Pero... e-eso es imposible...- Toddy fingía dolor y llanto-... ¡T-Tú y yo estamos comprometidos!

- Ja, eso fue en el instituto, Toddy, ¿en qué agujero te has caído?- se cruzó de brazos el chico-. 

- P-Pero... M-Mis padres dijeron que seguíamos con ese pacto...

- Se ve que saben cómo mentirle a su propia hija.

- No... ¡N-No es cierto, no puedes hacerme esto!- la chica estaba fuera de sus cabales. Estaba a punto de darle una bofetada al chico, pero al voz del más bajo no le dejó seguir.

- B-Bon... n-no me encuentro... b-bien...- informaba muy mareado el pelimorado, tomando su estómago.

- ¡Oye! No nos interrumpas, niñato- le gritó la pelirroja muy enojada-, esto es cosa de adultos.

- Si es cosa de adultos, ¿por qué estoy hablando contigo?- Bon la ignoró y se acercó preocupado hacia su esposo- Bonnie, amor, ¿qué ocurre?

- ¡¿Amor?! ¡¡Eso deberías decírmelo a mí!!- la chica estaba entrando en un estado de ansiedad muy brusco.

- M-Me duele... el estómago... c-creo que voy a... -ni tiempo le dio en cuanto dejó salir todo lo que almacenaba en su órgano alimenticio justo encima de la ropa de la chica. Esta estaba que echaba humo por las orejas-... Ugh...

- ¡¡IDIOTA!!- gritó histérica la pelirroja- ¡Este vestido fue carísimo! ¡¿Cómo me lo vas a pagar?!

- ¡Ya vale, Toddy!- dijo furioso el peliturquesa empujando rápidamente a su visita fuera de su casa-. Puedo dejar que me amargues la mañana por tus caprichos. Puedo permitir que te enfades conmigo si quieres. Pero nadie, y repito, NADIE se debe atrever a insultar o siquiera maldecir a mi marido. Que sepas que no volverás a ser bienvenida en esta casa. Adiós.

- ¡¿Qué?! ¡¡Espera, Bonboncito, yo...!!- no terminó su oración puesto que el moreno cerró la puerta en sus narices- ¡¡ME LAS PAGARÁS, NIÑATO!!

- Bonnie, ¿te duele mucho? ¿Necesitas algo?- el moreno ignoraba por completo a la recién echada; sólo tenía atención para su conejito.

El pelimorado no contestó. Antes de decir nada corrió hacia el baño más cercano, vomitando en el retrete tratando de aliviar su repentino malestar. Bon, muy preocupado, corrió detrás de su esposo y, al verlo vomitar, su corazón no hizo más que encogerse. Odiaba ver a su amado sufrir. Se acercó lentamente y le tomó loa cabellos en una coleta, para que no se manchara, además de tomarle la frente para mayor soporte.

(...)

- ¿Estás mejor?- le preguntó preocupado el peliturquesa a su esposo, ofreciéndole un poco de agua.

- S-Sí... pero no te garantizo nada, jeje- soltó una ligera risilla el más bajo, acurrucándose en el brazo de su peliturquesa-. No entiendo qué me ha pasado... No recuerdo haber comido nada en mal estado, y hasta esta mañana no sentía dolor... creo que esa bruja me ha hecho alguna maldición- hizo un adorable mohín con sus labios, pero se calmó al sentir dulces caricias en su cabeza.

- Mmm... creo que ya sé lo que ocurre- el moreno sacó su móvil de su bolsillo y abrió la aplicación del WhatsApp.

- ¿El qué?- el de rojiza mirada lo observó muy curioso, llegando a acaparar su espacio personal. Tal como en los viejos tiempos.

- ¿Recuerdas que hace dos semanas Irene nos dio esa pastilla para que pudieras quedarte embarazado?- el pelimorado, confuso, asintió lentamente-. Es probable que sí haya funcionado...

- ¿Eh? ¿E-Estás diciendo que...- se tomó las mejillas, muy sonrojado-... e-es posible que tengamos un bebé?

- Sólo hay una forma de averiguarlo- le guiñó un ojo divertido y bloqueó su móvil una vez terminó la conversación, segundos después-. Iré un momento a la farmacia con Joy y Meg. Ya sabes, las mujeres saben de estos temas, jeje- le besó una mejilla con dulzura-. Les he dicho a los chicos que vinieran para acá. Seguro que les emociona la noticia.

- Bon... ¿Te he dicho ya lo muchísimo que te amo?- rió muy feliz el pelimorado, abrazando a su esposo por el cuello siendo correspondido por la cintura-. Pues te amo... mucho, mucho, mucho... Te amo mucho, maestro- le besó delicadamente su cara al completo. Su frente, sus mejillas sonrojadas, su nariz y sus adictivos y deliciosos labios rojizos.

- Yo también, conejito mío- le susurró delicado en su oído una vez separado, sintiéndole temblar ligeramente. Rió enternecido-. No tardaré mucho en volver. Avísame cuando lleguen los demás- se levantó lentamente del sofá, acariciando sutilmente desde una de las mejillas de su amor, bajando por su cuello, hombro y brazo hasta los pequeños dedos levemente asomados por aquella holgada camisa de algodón.

- Lo haré- sonrió inconscientemente el pelimorado, sintiendo su pecho salgar de alegría al recibir un breve beso en el dorso de su mano izquierda.

Bon se separó lentamente y no apartó su verdosa y cautivante mirada verdosa de los rubíes de su marido hasta que empezó a subir  las escaleras para llegar al cuarto y cambiarse. Bonnie sonreía cual bobo enamorado mientras tomaba un sorbo del agua que le había traído anteriormente el peliturquesa. Refrescante. Suspiró sin borrar su gesto de felicidad, ya se sentía un poco mejor. Dirigió su mirada a su vientre, el cual acarició con total sutileza. Rió suavemente.

- Puede que seas muy pequeño, pero ya quiero tenerte en mis brazos- cerró sus ojos y ensanchó la sonrisa, feliz de estar a punto de cumplir uno de sus más ansiados sueños.

Formar una familia junto al amor de su vida.

(...)

- ¡No me lo puedo creer! ¡Bonnie, felicidades!- gritaba entusiasmada Chica, abrazando a su mejor amigo- ¡Pronto Roxy y Jay tendrán un nuevo amiguito para jugar!

- Jaja, pero Chica, aún no sabemos si de verdad está embarazado- contestaba nervioso el castaño de azules iris, sosteniendo en brazos a su progenitor quien dormía profundamente-. Hay que esperar a que vengan con la prueba.

- Freddy tiene razón. Además, ¿estás segura de que no hubo problema con tu experimento?- preguntó cierto rubio a la castaña sentada al lado del pelimorado.

- En teoría ha sido todo un éxito- la nombrada reajustó sus gafas sobre el puente de su nariz-. Bon y Bonnie vinieron hace dos semanas para ver si había funcionado la prueba, pero aún era pronto. Es en estos días cuando ya se puede confirmar la posibilidad de que estén esperando un hijo o hija.

Antes de que alguien contestara, la puerta principal se abrió. Todos los que estaban en la sala se asomaron levemente para ver a los recién llegados.

- Habéis tardado mucho, ¿acaso te tuvieron que proteger tus guardaespaldas de unas pirujas?- se rió el pelirrojo, contagiando a su pequeña que mantenía en su regazo.

- Muy gracioso, Rojo- resopló cansada la peliblanca-. Tuvimos un pequeño percance en la farmacia.

- Al parecer le tenían que decir a Bon unos medicamentos que les tendrían que haber llegado del hospital esta semana, así que sólo le pidió que le informara a su jefe de ello- contestó la dulce rubia, tomando en brazos a su hijo y colocándose al lado de su esposo.

- Nunca me dejan tranquilo ni fuera de mi horario laboral, pero- tomó la bolsa en la que habían guardado su compra- con suerte no preguntaron por esto cuando lo cogimos- le extendió la mano al pelimorado, el cual con una sonrisa la tomó confiado-. Tómate el tiempo que necesites. Las instrucciones están dentro de la caja.

Rió el más bajo, besando fugazmente la mejilla contraria y corriendo hacia el baño. La espera lo estaba devorando por completo. Mientras, el peliturquesa se sentó cansado en el lugar donde había estado su pareja, siendo el centro de atención de todos sus amigos.

(...)

Los minutos pasaban como horas, nadie decía nada; tan solo se escuchaban las respiraciones tranquilas de los mayores, los sutiles ronquidos de los bebés y los constantes golpeteos en el suelo provocados por el zapato izquierdo del moreno. No podía esperar más.

- Tarda mucho... Iré a verlo...- se levantó decidido del sofá y se dirigió hacia el baño al que había ido su pareja, siendo seguido por los ojos de los demás.

- 5 minutos 23 segundos... Tardó menos que Freddy, jaja- rió la rubia de ojos celestes, ganándose un puchero de su esposo.

Un vez abandonó el salón con sus amigos, se acercó dudoso a la puerta del baño donde se encontraba su conejito. No esperó más y tocó tres veces seguidas.

- ¿C-Conejito?- su voz no evitar sonar quebrada- ¿E-Estás bien?

No recibió respuesta...

El más bajo intentaba tapar sus sollozos mientras veía la prueba en sus manos...

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SORRYPORTARDARTANTO(? <3

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