Capítulo 16. Octavo mes
(No juzguéis el dibujo, lo hice hace mucho, antes de escribir la historia, así que perdón si no se ajusta a las medidas >:""^)
Era una cálida noche de febrero donde nuestros conejitos, cobijados por las sábanas de su cama matrimonial, se hallaban durmiendo cómodamente abrazados de forma cariñosa. La pequeña brisa de la calle entraba disimuladamente por la ventana ligeramente abierta. El silencio reinaba en la habitación, sólo se oían sus ligeras respiraciones tranquilas y somnolientas. El menor de los dos hombres, Bon, estaba durmiendo tranquilo, con una pequeña sonrisa por su dulce sueño, siendo besado con los dulces labios de su esposo en todo su rostro, deleitando su mirada con aquel adorable y tierno disfraz de conejito peludo que llevaba sólo para él. Más que ser erótico era esponjoso y muy abrazable. Pero de pronto aquel lindo sueño se vio interrumpido por unas pequeñas pataditas que comenzaban a pegarle. Abrió un poco sus ojos, con el ceño levemente fruncido, pero los volvió a cerrar al notar que cesaron los golpecitos. Unos minutos más tarde bastaron para que volviera a sentir aquellas pequeñas pero notorias patadas causadas por su pequeña, en el vientre su marido, el cual lo abrazaba por el torso. Llevó su mano cálida con lentitud hacia su pancita.
- Shh, bebé, tranquila...- trataba de hacer que dejara las patadas, pero no podía, y no quería levantar demasiado la voz y despertar a su conejito.
En unos cinco minutos más no pudo más y empezó a mover lentamente el cuerpo de su esposo, tratando de despertarlo, pero este no parecía inmutarse, así que pasó al plan "B". Se acercó tímidamente a su cuello, a aquel delicioso y apetitoso cuello, el cual yacía limpio de cualquier marca anteriormente hecha por el moreno. Comenzó a dar pequeños besos en este, consiguiendo ligeros gruñidos y quejas de parte del pelimorado, haciendo que sonriera ligeramente. Siguió por largas y lentas lamidas, haciendo ya que sus ojitos rubíes comenzaran a asomarse.
- ¿Boh?- despertó, frotando su ojo izquierdo con su muñeca y bostezando- ¿Qué ocurre? ¿Por qué lames mi cuello como un perro?- no evitó reírse y sonrojarse al mismo tiempo. Su voz sonaba muy tierna y adormilada para el peliturquesa.
- Perdona por eso, es que no sabía cómo despertarte- hizo un puchero el más alto, consiguiendo un beso en la mejilla de parte del contrario.
- Con susurrar que despertara hubiera sido suficiente- bostezó lentamente mientras se giraba para verlo-, pero, ¿para qué querías despertarme?
- Es Bonnet...- dijo para levantarse ligeramente- No para de patearme y no puedo dormir... Dile que se esté quietecita, por fa...
- Oh, era eso- sonrió adormilado y bajó la mirada para acariciar con lentitud su vientre-. Shh, calma, pequeña, mami está aquí...
Pasaba su mano en círculos, creando una marca de calor en una zona del vientre. Y como si de un milagro se hubiera tratado, la bebé se calmó, dejando de patalear y se acercó hacia el calor que le daba la mano de su "madre" a través de la piel que la protegía. La sonrisa del pelimorado iluminó la mirada del moreno, haciendo que una de sus manos fuera a parar a la mejilla del de piel más clara, tumbándose de nuevo en el colchón.
- Gracias, conejito- besó con cautela el rostro de su amado, como si quisiera volver a dormirlo- Te amo- susurró de forma suave, sonriendo levemente.
- Yo también te- bostezó cansado- amo, maestro...- sonrió con sueño acurrucándose en el cuello del más alto- Mi maestro...- comenzaba a susurrar ñoñerías en su oído, dando a entender que quería volver a dormir, y su esposo no evitaba reír- Mío...
- Anda, mi amor, duerme ya...- le besaba el rostro con cariño, abrazando su cuerpo protectoramente y tomando su mano.
- Mío...- susurró por última vez con una tierna sonrisa, acurrucado en el pecho de su amado y entrelazando sus dedos.
Unas cinco horas más adelante, llegando a ser las nueve de la mañana comenzaba a amanecer el pequeño conejito morado, dejando ver sus brillantes ojos rubís de entre las blancas sábanas, las cuales fueron ligeramente apretadas por su mano libre mientras soltaba un pequeño bostezo. Al despertar un poco más se dio cuenta de que su esposo lo estaba abrazando por la espalda con mucho afecto y protección, con una mano en su vientre, estando entrelazada con la suya, y la otra un poco más arriba, llegando a agarrar uno de sus senos. Se sonrojó de forma violenta al ver su mano ahí, pero igualmente estaba aun demasiado cansado como para decirle algo al respecto. Además, su amado Bon se encontraba felizmente durmiendo, y no quisiera despertarlo por algo que, realmente, no le molestaba. Sonrió mientras cerraba sus ojos y llevaba su mano libre a la de su esposo, sintiendo su propio corazón latir bajo sus palmas. El moreno, al notar su cálido agarre, se acurrucó aún más en su espalda, oliendo los cabellos de su conejito con una adormilada sonrisa. Tal vez dormir cinco minutitos más no les haría daño, ¿no?
(...)
Llegadas las cuatro de la tarde se encontraban nuestros conejitos en el salón rodeados de todos los amigos de la High School en una pequeña fiesta para la futura bebé de los dueños de la casa. La sala estaba muy bien decorada, con algunos lazos rosas adornando las paredes o las sillas que estaban esparcidas para mayor comodidad, además de ver pequeñas flores en algunos lugares de la mesa de aperitivos. Los anfitriones estaban abriendo los regalos que todos habían traído para la pareja mientras unos tomaban pequeñas cantidades de los aperitivos que habían preparado.
—A ver, a ver, ¿qué es~?— el pelimorado abría entusiasmado el regalo de parte del pelirrojo y la rubia bicolor—. ¡Oh! Es una de esas cosas para escuchar al bebé estando en otra habitación— sonreía viendo la caja con el dibujito de dos altavoces con diseño infantil.
— Se llaman "vigilabebés", conejito— le corrigió con una sonrisa su marido, quien lo abrazaba por la cintura—. Muchas gracias, nos servirá de mucho.
— De nada, Bon, supondríamos que lo necesitarían— sonrió contenta la mujer, mirando de reojo a su pareja jugar con su hijita.
— Abre el nuestro ahora, Bon— le dijo feliz su mejor amiga rubia, entregándole una caja bien decorada al de tez morena.
— Gracias, Joy— respondió alegre mientras abría el regalo con entusiasmo, sintiendo la mirada curiosa de su conejito en sus manos.
Se sorprendió al ver un cuaderno al fondo de aquel presente y, al tomarlo, se fijó bien que era un álbum de fotos, pero estaba en blanco.
— Es para que lo rellenen con fotos de su bebé— explicó el castaño tomando la mano de su mujer.
La mirada de Bonnie se iluminó, leyendo los pequeños títulos en el pie de los huecos para las fotos por colocar. "Mis primeros pasitos", "Mi primer amigo", "Mi primer baño", se podían leer con linda caligrafía y colores pastel. Sonrió muy feliz mientras agradecía a sus amigos y abrazaba con fuerza a su pareja. Sus ansias por ver a su pequeña habían aumentado. Acarició su vientre, en círculos, cerrando sus ojos para sentir mejor a su bebé.
Loon y Usagi les dieron una recopilación de canciones de cuna japonesas grabadas por ellos mismos, por si alguna vez Bonnet no quisiera dormir, esas melodías orientales la dejarían muy relajada. Los demás también les dieron más cosas prácticas para su retoño, tales como juegos de mantas, chupetes, juguetes infantiles, peluches y, sobre todo, ropa suave y calentita para que no tuviera problemas con el frío. No hace falta mencionar que la mayoría de diseños y/o estampados eran de conejitos. Si para Bonnie el mejor regalo fue el álbum de fotos, el de Bon fue aquel cochecito de bebés de diseño japonés que la castaña más joven ahí presente les había regalado. Era una preciosidad, con un tamaño óptimo para sus primeros meses hasta llegar al primer año de vida.
— ¿Quién quiere pastel misterioso~?— preguntó una peliblanca destapando el pastel que había preparado para la fiesta, con una forma peculiar
— Madre mía, ¡tiene forma de pancita!— se tomaba las mejillas entusiasmado el pelimorado mientras la veía—. ¿Cómo la hiciste?
— Ahí está el misterio~— dijo cortando un trozo—. No hay nada que YouTube no enseñe.
Todos comieron de aquella exquisita tarta para la ocasión, y ambos futuros papás se daban de comer entre ellos en su pequeña burbuja de amor. Estaban muy felices de poder compartir tiempo con sus amigos antes de tener en sus brazos a su dulce y pequeña conejita.
(...)
El timbre de la puerta principal sonó, callando un momento la plática que ambos hombres mantenían sobre la decoración del cuarto de su bebé. A pesar de que el pelimorado quería levantarse del sofá para abrir, su marido se adelantó a él, poniendo como excusa que no debía moverse mucho.
— ¡Mamá, papá!— el moreno abrazó a ambos adultos que se encontraban en el umbral—. Qué alegría veros.
— Mi Boncito, ¿cómo estás, querido?— la mujer tomó sus mejillas morenas para bajarle el rostro y alcanzar su frente para darle un beso.
— Muy bien, mamá, llegáis justo a tiempo— sonrió el peliturquesa más joven, haciéndose a un lado—. Pasad, pasad, Bonnie está en el salón.
Ambos adultos entraron en la casa y saludaron al pelimorado, quien se había levantado para recibirlos.
— Roselya, John, cuánto tiempo— rió el chico abrazando con cuidado a sus invitados.
— Vaya, Bonnie, qué bien te ves— sonrió la peliazul.
— Gracias, la verdad es que me siento mucho mejor— acariciaba su vientre con un sonrisa.
— ¿Ya saben qué va a ser?— preguntó el peliturquesa tomando la mano de su esposa.
— Sí, será niña— contestó su hijo acercándose al lado de su pareja—. La vamos a llamar Bonnet.
La mujer sonrió muy feliz mientras soltaba un momento la mano de su marido para entrelazar las suyas mientras miraba muy orgullosa al moreno.
— Oh, Bon... Cuando era pequeña siempre decía que si tuviera una hija la llamaría Bonnet— decía dulce recordando sus tiempos mozos—, y ahora mi nieta llevará ese nombre...
— Vaya, no lo sabía, mamá— sonrió levemente el moreno—. De hecho se me ocurrió a mí el nombre.
— Yo también elegí tu nombre, hijo— rió el señor.
— Parece ser que los padres son los encargados de elegir el nombre y las madres del resto— comentó el pelimorado para luego reír junto a su suegra.
Tras unos minutos más, estando sentados en el sofá, Roselya le dio una bolsa al pelimorado, ya que había estado haciendo limpieza en su hogar y encontró algo que le podría ser de ayuda para el cuidado de su nietecita.
— ¿Saca... leche?— leyó el de piel blanca tomando aquella caja un tanto pesada.
— Sí, pensé que te podría ir bien para viajes o cuando le entre hambre estando fuera de casa— le explico—, porque piensas darle pecho, ¿no?
Se sonrojó ligeramente ante la idea de verse en esa situación. Miró a su pareja y se sorprendió de verle también con las mejillas coloradas.
— Amm... B-Bueno, la verdad es que no lo había... pensado— rascó nervioso su nuca con su mano en su vientre.
— No te preocupes, querido— le tomó la mano la señora—. Ya verás que en cuanto llegue el momento actuarás por instinto, te lo digo por experiencia.
— Gracias, Roselya— abrazó a la mujer y, al separarse, vio a su marido leyendo las instrucciones de aquel aparato—. ¿Qué haces, maestro?
— ¿Qué? ¿No puedo documentarme?— se excusó sin apartar la mirada de su lectura—. Hum... lo bueno es que con esto también podré darle de comer a nuestra niña sin necesidad de agarrarte un... ¡Ay!— dejó de hablar al sentir un golpe en su cabeza.
— Modera tus palabras en frente de tu marido, cielito mío— le resondró su madre con su bolso en la mano, escuchando la risa de su padre y mirando de reojo el rostro rojo de su pareja.
— Ahora entiendo el dicho de tal palo, tal astilla— le dio una palmada en la espalda al más joven de los cuatro, aún riendo, mientras Bon lloraba internamente.
(...)
— Amor, ¿seguro que no quieres que te ayude?— preguntaba con una sonrisilla el pelimorado a su esposo mientras lo veía subido a una escalera cambiando la bombilla de la habitación de su bebé.
— Tranquilo, conejito, ya casi acabo— giró finalmente la bombilla y vio cómo se encendía—. Ya está— bajó la escalera y abrazó a su marido por la cintura—. Ahora viene lo divertido: pintar las paredes.
— Eso es mucho trabajo para ti sólo, déjame ayudarte, por fa— le hacía un puchero mientras rodeaba su cuello con sus manos.
Bon sonrió mientras dejaba en los labios de su amado un dulce, corto y tierno beso cálido.
— Esta bien, cielo, puedes ayudarme, pero sólo te ocuparás de la parte de abajo de la pared, ¿de acuerdo?— le acariciaba los cabellos con cariño.
— Vale— contestó feliz, pasando su mano por su vientre—. Seguro que a Bonnet le encanta el color verde para su cuarto.
Y así, el moreno fue a por los botes y brochas para pintar mientras el pelimorado miraba la habitación con ilusión, imaginando cada rincón de este ya decorado y con una ambientación muy acogedora para su pequeña.
— Ya verás cómo te encantará, Bonnet— le hablaba a su hijita con voz dulce—. Tan solo te falta un mes para poder vernos, y ya no puedo esperar, se me hará eterno. Sé que serás muy bonita, como tu mami— rió— o también como tu papi— se sonrojó—. Lo importante es que te estaremos esperando, mi nena, así que tómate tu tiempo.
Sonrió con ternura al sentir un movimiento de su conejita dentro de él. Cerró sus ojos dejándose llevar caminando por la habitación, empezando a tararear con delicadeza una dulce melodía. Se acercó hacia la amplia ventana que mostraba el precioso atardecer que se presentaba dadas las siete de la tarde. Pronto empezó a sentir el calor de su amado abrazarle, con sus fuertes brazos rodeando su cintura, sus cálidas manos agarrar las suyas y su voz deleitando su oído izquierdo con un dulce "Te amo". Bonnie le besó la mejilla con timidez y un lindo rubor.
Con un par de brochas comenzaron a pintar las paredes del cuarto, mientras escuchaban algo de música gracias a la pequeña radio que había traído el moreno para que no hubiera tanto silencio. El pelimorado se encontraba arrodillado en el suelo con la brocha en mano, pasándola por la antes blanca pared convirtiéndola en un verde claro agradable a la vista. Mientras el peliturquesa se encargaba de repasar la parte alta de la pared con ayuda de la escalera. A veces, por culpa del sudor, se llevaba su medio manchada mano a su frente, pintándola igualmente. Tras una hora y cuarto que tardaron en acabar, ambos se encontraban ligeramente sucios de pintura, y al menos el pelimorado quiso darse una pequeña ducha. Fue al baño para luego comenzar a desvestirse lentamente frente al espejo. Abrió el grifo del agua caliente y tomó una toalla para tenerla cerca. Entró en la ducha y comenzó a notar las pequeñas gotas empezar a mojarle el cabello y el cuerpo al completo. Cuando se giró para poder tomar el champú, una voz le hizo sonrojar.
— ¿Puedo ducharme contigo, amor?— el peliturquesa se encontraba ya desnudo fuera de la ducha, con una sonrisa y esperando la respuesta de su esposo.
— Ya estabas tardando, maestro— se asomó el pelimorado, tomando la muñeca del contrario, mojándola ligeramente, y metiéndolo en la ducha.
Tras una caliente ducha, obviamente por el agua y no por otras circunstancias, y una buena cena, nuestros protagonistas estaban recostados en el sofá viendo una película cualquiera, tapados con una manta y abrazados en horizontal, el pelimorado sobre el moreno, quien tenía el control para ir cambiando. Bonnie había dejado de prestar atención al televisor por su pequeña la cual había pateado muy ligeramente su pancita. Bon, al ver su trance, apagó la televisión para mirar a su marido.
— ¿Pasa algo, conejito?— preguntó preocupado, mientras que el de piel pálida sólo negaba con una sonrisa.
— No es nada, cielo, tan solo... Estaba pensando... Ahora de pronto, siento que todo está yendo demasiado deprisa.
— ¿A qué te refieres?— el peliturquesa no entendía.
— Quiero decir, en un mes seremos padres por primera vez, tendremos un bebé a nuestro cargo, seremos responsables de su crecimiento, de sus estudios, de su vida...— suspiró entrecortado— Tengo miedo...
— Bonnie, amor, no tienes por qué tenerlo— lo abrazó con más afecto, besando su cabeza—. Es cierto que será duro de cuidar a nuestra hijita, pero gracias a nuestros amigos no estaremos solos. Además, estaremos juntos en esto, es nuestra bebé, y los dos nos apoyaremos entre nosotros. Yo estaré siempre que lo necesites, y también cuando me necesite Bonnet— acarició su vientre—. A mí también me ha parecido que esto del embarazo se pasaba muy deprisa, y también tuve miedo en un principio. Pero entendí que si estamos juntos —tomó su mano con algo de fuerza—, nada puede con nosotros.
El pelimorado, con una pequeña sonrisa, tomó la nuca de su marido y lo acercó lo suficiente como para alcanzar una vez más sus labios. Ambos se besaban con sentimiento y pasión, transmitiendo nuevamente sus sentimientos más puros en aquel inocente toque. Las manos del más bajo se entrelazaron en el cuello del más alto, y las del moreno abrazaron su espalda. Se separaron muy lentamente, oyendo el sonido de su ligera succión acabarse. Se miraron a los ojos, viendo aquel brillo tan radiante que los enamoró por primera vez. Amaban a su contrario con locura, y vivir sin el otro sería la peor tortura del universo para ellos. Bonnie se recostó en el pecho del contrario, acariciando el mismo con una mano mientras cerraba los ojos. El peliturquesa acariciaba los cabellos del más bajito con lentitud y una pequeña sonrisa se asomó por sus recién besados labios, aún sintiendo un cosquilleo. Sin darse cuenta, se quedaron profundamente dormidos en aquel sofá, acurrucados mutuamente, y con sus manos entrelazadas sobre el vientre del más bajito.
Sólo quedaba un mes.
------------------------------------------------
¡¡AAAAAAHHHHHH, QUE ESTO SE ACABA!! QWQ (O no, ¿quién sabe?)
Ay, Dios, mío, solo queda un mes para que la beba venga al mundo >w<
Creedme, estoy tan emocionada como vosotros ahora mismo :""3
Siento que este capítulo me ha salido muy flojo, lo siento, pero es que apenas me llega la inspiración DX
Siento también que no haya imágenes esta vez, pero es que no me da la vida DX
Pero bueno, ¡al menos esta vez hay más fanarts! :D
Otra linda (aunque no oficial XD) Bonnet de parte de Vlaxthelord <3
Este tan bonito es de parte de EvaContreras1, esperaré el digital con ansias :D
Reto:
Os reto a que penséis cómo creéis vosotros que será Bonnet (Se vale dibujo o descripción <3)
¡Disfrutad!
- Irene
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro