Capítulo 5. Déjame ser tuyo otra vez
Estando cara a cara. Tan cerca el uno al otro. Sus sonrisas pícaras no abandonaban sus rostros. Las suaves y lisas manos del pelimorado acariciaban lentamente el cuello del moreno llegando a las mejillas de este, pasando sus dedos por sus sonrojados pómulos. Acercaron sus rostros un poco más, rozando primeramente sus narices y luego sus labios. Se sentían en el paraíso, probar los labios del contrario era como un exquisito manjar de los mismos dioses. Nunca podrían cansarse, era como una droga para ellos. Una adictiva y exquisita droga de amor. El beso fue tornándose más apasionado al momento en que sus lenguas hicieron contacto bailando la una con la otra. Un suspiro imprevisto escapó rápidamente de la boca del de nívea piel. Las manos del peliturquesa subían lenta y tortuosamente por las piernas del contrario, por sus caderas, su cintura, espalda y así hasta llegar al cuello, justo en el momento que sus respiraciones se agitaban y sus labios se despegaban al necesitar del aire.
- Jeje, ¿seguro que quieres hacerlo, conejito?- le preguntó coqueto el moreno, acariciando su blanca y aún no marcada espalda hasta tomar su cintura- Sabes que una vez que empiece el juego, no podrás dejarlo~.
Bonnie sólo soltó una risilla. Hizo un movimiento "involuntario" con sus caderas, rozando "accidentalmente" con la parte íntima de su amado, mientras que se llevaba las manos hacia sus cabellos, recogiéndolos en una coleta alta despeinada. Sabía que así excitaría al menor. Lo volvía completamente loco.
- ¿Por qué iba a dejar un juego...- caminó con sus dedos por el pecho del mayor en altura hasta entrelazar sus dedos tras su nuca-... en el que se me da tan bien jugar~? Vamos, maestro~-le susurraba con voz totalmente suplicante y erótica mientras le acariciaba el mentón y la oreja con los dedos-, hazme tocar las estrellas~- lamió lentamente su oído, sintiendo sus mejillas arder.
El rostro de Bon no podía ser más rojo al momento de soltar aquel entrecortado suspiro de placer. Estaba totalmente excitado. Sonrió con travesura y llevó sus manos hasta más abajo de la cadera de su conejito, llegando a acariciar aquel trasero que lo tenía loquito, apretando ligeramente sus glúteos. Un pequeño gemido agudo inundó su cavidad auditiva. Se mordió el labio inferior.
- A-Aah~...- como acto reflejo, el más bajo apretó entre sus dedos las finas hebras turquesas de su marido y uno de sus fuertes hombros, además de relajar todo el tren inferior de su cuerpo.
- Dios... Amo tu voz cuando gimes de esa forma...mgh... tan sexy y hermosa~- dijo al aire, notando un medio fuerte agarre en su hombro y cabello, y ligero temblar del cuerpo que tenía encima suyo-. Quiero escucharte toda la noche~.
Se volvieron a besar, dándose todo en ese beso. Así se comunicaban en esas situaciones, se entendían y se sincronizaban a la perfección. Bonnie bajaba sus manos por el pecho de su marido hacia la base de su camisa, llevándolas hacia atrás y empezando a meterlas por debajo de aquella prenda, sintiendo el caluroso tacto de la piel de la espalda del moreno contrastar con sus frías y pálidas manitas. Bon no se quedó atrás. Sus manos automáticamente recorrían el ya memorizado cuerpo de su esposo. Aun teniendo sus ojos cerrados, gozando de la placentera sensación de sus labios fundirse con los contrarios, imaginaba e identificaba cada parte del cuerpo encima suyo que sus manos recorrían, tocaban y acariciaban. Pronto sus manos deslizaban lentamente aquel albornoz por los brazos del pelimorado, dejando expuesta su blanca piel de cintura para arriba. Aún sin ver nada, ya sentía como el miembro contrario empezaba a endurecerse bajo aquella toalla. Le encantaba saber que sólo él producía ese efecto.
- Ngh~... M-Maestro~ Aah...- los gemidos empezaban a surgir en el ambiente de la habitación, algo que Bonnie no podía evitar y algo que Bon amaba escuchar-... Um... creo que tengo un p-problemilla ahí abajo...- hizo un pequeño puchero apretando los labios-... ¿P-Podrías ayudarme, B-Boh?-
- Mm, ¿tan pronto estás así, conejito?- sonrió el moreno, tomando en brazos a su pareja y echándolo sobre las sábanas de la cama, poniéndose encima de él-. ¿Ni siquiera vas a dejarme jugar un ratito~? Hace mucho que no me dejas complacerte...- acariciaba sus piernas con las yemas de sus dedos, sintiendo cómo la piel de estas se erizaba rápidamente, produciéndole una agradable sensación de satisfacción-... Déjame engreírte un poco, conejito mío~, sabes que lo disfrutarás~...
El pelimorado sólo soltó un pequeño gemido en un intento de ahogarlo. No podía controlarse cuando su marido le hablaba de aquella forma tan sensual y provocativa. Sentía de nuevo aquel sofocante calor, pero en ese momento sólo quería más. Sonrió levemente y rodeó el cuello de su amado con los brazos, acercándolo a su rostro para besarle una vez más, aprisionándolo más a su tórax descubierto, con la idea en mente de que por nada del mundo se alejara de su lado. Adoraba en serio que Bon le tratase con tanto afecto, cariño, amor... No se cansaría jamás de sus adorables mimitos, eran prácticamente su fuente de vida. No sabía qué haría sin su peliturquesa a su lado. Además de noches como esa le demostraban claramente cuánto amor estaba dispuesto a brindarle a él. Era cierto que no era muy constante aquel trato de afecto entre ellos, por eso cuando hacían el amor, era simplemente un momento tan íntimo, tan mágico, tan especial. Le provocaba tanta emoción que le era imposible controlarse.
Bon no evitó morderse el labio. Dios, amaba en serio todas las facetas de su enamorado. Desde su personalidad tan peculiar, tierna y adorable hasta su lado oculto, rudo y tan sensual que siempre le quitaba el sueño. Su pelimorado le acariciaba suavemente sus mejillas, mientras mantenía su mirada rubí contra la suya esmeralda. Su hermosa sonrisa en su sonrosado rostro le alegraba el corazón de la misma manera desde que le empezó a conocer más profundamente. Se acopló en su sonrisa y paseó sus besos por la carita de rosa de su pareja, mientras escuchaba la dulce y melodiosa risilla, haciendo que soltara graciosos suspiros por la nariz en forma de risita igualmente. Unos brazos lo agarraron de su cuello y lo juntaron más al cuerpo que tenía debajo. Ya quería empezar a "complacer" a su hermoso conejito. Besar su piel... acariciar cada parte de su cuerpo... brindarle una vez más todo el amor que nunca le faltaba. Volver a unirse a su amado.
Bajó lentamente sus besos por el rostro de Bonnie hasta su cuello, el cual besaba de forma corta y superficial.
- Hum... Jiji~- el pelimorado no pudo resistir a soltar una pequeña risa al sentir los suaves labios de su pareja en su cuello- Maestro~, me haces cosquillas~ jejeje- enrolló sus piernas en la cadera del peliturquesa, además de llevar sus manos hasta los hombros contrarios y apretarlos ligeramente.
Pronto aquellos tiernos besitos se convirtieron en apasionadas lamidas por todo su cuello. La nariz de Bon no dejaba de aspirar y respirar aquel delicioso aroma que los cabellos y la piel mojada del pelimorado emanaba. Delicioso aroma a moras. No podía resistir a ese olor, por eso Bonnie siempre usaba aquel suave champú especial para su cabello y piel. Sus dientes empezaron a asomarse, listos para comenzar a morder levemente la piel que tenía en frente, momento que disfrutaría saboreando su cuello.
Lamía, succionaba, chupaba y mordisqueaba la suave piel de su conejito, intentando mantener su respiración normal. A diferencia de él, el pelimorado ya empezaba a perder la cabeza. Era cierto que era muy bueno ocultando sus emociones al resto del mundo, pero cuando estaba con el peliturquesa era totalmente libre para expresarse, pues según el moreno, le gustaba escucharle. Jadeos y gemidos escapaban de su boca sin control. Pequeños caminos de saliva empezaban a asomarse por las comisuras de sus labios. Estiraba más su cuello, dejando todo el espacio posible para que el contrario lo recorriera al completo. Quería sentirse único y especial para Bon. Jugaba distraídamente con sus cabellos turquesas, ligeramente desordenados y bañados en un poco de gomina y sudor -tal vez por el aumento de temperatura en el ambiente-, mirando de vez en cuando al techo y volviendo su vista a sus ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas.
- Ngh... Aah~ B-Bon...- susurraba con voz entrecortada, sintiendo sus ojos acuosos por el calor de su cara-... E-Estoy m-muy... c-caliente, ¡a-ah~!- se erizó al sentir un mordisco un poco fuerte cerca de su hombro. Seguro que mañana tendría una marca notoria.
Bon no se quedó satisfecho solo con eso. Sonrió pervertido al escuchar a su esposo decir que hacía calor. Eso mejoraba el ambiente. Volvió a besar su cuello, un poco más suave que antes, empezando a acariciar la otra parte descubierta de su piel. Caricias leves y lentas recorrían la suave tez blanquecina del pelimorado, causándole una placentera sensación de felicidad y tranquilidad. Bonnie mantenía su sonrisa en su cara, con algo de baba en su comisura labial, además de que su boca estaba ligeramente abierta, dejando paso a su lengua y más jadeos. Llevó sus manos temblorosas hacia los cabellos turquesas del mayor en altura, jugando distraídamente con ellos, pues casi no sentía nada al tener toda su atención en la sensación de que el peliturquesa lo estaba "comiendo".
- A-Ahh... B-Boh...- suspiró con delicadeza y suavidad el pelimorado, logrando llamar la atención del nombrado-... T-Te amo, jeje...- sonrió tomando en sus manos las mejillas del moreno, las cuales se habían sonrojado hasta los topes.
- Je, yo más, mi amor- le besó los labios, repetidas veces. No se cansaba de su dulce sabor a moritas. Simplemente le hipnotizaban-. Hmm... Sigues siendo... tan bello...- le besó la nariz-. Tan hermoso...- las mejillas-. Tan delicado...- la frente-. Tan mío...- susurró finalmente para volver a atacar sus labios, fundiéndose así ambos en un beso de amor, de pasión, de ternura y de lujuria-... Bonnie~- le susurró al oído una vez que se separaron-. Esta noche... quiero que seas parte de mí... y yo también quiero... ser parte de ti...- no evitó tomar con algo de firmeza la mano de su pareja, y el contrario entrelazó sus dedos.
- Y-Yo... aah...- no podía casi hablar bien, y eso que acaban de empezar, pero no pudo reprimir una dulce sonrisa-... yo t-también quiero, m-maestro... quiero s-ser tuyo... una vez m-más~
Ante aquella respuesta no pudo controlarse. Repitió aquella acción en su cuello, besando y lamiendo cada rincón que alcanzara. Volvió a sentir el dulce aroma de la piel del más bajo, embriagándose de tan adictivo olor. Bonnie no podía estar más rojo.
Una vez que el moreno dejó unas tres marcas más en el cuello de su amado, comenzó con el descenso de sus besos por el torso de su marido, no besando profundamente, solo dando pequeños toques por toda la superficie. Le hacia gracia el cómo Bonnie trataba de reírse pero no podía debido a la gran ola de placer que sentía. Era siempre tan adorable. Sus manos acariciaban muy lentamente sus muslos, acariciando la piel de gallina que se le formaba ante tal sutil caricia. Sus labios dieron con uno de los rosados pezones del pelimorado, lo que le hizo, por instinto, lamerlo con lentitud para luego aprisionarlo con sus labios, apretando ligeramente y succionando con cuidado. Uno de los puntos débiles de su conejito.
- A-Aah~... Mgh... B-Boh~ n-no... nyaa~- ahora sus gemidos eran muy agudos, algo que le encantaba al moreno. Se le oía tan tierno. Tenía las manos casi hechas puño a los dos lados de la cabeza, dejando ya toda su boca abierta, dejando fuera su lengua, dejando salir libremente la saliva que le acumulaba en la boca.
- ¿Por qué no, conejito~?- sonrió con malicia, separándose del pezón que tenía en su boca, dejando un hilo de saliva que lo unía a su lengua- Yo sé que es uno de tus puntos dulces~, y yo quiero que disfrutes al máximo de esta noche~.
Bonnie mordió su labio inferior. Cerró sus ojos con fuerza al seguir sintiendo cómo la tibia lengua del moreno recorría con lentitud y tortura todo su torso, lamiendo y succionando algunas zonas de su piel, dejando pequeñas marcas. Sentía su zona baja doler, pues ya llevaba demasiado tiempo sin ser atendido. Con sus manos temblorosas comenzó a jugar con los desordenados cabellos de su maestro, a la vez que masajeaba su cabeza para distraerse un poco del placer que tanto ansiaba sentir, y que su maestro le estaba brindando en esos momentos.
-Mm... estás realmente delicioso, conejito~- le dijo muy coqueto retirándose de su torso-. Pero... sé de otra cosa que estaría mucho mejor- sin avisar, tomó el borde del albornoz que seguía cubriendo su parte baja, para así poder quitarlo de en medio y tirarlo directo al suelo, sonrojando más al pelimorado por verse desnudo.
- E-Espera, m-maestro~- paró a su pareja levantándose ligeramente para sentarse en la cama-. Y-Yo no q-quiero ser el único... d-descubierto~- desvió la mirada unos segundos y luego la dirigió al abdomen del moreno para luego poner sus manos encima de él- Q-Quiero ver tu piel, B-Boh~
El nombrado no pudo hacer más que sonreír. Cumpliendo las órdenes de su amado, tomó el borde de su camisa y fue quitándose esta lentamente, sonrojando más al de mirada rojiza, el cual no apartaba la mirada del muy bien formado torso que tenía su esposo, al igual que sentía que se le caía la baba. Una vez se la quitó, la tiró junto al albornoz en el suelo, para luego volver a colocarse sobre el mayor en edad, el cual parecía un tomate viviente. Rió suavemente para luego inclinarse más sobre su contrario y plantarle un prolongado beso en sus dulces labios, y ante aquello, el pelimorado lo agarró del cuello, intensificando más su acción, además de enrollar sus piernas en su cadera, rozando su miembro al aire contra el bulto de los pantalones del más alto.
Bonnie acabó sentándose sobre las piernas del peliturquesa, sin dejar de rodear sus caderas con sus piernas, y aún sin despegarse de su beso intenso. Suspiros se oían entre ellos, sin querer separarse pero tenían que hacerlo; el aire era necesario para vivir. Lentamente despegaron sus bocas, dejando un hilo de saliva entre sus lenguas como testigo de su acto.
- Nyaa~.. Aah... M-Maestro~-susurró Bonnie con la voz entrecortada, acercándose al cuello contrario, acariciando sus cortos cabellos-. Y-Ya no aguanto... m-más...
- Yo tampoco, conejito- le dijo al oído, acariciando sus caderas y levantando sus piernas-. Quiero tenerte para mí solito esta velada~.
Una sonrisa pícara asomó por los labios del pelimorado mientras empujaba lentamente a su acompañante hacia atrás con suavidad, tumbándolo en la cama y finalmente soltándose el cabello de su coleta, sacudiendo este de forma lenta y muy sensual. A Bon casi le da un derrame nasal al verlo.
- Jeje, pero antes de ello~-pasó sus manos por el tronco del cuerpo de su esposo- tendremos que prepararlo todo, ¿no, maestro~?- pasó su dedo índice por encima de los pantalones del peliturquesa, por donde se veía que asomaba un gran bulto.
- Mgh... Aah~, conejito travieso, jeje- rió el moreno al ver cómo Bonnie se deshacía de sus pantalones y empezaba a bajar sus bóxers-. Sé nota que tienes ganas de pasar a la acción~.
- Si no dejas de seducirme con ese cuerpazo de modelo que tienes no sé de qué te sorprendes- le guiñó un ojo coqueto y le despojó de su ropa interior-. Además, recuerdo que la última vez dijiste que se te acabó el lubricante y aún así no paraste. No quiero estar de nuevo con dolores de cadera durante 3 días- le miró acusador inflando las mejillas.
- Pero bien que lo disfrutaste...- dijo con una sonrisa mirando a otro lado haciéndose el inocente, sonriendo más al ver el rostro rojo de su esposo-... Jaja, ya, conejito, no te enfades, ya mañana compro otra botella para... ¡A-Ah! C-Conejito, haber a-avisado antes- se sorprendió al sentir la lengua del pelimorado juguetear con la punta de su miembro erecto y descubierto.
- Eso dijiste la última vez- no apartaba su vista de aquel órgano que a la vez probaba-. Quiero hacerlo a mi manera~.
Lamidas cortas y placenteras recorrían el miembro del moreno, para luego ser envuelto en aquella pequeña cavidad bucal del pelimorado, el cual comenzó a subir y baja la cabeza para estimularlo, dejando grandes rastros de saliva por todo el cuerpo del miembro. Bon no se contenía y soltaba ahora profundos y graves gemidos que le encantaban al de piel blanca. Apretaba las sábanas que estaban bajo su cuerpo desnudo empapado en una ligera capa de sudor. Un poco de baba caía por su labio inferior, el cual no dejaba de morder al sentir tanto placer apoderarse de su ser. Justo cuando ya creía que no podría contenerse más, Bonnie se separó de su falo aún despierto, dejándolo cubierto de saliva.
- Aah... creo... que así estará bien...- sonrió travieso y empezó a subirse sobre el cuerpo del contrario.
Apoyó sus manos sobre el pecho moreno de su marido, tomando algo de aire antes de empezar a sentarse sobre su miembro, soltando unos pequeños quejidos al sentir cómo empezaba a entrar en su interior. Bon cerraba un ojo con fuerza y soltó un gruñido de placer al ya percibir el cálido interior del pelimorado. Tomó en sus manos las suaves y firmes caderas de su conejito y le ayudó a entrar mejor, consiguiendo así que todo su miembro entrara al completo.
- ¡¡A-Aah!!- gimió algo alto el pelimorado, arañando levemente el pecho del otro, pero este ni cuenta se dio, solo podía contemplar la hermosa imagen que tenía en frente.
Un Bonnie sonrojado hasta sus orejitas, con los ojos muy cerrados con pequeñas lágrimas en ellos acumuladas. Su pelo largo y sedoso tapaba parte de su rostro. Sus labios apretados entre sí sin emitir casi ningún gemido. Su hermoso cuerpo blanco y liso temblando ligeramente al igual que sus brazos, los cuales seguían apoyándose sobre su torso moreno descubierto. Sus piernas suaves y delicadas apretando su cadera y sintiendo la estrecha entrada de su interior adherirse a las paredes de su miembro excitado. Si seguía así de seguro que se morirá de la ternura y sensualidad de su amor. Trató de levantarse para acercar su mano a la cara del pelimorado para acariciar su mejilla, pero el contrario lo paró.
- Espera, m-maestro, mgh... Q-Quiero intentar a-algo... antes, aah...- su cuerpo tembló al momento de intentar relajarse, lo que trajo un pequeño gemido de dolor.
- N-No te esfuerces... si te duele, c-conejito- le susurró en un tono preocupado pero dulce a la vez. Acarició lentamente los muslos de su pareja, tratando de calmarlo. Le regaló una sonrisa, lo que hizo que Bonnie le imitara.
Poco a poco notó como la cadera del pelimorado empezaba a despegarse de la suya, para luego volver a chocar con esta, causando que soltara un gemido de placer. Se repitió la acción. Ambos ya lo necesitaban. Se necesitaban entre ellos. Los gemidos inundaban el ambiente. El de pálida piel encorvaba su espalda, saltando sobre la cadera contraria aumentando lentamente la velocidad. Su lengua se asomaba libremente por su boca, al igual que su saliva caliente, la cual caía ligeramente por su barbilla. Sus uñas se clavaban en el pecho del contrario. arañándolo levemente . Era mucho placer lo que sentía. Pero quería más... mucho más. Las manos del moreno se adhirieron a sus glúteos, y notó cómo los apretaba, sorprendiéndole haciendo que soltara un agudo gemido. El peliturquesa se rió y mordió su labio inferior. Le encantaba esa sensación. El poder sentir el caliente interior de su esposo una vez más, notando cómo sus cuerpos se sincronizaban y parecía uno solo. Ayudó a su conejito a moverse tomando sus caderas y moviendo las suyas propias, aumentando más la velocidad. El más bajo arqueó la espalda un poco más, echando la cabeza hacia atrás; empezaba a notar la punta del miembro contrario tocar su punto dulce. Y eso lo volvió loco tanto a él como a su amante.
- ¡A-Aaah~! ¡Aah! M-Más, B-Boh~ ¡M-Más r-rápido~! ¡Aaah~!- gemía a su gusto el pelimorado, sintiendo que el otro empezaba a levantarse de su sitio, de modo que quedara sentado pero sin separase de él, a lo que aprovechó aferrándose a su espalda- Aah... Ma-Maestro~...- escondió su rostro rojo en el cuello del contrario, sin dejar de brincar sobre su miembro. Esa posición era más cómoda.
- C-Conejito... aah~ T-Te amo... tanto... mgh...- gemía entrecortado el peliturquesa, abrazando con un brazo la espalda del contrario mientras que su mano libre se dirigía a la erección del más bajo, la cual necesitaba gran atención- D-Deja... que te a-ayude... Ngh...- le susurraba con amor en el oído, notando su ligero erizamiento por su contacto en su parte íntima.
Bonnie asintió con la cabeza mientras arañaba repetidamente la espalda contraria, brincando cada vez más rápido sobre la cadera de su maestro. Sin evitarlo, llevó sus labios hacia el cuello de su marido, succionando levemente su piel morena tan apetitosa para él, y siguió así por todo su hombro y parte del pecho, acariciando con una mano uno de sus pezones y el resto de su pectoral. Sin duda su maestro era un hombre muy fuerte, atractivo, seductor, sensual, caballeroso y todo un galán. No pudo evitar sonreír ampliamente mientras dejaba escapar todos los gemidos que su garganta producía.
- Aaah~... Nyaa... B-Boh... M-Me... m-me canso...- le susurró al oído, aún sin detener sus mecánicos movimientos de cadera. Aunque ya notaba sus piernas doler.
- T-Tranquilo... aah... c-conejito...- paró su mano que se encargaba del problema del miembro ajeno y, sin despegarse, tumbó lentamente el cuerpo de Bonnie sobre el colchón, tomando sus piernas para poder moverse libremente sin llegar a lastimar a su pareja-... Tú solo... r-relájate, jeje...- le sonrió de forma traviesa-... Es mi turno de mover ficha...
Bonnie le sonrió de igual manera, abrazando su cuello, mientras ya sentía que volvía el vaivén de las caderas contrarias contra las suyas. Suspiraba y jadeaba prácticamente en el oído del moreno, algo que excitaba le hasta sus límites, consiguiendo que la velocidad comenzara a aumentar poco a poco. Gimió más al volver a sentir la mano contraria en su miembro palpitante, masturbando su erección al punto de querer liberarse de tanta tensión.
Pero, sinceramente, no quería que ese momento acabase. Jamás.
Bon hundía su nariz en los mojados y lisos cabellos morados de su esposo, además de volver a lamer y mordisquear superficialmente el cuello de cisne contrario. Tan suave y delicado. Lo amaba con todo su ser. Siguió con sus rítmicos movimientos de cadera, golpeando con cuidado el punto débil de su amor, asegurándose de que disfrutara de aquel acto entre ellos. Veía con la mirada entrecerrada el rostro sonrojado del contrario. Sus ojitos medio acuosos, sus mejillas sonrojadas, sus labios rojitos y ligeramente hinchados, sus hermosos cabellos esparcidos por la almohada y su pequeña lengua asomando al igual que su dulce saliva y la fila superior de sus dientecitos. Simplemente era la reencarnación de la ternura y la adorabilidad.
Al momento en el que se acercó para besar una vez más sus adictos labios, sintió una descarga eléctrica al besarlos, pues, sin avisar, se había venido en el interior de su conejito, manchando su interior. El pelimorado ahogó un profundo gemido en la boca del contrario entre su beso, pues hacía tiempo que no sentía aquel caliente líquido dentro de su cuerpo debido a que siempre usaban protección. Había olvidado lo bien que se sentía. Pocos segundos pasaron para que él también se viniera en la mano contraria y un poco en las sabanas. Se despegaron lentamente de su húmedo beso, dejando ahora un grueso hilo de saliva entre ellos, el cual desapareció cuando Bon le dio un pequeño piquito para cortarlo, haciendo que Bonnie soltara una risa entrecortada mientras aprendía cómo volver a respirar con normalidad.
Tras unos minutos en los que se quedaron mirando a sus rostros, el peliturquesa se fue separando lentamente de su contrario, haciendo que soltara un último y pequeño gemido al ya no sentir algo en su entrada. Se tumbaron uno al lado del otro, mirando al techo, con las respiraciones agitadas. La mano temblorosa de Bonnie recorrió lentamente la sábana, buscando la mano contraria para luego entrelazar fuertemente sus dedos.
- Ha... ha... Wow... se sintió... increíble...- sonrió satisfecho el pelimorado, contagiando su sonrisa a su amado.
- Sí... La verdad es que cada vez me sorprendes más, conejito~- le acarició despacio su mejilla derecha, notando aún su acalorado rostro.
Bonnie no hizo más que sonreír, se intentó girar hacia su maestro -con ayuda de su contrario- y se abrazó fuertemente a él, sintiendo los latidos alocados pero adormecedores de su corazón.
- Deberíamos ducharnos antes de dormir. No quiero que te resfríes de nuevo, amor...
Bon se levantó pesado de la cama, intentando no caerse de lo mareado que estaba. A veces me costaba un rato concentrarse en lo que hacía. Una vez localizado su objetivo, tomó en brazos a su pareja y lo llevó al baño. Ambos se tomaron un baño relajante mientras disfrutaban de la compañía ajena. Les gustaba estar uno al lado del otro. Más tarde, el peliturquesa ayudó a su esposo a ponerse el pijama y ambos se recostaron nuevamente sobre las blancas y limpias sábanas, ya que las habían cambiado anteriormente.
Aún eran las 12:00 pm. Ninguno podía dormir. Sólo sé encontraban abrazados: el moreno con un brazo sobre los hombros del pelimorado, jugando con su cabello, y el contrario recostado en su pecho paseando su dedo por este distraídamente. No borraban sus sonrisas de sus rostros, y menos el pelimorado, pues, si funcionaba aquel experimento...
- Boh...- llamó dulcemente a su esposo mientras elevaba su mirada, encontrándose con aquellas hermosas esmeraldas-... Gracias por... esta maravillosa velada... Sé que siempre te lo digo, y además porque es cierto... pero...- se sonrojó un poco más, aún sin borrar su sonrisilla-... esta vez... ha sido verdaderamente impresionante... y en cierto modo... tal vez... puede que ya podamos formar... nuestra propia familia... entre los dos...- tomó una de las manos del moreno y la colocó en su mejilla, mientras que la otra la dejaba en su pecho-... Te amo, maestro... te amo como no tienes ni idea... desde que nos conocimos... tú siempre has estado para mí... Siempre has sido mi maestro... mi mejor amigo... el novio ideal... el marido perfecto... y... Ahora quiero que seas... el padre de nuestros hijos- le dijo con mucho cariño, besando lentamente la palma de su mano con total delicadeza.
Bon no cabía en sí. ¡Estaba rebosante se felicidad! Ahorita mismo podría estar gritando a los cuarto vientos lo afortunado que se sentía.
- Conejito~- lo abrazó más, acariciando sus medio largos cabellos morados-. Sabes que yo siempre, sea cual sea la forma, te haré feliz. Te daré siempre lo que necesites e incluso más, todo por verte siempre con esa sonrisa tuya que tanto me encanta y enamora. Te amo con locura, mi Bonnie... no sé qué haría sin ti... eres mi ángel y juro que te protegeré de cualquier mal que aceche contra ti- le besó la frente con amor-; daré mi vida por ti, si es necesario.
El pelimorado sonrió feliz y se recostó mejor sobre el regazo de su maestro. Le encantaba escuchar sus latidos. Eran tan relajantes. Ya sentía cómo el sueño se apoderaba de él, y no hizo más que acurrucarse más en el pecho del contrario, aspirando su olor y escuchando atentamente sus latidos tranquilizantes.
- Jeje, yo también lo haré... Buenas noches, mi maestro Boh~- besó el pecho del contrario y cerró sus ojos, entrando en el feliz mundo de los sueños.
- Buenas noches, mi dulce conejito Bonnie~- besó sus cabellos una última vez antes de caer rendido en los brazos de Morfeo.
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Una vez que el semen es depositado en la ""vagina experimental"" uno de los espermatozoides llegará a fecundar el óvulo, para así poder crear el cigoto, la primera célula del nuevo bebé.
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Sinceramente... No me gustó cómo quedó el lemmon... pero no voy a reescribirlo, así que así se queda.
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