Tsuna había decidido el esperar a que el Hitman regresara, a pesar de todo nunca dejó de quererlo y sentía que tal vez podría formar esa familia que siempre soñó... aunque con el pasar de las horas sentía que su corazón se volvía más pesado, sabía que debía confiar en el sicario, pero tanto tiempo sintiéndose traicionado por éste le jugaba en contra, y en verdad que su cabeza comenzara a paranoiquear cosas no le ayudaba.

Los pequeños ya habían ido a dormir por órdenes de Tsuna, pero este se mantenía aún despierto con la vaga esperanza de que Reborn apareciera en cualquier momento.

Los minutos parecían cada vez pasar más y más lento, no sabía como frenar ese sentimiento doloroso que cada vez se acentaba más en él... por alguna razón comenzó a rememorar todas esas noches en vela, llorando la ausencia de su amado... su supuesta traición, todo ese tiempo en el que incluso ver a sus hijos a veces era doloroso, los pequeños se parecían cada día más al padre, y no podía evitarlo así y quisiera.

Las lágrimas comenzaron a caer por esas rosadas mejillas, sin que él pudiera hacer nada para evitarlo, estaba tan metido en sus recuerdos que no noto que aquel al que esperaba se encontraba allí observando hace rato.

El sicario no pudo soportar el verlo llorar así que simplemente se acercó y desde atrás le dio un fuerte abrazo, como si temiera que este desapareciera de su lado.

El castaño al sentir esos brazos alrededor suyo solo pudo aferrarse, con insistencia... esperando, deseando que todo ese dolor por el que paso solo hubiese sido una horrible pesadilla.

-No te escuche entrar... ¿como fue todo?- mencionó con una dulce voz el de cabellos castaños.

-... no importa, luego te cuento... ahora solo déjame estar a tu lado, te extrañe... mucho- un instante de sinceridad por parte del azabache se hizo notar, solo Tsuna era capaz de lograr eso en el...solo el pequeño podía lograr que este actuara como una persona normal.

Al escuchar esas palabras de forma tan sincera salir de los labios de su amado el castaño escapó del abrazo solo para poder tirarse sobre el azabache y probar esos labios los cuales en verdad extrañaba.

Un tanto sorprendido el sicario acepto el beso, tomando con fuerza al castaño de la cintura, de forma que este no lograra escaparse... la necesidad de ambos era increíble, no solo un deseo carnal, sino que la presencia del otro era algo que necesitaban... el poder abrazarse, besarse, demostrar todo ese amor que no habían compartido juntos durante años.

Sabían que no podían hacer nada más que eso, al menos no ahora... y con esos pequeños en la casa se complicaba el lograrlo, no por nada eran sangre de Reborn... ambos pasaron la noche juntos hablando de lo que paso mientras que estuvieron separados, Tsuna le contó todo acerca de los pequeños, lo increíblemente inteligentes y hábiles que eran, todas las bromas sádicas que habían hecho, y muchas otras cosas. El sicario escuchó cada una de las palabras grabándolas en su memoria, junto a la bella sonrisa que el de ojos miel tenía mientras relataba todo eso, en verdad hubiera deseado el estar junto a sus pequeños... estaba orgulloso de esos dos demonios, eran dignos hijos suyos, y ahora que estaba ahí no planeaba el dejar que nadie les hiciera nada... protegería a muerte a esa familia, a su familia.

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La mañana siguiente los pequeños se encontraron con algo que les hizo hervir la sangre, su querida madre se encontraba durmiendo junto a "su padre"... podía ser lo que él quisiera, pero NADIE se acercaba a su madre... NADIE.

Ambos sonrieron sádicamente antes de intentar de despertar al azabache con un golpe... cosa que no funcionó, ya que estamos hablando del Hitman número uno, él había creado esa manera de despertar personas.

-deberán intentar otra cosa si lo que quieren es deshacerse de mí- dijo con una sonrisa marca Reborn, de esas que solo él y los pequeños podían hacer.

Los pequeños molestos solo lo miraron con furia sin decir nada más, el pequeño castaño se acercó a su madre para despertarlo, este al ver a su pequeño hijo lo llenó de besos y el pequeño azabache celoso se acercó para recibir también los buenos días de su madre.

-¿y a mí no me das un beso de los buenos días?...- mencionó con una sonrisa el hitman logrando que el castaño se sonrojara hasta las orejas.

Los pequeños al escuchar eso se enfadaron bastante, y comenzaron una vez más a pelear con el azabache mayor.

Tsuna solo observo esto con una sonrisa, al fin se encontraban juntos como una familia, y daría lo que fuera para protegerla... esperaba que de una vez por todas simplemente ser felices sin que esa paz se perturbe.

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Bueno eso fue todo por ahora, espero que les haya gustado... mil perdones por tardar tanto en actualizar, creo que ya es sabido que debido a mis ataques de depresión no puedo escribir y bueno, ahora que me siento mejor y tengo inspiración decidí continuar.

Mil gracias por todos los comentarios, lecturas y votos.

Bye~.   >w<

Nadii1827