06
Despedí a Jimin con varias lágrimas en los ojos por lo triste que me sentía. Nunca imaginé que despedirme de él fuera tan duro. Quizás por el simple hecho de que pensé que lo tendría siempre, que nunca se iría de mi lado.
Y en parte, todo es su culpa, por siempre estar ahí cuando lo necesitaba, cuando me sentía mal y parecía que me iba a morir, ahí estaba Jimin buscando que me sintiera mejor y no le importaba quedarse hasta altas horas de la madrugada frotando mi barriguita cuando tenía esos horribles y más que dolorosos cólicos. En mis cumpleaños que aveces hasta yo olvidaba, él no lo hacía, traía siempre un regalo y me cantaba feliz cumpleaños.
Por eso y muchas cosas más me era tan difícil decirle adiós, aunque una vez pensé aprender un conjuro para hacerlo desaparecer, pero solo fue una vez y eso porque me estaba molestando demasiado.
Limpié mi rostro al entrar nuevamente a la casa y me dirigí a la cocina para desayunar rápido y poder llegar a tiempo al trabajo. Miré a Jin quien se encontraba cerca de la ventana, al parecer, viendo todo lo que había pasado allí afuera. Me senté en la mesa y al probar el panesito semidulce con algunos pedacitos de algo que no lograba descifrar que era, abrí mis ojos muy grandes y miré al castaño con fascinación.
— ¿Que le has puestos a esto? ¿Como lo has hecho? Sabe demasiado bien, está riquisimo — le sonreí al verlo voltear en mi dirección — Cocinas muy bien — dije al probar las demás cosas que había preparado para el desayuno.
— Veo que es un gran amigo — habló despacio — Ustedes dos se ven muy unidos.
— La verdad sí — asentí con la cabeza — No tengo muchos amigos, pero Jimin y Tae siempre han estado conmigo, y ellos dos son suficientes para mí.
— Ya veo, ya lo habías comentado alguna vez.
— ¿Sí? — fruncí el ceño — ¿Cuándo? — no recordaba haber dicho eso en ningún momento.
— No recuerdo bien — se sentó frente a mí y ni siquiera lo estaba mirando pero sabía que él a mi sí, lo sentía, lo dejé pasar pero una sensación de que abriría un hueco en alguna parte de mi rostro me hizo mirarlo.
Y debo decir, que su mirada causó un escalofrío en mí. No sé si alguna vez han sentido que estás mirando a alguien que quiere decirte algo, pero simplemente no puede. Y tratas de entender, pero al final, no puedes. Eso fue lo que sentí, Jin me estaba mirado como si quisiera decirme algo o tal vez solo me estaba mirando y ya.
— ¿No comerás? — negó con la cabeza como si fuera un niño pequeño — ¿Que edad tienes SeokJin?
Se quedó pensativo, miró hacía otro lado y tal parecía que estaba sacando cálculos imaginarios en su cabeza.
— Tengo 24 años — respondió seguro después de unos cuantos segundos.
— Eres un año mayor que yo — me levanté de la silla, la corrí hacia delante y fui hasta mi cuarto para tomar mi bolso. Lo tomé, me di un último vistazo en el espejo y volví a bajar las escaleras para irme — Hoy tengo que trabajar hasta tarde, pero aun así, cuando vuelva seguiremos con nuestra conversación. Por lo menos veremos si puedes recordar de dónde vienes.
— No he perdido la memoria — dijo molesto ¿Ahora se me está rebelando?
— Eso es lo que tu crees. Mira, una vez vi una película en donde el protagonista perdía la memoria, pero no en su totalidad, es decir, que solo olvidó partes de su vida, así como tú — lo señalé y él se miró — Así qué, no salgas de aquí. Bueno, si recuerdas dónde es tu casa si te puedes ir.
Lo miré por última vez y salí por la puerta apresurada. Por dios, ya parezco madre preocupada diciéndole a su hijo que no salga de casa. Las cosas que me pasan a mi no le pasan a nadie ya digo. Crucé la calle y casi pierdo los dientes, casi, porque antes de caer al suelo alguien había tomado mi mano. Lo miré agradeciendo y me fijé que era una señora, llevaba un gran gorro en la cabeza y una ropa muy desgastada.
— ¿Está bien señorita?
— Sí, estoy bien, muchas gracias — hice una reverencia sonriéndole.
— Por ahora — dijo y me agarró el brazo muy fuerte — Debes de alejarte del peligro, porque él no estará ahí siempre. Todo se acaba y su tiempo también.
Me quejé al instante abrumada por sus palabras y de lo fuerte que me había agarrado. Esta, al sentir mi quejido me soltó y se dió media vuelta perdiéndose entre la gente que llenaba el lugar.
¿Que había sido eso?
¿A qué y quién se refería al hablar de esa manera?
Sobé mi brazo y recogí del suelo mi bolso el cuál se había caído antes. Aún aturdida por lo sucedido seguí mi camino hacía mi trabajo sin dejar de pensar. Ese sentimiento de inconformidad no se iba, yo quería saber a qué se refería ella ¿Acaso también se había equivocado de persona? ¿Qué es lo que estaba pasando?
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